Disclaimer: Renuncio a los derechos sobre los personajes reales, pues ellos se pertenecen a si mismos, así como los nombres artísticos que se toman para nombrar a otros personajes que sajen en esta historia. Crepúsculo así como su universo es propiedad de su autora Stephenie Meyer. La trama y los personajes originales son míos. Esto es sin animo de lucro, y el único motivo es entretener al lector.

Mi historia entre tus besos

Cap.1 INFIERNO

Infierno

Cuando Emmett llegó a mi puerta me quede mirándolo perpleja. Era el vampiro más guapo que pude haber conocido, y vaya que si estaba conociendo a muchos este año. La facha de deportista playboy que siempre lucía estaba reducida a polvo y unos pantalones de cuero con una camisa acanalada cubrían su perfecto cuerpo.

— Vaya, estás echa un bombón.
Dijo mirándome como si fuera su cena.

— Tú no te ves para nada mal.
Respondí mientras caminaba fuera del departamento.

Bajamos en el ascensor y él siguió mirándome.
— Emmett si sigues así no voy a ir contigo a ninguna parte.
Comenté.

—OK, ok.— Respondió mientras íbamos hacia su auto.-—Pero la culpa es tuya, te ves muy bonita.

Le agradecí el cumplido y me quede pensando en que momento había aceptado salir con él. De todas las personas diferentes que hay en el mundo Emmett y yo somos un caso perdido, que solo comparten el nexo de llevar el mismo apellido "Cullen".

A Emmett siempre lo ví en el instituto con Rosalie Hale, la vampiro más hermosa del lugar, así que nunca pensé que una vez ella se fuera de viaje, él se acercara a mí. Pero así fue.

Con Emmett estudiábamos juntos arquitectura y a él le gustaba ver como yo me calentaba la cabeza con cálculos y se partía de la risa cuando me equivocaba al dibujar los últimos trazos en los planos. Cuando la mande al cuerno me pregunto si quería salir con él, y yo acepté. Claro que pensé que era broma pero no fue así. Él me había pasado a buscar a la hora señalada y yo apenas tuve tiempo de arreglarme.

Me puse un vestido strapless, tacos altos y me cogí el cabello en una coleta que enrede en forma de tomate que sujete con unos palillos. Y aún así Emmett me encontraba bonita.

El auto de Emmett era fenomenal y rápido, pero cuando salimos de la ciudad me preocupé un poco y lo mire fijamente.
— ¿Adonde vamos a ir?
Pregunte.

—Al infierno.
Respondió.

— Emmett — resople — En serio dime ¿Dónde vamos?

Él me miro sonriendo con esos hoyuelos encantadores y abrió el compartimiento de los documentos, me pasó un sobre lacado negro y lo abrí.
— Vaya, era cierto.
Dije mientras acariciaba las invitaciones al exclusivo club para oscuros.

Sonreí y en silencio miré como el manto de una noche sin luna caía sobre nosotros. Mi corazón se agitó asustado cuando él tomo un camino que se adentraba en un bosque cerrado que no dejaba que la luz de las estrellas pasara pero me mantuve en calma, por que como toda humana me moría de ganas de conocer este lugar, así que tragarme el miedo era un pequeño sacrificio.

A nuestro alrededor estaba todo tan oscuros que no sé como diablos no chocamos, pero la luz de la esperanza se abrió al final cuándo unas luces pasaron por nuestro lado y varias motos mostraron el camino que yo no veía, entonces me sentí más segura.

Cuando vi la inmensa mansión que apareció de la nada me quede boquiabierta mirándola. Era una construcción antigua, típicas de algunas regiones de Europa en donde usaban imágenes sobre los techos. Las dos gárgolas que pendían en los pilares más altos de la casa eran perfectas. Las antorchas de fuego que alumbraban el estacionamiento y la entrada sacaban destellos dorados de la casa de piedra pulida y la sensación de sumirse en otra dimensión era seductora.

Cuando nos bajamos silbé al ver los autos que habían estacionados, y ni hablar de la gente que caminaba hacia la puerta. Los oscuros simplemente tiraban todo a la parrilla en este lugar. Lucían costosos autos y trajes de corte que seguramente eran carísimos. Ahora entendía el porque la petición de Emmett de que me pusiera elegante. Eso fue algo que encontré injusto, cuando vi que él iría con pantalones de cuero, pero Emmett era vampiro y ellos se ven elegantes con cualquier cosa.

Él saludo muy cordialmente al vampiro de la entrada y cuando llegamos al interior me deleite en los detalles de aquella mansión.

—Vaya Emmett, gracias por traerme a este lugar.
Dije contenta.

