Si se necesitara describir al universo, hay muchas palabras que se pueden utilizar: Infinito, maravilloso, intrigante, asombroso, etc. Pero también es peligroso, misterioso y muchos dirán que es un completo caos, pero no es así. En el universo, cada cosa tiene su lugar, cada estrella está donde se supone que debe estar, cada planeta ocupa un lugar designado y en la tierra, cada ser tiene un lugar para mantener el balance universal.

Es ese frágil equilibrio que evita el caos, pero una vez cada 1000 años surge una anomalía. Un error en la existencia y en la continuidad espacio-tiempo causa que este delicado balance se rompa y el mismo universo intente compensar ese desequilibrio en todas las formas posibles, le afecte a quien le afecte. Nadie hubiera podido imaginar que en este milenio, esa anomalía se presentaría en la forma del nacimiento de una niña. Eso había ocurrido hacía 21 años…

Jack Frost había obtenido sus poderes con la ayuda del hombre de la luna quien lo había sacado de las profundidades de un lago congelado hacía más de 300 años. Al ser el único ser sobre la tierra con los poderes del invierno, existía un equilibrio correcto en la tierra. El universo buscaba una representación para cada estación del año. Solo una.

Sin embargo, algo ocurrió un día, hace 21 años, que cambiaría su vida para siempre. Estaba vagando emocionado por la ciudad. Con sus poderes decidió darles a los humanos un día nevado. Con un movimiento de manos, una ventisca congeló todo a su paso como autos, ropa colgada al débil sol de invierno, papeles, hojas, etc.

Los niños gritaban emocionados y las bolas de nieve comenzaron a volar de un lado al otro en una pelea épica. El espíritu del invierno, ni lento ni perezoso se encargó de darles municiones incentivando la diversión entre los pequeños. Todos se divertían hasta que una de las niñas lanzó una bola que terminó en el peor lugar posible.

Conocida entre todos los niños del vecindario como "la peque", una niña bastante alta y muy malhumorada recibió el impacto de la bola de nieve en la nuca. Todos retrocedieron asustados cuando la peque soltó un gruñido gutural y los miró dispuesta a rómpeles los huesos uno por uno.

Pero Jack tenía otros planes y no quería que la niña arruinara la diversión por lo que él mismo le lanzó una bola de nieve directo a los ojos. Con una sonrisa pudo contemplar como el gesto agresivo de la castaña desaparecía para formarse en una estruendosa risa que sorprendió a todos.

Pronto, todos los niños corrían de nuevo mientras la peque los perseguía riendo y divirtiéndose. De pronto, un niño de cabello castaño llamado Jamie cayó sobre el trineo que llevaba cargando. Frost entonces pensó que era una forma perfecta para alargar más la diversión por lo que creó un camino de hielo para que el niño se resbalara hacia la calle.

Esquivando autos y camiones así como varios peatones, el niño agarró velocidad entre gritos de miedo y risas de diversión. En varias ocasiones, Jack tuvo que actuar rápido para evitar que al pequeño le pasara algo, era algo tonto y temerario pero… no hay diversión sin algo de riesgo ¿verdad?

La carrera de Jamie terminó en un montón de tierra que lo elevó por los cielos hasta que cayó de golpe sobre una montaña de nieve. Todos sus amigos habían seguido su temeraria carrera a pie hasta que lo vieron estrellarse bruscamente contra la nieve. Jack sonrió cuando el menor se levantó ileso y con una amplia sonrisa justo cuando un sofá lo atropelló.

¿Un sofá? ¿De dónde salió? Quizás había salido de ese camión de mudanzas que tuvieron que esquivar bruscamente. Rayos, debía tener más cuidado, pero el niño estaba bien. Todo estaba en orden hasta que se olvidaron de la diversión que él les había brindado para hablar acerca del hada de los dientes cuando descubrieron que a Jamie se le había caído un diente.

