Los personajes son de la magnifica Stephenie Meyer.

La historia es una adaptación y pertenece a Sandra Brown.


SINOPSIS

Solo dos personas sobrevivieron al accidente aéreo.

Una de ellas Isabella Swan, irreconocible y con quemaduras por todo el cuerpo, fue identificada como Jessica Cullen,

la mujer de un millonario de Forks que iba con su hija a Alaska cuando ocurrió el accidente.

Bella, fracasada en su profesión y sin familia, no tiene nada que perder y si mucho que ganar con ese malentendido y,

en lugar de deshacerlo, acepta someterse a una operación de cirugía reconstructiva que la devuelve toda la belleza pérdida de Jessica Cullen.

Ahora, con su nueva identidad, que incluye un marido que la detesta y que esta a punto de presentar la candidatura al Senado,

se vera súbitamente en el centro del torbellino de violentas pasiones eróticas y de mortíferas ambiciones políticas.


PRÓLOGO

Lo más irónico del asunto era que se trataba de un día inmejorable para volar. El cielo del mes de enero aparecía tan limpio y azul que resultaba casi difícil observarlo visibilidad era ilimitada y corría una inofensiva y fresca brisa del norte.

El tráfico del aeropuerto era de moderado a intenso a aquella hora, pero el personal de tierra mantenía los horarios previstos. No había ningún avión esperando el permiso de aterrizaje y sólo un par de aeronaves esperaban su turno para despegar.

Era la mañana de un viernes cualquiera en el aeropuerto internacional de Seattle. La única dificultad para los pasajeros del vuelo 398 de Air America había sido acceder al aeropuerto. Las obras que se llevaban a cabo en la 4° Avenida, la principal autopista situada frente a aquél, produjeron retenciones de casi dos kilómetros. Sin embargo, noventa y siete pasajeros embarcaron a la hora prevista, guardaron el equipaje de mano en los compartimentos superiores, se abrocharon los cinturones de seguridad y se acomodaron en los asientos con libros, revistas y periódicos. Como era habitual, la tripulación llevó a cabo todas las comprobaciones necesarias. Las azafatas bromearon entre ellas mientras preparaban las bandejas con las bebidas y el café que nunca llegarían a servir. Se hizo un último recuento y se permitió el embarque de los ansiosos pasajeros en lista de espera. Se retiró la escalerilla y el avión rodó hacia el final de la pista.

Por los altavoces sonó la simpática voz del comandante informando a los pasajeros de que serían ellos los siguientes en despegar. A continuación, tras explicar que las condiciones meteorológicas en la ciudad de destino, Alaska, eran perfectas, ordenó a la tripulación que se preparase para el despegue.

Ni él ni ninguno de los que estaban a bordo podría haber sospechado jamás que el vuelo 398 estaría en el aire menos de treinta segundos.

-¡Harry! -¿Sí?

-Un avión acaba de estrellarse en el aeropuerto.

- Harry Clearwater levantó la vista -¿Ha chocado?

-Y está en llamas. Una bola de fuego al final de la pista.

El director de sucesos dejó caer sobre su desordenado escritorio los últimos sondeos Nielsen. Moviéndose con admirable agilidad para un hombre de su edad y de su baja condición física, Harry dio la vuelta a la mesa y salió como una bala de su privado cubículo de vidrio, casi llevándose por delante al periodista que le había llevado el comunicado de la sala de redacción.

-¿Despegaba o aterrizaba? -preguntó por encima del hombro. -Sin confirmar.

-¿Sobrevivientes?

-Sin confirmar.

-¿Avión privado o compañía aérea?

-Sin confirmar.

-Eh, ¿estás seguro de que ha habido un accidente?

Un sombrío grupo de periodistas, fotógrafos, secretarias y observadores rodeaban ya la banda de las emisoras de la policía. Harry los apartó a todos a codazos y agarró un control de volumen.

"Pista. En estos momentos no hay señal alguna de sobrevivientes. Los bomberos del aeropuerto se dirigen a toda velocidad al lugar del suceso. Las llamas y el humo se divisan a gran distancia. Los helicópteros han despegado ya. Las ambulancias están..."

Empezó a dar órdenes a voz en grito, superando el volumen de la radio, que graznaba ruidosamente.

-Tú. -Señaló al periodista que pocos minutos antes había entrado velozmente en su despacho-. Toma una unidad móvil y sal de aquí a toda pastilla.

El periodista y un cámara se separaron del grupo y salieron corriendo hacia la salida.

-¿Quién ha informado de esto? -quiso saber Harry.

-Fue Jared. Venía en coche a trabajar y se quedó atascado en la 4°.

-¿Sigue allí?

-Sí, informando por el teléfono del coche.