Él sonrió y sus ojos chispearon.
— Gracias a ti por acompañarme.
Respondió.

Fuimos por unos tragos y pasamos a la pista de baile. Sin duda la dueña de este lugar no había escatimado en gastos para complacer a su gente. Mientras miraba a mi alrededor conversábamos de variadas cosas y caminamos por el borde de la pista hasta salir a la terraza en donde beberíamos nuestras copas para después ir a bailar.

Esa era la idea original.

—Mira, ahí están mis hermanos y unos amigos.
Dijo Emmett.

—No sabía que tenías hermanos.
Respondí.

Todos ellos giraron como si lo hubieran escuchado y comenzaron a saludarse afectuosamente y con sonoros golpes en la espalda, de pronto cuando aquella masacre amistosa acabo él me presento a sus amigos, Sam, Seth, Paul y Embry, y por último a sus hermanos, Jasper y Edward.

—No nos has dicho el nombre de tu amiga.
Advirtió Jasper.

—¿No? — Respondió Emmett con una sonrisa — Que distraído que soy, amigos, ella es Bella Cullen.

Todos se quedaron en silencio y Edward comenzó a toser, Jasper y los otros comenzaron a reír escandalosamente y yo me quedé en blanco. Miré a Emmett quien miraba con una sonrisa burlona a su hermano menor y pregunté cual era el chiste.

Una coincidencia. Respondió él mientras ellos seguían riendo. Pero aquello no me convenció, menos cuando advertía las miradas que Edward me dirigía.

— ¿Emmett puedo hablar contigo?
Dije mientras jalaba al vampiro a un lado.

Él me sonrió y nos alejamos unos pasos.

—¿Puedes decirme qué estas planeando?
Pregunté en un susurro.

— ¿Yo? Nada – Respondió él — ¿Por qué?

— Por que no es común que la gente estalle en risas cuando escucha el nombre de otros. ¡Confiesa Emmett!

Él vampiro me mostró sus hoyuelos y ladeo la cabeza de un lado a otro, miró hacia el grupo y sonrió, gire y vi que Edward nos miraba fijamente, casi de forma molesta y sus ojos pasaban de Emmett a mí.

— Veras — Contó mientras me giraba para que nos alejáramos más — Resulta que hace un tiempo atrás mi hermano tuvo una novia muy bonita… incluso le pidió matrimonio.

— ¿Y qué tengo que ver yo con eso? ¿Acaso me trajiste de regalo de despedida de soltero?
Gruñí golpeándolo con mi pequeña cartera.

—¡No!¡No!— respondió — Solo que su nombre era Bella… Bueno Isabella, pero le decíamos Bella y si se hubieran casado hubiera pasado a llamarse Bella Cullen ¿Entiendes el chiste?

Me quedé muda por unos segundos mientras él se reía.
—¡Maldito pedazo de cemento! — Gruñí dándole reiteradamente con la cartera — ¡Como se te ocurrió hacerme esto!

Emmett se echo a reír mientras yo lo golpeaba y el bolsito terminó por romperse.
—¡Idiota! ¡¿Ves lo que provocaste?
Pregunté.

— Emmett nunca se fija en esas cosas — Respondió Edward acercándose a mi espalda, recogió mis cosas y me ayudo a guardarlas - Tiene un sentido del humor muy retorcido.

— Y ahora me lo dices.
Respondí.

Él afirmo mientras Emmett agregaba.
— ¡¿Y qué? ¡Tú estabas al tanto de todo!

Mis ojos chocaron con los de Edward y él sonrió de manera torcida.
— A muy bien ¿te estudiaste el guión? ¿Qué sigue?
Pregunte molesta.

— Bueno, podemos ir a bailar y alejarnos de estos locos. Por que no hay guión.—
Respondió.

— ¿Ah no? ¿Y cómo lo haces?
Pregunté sin creerle.

— Puedo leer las mentes.
Respondió.

Lo miré y me eche a reír.
— Si claro.
Dije.

— Pruébame.
Contestó él.

Lo miré detenidamente, sus ojos color bronce eran extraños pero eso seguramente lo sabía, mi mirada se paseó por su ropa de diseño y por los finos pliegues de los puños ¿Cuánto me demoraría en arrancarle la camisa para ver su extraordinario cuerpo?

- Preferiría quitármela voluntariamente, los botones son tallados a mano y se pueden romper. Son muy difíciles de conseguir.
Respondió Edward.

Me quedé muda mientras las mejillas se me ponían rojas.
— Lo siento.
Me disculpe.

— No te preocupes… ¿Te parece si te invito a bailar y nos alejamos de los locos?
Propuso.

Lo mire con cara de duda y él sonrió de forma arrebatadora.
— No estoy de despedida de soltero, ni siquiera estoy comprometido.