No, no, no, no debían pensar en el hada de los dientes, debían pensar en él, Jack Frost, el ser que les había dado el día nevado. ¡¿Por qué no le prestaban atención?! ¿Por qué no podían verlo? La personificación del invierno bajó la mirada muy triste cuando los niños lo atravesaron como si él no estuviera ahí. ¡Qué horror! Nada podría empeorar esto… o eso creyó cuando ocurrió.

Sintió un bajón de la nada, como si se hubiera mareado. Parpadeó confundido llevando una mano a su cabeza, le dolía ligeramente y un extraño vacío se instaló en su estómago. Algo le había pasado pero no sabía qué… aunque era obvio que Jack Frost no podía saber que el balance de sus poderes se había roto y todo por una niña que acababa de nacer.

Muy lejos de la ciudad donde Jack había decidido establecerse, se encontraba el Reino de Arendelle donde un suave y melodioso llanto interrumpe la quietud del lugar. El rey y la reina habían estado esperando a su primogénita con emoción y el día finalmente había llegado pero pasó algo que no esperaban.

Elsa, como la habían llamado desde el feliz momento en el que descubrieron que el pequeño y maravilloso ser que crecía en el vientre de la reina era una niña, nació con el cabello completamente blanco y la piel fría. Ambos monarcas se asustaron pues el rey tenía el cabello rubio cobrizo y la reina lo tenía castaño. Era imposible, por las leyes de la genética, que la princesa tuviera el cabello blanco como la nieve, pero eso pasó a segundo plano cuando la preocupada reina acarició la mejilla de su primogénita para comprobar que estaba helada.

El monarca, bastante preocupado, mandó traer mantas y cobijas para brindarle calor a la pequeña Elsa, pero nada de lo que hicieran lograba darle color a las redondeadas mejillas pálidas de la princesa. Ella tenía los poderes del invierno creando un desequilibrio en el universo debido a la existencia anterior de Jack Frost. Solo puede haber una personificación del invierno, solo una.

Durante los años siguientes, Jack no le dijo a nadie acerca de sus mareos y extraños momentos de debilidad, sobre todo después de que el mismo día que había nacido Elsa, el hombre de la luna lo había nombrado guardián obligándolo a proteger a los niños del regreso de Pitch Black, también conocido como el coco.

Finalmente Jack y el resto de los guardianes: Santa Claus, el conejo de pascua, el hada de los dientes y sandman, vencieron al Coco para siempre y Jack aceptó el juramento volviéndose un guardián definitivo.

Tres años después de eso, nació Anna, la segunda hija de los reyes de Arendelle, una princesa completamente normal. Conforme iban creciendo, Anna y Elsa se volvían más cercanas. La princesa menor estaba encantada con los poderes de su hermana y la instaba diariamente a usarlos para jugar. Ese era un hábito entre ambas hasta el día fatal en el que Elsa cometió un error y golpeó a Anna con un rayo helado. Los reyes, preocupados, llevaron a la pequeña con un grupo de trols que vivían a las afueras del reino. El Jefe de ellos les dijo que los poderes de Elsa aumentarían y que ella debía de controlarlos pues el miedo sería su peor enemigo.

Desde ese día, los reyes escondieron los poderes de Elsa del reino, incluso de Anna y la aislaron en una habitación hasta que pudiera controlarlos, cosa muy complicada porque con cada año que la princesa cumplía, mayores se volvían sus poderes. Elsa estaba muy asustada de sus poderes y de no poder controlarlos.

Finalmente, como si las cosas no pudieran empeorar, Elsa y Anna quedaron huérfanas a los 18 y 15 años respectivamente. Ahora estaban solas y más distanciadas que nunca.

Tres años después, mundo se mantenía en calma. Jack, que había descubierto que su propósito en la tierra era divertir a los niños, vivía tranquilamente como un guardián provocando días nevados y satisfecho de que cada vez más niños creían en él, pero aun seguía algo preocupado por los mareos que le ocurrían muy espontáneamente.


¡Hola!

Ghostpen94 reportándose con otro fic.

Espero que les haya gustado y espero que no los haya confundido mucho pues reducir tanta información es muy complicado.

Gracias por leer y no olviden comentar.