Disclamer: Esta historia está basada en los personajes y mundos creados por JK Rowling. Yo sólo juego con ellos por diversión.

Nota: No he leído The Cursed Child y esta historia no está basada en ninguna forma con el libro. La trama son idea mía, al igual que las personalidades de los personajes.

Importante: Por favor, leer la nota de autor al final de este capítulo ¡Es importante para entender cómo se desarrollará la historia!


Rose


Cuando Rose Weasley vio a Scorpius Malfoy bailoteando sobre la mesa de la sala común de Gryffindor con los brazos levantados, la corbata verde medio desabrochada y la camisa completamente fuera de su pantalón supo que la fiesta había perdido lo poco y nada de cordura que le quedaba y que había tenido en un principio. El chico estaba hecho un demente: su pelo estaba tan desarmado que parecía un nido de águilas sobre su cabeza, tenía en una mano un vaso rojo repleto de tequila y lo desparramaba por prácticamente todas partes y, para más remate, le gritaba a cualquiera que pasara a su lado palabras rarísimas que parecían estar sacadas de un diccionario, muchas de las cuales no parecía conocer su significado. Y Malfoy, un setenta y cinco por ciento de las veces, no era de esos que quedan borrachos como cuba y hacen bailes eróticos sobre las mesas.

Sí, definitivamente todo aquello era un desastre.

Rose cruzó los brazos, arreglándoselas para fruncir el cejo, apretar los labios y resoplar; todo al mismo tiempo. Sus ojos miraban a su alrededor con desesperación infinita, tratando de ignorar el hedor a sudor y a juventud que la rodeaba desde todos los ángulos posibles.

No es como si los otros asistentes al fiestón estuvieran en mejor estado que Malfoy, pensaba. Muchos estaban desparramados sobre las alfombras carmesí de la sala, había un intenso olor a hierbas de dudosa procedencia impregnado en todas partes y su primo Albus estaba recluido en una esquina canturreando una canción añeja de las Spice Girls a todo pulmón mientras que trataba de abrir una botella de whisky con sus manos torpes por la borrachera. La otra parte de los presentes saltaba a la par de las canciones que salían de un improvisado parlante que alguien había armado de alguna forma con una radio vieja y un hechizo amplificador; y ante cada tono, se alzaban corbatas y batas de colores amarillo, verde, rojo y azul.

Nuevamente un arrugón de nariz se produjo en la cara de Rose. Estaba asfixiándose. No tenía idea de cómo ni de dónde había salido tanta gente, pero si estaba segura que era mucha más de la que la sala estrecha común podía soportar. El gentío producía tanto calor ante cada respiración que el lugar parecía el sauna de un hotel y todo apestaba a los mil diablos.

No, no, no. Todo aquello era una mala idea, una muy mala idea.

—¡Esto está que arde!—le gritoneó su prima Lily en la oreja. Había aparecido de la nada, con la corbata roja amarrada en la cabeza y con la falda que hacía unas horas antes estaba limpia y en perfectas condiciones manchada con quién sabía qué por todas partes. Tenía las mejillas tan coloradas que combinaban con su cabello y meneaba las caderas suavemente al ritmo de la música estridente.—¡Este es el mejor día del año escolar, Rose!

—¡Es el primer día del año escolar!—chilló Rose por sobre el sonido, frunciendo el cejo con exasperación. Su prima no pareció notar su enojo y le sonrió de oreja a oreja.—¡Deberíamos ir a dormir! ¡Mañana tenemos...!

—¡Oh, Merlín!—refunfuñó Lily, al tiempo que su largo pelo liso se metía dentro de su vaso repleto de licor y ella no parecía notarlo.—¡No seas aguafiestas! ¡Esta fiesta es por ti! Deberías sentirte honrada.

Rose rodó los ojos, sabiendo que su prima mencionaba eso sólo para hacerla sentir culpable por no estar pasándolo bomba. Albus había organizado todo, con sorprendente habilidad, esa mañana en el tren de ida apenas había escuchado el rumor de que ella y Scorpius Malfoy estaban siendo considerados para ser los posibles Premios Anuales el próximo año. Aparentemente la directora McGonagall había mencionado a la actual Premio Anual Maggie Steele en una reunión ultra secreta y confidencial, los dos nombres que más resonaban para ser los Premios Anuales para el año siguiente y Albus de alguna forma había logrado sacarle la información. Evidentemente eso había conducido a que su primo insistiera en que había que disfrutar a concho esa noche por la noticia, como si fuera una información salida de la boca del mismísimo primer ministro, y eso culminó en el pintoresco espectáculo que cruzaba los ojos de Rose como una escena sacada de película de terror.