—¿Y la tal Bella?
Pregunté.

— Supongo que con su novio Mike.

— Vaya, lo siento.

— Gracias.

Bajamos hasta la pista y nos pusimos a girar en ella, era raro sentir su cuerpo frío tan cerca del mío, me hacía estremecer y él lo notaba.

En una pieza lenta él me apoyo en su pecho y mi mejilla rozó su camisa, el aroma dulce de la tela impregnada me llenó los pulmones y me sentí mareada. Levanté la mirada para pedirle que nos detuviéramos pero solo fui capaz de quedarme hipnotizada mirándole los labios.

Fue entonces que un beso íntimo prendió fuego desde su boca fría a través de mi cuerpo, y nos detuvimos para profundizarlo. Yo no era dueña de mi misma, me sentía extraña, había magia en el lugar, todo era hechizante, pero mucho más Edward.

Nos mecimos al ritmo de la canción y cuando esta adquirió ritmo nos escondimos bajo la escalera, en donde un sofá se extendía escondido entre las sombras. Era algo pequeño pero si me sentaba en las piernas de él quedábamos bastante bien.

Los labios de Edward recorrían ávidamente mi cuello y mis hombros desnudos mientras mis manos se hundían en su cabello. Lo unico que deseaba era sentirlo dentro de mi. Lo podia casi gritar a los cuatro vientos, y no hubiera sentido ni pudor, ni vergüenza. Eso había quedado atrás.

Entonces el calor aumentó y se hizo intenso cuando las rápidas manos de él pasaron bajo mi vestido. Abrí los ojos sorprendida mientras él me callaba con un beso y me sujetaba de la cintura. Entonces sus dedos tocaron la suave tela de mis pantaletas de seda y abrí mi boca para ahogar una exclamación, los labios de seda fría de Edward se posicionaron sobre los míos para callarme. Y así se tragó todos los gemidos que tuve mientras él frotaba con su dedo aquella zona que se apretaba y comenzaba a quemar.

Mi respiración se hizo irregular y temblé, hundí la cabeza en su hombro y gemí cuando un dedo se hizo paso y se introdujo lentamente en mí.

— Tranquila.
Ronroneó en mi cuello.

¡Demonios!¡No podía estar tranquila!¡Yo estaba hirviendo!

Entonces él me beso profundamente y me llevó al segundo piso, allí me deslizó por la muralla hasta que nos introdujimos a un cuarto, entonces cerró con delicadeza y caminó hacia el centro. Se desabrochó la camisa de forma dolorosamente lenta.

No pude evitar que un suspiro se escapara de mis labios al mirar su pecho al descubierto. Él me observó dedicándome una sonrisa torcida y arqueando una ceja dejó caer la camisa al suelo.

Caminó hacía mí lentamente, sus caderas se movían al con la misma sensualidad que las panteras, y la luz de las velas destacaba la palidez de su piel.

¡Dios como podía ser tan magnifico!

Quedé atrapada entre sus brazos fibrosos y la pared, bajo su cara y su aliento frío rozó la piel de mi mejilla. Mi corazón latió a mil por hora mientras él hundía su nariz en el hueco de mi cuello ronroneando.

- Hueles de manera sensacional, la pasión… el deseo… el miedo al pecado…

Suspiré mientras mis manos se apoyaban en su pétreo pecho y sentía la frialdad de la seda fría.

— Solo dime si estas aquí por mí — Dijo atrapándome en sus ojos miel — Dímelo Bella y te haré el amor hasta el amanecer.

Cuando Edward se insinuó de esa manera no pude evitar que mi corazón latiera de forma exagerada, él pasó la nariz por mi cuello produciendo un toque eléctrico que casi me bota al suelo. Apoye las manos en sus duros hombros y me tragué un suspiro.

— Tu sangre esta sonrojando tu piel — Ronroneó él— Deseo probarte.

Levanté la cara y lo miré detenidamente, los ojos de él eran ardientes y podía ver pequeñas luces doradas debido al efecto de las velas, su piel era tan fría que realmente era un placer que refrescaba mi ardiente deseo.

— Déjame probarte y te daré una muestra de placer.
Ofreció él.

— ¿Solo una?
Pregunté con una sonrisa.

Edward se separó un poco de mi para mirarme y sonrió de manera torcida.

— Bueno, eso es negociable.
Respondió apoderándose luego de mi boca.

El aliento frío y dulce de Edward inundó mis sentidos mientras sus manos recorrían mi cuerpo encendiendo cada parte que tocaba. Su dura excitación se apoyó en mi vientre y yo separé la boca de la suya para tomar una bocanada de aire.

