Claim: Yuu kanda/Allen Walker; Lavi/Lenalee Lee.
Extensión: Primera versión, 2153 palabras. Luego de la edición, quedó en
Advertencias: Universo Alternativo. Yaoi. Groserias.
Disclaimer: DGray-man © Katsura Hoshino.
Resumen: Despues de descubrir que su novia lo engañaba con su mejor amigo, Allen se emborracha. Sin embargo, al despertar se encontrara con una desagradable sorpresa.
Perdición, acompañada de unas gotas de alcohol
Capítulo 01: Venganza Amarga
Allen aún no lo podía creer. Lo que sus ojos veían estaban fuera de toda lógica y comprensión. Desde lejos, pudo observar como su novia, Lenalee, se besaba con su mejor amigo. Esto no podía estar pasando, pensó, incapaz de moverse. Lavi la abrazaba fuertemente de la cintura, mientras Lenalee lo besaba con fervor. Su corazón se fue quebrando poco a poco, mientras se acercaba lentamente al lugar en el que se encontraba la pareja. Ahora podía entender porque Lenalee no quería hacer el amor con él, dándole escusas cada vez más carentes de inventiva, entre las que se encontraban el periodo menstrual y el dolor de cabeza: eran sólo mentiras.
De pronto, ambos dejaron de besarse y giraron sus rostros al unísono, fijándose por fin en Allen, quien los miraba pasmado y descompuesto.
— Allen…— susurró Lenalee, aterrada y apenada—. No es lo que tú…
— ¡¿Qué mierda estás diciendo?!— gritó Walker, fuera de sus casillas, interrumpiéndola—. ¡¿Qué no es lo que yo creo?! ¡Estás de broma! ¡Me has estado engañando con mi mejor amigo!
Allen no podía aguantar más seguir de pie donde estaba, porque sólo deseaba desaparecer o que Lenalee y Lavi desaparecieran. Su mente lo engañaba, haciéndole creer que, de la impresión por la noticia, su cuerpo era una boya traviesa, moviéndose inquieto en un mismo lugar. Sin saber en qué momento exacto sucedió o que fuera lo gatilló a ello, su cuerpo se movió en dirección a la pareja. Lavi, percatándose de que nada bueno podría conseguirse de Allen en ese estado, se situó frente a Lenalee para protegerla, por si a su amigo se le ocurría la brillante idea de golpearla.
Sin embargo, Allen se lanzó contra Lavi y comenzó a darle puñetazos, mientras este último se defendía de la mejor manera posible, tomando en cuenta que a pesar de estar en muchos pleitos cuerpo a cuerpo en su juventud, sus dotes para las peleas de fuerza dejaban bastante que desear. De pronto, cayeron al suelo, sin dejar por ello Allen de golpear a Lavi, sin compasión, tratando de sacarse todo el dolor que sentía al haber sido traicionado por su novia y su mejor amigo al mismo tiempo. Lavi trataba también de seguir el compás de golpes, pero el sentimiento de culpa por haber sido descubierto le minaba todas las ganas de pelear, después de todo y aunque sonase contradictorio, todavía quería a su amigo.
— ¡Allen, detente!— gritó una asustada Lenalee, mientras trataba de detener la pelea, inútilmente. Alrededor de esta, se había congregado un montón de estudiantes de la Facultad de la Universidad, mientras abucheaban y gritaban lemas de apoyo para uno u otro de los dos chicos.
Allen ya no le importaba nada, sólo golpear y, si era probable, dejar a Lavi lo suficientemente mal herido como para quitarse la impotencia que sentía; además de eso, nada parecía moverlo. Le dio otro golpe más, del que le sacó sangre de la boca y no pudo continuar. Vio la cara magullada y un poco hinchada de su amigo y tuvo que detenerse. No sabía cómo, pero esa sed de venganza había terminado de sopetón sólo porque su amigo era el culpable. Se levantó lentamente y lo dejó ahí, tirado en el suelo, mientras Lenalee se acercaba a este y le preguntaba cómo se encontraba. Los demás, al ver que la pelea terminaría de este modo, desarmaron el círculo que se había congregado alrededor de esta y marcharon cada uno al lugar al que se dirigían antes de ponerse a presenciar la rencilla.
Después de separarse de las dos personas que más había querido, Allen prefirió no mirar atrás, sino seguir avanzando y deseando no volver a verlos nunca más. Escuchaba gritos a lo lejos, tanto de Lenalee como de Lavi, pero ya no le importaban o al menos eso quería creer. Con torpeza y el rostro un poco magullado se dirigió al estacionamiento de la Facultad, pues ahí tenía su moto. La montó y salió de la facultad a una velocidad apreciable.