En un inicio toda la fiesta había parecido muy inocente. La gran mayoría de las personas que estaban la felicitaban con profundo interés e incluso ella había empezado a creerse todo el cuento ese de ser una posible Premio Anual. Pero cuando Albus llegó con un par de tragos de más acompañado de un Malfoy completamente irreconocible y fuera de su juicio, la fiesta pasó de parecer un cumpleaños infantil a una juerga digna de un club nocturno.

—Lily...—empezó Rose, tratando seriamente de no salir corriendo. Un chico pasó y le dio una palmada de felicitación y comentó algo sobre que debería sacarse algo de ropa. Ella le respondió con un improperio que se perdió en la multitud. Eso fue el colmo.—¡Lily!

—¡Bebe un poco!—exclamó ella arrastrando las palabras, bailoteando a un ritmo un poco más veloz que antes.—¡Reventarte hoy no te hará perder el título! ¡Deberías ser más como Scorpius! ¡Él sí que se alegró con su nominación, mira cómo baila!

Decir que estaba contento era bajarle mucho el perfil a lo que sentía Malfoy. El chico estaba en llamas y de alguna forma se había deshecho de su camisa blanca y se la había amarrado a la cintura cual stripper. Meneaba la pelvis al tiempo que se pasaba una mano por el pelo y miraba con cara triste el vaso que tenía en la mano, probablemente vacío. Rose arrugó la nariz con ganas de irse a la cama y su prima le susurró algo como "¡fiesta!" antes de irse a charlar con un chico de Ravenclaw que llevaba mirándola un buen rato.

No, de ninguna manera ella era una aguafiestas. Rose disfrutaba de tomar un par de tragos, bailar un poco y estaba dispuesta a trasnochar cuando la situación y la fiesta lo merecían, pero todo eso le parecía ridículo. La chica estaba convencida de que su primo había armado todo ese desorden sólo porque quería hacer una fiesta y el rumor de su posible nombramiento era una excusa que había aparecido justo en el momento preciso y que Malfoy estaba tomando demasiado a pecho.

—¡Seré Premio Anual!—hablando del rey de Roma. Scorpius Malfoy chilló aquello como grito de guerra, mientras la multitud lo vitoreaba . Su voz, usualmente grave, sonaba tan aguda como un pito. Alguien había llenado su vaso y él estaba contentísimo por ello. Tomó un sorbo de licor y empezó a mirar por todas partes, buscando algo. O mejor dicho a alguien.—¡Weasley sube aquí a celebrar!

Rose sintió como todos sus jugos estomacales caían a la parte más baja de su estómago.

Eso era más de lo que ella podía soportar. Era momento de abortar la misión de fingir que se alegraba de estar ahí y de marcharse como una rata de una vez por todas. La chica frunció el cejo y trató de todas formas de mimetizarse con el tapiz rojo de la pared, lo cual no era difícil considerando que su cabello hacía ya gran parte de ese trabajo, mientras simultáneamente evitaba cualquier tipo de contacto visual. Malfoy siguió buscándola entre la multitud, sin lograr enfocarla, con evidente urgencia.

—¡Weasley, sé que estás aquí!—volvió a chillar alzándose de punta de pies sobre la mesa. La multitud empezó a callar y a mirar a todos lados dando inicio a una cacería de brujas contra Rose, que intentaba dentro de lo posible, empequeñecerse y convertirse en polvo.

Alguien dio pie a un leve murmullito que decía "Rose, Rose, Rose", que terminó por convertirse en un griterío desesperado por encontrarla en la estrecha y repleta sala común. Ante cada canturreo de su nombre, ella trataba de achicarse.

