Familia Weasley.
El olor a café y la calidez -pese a estar en plena época navideña- invadió la enorme casa familiar. Y como no, el estómago de Ronald Weasley despertó de su sueño profundo. Éste salió de su cuarto, estirándose y bostezando. Allí, en el pasillo, tropezó con Ginny.
-Cuidado, Ron... -le dijo dulcemente Ginny. Él le forzó una sonrisa y los dos caminaron juntos hacia la cocina. Allí ya estaba Molly Weasley, con sus ollas, planchas y cucharones. Pero la mesa ya estaba puesta, con ocho tazas y ocho platos. Una bandeja con fruta, pan, mermelada, jarras de zumo, galletas y olor a café.
-Buenos días. -les dijo sonriente Molly. Los dos dejaron un sonoro beso en su mejilla.- ¿Y Harry, hijo?
Ron miró de reojo a Ginny y sonrió de lado. Ginevra casi enterró la cara en su taza y Ron miró a su madre de nuevo.
-Sigue durmiendo, mamá. Ayer tuvimos un día duro en la Academia de Aurores. -dijo Ron. Molly asintió sonriente.- ¿Por qué tantas tazas?
-Porque vienen a desayunar tus hermanos. -le dijo Molly, fijando su atención en la comida que esa noche toda su familia e invitados, como los Granger, engullirían.
-¿Mis hermanos? -preguntó Ron, sorprendido.
-Sí, tus hermanos. Bill, Charlie, Percy y George... ¿Te acuerdas de ellos, Ronnie? -se burló Ginny. Pero la mirada amenazadora de Ron hizo que volviera a enterrar la mirada en la taza.
-Buenos días, madre. -dijo Percy, entrando por la puerta de la cocina. Molly sonrió y lo abrazó.- Ron, Ginny...
-Hola, Percy. -le dijo Ginny, con una sonrisa.
-Mamá, mami, querida. -le dijo George, cantarín entrando por la puerta, seguido por Charlie, que mientras estaba de visita dormía en el apartamento con George. Segundos después entró Bill, diciendo que Victorie, Fleur y su enorme barriga llegarían más tarde.
-¿Por qué tan contento hoy, George? -le preguntó Percy.- ¿Thomson? -George estaba empezando una relación con Angelina.
-¿Y tu amiga del Ministerio, Percy? -contraatacó George.
-Se llama Audrey, George. -le recordó Ginny, riéndose.
-¿Y Harry? -preguntó Percy.
-Durmiendo. -contestaron al mismo tiempo Ron y Ginny.
-¿Podéis no pelearos al menos un día? Hoy es Noche Buena. -les pidió Molly. Todos sonrieron y asintieron. Sus deseos eran órdenes en aquella familia. Y entonces llegó Arthur Weasley a la cocina de su casa.
-Buenos días, familia. -dijo sonriendo de oreja a oreja y repartiendo besos en todas las coronillas y la mejilla de su mujer.- Que bonito es ver a todos tus hijos desayunando juntos, ¿no? Solo falta mi nieta y Harry.
-Papá, todo bien con que queramos a Harry... Pero tus hijos somos nosotros, eh. -le recordó George, riéndose.- Esta tonalidad de pelirrojo no lo tiene cualquiera.
-Además, bajará en un momento. Está durmiendo, que ayer estaba muy cansado... -bromeó Ron, aguantándose la risa. Su hermana pequeña le dio un pisotón tan fuerte que las lágrimas se asomaron por sus ojos.
-Ronnie, ¿estás llorando? -le preguntó Charlie.
-El pequeño Ronnie se ha emocionado al ver a sus hermanos desayunando con él... -bromeó George, riéndose.
-¿Galletas? -preguntó Molly enseñando una bandeja repleta de dulces.
-Uy, sí. -dijeron al mismo tiempo todos sus hijos. Ella rió y dejó la bandeja con galletas caseras en la mesa que desaparecieron en segundos.