Sentía como el viento le golpeaba el rostro y alborotaba sus blancos cabellos. Le sentaba genial. La velocidad le ayudaba, en parte, a quitarse resentimiento o por lo menos lo aplacaba un poco. Seguía conduciendo sin rumbo por las calles de la ciudad. No sabía qué hacer ni a donde dirigirse. No quería ir a casa ni a ningún otro lugar donde pudiese encontrar personas que le preguntasen el porqué de su estado ni nada por el estilo. Al menos, no por ahora.
Tres horas más tarde, después de vagar sin rumbo y sin siquiera planearlo, había dado a caer a un pub-discoteque, en el lado céntrico de la ciudad. Allen no era mucho de ese tipo de fiestas, de hecho a veces le desagradaban, pero por alguna razón desconocida decidió entrar. Ya no le importaba nada. Apenas hubo pagado su entrada, y entrado pudo sentir la música abucheante y parafernálica que sonaba a volúmenes exorbitantes. Una masa humana deforme, se movía al ritmo de esta. Los calores de todas estas personas que bailaban apegados, besándose, sobándose, llegaban hasta él. Las luces lo mareaban por su multicidad de formas y colores, así que pensó que lo mejor sería sentarse en la barra por unos segundos. Sí, eso era lo mejor. No tenía ni las más mínimas ganas de bailar un rato. De hecho, era irónico que siquiera se le hubiese cruzado esta idea por su mente, como si realmente tuviese un motivo que celebrar.
— ¿Desea servirse algo?— le preguntó el barman, moreno y con el cabello un poco desordenado, al verlo sentado en la barra.
Allen lo miró perplejo. Nunca le había gustado beber. Habían muchas razones tras de ello, una de las cuantas eran culpa de su tutor Cross, quien bebía hasta el cansancio y borracho lo mandaba a apostar para poder pagar el licor y las deudas inacabables que contraía.
Tal vez emborracharse, por primera vez, le sentara de maravillas y le ayudase a olvidar la desastrosa tarde que había tenido que vivir, por lo menos de momento. Después de todo, ¿algo debía tener el licor como para que todo el mundo lo bebiera, no?
— Deme un vaso de lo más fuerte que tenga— ordenó Allen, casi con rabia.
— ¿Penas de amor, chico?— preguntó el barman, mientras tomaba una botella de licor del estante y agregó—. ¿Vodka está bien?
— Sí, me da igual— contestó Allen, mientras observaba como le llenaban el vaso. Según lo que recordaba aún, después de haber pagado las cuotas de las deudas de su tutor correspondientes a este mes, le quedaba dinero suficiente para farrearse una buena cantidad de este en cualquier otra cosa, en este caso en la bebida—. Y no es asunto tuyo.
El barman simplemente le sonrió y le pasó el vaso, el cual Allen tomó con brusquedad, bebiéndolo de golpe. Sentía el ardor del alcohol invadirle todo el cuerpo, le molestaba pero decidió no claudicar en esta tarea que se había propuesto, a pesar de que le desagradaba enormemente.
— Deme otro más— pidió, tratando de no parecer novato en el asunto de beber alcohol.
— Oye, ¿de seguro estás bien?— consultó el barman nuevamente—. Esta no es la mejor manera de solucionar tus problemas, chico.
Allen lo miró con cara de pocos amigos, poco habitual en él, por lo que el barman captó el mensaje y prefirió no preguntarle nada más, dejándolo solo para que se emborrachase. Después de todo no era asunto suyo si después aquel joven tenía problemas.
Allen siguió y siguió bebiendo incontrolablemente. En el transcurso de la noche, varias personas se habían acercado con la intención de estafarlo pero él, a pesar de no estar sobrio, fue capaz de darse cuenta de ello, por lo que pudo evitarlo
X-X-X
Aún era una noche cerrada cuando Allen salió del pub-discoteque, tambaleándose, con otra botella de vodka en su mano. Sus sentidos estaban al -34%, es decir, veía todo doble y reía estúpidamente por lo mismo, a pesar de que se sentía aún más triste, si era posible, que cuando estaba sobrio. Montó con dificultad en su moto y la hizo arrancar, mientras ocultaba la botella dentro de su chaqueta. El viento comenzó a golpearle el rostro violentamente y logrando con ello marearse más de lo que estaba. Trató de fijar la vista al frente, para no levantar sospechas si un policía lo veía, pero le resultaba difícil en demasía. Le comenzó a doler el estómago, solo tenía ganas de vomitar, pero prefirió aguantar a llegar a su casa.
