Retomando el 4x01 y cambiándolo a mi antojo. Espero que os guste esta versión alternativa.

Por cierto, Staraky, creo que has sido quien me ha empujado a la aventura de volver con una historia algo más larga. Así que, gracias...

CAPITULO 1.

Habían pasado tres meses desde el funeral de Montgomery. En todo ese tiempo su vida había sufrido tantos cambios que no era capaz de asimilar ni uno más.

Mientras entraba en el ascensor que le llevaría hasta la planta de homicidios repasó mentalmente esos cambios.

Montgomery. Su capitán, al que admiraba y debía haber llegado hasta tan lejos en tan poco tiempo, había fallecido justo después de que su equipo averiguase sus turbios inicios en la NYPD.

El dragón. Ese alguien tan poderoso como desconocido, recién despertado de su letargo, había movido sus garras para intentar que ella ocupase el lugar de Montgomery bajo tierra. ¿Volvería a intentarlo?

Miedo. Por primera vez desde que entró en la academia, había sentido miedo. Miedo a morir sin poder defenderse, sin lograr averiguar quien dirigía aquella trama, miedo a que todo acabase sin casi haber empezado.

Josh. Las cosas no habían salido bien. Lo intentó, Dios sabe que después de salir del hospital intentó que todo fuese como antes, incluso se fue a vivir con él a su casa, pero todo había cambiado, y cada vez que Josh la estrechaba entre sus brazos cada noche, ella no podía evitar desear salir de allí y buscar los de otra persona. Fue doloroso confesarle que no podía seguir más, pero más doloroso fue descubrir como Josh le echaba en cara que había sido un simple entretenimiento para ella mientras esperaba a otra persona, a esa otra persona que la estaba poniendo en el punto de mira y que casi había conseguido que la matasen. Tocó su mejilla. Justo en el sitio donde Josh la había besado deseándole que encontrase la felicidad y la informó que se marcharía a África en un par de días. Sacudió su cabeza. Si Josh supiese…

Castle. Maldita sea. Castle. ¿No podía haberse callado? ¿Por qué tuvo que confesar en ese momento? Como si su cabeza no tuviese bastante con asimilar que su jefe y mentor, que había muerto defendiéndola, sabía quien era el asesino de su madre y estaba de alguna manera involucrado. Aquella confesión por parte del escritor había sido del todo desacertada, la había descolocado y confundido. Quería entender que Castle estaba lanzándosela a la desesperada, a sabiendas que quizás fuese la única y última oportunidad de decírselo, y lo único que había conseguido era que ella se sintiese decepcionada. ¿Por qué demonios no se lo había dicho antes? ¿Por qué había vuelto con su exmujer y había dejado que ella comenzase una relación con Josh?

El ascensor paró en la cuarta planta y con su característico "clink" avisó antes de que se abriesen las puertas y volviese de nuevo a su inmediata realidad. Dudó un momento antes de salir, armándose de valor y dio un par de pasos al frente, para quedarse observando su lugar de trabajo, dónde pasaba la mayor parte de su tiempo, dónde llevaba más de diez años luchando.

La realidad. Tendría que presentarse al nuevo capitán. Su equipo la pondría al día, revisaría todos los datos del día del funeral hasta conseguir una pista que la llevase hasta el causante de todo aquello.

Un aplauso la sacó de sus pensamientos. Era la ovación de sus compañeros de departamento que la felicitaban sonrientes por su regreso. Se ruborizó saliendo de su inmovilidad y dirigiéndose nerviosa hasta su escritorio, junto al que Esposito y Ryan la observaban sonrientes. Su equipo. Sintió un extraño alivio al comprobar que Castle no estaba allí, y supo de inmediato que no estaba preparada aún para verle. Tres meses no habían sido suficientes.

- Beckett ¿Qué estas haciendo aquí? – dijo Ryan - pensé que no volverías hasta la semana que viene.

- Sí, bueno, semanas escuchando los grillos en la cabaña de mi padre me estaban volviendo loca.

- Está bien – dijo Esposito – no tienes que inventarte excusas, sabemos que nos echaste de menos. Por eso no has podido mantenerte alejada.

- Cállate.

