Hola!

Básicamente esta historia surgió en mi mente con la canción "Ojos en la espalda" del programa de televisión Cumbia Ninja.

Disclaimer: Los personajes y ambientes de Naruto no me pertenecen, son propiedad del gran Masashi Kishimoto. La trama de la historia sí me pertenece.

Referencias de lectura:

- (Pensamientos)

- Flash back


Ojos en la espalda

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Prólogo

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Una pequeña niña de no más de siete años corría desesperada por la espesura del bosque, apenas podía ver por dónde iba en la oscuridad de la noche, evitando golpearse con las ramas de los arbustos y esquivando los árboles que se interponían en su camino. Sus cabellos, largos hasta sus hombros de un exótico color rosa, se movían al compás del viento gracias a la velocidad a la que iba. Llevaba puesto una blusa sin mangas azul marino con un abanico blanco y rojo bordado en la parte posterior, junto con una falda hasta medio muslo de color negro y debajo unos shorts dos dedos por encima de la rodilla del mismo tono, unas sandalias ninja negras completaban su vestimenta. Con sus enormes y hermosos ojos color verde jade bañados en lágrimas, buscaba a la causa de su desesperación y angustia.

Más adelante, a una distancia no muy alejada de la niña, se podía ver que una batalla estaba llegando a su fin, en un claro del bosque. Los sonidos del metal chocando contra metal y algunos árboles quebrándose y gritos de lucha y dolor, alertaron a la ojijade que apresuro su paso para llegar al lugar. Al adentrarse al claro donde se libraba la batalla paró en seco con la respiración agitada, y se encontró con un escenario nunca antes visto por sus ojos en toda su corta vida: árboles partidos a la mitad, shurikens y kunais esparcidos por todo el claro, el suelo agrietado, fuego en la copa de algunos árboles, sangre esparcida por doquier.

Luego de observar el lugar poso su vista en unas llamas negras que se encontraban en el centro del sitio, entrecerró un poco los ojos tratando de agudizar la vista y donde se encontraban las llamas pudo divisar seis cuerpos inertes consumiéndose por el fuego negro que los rodeaba. Se asustó, ella conocía esa técnica, con desespero y miedo busco con la mirada por todo el claro a la persona que ejecuto esa técnica. A unos metros de las llamas negras, recargado al pie del tronco de un árbol, se encontraba la silueta de un joven que tenía posada la mano en su vientre tratando de detener algo.

—¡Nii-san! —gritó la niña, y corrió en dirección del muchacho que ya había detectado su chakra cerca.

—Hi-hime-chan… —susurró con dificultad al divisar la borrosa silueta de su hermana pequeña dirigirse a él a toda prisa, con la angustia marcada en su aniñado rostro.

El joven contaba con solo quince años, era un chico muy atractivo con rasgos varoniles. A diferencia de la piel de la niña que parecía ser de porcelana, su tono de piel era claro pero no tanto y contrastaba con su cabello que era de un color azabache, el cual lo llevaba lacio y un poco largo amarrado en una coleta baja con dos mechones sueltos a los lados que enmarcaban su rostro. Sus ojos eran afilados y de un color tan negro como el ónix, pero que ahora eran de un rojo sangre con tres tomoes alrededor de la pupila. Era alto y su cuerpo era musculoso pero no tanto, dando a entender que entrenaba mucho.

En el momento que llego junto a él se arrodillo a su lado, percatándose del estado de su hermano. Tenía varias cortadas de kunai en el cuerpo y el rostro; unas shuriken incrustadas en su pierna derecha; sus ropas, que era un conjunto de color negro conformado por: las típicas sandalias, una playera de manga corta y cuello ancho con un abanico en la parte posterior como el que la pequeña portaba en su espalda y un pantalón ninja, estaban quemadas en los bordes al igual que algunas partes de su cuerpo; en su ojo derecho, el cual mantenía cerrado, estaba el rastro de lo que habían sido dos espesas lágrimas de sangre que terminaban en su mentón; ahogó un sollozo cuando al bajar la mirada donde su hermano mantenía la mano, se encontró con una herida seguramente hecha por una katana muy profunda de la que no dejaba de salir sangre. Volvió la mirada al rostro de su hermano cuando se percató de que trataba de hablarle.