Mientras miraba a ambos lados de la calle, pudo ver a varias prostitutas en las esquinas. Vaya forma de ganarse el dinero, pensó. Fumaban y se aferraban lo más posible a las pocas ropas que llevaban puestas, a causa del frío que hacía a esa hora. Allen entornó la vista, pues el mareo lo estaba haciendo ver triple y ni siquiera podía distinguir la diferencia entre una y otra prostituta.
En una de las esquinas vio a una, vestida de chico, con el cabello largo. Tal vez por el tamaño del cabello o por quizá qué razón, le hizo recordar a Lenalee. Tenía algo que le llamaba la atención, algo que se le hacía conocido en ella, aunque también podría todo eso ser ocasionado sólo por su borrachera. Sin estar consciente de lo que hacía se detuvo frente a ella y comenzó a hablarle. ¿Estaba aún totalmente desquiciado, borracho y resentido como para pagarle a una puta, sólo para sentir que se vengaba tanto de Lenalee como de su amigo? Por lo visto sí, pues comenzó a preguntarle a esta cuanto valía. Era un poco cara, pero por esta noche, no le importaría pagar un poco más por cualquier cosa, además de que era la única prostituta diferente a las demás, tanto en su aspecto como por su forma de hablar.
La prostituta montó en la moto, detrás de Allen, y este último arrancó. Tal vez por la bebida, ya no recordó nada más.
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Gemidos, gritos, chillidos de placer, toqueteos y ¿ambos? sudados, desnudos, besándose con desesperación, con locura, como si el mundo fuese a acabar. "Lenalee, Lenalee" susurraba Allen, en la oscuridad, mientras otra voz, distinta de la persona aludida y hasta un poco masculina respondía llamándolo por su nombre.
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— Oye, Brote de habas, despierta— escuchó Allen, mientras alguien lo zarandeaba delicadamente—. Despierta.
Allen seguía escuchando a alguien, seguramente un chico, que llamaba a un tal "Brote de habas". ¿Quién sería?, a saber él, pero por un extraño motivo era él el zarandeado. Le dolía de una manera sorprendente la cabeza, antes de sentir ese dolor hubiese preferido morir. Ahora entendía por qué su tutor despertaba de mal humor después de haber bebido. Mientras seguía agonizando por la jaqueca, sintió como de una patada era echado de la cama. El golpe fue seco y le quedó doliendo, pero aún así no quería abrir sus ojos. No quería sentir los insoportables rayos del sol en sus pupilas. Además, sentía un poco de frío pues el suelo estaba helado. Tal vez sería recomendable subir a la cama y taparse nuevamente.
— ¡Maldita sea! ¡Despierta, que me tienes que pagar!— gritó la voz del mismo chico que antes llamaba a un Brote de habas, mientras lo aplastaba con un pie.
Allen, en contra de sus deseos, abrió los ojos esperando que fuese un cobrador de las deudas de su maestro quien lo llamaba, sin embargo, se llevó una espeluznante sorpresa. Él, totalmente desnudo, en el suelo siendo aplastado por un chico japonés, de cabello largo, con flequillo y con cara de pocos amigos, que solamente llevaba puesto una camisa y los calzoncillos.
Al notar la situación humillante en la que estaba, se olvidó del frío y del dolor de cabeza, tratando encontrar algo con lo que cubrirse. Apenas lo encontró, se cubrió, totalmente horrorizado. ¡No podía ser! ¡¿Lo habían violado?!
— Tsk, estúpido Brote de habas, ¿vas a pagarme?— le preguntó el chico japonés a Allen, quien no se encontraba muy bien.
Walker lo miró atontado. ¿Pagarle? Pero, ¿por qué? Nunca antes lo había visto, ni siquiera parecía uno de los acreedores de su tutor. Luego, pensando que tal vez esa situación fuese una pesadilla, procedió a observar a su alrededor. Vaya, la pesadilla era bastante realista, ya que su habitación lucía igual que siempre.
— Oye— preguntó dubitativo, con temor a escuchar la verdad—. ¿Qué me hiciste?
— Tsk, no te hice nada— respondió el otro, furibundo, y agregó exigiéndole—. Sólo págame.
— ¿Por qué? ¿Mi tutor Cross te debe algo?— volvió a inquirir Allen, tratando de conservar aún una nimia e infundada esperanza de que lo que él pensaba no hubiese ocurrido.
— ¿Quién es ese tipo?— preguntó el oriental, ya fuera de quicio y agregó, explicándole molesto—. Ayer tú…
Después de sólo cinco minutos de escucharlo, Allen no pudo contener un grito. No lo podía creer. Era imposible, por muy borracho que estuviese, haber llegado a cometer semejante locura. Aunque, por lo visto y muy a su pesar y rechazo, sí lo había hecho.
Fin Capítulo 01: Venganza amarga
Por Nana Walker