Durante la siguiente hora, Ryan y Espo estuvieron poniéndola al día sobre como estaba la investigación de su tiroteo. Se sorprendió al saber que la nueva capitana, había cerrado el caso, había echado a Castle de la comisaría y tenía intimidados a sus compañeros, en especial a Ryan, dada la fama de mujer estricta y su procedencia de asuntos internos, haciendo cumplir a rajatabla los reglamentos, deshaciéndose de cualquier agente que no desempeñase su trabajo con total y absoluta transparencia.

Espo y Ryan cruzaron sus miradas cuando ella les comentó, con total normalidad, que no había hablado con Castle desde el día del funeral. Ambos saltaron como resortes para defenderle asegurando que día tras día durante esos meses y hasta que la capitana le había liquidado, él había estado allí, ayudándoles con las pistas, estudiando minuciosamente cada informe y siguiendo cada posible rastro hasta donde podían hacerlo.

Decidió que era el momento de presentarse ante la nueva capitana y pedirle que le devolviese su placa, su arma y le diese las razones por las que había cerrado la investigación, pero salió de aquél despacho frustrada y con el ego por los suelos, al comprobar que aquella tirana no iba a tener en cuenta ni su trayectoria profesional, ni sus razones afectivas y su decisión de cerrar la investigación era del todo irrevocable. La guinda del pastel fue colocada cuando la capitana se negó a devolverle su arma si no le presentaba los resultados de un examen.

Esposito intentó quitarle hierro al asunto, convenciéndola que tan sólo era un mero trámite burocrático. Ella intentó recuperar los informes sobre su caso, pero sus compañeros admitieron que tuvieron que sacarlos de comisaría y que era el propio Castle quien los custodiaba.

Se avergonzó internamente al enterarse de la preocupación de Castle por seguir investigando, aunque ella no le hiciese caso, ni estuviese allí. Por un momento una oleada de mariposas recorrió su cuerpo haciendo que su estómago se estremeciese por sus aleteos. Castle. De nuevo Castle. Siempre Castle.

La llamada de un nuevo caso saco a los tres detectives de su conversación. Espo y Ryan se pusieron en pie de inmediato.

- ¿No vienes?

- No, creo que no voy a participar en éste.

Ryan sacudió la cabeza mientras veía como ella abría la aplicación de su ordenador y comenzaba a buscar datos de su caso.

- Al final tendremos problemas – advirtió el rubio.

Fuera de comisaría, los dos detectives junto a Lanie, la forense, comentaban el regreso de su compañera, preguntándose si sería capaz de interceder para que Castle volviese y todo recuperase un poco de normalidad, aunque para ellos la normalidad no podría volver a existir sin Montgomery. Los tres tenían asumido que Castle, después de todo ese tiempo sin noticias, no volvería con ellos.

La librería Strand, de la Avenida de Brodway, cerca del Parque de Union Square, estaba repleta de lectores, en su mayoría mujeres, que esperaban pacientes, libro en mano, a que su escritor preferido les dedicase unas palabras amables y señalizase con su rúbrica sus ejemplares como únicos en el mundo.

Kate cogió uno de los libros de la mesa y se colocó la última en la interminable fila de lectores. A duras penas podía ver a Castle entre la multitud, únicamente cuando alguno de los lectores se alejaba de la mesa habilitada para las firmas, podía entrever su imagen.

Castle hablaba demasiado. Ella misma se lo había dicho en varias ocasiones, y ahora era testigo de su afirmación, desesperada al darse cuenta de lo que él tardaba en atender a cada uno de sus lectores, y en parte, además, algo celosa por ver como él se deshacía en prodigar elogios y agradecimientos a todo el que pasaba por la mesa y muy especialmente si se trataba de alguien del sexo femenino.

Cuando fue acercándose a la mesa, procuró esconderse hábilmente entre las personas que la precedían, intentando no ser vista por el escritor. En un momento dado, se sorprendió a si misma observándole, dándose cuenta de todos los sentimientos que él provocaba en ella. Le notaba cansado, aburrido de estar allí. Durante aquellos tres años había aprendido a leer en su cara. Su palidez, sus ojeras y su seriedad sin duda indicaban que no era feliz estando allí y soltando sin pensar frases repetitivas.

Un ligero nerviosismo por la cercanía de su meta, se apoderó de ella, estimulando su corazón que se aceleró asustándola. Por un momento pensó que tres meses no habían sido suficientes para recuperarse de su herida y que su corazón podía colapsarse allí mismo en segundos.

