16-03-84.
Tomé su mano decidida, y tiré por ella. La alejé de allí. La arranqué del mal momento que estaba pasando. Ver a su hermano muerto, estaba en shock, y yo, quería hacerle el peor dia de su vida un poco más llevadero. La arrimé contra mi pecho, haciéndole saber que estoy con ella en todo momento, siendo su pilar así como lo es ella todos y cada uno de mis días.
Su hermano de 4 años al que vió morir, era mi hijo. Y yo, únicamente a pesar de mi dolor de madre sólo pude absorber la tristeza de mi otra pequeña, tragándome mis propias lágrimas, enseñándole a ser fuerte.
Estoy hundida, se ha ido al cielo mi ángel de la Tierra. Supongo, que mi reacción fue así para proteger a mi otra hija, o quizás, para no afrontar de cara la situación. Me duele como a nadie.
De algún modo tengo el corazón destrozado, pero no puedo permitir perder mi vida, porque tengo a otra enana a cuestas.
Con ayuda de mi familia puedo salir a delante, debo mostrarle a Kate que hasta en los peores días, hay resquicios de felicidad, aunque vislumbren o vaguen por la sombra, si sabemos arrancarlos, siempre, siempre habrá algo que te de todas las fuerzas para seguír caminando.
Diario de Johanna Beckett
