Sus cabellos rubios como el oro se mecían suavemente entre el viento que elogiaba su belleza cada vez que soplaba vivido e imponente, su cabeza gacha ayudaba a que su mirada se centrara en sus pies descalzos, que se hundían suavemente en la arena, que era suave y rugosa a la vez, La playa siempre fue un lugar especial para ella, por esa razón, había decidido pasar por allí una vez más y contemplar el sol poniéndose cerca del mar, ese mar que estaba nervioso como el corazón de ella. Sus manos bajaron a la cuna temporal en la que se había convertido su vientre, al levantar la vista, lágrimas volaron y se perdieron entre la arena, había salvado al mundo dos veces, peno tenía ni la más mínima idea de cómo hacerse cargo de un bebe, y más... cuando lo tendría que hacer totalmente sola... Lucy respiro un poco, para calmar su llanto, y en ese respiro, un mareo que la hizo caer se apodero de ella, estaba débil... muy débil, cada día su salud decaía más, sus manos se apretaron en su vientre suavemente, siete meses ya... desde que él los había vuelto a abandonar sin mirar atrás, sin contestar alguna carta, Natsu Dragneel, había desaparecido de sus vidas, y hacia solo cuatro semanas que Lucy empaco sus cosas y las del pequeño Happy y se embarcaron en un viaje cuyo destino era el gremio, allí los acogerían sin preguntar nada, ella lo sabía muy bien; o al menos ese era el plan que ella le hacía ver a su pequeño creciendo en su vientre, pero... muy dentro de ella, sabía que era por otra cosa... tenía el presentimiento que su cuerpo no aguantaría el parto... alguien debía cuidar de Happy y su bebe...y como Natsu no volvía y ella estaba segura de que no volvería, debía dejarlos seguros...

- ¿Lucy? ¡Lucy! – Gritaba Happy corriendo con agua en las manos, no podía creer que solo habían pasado 10 minutos desde que la dejo allí y fue a buscar agua, al verla tirada en el suelo se asustó, Lucy, aunque no era su madre biológica, lo amaba como si lo fuera y él también la amaba demasiado, Natsu los había abandonado, pero él jamás se separaría de su madre, y menos ahora, que su hermano venia en camino.

- ¿Happy...? – Susurro ella intentando levantarse – Estoy bien... calma –

Él se incorporó para levantarla cuidadosamente, y ella poso su mano blanca y suave en la mejilla de su pequeño.

- Lucy... no te vez bien... volvamos a casa... por favor... -Imploro Happy.

- Cariño... no quiero que estemos solos... además, ¿no quieres ver a Wendy? ¿No quieres que ella conozca a su hermanito? – Lucy sonreía como que, si no le costara en nada hablar, él le devolvió la sonrisa con ternura y le acaricio el vientre.

- ¡Entonces vamos al gremio Lucy! – Exclamo el niño con entusiasmo. Lucy rio suavemente, tomaron agua y otra vez, se pusieron en camino al gremio.

Cuando Wendy escucho tocar la puerta, corrió hacia ella como que si su vida dependiera de ello, no sabía si eran cosas de ella, pero creyó haber escuchado la voz de ella... la mujer que se había convertido en su madre, que tanto quería, y que hacía siete meses que no veía, abrió la puerta con fuerza y poso sus ojos en los de Lucy, que le sonrió con un amor incalculable, Wendy corrió a abrazarla pero, se paró en el acto, y miro el vientre de ella, luego subió la mirada nuevamente, estaba casi en shock, hasta que Happy hablo por fin.

- ¡Wendy! ¡Vamos a tener un hermanito! –Dijo con gran felicidad, tocando el vientre de su madre.

Wendy al fin había entendido por qué el vientre de Lucy había crecido demasiado, pues en este crecía su hermano, muchas preguntas surgieron a la vez, pero no le importo, solo se abalanzo sobre Lucy y le abrazo, allí estaban los tres, abrazándose suavemente, como una madre y sus pequeños. Quizás no compartían lazos sanguíneos, pero el amor que se tenían iba más allá de todas las fronteras, en ese instante, Lucy se separó un poco para respirar, no soportaba la idea de que sus pulmones no estuvieran funcionando bien, se cansaba muy rápido, no podía pasar mucho tiempo de pie, Wendy, vio en los ojos de Lucy, dolor... mucho dolor, miro a los lados y se dio cuenta de la cruda verdad... Aun Natsu no había vuelto... El maestro le había contado unos días después de irse del gremio, Natsu había dejado nuevamente a Lucy y a Happy solos... no pregunto ni dijo nada, para ser una niña pequeña era madura, y sabía lo que se debía preguntar y lo que no.

- Wendy, pequeña, ¿dónde está el maestro? – Pregunto Lucy sacando a la pequeña de sus pensamientos, Happy en cambio comenzaba a acomodar sus cosas en un cuarto, que Wendy les había mostrado.

- Está en el consejo Lucy, Erza fue de misión con el resto, quedándose solamente Laxus y Gray el cual tiene que trabajar solo unos días, él dijo que se tardaría, porque compraría unos repuestos para algunas cosas del gremio -.

- Comprendo pequeña, esperen aquí ¿sí? Juega con Happy mientras saludo a Laxus ¿ok? – Lucy tenía su mano en la cabeza de la niña y acariciaba su cabello con suavidad.