Empezó una huida desesperada con el trasero pegado a la pared, la frente gacha y la boca cerrada, en dirección a la escalera de la sala común, con la suicida esperanza de que lograría llegar sin que nadie notara que estaba allí en un primer lugar y su plan hubiera sido el crimen perfecto si no hubiera sido porque, en la primera esquina que debía recorrer, chocó con su flamante primo Albus, quién por un segundo perdió todo el alcohol de sus venas y se vio tan lúcido como en su día a día. En un principio el chico la miró desorientado, principalmente porque estaba claro que no esperaba que ella se estrellara contra él, pero cuando notó quién era una sonrisa del porte de toda Gran Bretaña se plasmó en su rostro de punta a punta.

—¡Aquí está!—vociferó a todo lo que daban sus irritadas cuerdas vocales.

—Mierda, Albus.

Y eso fue el principio del fin.

Un montón de manos la empezó a toquetear y a empujar, obligándola a avanzar en dirección a la mesa. Ante cada manoteo ella daba un paso forzado, su corazón se aceleraba un latido y, por mucho que Rose intentara oponerse al movimiento que todas esas personas embriagadas trataban de imponerle, resultó inevitable que pasados menos de tres segundos la punta de sus zapatos negros impactara bruscamente con las patas de la mesa de caoba que se encontraba en el centro de la sala común de Gyffindor.

—¡Venga, sube!—era Malfoy, dirigiéndose a Rose, tendiéndole con una paliducha mano un vaso de tequila y con la otra un impulso para subir a la mesa. Tenía sus usualmente incoloras mejillas coloradas como tomate.

—Ni de coña.—respondió ella, entrecerrándole los ojos amenazadoramente. Malfoy soltó una carcajada muy fuerte y entrecortada. Se generó un minuto de silencio que pareció una eternidad. Al ver que ellos no les ofrecían ningún espectáculo importante la multitud dejó de prestarles atención y los cuerpos de todos volvieron a dejarse llevar por la música fuerte y el licor que tenían en su torrente sanguíneo. Un chico pasó junto a ellos riendo solo y a sus espaldas dos tipos se besaban como si estuvieran solos en un cuarto oscuro.

Malfoy pareció entender que ella ni en un millón de años luz subiría a la bendita mesa y bailaría a su lado como una lunática, por lo que de un salto bajó al piso. Cuando sus pies impactaron la madera, Rose habría jurado que sintió la torre entera de Gryffindor vibrar. Él perdió levemente el equilibrio, pero se recuperó de forma honrosa.

—Eres una aburrida.—se quejó entre dientes, mientras bebía de su vaso medio vacío.—¡Somos Premios Anuales! ¡Es genial!

—Es un rumor.

—¡Un rumor genial!

Rose rodó los ojos. Su rizado cabello estaba tan pegado a su cuero cabelludo y se sentía tan sofocada por el infernal calor que hacía en el lugar, que estaba dispuesta a beberse el trago que tenía Malfoy en la mano para hidratarse un poco, aunque probablemente no era una buena idea. El muchacho, por su parte, parecía de lo más cómodo sin camisa y ella se negaba a mirar si tenía abdominales o no, más que nada por un tema de honor personal. Era demasiado alto y con suerte su cabeza le llevaba a la altura del pezón, por lo que eso era un reto dificultoso.

—¡Alegra esa cara!—le canturreó él, al ritmo de la canción que sonaba en ese momento. Al ver que Rose lo acuchillaba con la mejor mirada asesina de su repertorio, sonrió meneándose un poco al ritmo de la música. Debía estar realmente borracho como para codearse con tanta confianza son ella.—¡Bailemos!

—No estoy de humor.—escupió ella, buscando alguna vía de escape.

—¿Por qué?—le exigió Malfoy, con tono de duda. Seguía muy chispeante, posiblemente por el alcohol, pero aquella pregunta parecía salida de la sobriedad.

Rose alzó una ceja.

—No es tu asunto.—replicó ella a la defensiva. Si había un ser en el planeta tierra al que no sentía que debía darle explicaciones en el planeta era a ese chico.

