Hola! Here's Draconari! Hace tiempo que no escribo, y caminando por ahí se me ocurrió la idea de este fic. Es un poco… rarillo, pero, hey, lo raro triunfa, y sino que se lo digan a Lady Gaga
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"
Antonio Machado.
Lavi: Pov.
"Eres un bookman"-me decía siempre el viejo panda- "y eso significa que no tienes bandos, eres neutral. No puedes tener amigos, no puedes ayudar a nadie. Nosotros nos limitamos a ver la historia. No participamos en ella."
Me pasé casi toda mi infancia recibiendo capones. No podía jugar con nadie… Mis amigos debían ser los libros. Y las veces que llegábamos a un país o aldea que iba a ser atacada, no podía avisar a nadie… Solo una vez lo hice… Y para lo que sirvió, no debí haberlo hecho…
Yo tendría dieciséis años. Habíamos llegado a una ciudad muy bonita. Me encantaba estar allí. La gente era agradable, y eso suele ser raro en las ciudades. Las calles estaban limpias y los mercados eran muy variados.
-Oye viejo panda, este sitio es genial. Dudo que nada interesante vaya a pasar. Todo está en paz y la gente es feliz. ¿Realmente va a pasar algo gordo aquí?
-Lavi… El brillo de un palacio dorado suele traer ladrones.
En ese momento no lo entendí. La verdad, me pareció que el viejo deliraba. Yo estaba "cegado por el brillo" de esa ciudad.
Un día decidí que ya me había leído todos los libros que teníamos, y que ya iba siendo hora de renovar el stock. Me fui al mercado y encontré muchísimos productos: Pescado recién traído, carnes de una pinta exquisita, frutas totalmente maduras… pero no encontraba el mercadillo de libros…
Pensando en mis cosas, tropecé con una abuela que iba cubierta con un manto sobre la cabeza y una especie de toga. La señora me empezó a insultar en un idioma que me sonaba pero que aún no manejaba con soltura.
"Perdona. No mi intención. Siento"
Entonces una risita sonó por detrás de la vieja. Era una chica de pelo moreno, corto y unos ojos azules que parecían mares en calma. Ella iba vestida con un vestido de cuero con una insignia extraña en la pechera. Era una simbología que sabía que me sonaba, pero en esos momentos no sabía de donde era. Era una especie de gran estrella de plata con grabados… ¿Qué? Cuando te dedicas a mirar, tienes que saber distinguir cada detalle de los ropajes, o no podrás distinguir las traiciones, ni los cuchillos escondidos, ni otros pequeños detalles en los que jamás te fijarías.
-No te defiendes mal en el idioma de mi acompañante, pero aún te falta pulir. Te has dejado el "era" en "mi intención" y el "Lo" de "lo siento". No suelen decirlo mucho, ya que mi acompañante es proveniente de una tribu orgullosa, y que no suele reconocer sus errores. Ahora mismo te está acusando de ser… bueno, dice que no eres lo suficiente hombre.
Me quedé de piedra. La chica me estaba dando una lección en mi propio territorio… Pero esa risilla era… En fin, si alguna vez habéis creído en el amor, me entenderéis.
-Vaya, me acabas de dar una lección. Me llamo Lavi.
-Aha. Yo no te puedo decir mi nombre… Aún.
Me acababa de acordar de la regla del bookman, no dar tu nombre hasta saber el de la otra persona. Genial. Empezaba bien.
Me di cuenta de que la vieja estaba recogiendo libros que le había tirado. Me ofrecí a ayudarla, pero me dio una torta en la mano y otra en la cara. Se me quedo la marca de los cinco dedos en la cara. La chica se rió.
-Parece que le has caído bien.
Me reí de buena gana. Pero me acordé de por qué había salido.
-Oye, ¿sabes dónde está el mercadillo de libros?
-vaya, así que eres un "bookworm", ¿no?
-Nada de "worm", soy un bookman.
Me di cuenta de mi error demasiado tarde. Un bookman solo debe desvelar su condición cuando no le quede más remedio. ¿Y si esta chica sabía qué eran los "bookman"?
-Así que un bookman, ¿eh? Entonces, acepte mis disculpas. Vuelva a sus libros señor Lavi.
Por un momento creí que me había descubierto, pero entonces una sonrisilla asomó por sus labios y me di cuenta de que me estaba vacilando.
-Vaya, le agradezco el hacer que me acuerde de mi misión, linda doncella. Pero si me permite, ¿podría decirme donde está el mercadillo de libros?
Ella se rió y yo me uní a sus risas de buena gana. La vieja nos miraba como quien mira a dos anormales. En fin, no le di mucha importancia.
-La feria de libros cerró hace un buen rato… Pero conozco un sitio que está bastante bien. Si quieres puedes esperar aquí. No tardaré nada en volver.
-Ah, ah, ah. No. Voy contigo.
-Muy amable por tu parte, joven. Coge estos libros y arrea.
O sea, ¡¿Qué la vieja podía hablar mi idioma y yo pasándolas canutas? Y para colmo, ahora era yo quien llevaba tal cantidad de bolsas que no se me distinguía la cara. La chica de pelo moreno estaba a mi lado, hablándome de muchas cosas, y sobre todo, de su deseo de volver al hogar.
-¿Dónde está tu hogar?
-Ah, no lo puedo decir. Información clasificada.
-¿Es una broma?
-Por desgracia, no. Esta es una de las pocas cosas que no te puedo decir Lavi.
-Oye, yo te di mi nombre, ¿pero tú no me vas a dar el tuyo?
-Eso es algo que no te pienso decir.
Me sacó la lengua y luego se rió mientras yo ponía cara de desconcierto.
-Entonces te llamaré Umi
-¿Umi? ¿Y eso?
-Significa "mar" en otro idioma.
-¡Vaya! ¿O sea que ahora me vas a llamar "mar"? ¿Por qué?
Por tus preciosos ojos azules que parece que me absorben y quiero quedarme en esa mar en calma toda mi vida… Por supuesto esto no se lo dije.
-Porque me da la gana.
Ahora fui yo quien se rió al ver su cara de desconcierto.
-Aquí es, chico afeminado, dame las bolsas.
-¡¿AFEMINADO?
-Un hombre jamás se disculpa.
Joder con la vieja…
Entonces entramos en una especie de construcción enorme y gris que no tenía nada de llamativo en el exterior, pero que parecía contener todo el saber que se podía imaginar. Era un lugar enorme donde se juntaban toda clase de libros: Antiguos pergaminos con libros recién encuadernados, todos siguiendo su estricto orden de antigüedad y orden alfabético. Los pasillos parecían ser infinitos y las estanterías, del tamaño de un edificio de dos plantas…Para mi fue como llegar al paraíso. La vieja se internó en un pasillo y desapareció, mientras que Umi miraba mi cara de asombro con una sonrisilla.
-Bienvenido a "Bookland", Lavi, el "Bookman"
Este es un nuevo fic que comienzo, y una cosa: es totalmente ficticio. No explica nada de cómo obtuvo Lavi el martillo en realidad. Simplemente me gusta darle un toque sentimental a su martillo. Es una historia de amor que espero que os guste. De momento Lavi y Umi solo son amigos recién conocidos… Pero… ¿quién sabe qué pasará después? ¡Para saberlo, seguid el fic! Ya~neeeeeeeeeeeee!
PD: Bookworm, para quien no lo sepa, es el equivalente al español de ratón de biblioteca, y Lavi es un bookman, que sería hombre de los libros.