—T-tenías que… q-quedarte en la c-cueva —trató de articular y luego hizo una mueca de dolor.

—Shh, no te esfuerces. Trataré de pedir ayuda, nii-san. Resiste —decía la ojijade entre sollozos.

Estaba desesperada, no sabía cómo actuar en una situación así, le aterraba el saber que no podría salvar a su hermano mayor de las garras de la muerte.

—Lo si-siento. No c-creo que p-pueda salir de esta, Hime-chan… —tosió un poco de sangre, sentía que respirar se le hacía muy pesado.

—No di-gas eso nii-san, no qui-ero que m-me dejes —sollozó más fuerte mientras le tomaba la mano libre a su hermano y se aferraba con fuerza a ella; él le respondió el gesto débilmente.

—Escúchame, alguien vendrá por ti y se en-cargará de cuidarte en mi ausencia… Cuando llegue a por ti, dile que tome mi cuerpo y lo lleve con ustedes a la villa. Deben trasplantarte mis o-ojos para que no te pase lo que a mí cuando despiertes la última etapa de nuestro poder al verme morir y no pierdas la vista… Tiene que ocultar tu identidad del resto por tu seguridad…

La niña tenía los ojos inundados de lágrimas, no podía soportar el dolor de perder a otro ser amado, a su hermano, el que siempre la protegió y cuidó de ella desde que se quedaron solos en el mundo, el que la entrenó para que fuera la mejor ninja y pudiera protegerse si él no llegaba a estar junto a ella. Se negaba a que se fuera de su lado, era lo único que le quedaba para seguir adelante.

Cuando iba a responderle sintió que alguien se acercaba a toda prisa, cuando giro la cabeza para ver quién era, se encontró con un anciano con una vestimenta larga de color blanco con rojo y sombrero del mismo color con el kanji de fuego. El anciano se acercó a ellos y su semblante se entristeció, de inmediato se dio cuenta que no podría hacer nada por el chico.

—H-hokage-sama… —se percató de la presencia del hombre.

—Ryosuke… —susurró el Hokage al salir de la impresión de ver en esas condiciones al joven.

—Por f-favor, ayude a mi hermano… No deje que muera… —lloraba la niña mirando suplicante al anciano.

—Hime-chan… —la pequeña prestó atención a su hermano sin dejar que de sus ojos salieran dos ríos de lágrimas—. El Hokage cuidará de ti… No me queda mucho tiempo. Quiero que vivas y seas feliz, prométemelo. Haz muchos amigos en la aldea, sé una buena niña, aprende cosas nuevas, no llores mucho y recuerda los felices momentos que pasamos tú y yo, también con Otou-san y Okaa-san. Siempre estaremos contigo Hime-chan. Quiero que seas fuerte y trates de no estar triste… —la ojijade lo miraba sin dejar de sollozar apretando su mano, él le sonrió débilmente y le dijo—: Estoy muy orgulloso de ti, Sakura. Vive la vida por los dos. Te quiero pequeña… Siempre serás mi Hime-chan… Y por favor, no le digas a nadie que eres una Uchiha…

—¡Te quiero mucho Nii-san! Trataré de s-ser feliz, por ti hermano… —se lanzó a los brazos de su hermano para darle el ultimo abrazo sin importarle mancharse de su sangre, él correspondió y dirigió su mirada al Hokage.

—Se la encargo… —le dijo en su último suspiro. -El Hokage asintió y cuando verificó que el muchacho había dejado de respirar, alejó a la niña que lloraba desconsolada y la cargo en brazos llevándosela de ahí. Hizo señas a unos ninjas ANBU que estaban apartados para que recogieran el cuerpo y lo llevaran a la Villa.

Sakura, que mantenía los ojos cerrados fuertemente mientras lloraba, dirigió una última mirada a su difunto hermano y cuando abrió los ojos en ellos se dejó ver el sharingan de tres tomoes, el cual cambió, se volvió de color negro con la forma de tres pétalos en rojo alrededor de la pupila.

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Gracias por leer!

-Editado: 08/05/17-