Esta viñeta también ha sido publicada en Mundo SasuSaku.

Este escrito, a su vez, es la secuela de "Maternal Fury".

Los personajes de Naruto no me pertenecen a mí; le pertenecen a Masashi Kishimoto.


Problems in the Hospital.

Naruto, luego de ser masacrado por su "amorosa" madre, había sido llevado al hospital de la ciudad ya que su cuerpo no lograba recuperar la conciencia. En dichosa edificación se decidió internar al rubio para controlar que no tuviera ningún daño físico y/o psicológico.

El tiempo pasó, dos semanas para ser exactos, y Naruto se aburría cada vez más. Sus únicos amigos eran los mocosos de aproximadamente siete años que dormían en camillas cercanas a la suya. Sasuke, Sakura, Hinata y demás amigos verdaderos lo visitaban solamente los fines de semana por motivos escolares. Aún estando internado el rubio debía hacer la tarea que le mandaban por correo ya que en el hospital, para su buena y mala suerte, le permitían utilizar la notebook.

Qué aburrido estoy —se quejó Naruto mientras buscaba una posición más cómoda en la cama en la cual estaba sentado.

Después de aquel pequeño comentario el ojiceleste bostezó con ganas para luego caer en un profundo sueño pero, para su mala suerte, la puerta de su solitaria habitación, solitaria debido a que los monstruitos que tenía por compañeros estaban haciéndose unos cuantos análisis de quien sabe qué, se abrió bruscamente. Por el portal que lo separaba del mundo exterior, entró la mujer que se encargaba de traerle el desayuno, el almuerzo y la cena. Aquella señora de edad avanzada sufría de sobrepeso, su carácter era agresivo y fastidioso, tenía poca paciencia y odiaba su trabajo y todo lo que estuviera relacionado con él, incluyendo a los pacientes.

Eh, mocoso, ten tu comida —habló con irritación la vieja, según Naruto, bruja mientras colocaba de mala gana el plato de "comida" sobre la mesita de luz que había al lado de la camilla en la cual reposaba el "veterano de guerra".

Vieja bruja —susurró el rubio intentando no ser escuchado por la mujer pero, para su mala suerte, su frase llegó hasta los oídos de aquella malvada mujer.

¡Niñato estúpido! —vociferó la señora para luego agarrar otro plato de comida, que había en el carrito que ella utilizaba para trasladar los alimentos a los enfermos, y arrojarlo en dirección al lastimado y pobre muchacho.

Los misiles cremosos, líquidos y grasosos que arrojaba la señora de avanzada edad terminaban, casi siempre, sobre Naruto pero, de un momento a otro, la bruja personal del Uzumaki agarró un plato de ramen y lo tiró al piso mientras sonreía con maldad.

¡No! Mi amado ramen —lloró el jovencito para después levantar su rostro y recoger un plato llenó de puré de papa y lanzarlo al rostro de su oponente —Já, así aprenderás, vieja bruja —se mofó mientras bailaba sin saber que la mujer, harta de todas las burlas, saltó hacia su persona.

Un impacto y una caída. Logramos ver a una mujer regordeta sentada, con una sonrisa victoriosa en el rostro, sobre el cuerpo de su rival, Uzumaki Naruto.

Nunca pero nunca en toda mi vida volveré a empezar una guerra de comida —juró el rubio mientras lloraba a cántaros.

Y esa fue la historia del "rey" Naruto y su "gran" pelea de comida.