Disclaimer: los personajes son de J K Rowling. Yo solo me divierto con ellos.

pareja: Harry Potter y Blaise Zabini.

Capítulo 01. Árbol de Navidad.

-¡A mí no me gusta! ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

La joven morena sonrió con malicia y replicó:

-¿Ah no? ¿Y por qué has reaccionado así cuando se le ha acercado Boot y le ha abrazado por la cintura?

-No he reaccionado de ninguna manera Parkinson.

-¿Otra vez estáis hablando de lo mismo? -Se quejó un chico rubio que se había sentado cerca de ellos.

-Que te guste emparejar a todo el mundo con todo el mundo, no significa que a mí me guste…

-¡por Merlín Blaise! Admítelo de una vez.

-¿Tú también Draco?

El rubio apoyó la cabeza en el respaldo del sillón y cerró los ojos.

-Esto no funciona.

-Vamos Harry. no te rindas. -Le animó su mejor amigo.

-Es que ya no sé qué hacer. Darle celos parece no hacer efecto. Creo que no le gusto. Le soy indiferente.

-No estoy de acuerdo. He visto como te mira cada vez que Terry te abraza. -Comentó Hermione.

-Llevo tres meses tratando que se fije en mí. Sirius dijo que darle celos era la mejor manera de que me hiciera caso.

-Supongo que él sabe de esas cosas. Al fin y al cabo, así fue como logró que Kingsley se fijara en él. -Dijo Ron.

-Pero él no fue un Slytherin.

-Vamos a dormir compañero. Mañana inténtalo de nuevo.

Harry ovedeció y siguió al pelirrojo hasta su habitación.

-Pon esa azul por encima del reno. -Indicó un chico de Ravenclaw.

-No entiendo por qué decoráis el árbol al estilo muggle. -Comentó Lavender cuando pasaba por allí.

-¡Piérdete Brown! -Gruñó Harry.

-Slytherin sexi se acerca. -Murmuró Terry entre dientes.

El ojiverde siguió la mirada de su supuesto novio y vio al chico que le había gustado desde tercero.

Después, se dio la vuelta y continuó decorando el árbol con Terry.

De vez en cuando, al colocar un adorno, se rozaban las manos y sonreían.

Blaise Zabini estaba caminando con Theodore Nott y Draco Malfoy. Charlaban de cosas tribiales.

-mira eso. -Dijo el rubio en voz alta.

Blaise giró la cabeza y vio a Potter y a Boot decorando un estúpido árbol de navidad.

Mientras miraba, el Ravenclaw se acercó al otro chico y le acarició la mejilla. Fue acercando su cara a la del Gryffindor.

-(No toques a mi leoncito.) -Gruñó el Slytherin en su mente.

-(¿Por qué no te apartas Potter? Solo yo puedo besarte.)

-Ah no. Eso sí que no. -Espetó en voz alta.

Los labios de ambos jóvenes estaban a punto de tocarse y Blaise se acercó a ellos pisando fuerte con una expresión más furiosa que la de un hipogrifo cabreado.

-¡Boot!

El Ravenclaw despegó la mirada de las orves verdes y giró la cabeza con lentitud como si la presencia de un Slytherin enfadado le diera igual.

-¿Necesitas algo Zabini?

-¡Sí! ¡Que te largues!

-¿Disculpa?

-¡me has oído perfectamente! ¡Lárgate!

-¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?

Zabini apretó el puño en torno a su barita.

-Tengo que hablar con Potter. -Escupió.

-Habla. -Dijo el mencionado.

Cruzó los brazos sobre su pecho y le miró a la espera.

-Quiero que Boot se aleje.

Harry suspiró. Un rato después, golpeaba el suelo con el pie derecho con impaciencia.

-Zabini no tengo todo el día.

Nott y Malfoy estaban cerca pero no demasiado. Solo lo suficiente como para ver y escuchar lo que pasaba.

Bastantes alumnos se habían acercado y permanecían espectantes.

-No tienes derecho a besar a ese Ravenclaw.

-¿Me estás prohibiendo algo?

-¡Sí!

-¿Así que no puedo besar a Terry?

Harry odiaba que le dijeran lo que podía o no podía hacer. Y como siempre había hecho lo que no debía, esta vez no sería diferente.

Se acercó a Terry con decisión pero un brazo musculoso le sujetó de la cintura y le echó hacia atrás.

-No te atrevas Potter. -ladró el Slytherin.

Harry se giró dispuesto a gritarle cuatro cosas.

Abrió la boca para quejarse, pero sus labios fueron asaltados con brusquedad por otros labios ansiosos.

Abrió la boca de la impresión y Blaise aprovechó para intronucir su lengua.

Enredó los dedos en el pelo revuelto del más bajo para que no se apartara.

Harry tenía una mano en uno de los hombros del más alto y la otra en su cintura.

No pensaba dejar que ese guapo moreno dominara el beso. Al menos, no sin luchar.

El beso se intensificó y ambos gimieron bajito debido a las sensaciones.

Un rato después, Blaise fue bajando la intensidad del beso hasta que se volvió dulce y tierno.

Separó su boca de la del Gryffindor levemente ganándose un gemidito de protesta y una mirada asesina que parecía decir:

-(Ni se te ocurra dejar de besarme idiota.)

-Solo yo puedo besarte. Eres mío Harry James Potter.

-¿Ah sí? ¿Y por qué?

-Porque yo lo digo. Y porque desde hoy, somos pareja.

-¿Y qué te hace pensar que yo quiera serlo?

Zabini se encogió de hombros. Eres mío y punto.

-Eres un…

El más alto calló la réplica de Harry besándolo de nuevo.

-¿Soy un qué?

El ojiverde apretó los dientes.

-Eres mío Potter.

-¿Y yo no puedo opinar al respecto?

-¿Quieres ser mi pareja? -Preguntó Zabini suspirando.

Harry sonrió.

-Creí que no me lo pedirías nunca. Ya era hora Blaise Zabini.

-¿Qué… ?

Esta vez fue el Gryffindor el que calló al otro joven con un beso.

-Tú también eres mío Blaise Zabini.

Se separaron minutos después y se percataron de que casi todo el colegio les estaba mirando.

Incluso el director les sonrió y celebró el acontecimiento metiéndose a la boca un caramelo de limón.

Blaise cogió a su novio de la mano y tiró de él.

-No he acabado de adornar el árbol.

-Que lo haga Boot.

Harry trató de soltarse pero el otro chico no se lo permitió.

-Quiero hacerlo yo. Sin magia.

El Slytherin iba a replicar, pero al mirar al más bajo a los ojos, vio un destello de tristeza.

-Está bien.

La sonrisa del ojiverde enamoró aún más al aparentemente frío Slytherin.

Al final, terminaron adornando juntos el árbol.

Blaise gimió en su interior. Sabía que haría todo lo que fuera para ver esa amplia sonrisa todos los días.

-(Voy a convertirme en un Hufflepuff.) -Pensó.

Harry y Blaise cogieron la estrella a la vez. El Slytherin iba a soltarla para que el ojiverde la colocara en la punta, pero el león entrelazó sus dedos con los de él y juntos colocaron el último adorno.

Sin separar las manos, se acercaron el uno al otro dándose un suave beso.