Después de varios minutos y cuando por fin le llegó su turno, tomó aire profundamente. Él tomó su libro sin mirarla a la cara y preguntando a quién quería que se lo dedicase.

- Kate. Se lo puedes dedicar a Kate.

En ese momento, él levantó sus ojos, reconociendo su voz y sus miradas se cruzaron. Para su sorpresa, el escritor se limitó a firmar su ejemplar dándole las gracias sin mayor efusividad y sin apenas prestarle atención, centrando su mirada en la explosiva rubia que iba detrás de ella, y a la que dedicó una enorme sonrisa.

Se quedó parada junto a la mesa un instante, deseando haber podido recuperar su arma para dispararle allí mismo por su trato. Afortunadamente la razón se apoderó de ella, poniendo en marcha su cuerpo y dirigiéndose hasta la caja para abonar el libro y salir de allí cuanto antes.

El empleado tomó su ejemplar y quiso meterlo en una bolsa de plástico, a lo que ella negó indicándole que lo llevaría en la mano. Sacó un billete de cincuenta dólares y se lo tendió al cajero.

- Está pagado – indicó el joven – cortesía del señor Castle – aclaró señalando al escritor con un movimiento de cabeza.

Ella volvió la mirada hacia Castle, que seguía sonriendo falsamente a sus lectores sin prestar atención a lo que ocurría en la caja.

Salió del local con pasos lentos. Su cabeza era un hervidero de ideas. Estaba claro que el escritor no tenía intención de hablar con ella, dadas las únicas frases que la había dedicado "¿A quién quieres que se lo dedique?... Gracias por venir, espero que te guste". Pero por otro lado entendía que estaba en su derecho de estar enfadado, después de tres meses sin que ella le llamase y yendo cada día a comisaría para seguir investigando aunque ella no estuviese disponible ni tan siquiera para hablar con él por teléfono.

Con esos pensamientos salió de la librería y se apoyó en la pared del portal más cercano. Esperaría a que él saliese para poder hablarlo. Castle lo entendería. Siempre lo hacía. Mientras esperaba, comenzó a ojear el libro.

Casi una hora después escuchó su voz dando las gracias al personal de publicidad. Le buscó con la mirada comprobando que él aún no se había percatado de su presencia y estaba de espaldas a ella. Cuando, por fin, al despedirse giró su cuerpo y topó con su mirada, él paró durante unos instantes, retirando su mirada y continuando su camino dejándola a un lado sin prestarle atención.

- Castle, espera.

- Lo hice, tres meses – dijo él continuando su camino -. Nunca llamaste.

Aquellas palabras cayeron sobre su conciencia como un jarro de agua helada. Ella no pudo más que admitirle que entendía sus razones para estar enfadado, comenzando una pequeña conversación en la que el escritor reprochaba y ella intentaba salvar los pelotazos como podía. Hasta que el nombre de Josh apareció en los labios de Castle y ella pudo comprobar el daño que le había hecho mintiéndole sobre lo que había oído. Entonces confesó.

- Hemos roto – dijo sentenciando la conversación, mientras luchaba para que las lágrimas no abandonasen sus ojos.

En ese momento cruzó la calle dirigiéndose al cercano parque de Union Square. Castle la siguió intuyendo que la que había sido su musa necesitaba de su comprensión y tolerancia.

Ella intuyó su presencia, aflojando el paso y sentándose sobre los desiertos columpios del parque infantil. Él lo hizo a su lado, en silencio, esperando sabiamente a que ella rompiese su silencio y llegase el momento apropiado para preguntar por lo ocurrido.

Ninguno de los dos se dio cuenta del tiempo que habían pasado allí, entre silencios, confesiones y repasos de la situación sobre la investigación de su tiroteo.

- Ella me aceptará otra vez – prometió Castle con media sonrisa refiriéndose a Gates y Kate supo que él volvía a estar dentro.

Gates aceptó de mala gana la vuelta del escritor tras la reprimenda del Alcalde, y Castle volvió a sentir un cosquilleo que llevaba dormido en su cuerpo durante meses al ver la sonrisa de Kate tras el enfado de Gates. Eran de nuevo un equipo.

Poco le costó a Castle, después de recibir aquella extraña llamada de advertencia del amigo de Montgomery, convencer a Kate y que se hiciese cargo del caso que se traían entre manos Esposito y Ryan dejando para más tarde el suyo propio. Aunque esa decisión le costase la incomprensión de su hija, demasiado asustada todavía por el disparo que había recibido Kate y lo cerca que había estado su padre de ponerse en su lugar.

