Holi :)

Sí, señores, he regresado. Esta vez para traerles algunos regalos a mis amigas del foro La Torre Stark (Las amo, chicas). en esta ocasión, algo pequeño para Javi, que cumplió el 10.

Disfrútalo, nena.


Nada, nada es mío. Todo pertenece a Marvel y su extraño matrimonio con Disney. Con excepción de Star y Lina, ellas son de ellas xD


Pienso en ti

Caminar por el pasillo de la Torre a estas horas es extraño, no acostumbra a hacerlo más que cuando el insomnio la vence y no haya más que hacer que vagabundear sin sentido. Ahora el motivo es diferente, es más doloroso y se siente cruel de alguna manera.

Sus pies la llevan hasta la entrada de ESA habitación, y no puede no sentirse atraída al pomo que puede dejarle ver dentro. Tal vez no fue tan inconsciente el paseo, quizá las cosas tenían una forma de suceder.

—Dame dulces.

—No, Lina, no más dulces.

—Quiero Dulces.

Con una mueca disgustada había sacado los dulces del escondite, donde sabía que su compañera no iba a ocurrir buscarlos. Sonrió cuando la vio llevarse el primero a la boca y sonreír como una niña.

Era una tarde lluviosa, septiembre en todo su esplendor, y mientras afuera el mundo era gris, dentro los miles de lápices de colores y acuarelas que dejaban a Lina ser ella hacían que Star no necesitara huir a ningún otro sitio. Era tan cómodo quedarse quieta, cual estatua en galería, para dejarse pintar una y otra vez de mil manera diferentes.

Lina era feliz. Star no iba a quitarle esa felicidad.

—Ojalá siempre lloviera. —comenta Lina, como en una broma.

—¿Para tenerme siempre atrapada? Eso es bajo, muy bajo para ti.

—No, no, cómo se te ocurre —su risa llena la habitación, tan colorida como sus creaciones—. Es que cuando llueve tienes esa cara de determinación que me hace querer pintarte. Es agradable esa facilidad que me brindas.

Sabía que no se refería a eso precisamente, sino al tiempo juntas. El deseo de estrecharla en sus brazos fue poderoso, magnifico, pero se contuvo pensando en que Lina era demasiado Lina para ella y si se iba alguna vez le lastimaría.

Al final había sido ella quien se había ido, la que de alguna manera necesitaba una seguridad diferente a la que podía ofrecerle. Y la guerra, la guerra no remediaba nada de lo que sentía.

No tiene el valor de abrir la habitación, de mirar el interior que se conserva tal cual su dueña lo dejó. Se contenta en brevedad solo poniendo su frente en la madera pulida, como invocándola, para que aparezca, sonría, pida dulces y se vuelva a ir. Agradecería un solo segundo para decirle lo que nunca dijo de manera directa, lo que oculto con cuidado y saña. Para escuchar que ella también lo diga y, por momento, lo único que finjan y a la vez acepten es que esta vez son enemigas.

Como llamada por el destino, su celular vibra.

Solo es un mensaje. Tres palabras y un remitente incuestionable.

Pienso en ti.