-Dile que se acerque todo lo posible al lugar del accidente y que grabe en vídeo todo lo que pueda hasta que llegue la unidad móvil. Utilizaremos también un helicóptero. Que alguien se ponga al teléfono y busque al piloto. Reuníos con él en el helipuerto.

Escrutó los rostros, buscando a alguien en concreto.

-¿Está Tyler todavía por ahí? -preguntó, refiriéndose al presentador de las noticias matinales.

-Está en el retrete cagando.

-Vete a buscarlo. Dile que vaya a los estudios. Haremos un avance informativo. Quiero declaraciones de algún empleado de la torre de control, de los encargados del aeropuerto, de la compañía aérea, de la policía; algo que podamos emitir antes de que los de la junta de Seguridad nos amordacen. Vamos, Sam. Que alguien llame a Bella a casa. Dile que...

-No puede ser. Se va a Alaska hoy, ¿no te acuerdas?

-Mierda. Me había olvidado. No, espera -añadió Harry, chasqueando los dedos y con mirada esperanzadora-. Puede que todavía esté en el aeropuerto. Si lo está, llegará antes que nadie. Si consigue acceder a la terminal de Air America, podrá cubrir la noticia desde el ángulo del interés humano. Cuando llame, quiero que me lo notifiquéis enseguida.

Ansioso por obtener noticias, se volvió de nuevo a las radios. La adrenalina fluía alocada por su cuerpo. El asunto significaba que no podría disfrutar del fin de semana, suponía horas extras y dolores de cabeza, comidas frías y café pasado; pero Harry estaba en su salsa. No había nada como un buen accidente de aviación para redondear los sucesos de la semana y mejorar los sondeos.

Edward Cullen detuvo su coche delante de la casa. Saludó al capataz del rancho, que estaba saliendo con la camioneta. Un perro cruzado de pastor escocés se acercó corriendo y, de un salto, se le subió a las rodillas.

-Hola, Shep.

Se inclinó y acarició la peluda cabeza del perro, que levantó la vista y contempló a su amo con adoración de héroe.

Cientos de miles de personas miraban a Edward Cullen con el mismo tipo de devoción. Había mucho que admirar en aquel hombre, desde la coronilla de su alborotado cabello cobrizo hasta las puntas de sus viejas botas. Era un auténtico hombre para los hombres y una fantasía de las mujeres.

Pero, por cada ardiente admirador, tenía un enemigo igual de ardiente.

Ordenó a Shep que se quedara en el exterior, entró en el amplio recibidor de la casa y se quitó las gafas de sol. Los tacones de sus botas resonaron en el suelo embaldosado mientras se dirigía a la cocina, desde donde provenía un olor a café recién hecho. Su estómago empezó a recordarle que no había desayunado antes de realizar el temprano viaje a Seattle. Se imaginó comiéndose un bistec, preparado a la perfección; un montón de esponjosos huevos revueltos, y unas cuantas tostadas calientes untadas con mantequilla. El estómago le rugió más agresivamente aún.

Sus padres estaban en la cocina, sentados ante la redonda mesa de roble que llevaba allí desde que Edward tenía uso de razón. Al entrar, su madre se volvió hacia él con una expresión de dolor en el rostro. Estaba terriblemente pálida. Carlisle Cullen, su padre, se levantó inmediatamente de la mesa y se dirigió hacia él con los brazos abiertos.

-Edward.

-¿Qué ocurre? -preguntó perplejo-. Mirando sus caras se diría que alguien acaba de morir.

Carlisle se estremeció.

-¿No estabas escuchando la radio del coche?

-No. Tenía puesto un Cd. ¿Por qué? -Las primeras punzadas de pánico le sobrecogieron el corazón-. ¿Qué demonios ha ocurrido?

Su mirada se dirigió al televisor portátil sobre los azulejos del mostrador. Ése era el centro de atención de sus padres cuando él entró en el cuarto.

-Edward -dijo Carlisle, con la voz tomada por la emoción- el Canal Dos acaba de interrumpir la Ruleta de la Fortuna para dar un aMarcoce informativo. Un avión acaba de estrellarse al despegar hace unos minutos en el aeropuerto. -Edward empezó a respirar entrecortadamente, casi inaudible- Sigue sin confirmarse el número de vuelo, pero creen...

Carlisle se detuvo y agitó la cabeza entristecido. En la mesa, Esme se llevaba un húmedo pañuelo de papel a la boca.

-¿El avión de Jessica? -preguntó Edward con voz ronca. Carlisle asintió con la cabeza.


Bueno, esta es mi primera adaptación, espero les guste!

凸(^_^)凸

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Espero leerlas pronto, ya tengo adaptado el 1° capitulo.

Actualizo si alguien me lee, ¿de acuerdo?

๑۩۞۩๑

#Andre!#