Lo que no podía intuir el escritor, era el estado psicológico en el que estaba sumida su musa, y como, si no llega a ser por la rápida intervención de sus compañeros, aquel tipo podía haberla herido de nuevo, cuando Kate no pudo controlar la situación al verse apuntada por un arma. No quiso insistir cuando ella le negó categóricamente que estuviese alterada ante la situación, pero secretamente se prometió estar a su lado, pasase lo que pasase, si volvía a darse de nuevo la misma o parecida circunstancia.

Y volvió a darse. Y Castle tembló, reviviendo el instante en el que casi la pierde, viendo como sus constantes vitales caían y la ambulancia parecía ir a cámara lenta.

- Tómatelo con calma – susurró detrás de ella mientras la observaba temblar apuntando al sospechoso – lo tienes, tan sólo tómatelo con calma Kate.

Castle suspiró aliviado cuando ella le esposó y le dedicó una sonrisa cómplice, dándole en silencio las gracias por estar a su lado.

Y un nuevo caso había sido cerrado, atrapando al culpable que pagaría por lo que había hecho.

Y por primera vez en tres meses, Castle, después de obtener la comprensión de su hija y la sonrisa de su musa, había vuelto a dormir de tirón aquella noche, sin soñar con ambulancias que no llegaban, con suelos llenos de sangre y con el pitido del corazón abandonando el cuerpo de Kate.

Se había prometido a sí mismo, que no iba a abandonarla, que debía enmendar el error que había cometido al reabrir el caso de su madre y con ello ponerla en peligro causando además la muerte de Montgomery.

Lo que tampoco intuía el escritor, era que el destino, caprichoso, iba a poner delante de él, ya no sólo el muro de Kate, si no, otro obstáculo más alto y complicado que iba a necesitar de toda su tolerancia y paciencia.

Aquella mañana, Kate, que al contrario que Castle no conseguía dormir más de dos horas seguidas, entraba en la morgue buscando a su amiga y confidente.

- Dichosos los ojos inspectora.

- Lo siento Lanie… Yo…

- Lo sé. Lo entiendo. No tienes que explicarme nada – dijo Lanie abrazándola – Pero que sepas que te he echado mucho de menos.

- Lo siento…

- ¿Qué te trae por aquí?

Kate miró a su amiga. Había ido allí por algo. No podía mentir más, no podía continuar escondiendo para sí misma sus problemas.

- Me he quedado bloqueada cuando me apuntaban con un arma.

- Vaya… Eso es grave Kate… No deberías volver hasta que no lo hayas superado completamente.

- Lo sé. Castle me ha ayudado con eso… Aunque ese no es mi verdadero problema.

- Te escucho.

- Castle me dijo que me quería – confesó después de un instante y tras suspirar.

- ¿Qué? ¿Cómo? – preguntó con la boca abierta la forense.

- Fue en el entierro de Montgomery. Cuando me dispararon.

- ¿Te acuerdas? – más que una pregunta fue un reproche.

- Siento haber mentido. Sí. Me acuerdo. Y no he querido verle ni hablar con él durante estos tres meses, no quiero que sepa que me acuerdo.

- Pero… ¡Cariño! – dijo Lanie volviendo a abrazarla - ¿Cómo no me lo habías dicho antes?

- Yo… Estaba con Josh… Él… Él fue tan comprensivo y me cuido tanto…

Lanie se separó de ella mirándola.

- ¿Le quieres? - preguntó en voz muy baja, temiendo que al hacerlo más alto hiriese más.

Kate no podía articular palabra, asintió en silencio mientras una lágrima comenzaba a rodar por su cara.

- Pero no se lo vas a decir…

- No.

- ¿Por qué?

- Mi bloqueo Lanie…

- ¿Qué ocurre? Puedes superarlo cariño…

Kate negó con la cabeza, agachando la mirada y las lágrimas empaparon sus mejillas.

- Tengo miedo Lanie.

- Cariño, nadie va a matarte, eres buena pero te pillaron a traición.

- No es por mi Lanie.

La forense la miró extrañada. Kate se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. Elevó su cabeza para mirar de frente a su amiga.

- Estoy embarazada Lanie…

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Gracias por leer... Espero no defraudar a nadie.