A mis queridas lectoras (y lectores, en caso de que haya algún ser masculino): No es mi primer fanfiction, pero sí es el primero que publico, así que, por favor, agradecería mucho que comentarais y me dierais vuestras opiniones, sean cuales sean. Necesito críticas, buenas o malas, no me importa con tal de mejorar, en caso de que considerarais necesario que lo hiciera. En cuanto a la historia, he metido a un personaje totalmente nuevo e inventado por mí, por lo que se podría decir que es un poco AU. Pero no os preocupéis, mis queridas niñas. Mi intención siempre ha sido escribir una historia S/J y este personaje no interferirá (no al menos de un modo negativo) en la futura relación que ambos tendrán. Tan solo pido un poquito de imaginación y liberalidad con los hechos, en mi cabeza está completo y, si no me atropella un Mercedes o un tranvía color amarillo, prometo que cada viernes publicaré un nuevo capítulo. Pero de momento os dejo con algo que consideré necesario en su momento, el prólogo.


LA MARIPOSA PÚRPURA.

PRÓLOGO:

Estaba siendo un invierno especialmente frío y crudo en Londres, el más frío que el doctor John Watson recordaba en mucho tiempo. Hacía ya casi tres años que se había mudado a Baker Street con el que ahora era su mejor amigo, el detective asesor Sherlock Holmes.

Los pasados dos meses habían sido, económicamente hablando, los peores de toda la estancia de ambos en el piso. Muchas veces Sherlock no cobraba por resolver un crimen, lo cual les pasaba factura, y nunca mejor dicho, y aquello enervaba a John, como muchas otras cosas.

Actualmente Sherlock Holmes no tenía ningún caso. Combatía el aburrimiento de las maneras más extrañas, incluido el salir a la calle sin abrigo a cinco grados bajo cero, lo que le costó un terrible resfriado que, sumado a la autoridad casi maternal de John, le impidió salir de casa.

El chisporroteo del fuego encendido, el teclado del ordenador en el regazo del detective y los estornudos de éste eran los únicos sonidos del saloncito del 221 B de Baker Street. Con intensa preocupación, John revisaba las facturas llegadas aquella misma mañana del 30 de noviembre. Se le encogían las entrañas solo con recordar todo lo que debían. "Sherlock..." murmuró "Vamos de mal en peor. Llevo ya tres malditos meses en el paro y tú sigues sin nada. ¿Tienes idea de lo que debemos?"

"Qué curioso..."

"¿Qué es curioso?"

"La situación que se me presenta aquí delante"

"¡Vaya! No me digas que es un caso."

"No, pero podría ser una posible ayuda."

John se quedó pensativo, imaginando qué podría ser esa ayuda. "Acabo de recibir un correo" prosiguió el detective "de una vieja amiga que acaba de llegar desde África y no tiene donde alojarse."

John se sintió sorprendido, aunque no supo exactamente la razón. ¿Sherlock Holmes se había relacionado alguna vez con alguien? Y es más, ¿con una mujer?

"¿Una vieja amiga?" No pudo evitar preguntar.

Sherlock sonrió al darse cuenta de la reacción que había provocado en su amigo. "¿No te lo esperabas? La verdad es que nunca he sido una persona muy sociable, John. En realidad ella fue mi primera y única amiga durante muchos años. Nos conocimos a raíz de un pequeño accidente infantil con su bicicleta cuando teníamos seis y siete años, ella es mayor. Me sorprendió por una esquina de una calle, no me dio tiempo a reaccionar y acabé con un dedo enyesado. Recuerdo que el día que vino a hacernos una visita por el pequeño incidente, descubrí que aquella niña tenía un don especial, John, tenía, y no sé si aún conserva, el mejor olfato y el más desarrollado que he tenido ocasión de conocer. Si yo simplemente observaba y sabía donde había estado alguien por el barro de sus pantalones, ella lo sabía por su olor. Era fascinante. Teníamos gustos parecidos y rápidamente nos hicimos muy amigos."

John escuchó atentamente aquel pequeño relato que le descubría sorprendentes facetas de Sherlock que jamás hubiera imaginado. Pudo deducir que tendrían personalidades parecidas, y mentalmente, sin decirle nada a su compañero, que todavía la conservaría. "¿Cuál es su nombre?" preguntó entonces con curiosidad. "Jacqueline Winston."

"Es bonito. Entonces..."

"Sí, es probable que se quede con nosotros un tiempo como una inquilina más del piso una temporada. Me ha escrito que no tiene problema económico alguno, que podrá pagar sus gastos, pero que actualmente no conoce a nadie aquí excepto a-" un fuerte estornudo salió expulsado del cuerpo de Holmes. "Lo siento. A nadie excepto a mí."

Una sonrisa de carácter ambiguo se dibujó en los labios de Sherlock, y juntó las manos de manera pensativa, tan propia de él. "No te importa, ¿verdad?"

"No, no. La verdad es que no."

Sherlock asintió con la cabeza y comenzó a teclear un texto bastante largo, probablemente la contestación al correo de su amiga. A John realmente no le importaba en absoluto, le agradaba la idea de una compañera de carácter femenino, aunque solo fuera por una temporada, y así al menos romper lo que, desde que Sherlock no tenía casos, se había convertido en una aburrida monotonía.

Amiga de uno de los hombres más curiosos del planeta, aquella cualidad olfativa... Todavía sin conocerla ya le parecía una mujer de lo más interesante. "Y... ¿cómo es ella?" le preguntó al detective tímidamente en tonalidad baja.

"Pelirroja" contestó sin mirarle, más ocupado en su portátil que en la pregunta de John. "Pero ya la conocerás"

"Aham..." fue lo único que respondió.

"No te hagas ilusiones, John."

"¿Qué? ¿Quién dijo nada de...?"

"Tú, John, lo has dicho todo tú. Sonreías y estabas claramente ruborizado justo después de que calláramos y yo te hubiera hablado de ella y de que viniera a quedarse. Te delataste."

"¡Qué iba a hacerlo!"

Holmes apartó la vista del portátil para mirarle con indignación. "¿De verdad crees que no me he dado cuenta? Movías las cejas de un lado a otro, mayoritariamente hacia arriba, pero nunca las fruncías y no mirabas al periódico, lo que significa que nada de éste te podía alegrar de esa manera, ¿y qué podía hacerlo si no nuestra reciente conversación? Y sumando que sonreías, acabaste por ruborizarte descaradamente y me preguntaste cómo era Jacqueline, ¡pues claro que estabas pensando en que tendrías algo con ella!"

El doctor se sintió algo molesto y avergonzado de que hubiera adivinado con tanta facilidad su pensamiento. O era aquello o era un hombre muy predecible, lo cual no creía cierto, y su observador amigo contaba con la ventaja de conocerlo bien. "Está bien. Tú ganas." Dijo John finalmente, algo ofendido.

"No te ofendas, John. Lo digo para que no te desilusiones luego." Le dedicó una sonrisa chulesca que hablaba por si sola y, colocándose el batín azul, volvió a lo que quisiera que fuese que estuviera haciendo en el portátil.

Tras un largo silencio y un The Times leído por segunda vez, la pregunta se escapó de los labios del doctor Watson: "Y... ¿qué te hace pensar que no tengo posibilidades con ella?"

La sonrisa que esta esbozó Sherlock fue amplia y del todo intrigante, casi una verdadera risa. "Bueno, no te conoce, no la conoces, y Jackie es lesbiana."


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