Este drabble participa en la actividad del topic Mimato del foro Proyecto 1-8 para San Valentín.

Pairing: Mimato Características: Un drabble con la palabra "chocolate" ¡Te reto a ti!: Naguna

Desclaimer: Digimon no me pertenece, ni sus personajes.

Espero que os guste, Mimatas. ¡Esto es para vosotras!


Las tardes que Mimi se aburría se escabullía a su casa, a su dormitorio. Invadía su cama, se desparramaba sobre ella. Su pelo ondulado bañaba toda la superficie y por la noche Yamato se intoxicaba en su aroma. Algunas veces olía a rosas y jazmines, otras a oasis en medio del desierto.

Su cabeza colgaba por el borde izquierdo de su cama, sus piernas dobladas apuntando en todas direcciones. Su pecho subía y bajaba alborotado por toda la insaciable charla que se empeñaba en soltar. Y él la miraba sin más. Se sentaba en su silla de escritorio fingiendo escribir, componer, pero lo que ella no sabía era que su concentración desaparecía nada más oír el timbre.

Cuando le preguntó que hacía ahí la primera vez, su rostro se tiñó de rojo y las excusas se agolparon en sus labios. Que si Sora estaba ocupada con el Ikebana, que si Taichi jugaba demasiado a fútbol, Joe estudiaba sin parar y Koushiro era un insensible. Ese día se enteró por boca de ella de que su hermano salía con Hikari.

Desde entonces, no preguntaba más. Tarde sí y tarde también la tenía allí, inocente, expectante a veces. Cántame algo, Yamato-san. Se había negado, claro que sí. Luego aprendió que Tachikawa Mimi era rebelde y consentida. El día que ella le ayudó a componer su primera canción de amor, supo que estaba perdido.

Tenía manías que lo desesperaban en extremo. Había días que llegaba con una bolsa llena de dulces y Yamato descubría tics que no tenía. El ambiente se volvía empalagoso, cargado de azúcar. Se sentaba sobre su escritorio, la condenada falda del uniforme escolar subida un palmo más de lo normal. Llevaba una barra de chocolate a sus labios y la mordisqueaba como si fuera el más grande manjar.

A Mimi le encantaba provocarlo. Ver a Yamato sonrojado, apartando la mirada, avergonzado, la llenaba de gozo. Su amigo rara vez mostraba algo distinto a la indiferencia o la preocupación. Por eso, antes de llamar a su departamento por enésima vez, se daba dos vueltas de cintura a la falda y compraba los dulces que tanto aborrecía el rubio.

El día que Yamato se hartó, a Mimi casi le da un paro cardíaco. Estaba sentada en su escritorio, masticando el último trozo de la barrita de chocolate cuando él se levantó, se plantó delante de ella, y besó sus labios color cereza.

—¿Yamato-san? —Preguntó aturdida, el cosquilleo de sus labios todavía sobre los suyos.

—Tenías chocolate —sentenció él.


Notas de autora: bueno, esta es mi última aportación al mes Mimato de San Valentín.

Espero que todos hayáis disfrutado de la actividad tanto como yo.

¡Nos leemos!