Tú eres llama de esperanza.

Kely Anne Douglas

"A ti que aún no sabes

los besos que te caben en la boca"

A ti que te lo haces, Joaquín Sabina

"Tú eres llama de esperanza". Dije sin pensar lo primero que me vino a la mente. Abriste los ojos al escucharme, sorprendida por lo que habías oído. Sacudí la cabeza arrepintiéndome de tales palabras y haberlas pronunciado con ese tono. Era la primera vez que me pasaba algo como esto frente a ti, «la razón de mi paciencia». Aquella niña, ahora mujer, que solo abría sus labios para comer una hamburguesa. Me mirabas interrogante, y pronto, con un gesto, llevaste tu mano a mi frente para definir la temperatura corporal. "¿Tienes fiebre, Nick?" Dijiste de forma inocente pero algo preocupada. Tú me das fiebre, Maya. Tú, y solo tú hacen que mis pensamientos se pierdan en ilusiones varias pero todas siempre llevan consigo el perfume de tu aliento. Maldita la hora en que pensé defenderte. Si hubiera imaginado lo ridículo que me vería en este café llevando un ramo de flores y el anillo en la otra mano. Pero sigues siendo tú, y la mirada ingenua me desconcierta. Tu «sí» en respuesta es más que suficiente para que aflore mi valentía y tome tus labios, dulces, gentiles, y a la vez tan suaves. Cuando te alejas me parecen tus mejillas como el carmín encendido. Entonces, cruzando los brazos inflamaste los carrillos pidiéndome otra hamburguesa. Yo sudé frío, no quise pensar en lo que me esperaría al vivir contigo si ya estabas enojada al principio. Me miraste con una sonrisa para pedirme luego un beso en compensación de todas las veces que la había hecho buena y dejado escapar. "Pero la hamburguesa todavía está en pie, Nick", me dijiste al separarte. Solo atiné a sonreír.