Era una mezcla del perfume de las rosas, la espuma de mar bañando los pies desnudos, abrazos larguísimos, madrugadas de sábado en el sillón viendo dibujos animados y cosquillas en la panza.

Era una mezcla de tazones de café con leche bien caliente en invierno, hojas de otoño cubriendo las veredas, besos en la nariz, torta de chocolate, tus canciones favoritas, mantas de lana gruesas y abrigadas, mimos y mariposas hiperactivas en la panza.

Era una mezcla de jazmines, atardeceres caminando a orillas del mar tomados de la mano, sweaters de hilo, conos de helado de frutilla, películas románticas de los años '50, promesas llenas de significado y poesías.

Era una mezcla de libros llenos de sabiduría, discos de pasta, estampillas europeas, fotografías en sepia, fotografías a color, fotografías en blanco y negro, el susurrar del viento, peluches suavecitos, copos de nieve y caramelos de dulce de leche.

Era una mezcla de todas las cosas que a ella le hacían bien.

Por eso lo amaba tanto.