A pesar de que Malfoy era íntimo amigo de Albus desde el primer año y de que el tipo este era prácticamente un invitado estelar en cada navidad Weasley que se había desarrollado por los últimos seis años, Rose, nunca había cruzado más de un par de palabras con él. Básicamente eso se debía a que el chico no era precisamente el tipo de amistad de las que Rose gustaba codearse: de Slytherin, Malfoy, demasiado feliz todo el tiempo, demasiado extrovertido y demasiado Malfoy...¿Había dicho que no se juntaba con Malfoy por ser muy Malfoy antes? Bueno, lo repetía. Sí, ella se había tomado las palabras de su padre a pecho y para su persona el rubio ese no era más que la competencia más directa que tenía en la vida y que trataba de vencerla en prácticamente en todo, sin éxito por supuesto. Pero eso de no juntarse con él también se relacionaba a que la mayoría de las veces su primo y él se aislaban en un mundo de amigos perfectos y felices, y nunca habían sido capaces de incluirla completamente en lo que hacían, ni siquiera en sus partidos de Quidditch.

—¡Weasley, eres una pesada!—se quejó él, como si fueran compinches, apoyando su gran y pálida mano sobre su hombro cubierto por su camisa y mirándola con una cara tan seria que parecía que realmente estaba pensando las palabras que estaba diciendo.—¿Sabes? Serías aún más guapa si...

—¡¿Alguien quiere Vodka?!—chilló un chico en la esquina opuesta de la sala. Malfoy perdió el hilo completo de lo que iba a decir y salió corriendo en dirección al muchacho como si lo persiguiera un tigre de bengala. Rose vio su desnudo pecho y su platinado cabello fundiéndose con la masa de gente que hacía lo mismo que él.

Perfecto. Era su oportunidad. La chica sorteó a todo el mundo como una bailarina experimentada, evitando hacer demasiado roce humano con los cuerpos que se interponían entre ella y su objetivo: la escalera. Una vez llegó al primer peldaño, subió tan rápido los escalones que podría jurar que sintió sus pies quemándose por el roce y cuando llegó a la puerta la abrió y cerró en un pestañeo.

No había nadie en la habitación y ella agradeció aquello con un profundo y sonoro suspiro. Se deshizo de sus zapatos, desabotonó su camisa y desabrochó cada botón con la mayor tranquilidad posible. Caminó por la habitación en ropa interior cepillándose los dientes al mismo tiempo, mirando como los espejos de la pieza se movían ante cada tono de la música que se tocaba abajo. Una vez terminó de hacer su limpieza nocturna, se sacó el sujetador y se colocó el fino camisón que su madre le había regalado en navidad y que le llegaba a unos cinco centímetros de la rodilla.

Corrió las sábanas, hundiendo el cuerpo dentro la suave cama y sintiendo su columna vertebral chocando contra el blando colchón. Cerró los ojos e imaginó las cosas que tenía que hacer mañana y tratando a toda costa en no pensar en las pruebas de Quidditch que se acercaban a pasos gigantescos, y en dónde ella tendría que participar para formar por un año más parte del equipo. Su mente empezó a divagar y vio un montón de caras y escenarios generados por su cerebro. Su respiración se volvió lentísima, su ritmo cardiaco disminuyó su velocidad y se quedó dormida como un tronco, habilidad heredada de su padre querido.

Gracias a esto, no notó cuando la música se detuvo, tampoco cuando sus compañeras de cuarto entraron en multitud parloteando de la alocada y memorable fiesta; y, evidentemente, tampoco su sueño se detuvo ni un segundo cuando un cuerpo completamente desnudo se desparramó a su lado en la cama roncando estrepitosamente apestando a jabón de limón y a licor.


Nota de Autor: Hola! Bueno he regresado con un fic y, lo sé, deje botadisísisisismo Abecedario, pero realmente no me estaba causando tanta inspiración escribirlo. Es probable, para los que se lo pregunten, que lo retome casualmente. La universidad me ha chupado el alma, honestamente :c

Sobre el fic: Este fic es especial en el sentido de que este capítulo es desde el punto de vista de Rose, pero el próximo será el mismo, pero del punto de vista de Scorpius. Será así hasta el fin del fic! Espero que les parezca una buena idea! Otra cosa, todo esto se sitúa en el sexto año. Planeo actualizar una vez a la semana y tengo bastantes capítulos avanzados!

Espero que les haya gustado! Si fue así, comentar siempre deja una sonrisa en un escritor!

Besos! Cece