- ¡Está bien Lucy! –Exclamo la pequeña y corrió a jugar con Happy.

Una vez sola, tomo aire, y se dirigió al pozo. Sabía muy bien que hablar con Laxus e intentar explicarle las cosas no era nada fácil, y mucho menos a Gray, pero al menos él no estaba y no iba a tener que explicarles a los dos juntos, pero sí que iba a ser difícil, como le confesaría que estaba allí, en ese estado y muy enferma... y mucho más difícil explicar que el padre, que no pensaba decir quién era no estaba allí.

Laxus gritaba a algunos trabajadores que estaban allí, no había cambiado en nada, era el mismo amargado de antaño, aquel que siempre se asomaba a la barra del bar solo a hablar cuando fuera necesario, aquel que los ayudo en muchas batallas... y... por supuesto, muy amigo de ella y Natsu.

Se acerco un poco más y respiro hondo, sabía muy bien que ver a la cara a Laxus y confesar todo lo que tenía que confesar le haría perder la cordura y se enfurecería mucho, pero debía hacerlo, Laxus era muy cercano a ella. El vestido que llevaba le hacía lucir como una niña, el blanco perlado y el encaje le hacía ver hermosa, de verdad que Lucy parecía una muñeca de porcelana, con su cabello rubio que se mecía en el viento, y sus ojos achocolatados que harían que cualquier enemigo se compadeciera de esa mirada, era tierna, pero a la vez muy fuerte.

Por fin Laxus volteo hacia ella, ese suave aroma que Lucy desprendía era inconfundible, ¿Vainilla? ¿Fresa tal vez? No lo sabía, pero era suave y aromático, le encantaba, al voltear llevaba una sonrisa, sonrisa que desapareció en un instante, busco con su mirada a alguien más que no estaba, solo ella, no había más nadie a su lado, las lágrimas que caían por las mejillas de Lucy confirmaron sus sospechas... Estaba sola...

- Laxus yo...- Se apresuro a explicar Lucy.

- No expliques nada... solo responde esto... ¿Quién es, y donde está el padre? – Estaba muy serio.

¿Cómo responder una pregunta a la que se le tenía tanto terror? ¿Cómo decir eso? ¿Cómo explicar? Fácil... No se responde.

- No importa quién es el padre, ni donde esta... - Las palabras de Lucy hicieron que Laxus se enfureciera demasiado, una caja que estaba cerca recibió esa molestia en forma de patada y se partió en miles de pedazos, Lucy a la que consideraba su hermana menor había llegado embarazada, sola y sin saber quién era el padre de la criatura, desde que su padre los había atacado, no había sentido tanta ira.

- ¿Dónde está Natsu? – Se limito a preguntar y al ver que Lucy se sobresaltó, estaba molesto, pero no podía ponerla a ella peor de lo que ya estaba.

- Dos días después de la fiesta en nuestra casa – Miro al suelo – volvió a marcharse y no lo encontré por ninguna parte... –

- Tsk... para completar... - Miro a Lucy, esta se veía más indefensa que nunca, era su deber ayudarla, iba a hablar, pero ella interrumpió.

- Sé que estás enojado... Se que quizás no quieras mirarme Laxus, pero ustedes son mi familia, la única que me queda, al verme sola en ese lugar con Happy, me sentí mal... debía correr a donde estaba mi familia, y acudí a ustedes... te ruego, Laxus te imploro que me recibas... por favor... - Hablaba con su voz cortada, al final agacho su cuerpo en señal de respeto.

A Laxus le temblaron los labios, soltó lágrimas, que Lucy no vio, se apresuró a levantarla y le abrazo con fuerza, Lucy sonrió y lloro más, lloro eso que tenía dentro y no podía soltar sola.

- ¡Qué demonios! Este niño... - Lucy le interrumpió

- ¡O niña! –rio con suavidad

- Bueno, o niña, ¡tendrá muchos papas y muchas mamas! Lucy... no estás sola en el mundo, quizás hasta Natsu vuelva y ayude también –

Lo último hizo que Lucy se pusiera nerviosa.

- Gracias Laxus... Gracias... - Agradeció Lucy y le abrazo también.

- ¡Eh! Vamos a casa, ¡llamaremos a Jellal! ¡Necesitamos ampliar el lugar! Jaja – Se burlo Laxus y Lucy rio.

- Deja las cosas así, estamos bien, no te preocupes Laxus –

Y conversando ambos abrieron la puerta del gremio donde Wendy y Happy les esperaban sonrientes. Ya había saltado con logros el primer muro, Laxus no estaba enojado con ella, al contrario, se sentía feliz y hasta llamaba a Jellal para arreglar el gremio, ahora solo faltaba Gray Él sería un duro hueso de roer, pero tenía la sensación de que todo saldría bien.

- ¡Chicos Se está moviendo vengan! – Grito Lucy emocionada y todos corrieron a poner sus manos en la barriga de ésta.

- ¿Por qué se mueve Lucy? – La pequeña Wendy, aunque estaba emocionada también sentía curiosidad.

- Pues... ¡Porque está feliz, de que estemos juntos! – Exclamo ella feliz y la abrazo, sin duda desde ese día las cosas mejorarían en su vida, ya no estaría tan sola como antes.