— Tengo el antídoto definitivo.

Esas palabras provocaron que Conan soltara el celular y corriera rapidísimo hacia la casa del Dr Agasa.

— ¿Es de verdad?

Pregunto cuando llego allí. Haibara lo afirmo mientras con su pulgar y su índice sostenía la pequeña pastilla. Él la miraba con fascinación como si no pudiera creer que estuviera en sus dedos. Estaba ansioso como se podía notar el movimiento en sus pies.

Vacilación, duda no había eso en él, no se iba a quedar, aun si ella lo pide. Quería volver con Ran, solo con ella. Lo notaba en su mirada.

"¿Te quedas o te vas?"

Que importaba esa pregunta. Ella sabía la respuesta.

Pero...

— Me iré —Repuso. Conan dejo de mirar la pastilla para posarla en sus ojos.

— ¿De qué hablas?

— Cuando tomes la pastilla, me iré.

— ¿A dónde?

— Lejos.

— P-pero ¿Por qué? —Pregunto claramente impactado— No tienes a donde ir, este es tu...

— ¿Mi hogar? ¿El lugar que pertenezco? —Cuestiono— La única razón por la que me quede fue por ti. Tú fuiste el único motivo y ahora te iras con Ran.

— No voy a vivir a Alaska. Todo será igual.

Ella sabía que ni el mismo se lo creía.

— Tomate también el antídoto —Añadió y al hacerlo notó la tristeza en las pupilas de Ai.

— Solo hice una.

— ¡Entonces has dos! —Grito realmente esto lo sacaba de sus casillas— No tienes por qué irte.

— Si quieres eso, no tomes el antídoto.

— No me pidas eso —Dijo— Tengo que volver con Ran...

Esas palabras lastimaron el corazón de Haibara.

— Entonces. Tu decisión está tomada.

Él no contesto, pero la verdad, es que ya había respondido. Por eso se acercó a él con la pastilla en mano, los rostros frente a frente, cuando pensó que se la iba a entregar.

Haibara se la llevo a su boca, los ojos del detective se le dilataron, mucho más cuando ella unió su boca con la suya, abriéndola y jugueteando con su lengua para pasar la pastilla a la boca de él.

Cuando lo hizo, se separó, él la había tragado. Conan cayó de rodillas sintiendo un ardor en su cuerpo por el efecto de la pastilla y en el rostro por lo de recién.

— Haibara...

Llamó al verla marchar, ella, dio unos cuantos pasos y saco detrás del sillón, su maleta.

— Se feliz con Ran.

Dijo antes de mirarlo de reojo, antes desaparecer por la puerta principal, antes de que la cerrara. Kudo quiso ir tras ella, perseguirla, detenerla, pero se estaba transformando, el dolor era insoportable.

No podía. No podía.

Y mientras seguía viendo esa puerta cerrada, sentía un dolor fuerte en su pecho y no era nada que ver que estaba volviendo a su cuerpo original.

Ahora sabía la razón. Lo entendía todo y Shinichi lo sentía mucho por Haibara, por no poder quedarse.