Entonces los labios de él fueron a mis hombros para besarlos, sus manos me levantaron y fuimos al sillón en donde me acomodó a horcajadas sobre su cuerpo. Los besos entonces se pusieron más intensos y mi respiración se dificultó.

Sus labios bajaron hacia mis pechos mientras sus manos bajaron el strapless que los cubría. El cambio de temperatura que me golpeó cuando su boca fría tomó mi pecho me hizo gemir. Mi cabeza cayó hacia delante y mis dedos se hundieron en su cabello cobrizo.

La lengua de Edward trazó círculos alrededor de mis pezones y sus dientes mordían mis pechos de forma delicada. El fuego en mi cuerpo subió de presión y acumuló la sangre en mi bajo vientre. Sus manos fueron a mis piernas y comenzaron a subir mi vestido hasta que me lo quitó.

Entonces me quedó mirando y sonrió mientras yo respiraba agitada, giramos en el sofá y quede bajo de su cuerpo. Su boca nuevamente me besó en los labios, y luego comenzó a bajar por mi cuerpo.

Mis pechos se pusieron duros cuando él los lamió y jugó hasta dejarlos duros y adoloridos. Luego sus dientes mordisquearon mi vientre y bajaron hasta mis piernas. Entonces su lengua recorrió las venas del interior de mi muslo y yo comencé a sentir que me quemaba.

- No sé que deseo más – Ronroneo – Si tu cuerpo ó tu sangre.

Lo miré y me fijé en sus ojos oscuros, él pasó la boca reiteradamente por la piel de mi pierna mientras su mano subía para tocar de forma delicada el nudo que se había echo en mi intimidad. Gemí y cerré los ojos mientras él acariciaba aquella parte con sus dedos.

Hundí las uñas en el genero del sofá cuando sus dedos comenzaron a separar la piel de mi intimidad y un dedo frío se hundió lentamente en mí. Entonces mordió mi piel. Chille y lo maldije mientras mis manos rasguñaban el sofá, mi cuerpo inconcientemente se arqueaba hacia él y comencé a sentir que el fuego aumentaba en mí interior.

Ahora entendía a las chicas a las que les gustaba andar luciendo mordidas por el mundo, el dolor solo dura un segundo y luego comienza a subir el deseo de tu cuerpo. Era algo muy placentero que cosquilleaba bajo la piel y que se intensificaba cada vez más hasta hacerse casi insoportable.

Mi respiración se agitó hasta convertirse en gemidos que aumentaban de volumen segundo a segundo.

¡Maldición!

Cada vez que Edward sorbía mi sangre el calor aumentaba y aumentaba hasta que la presión en mi vientre se hizo dolorosa y mis caderas se mecieron para que su toque intimo me liberara de aquella tortura.

Y en menos de un segundo Edward estuvo entre mis piernas y se hundió violentamente en mi interior. Grité mientras él hundía sus dientes en el pulso de mi cuello y mi vientre se apretaba a alrededor de su sexo.

Me aferré a su duro cuerpo y él salió hasta la punta para luego entrar con fuerza. Y así comenzó a mecerse sobre mí mientras bebía mi sangre con avidez. Mis manos recorrieron su glorioso cuerpo y temblé cuando la presión de mi orgasmo explotó.

Grite y él dejó mi cuello en paz. Lo lamió y se apoderó de mi boca mientras los últimos espasmos de mi vientre se apretaban a su alrededor. Moví la cabeza a un lado para poder respirar y él se sostuvo en sus brazos con el miembro aún duro dentro de mí. Tarde un par de minutos en recuperar mi respiración normal y él paseo su boca por mi cara y hombros.

-¿Esto es normal para ti?
Pregunté agitada cuando él se movió levemente y mi vientre pinchó.

Él sonrió y se meció levemente sobre mí.

- A veces – respondió mientras yo cerraba los ojos – Pero el placer es diferente – Su boca bajo a mi oído y ronroneó con su aliento frío – Cuando siento que me quedo atrapado como en este momento mi hambre aumenta más – Nuevamente se meció y yo me aferré de sus brazos - ¿A ti no te pasa lo mismo?

Abrí los ojos y me fijé en sus labios sonrientes, él se movió otra vez y yo sentí que el placer nuevamente me inundaba. Edward me levantó y nos quedamos sentados uno frente al otro, apoyada en mis rodillas elevaba mi cuerpo y ofrecía mis pechos para que él los acariciara con su boca. Mis dedos se hundieron en su cabello incitándolo a que siguiera mientras sus caderas se elevaban y su miembro se hundía más en mí. Hasta que nuevamente el placer comenzó a tocar la cima.

Empujé a Edward y me mecí sobre sus caderas que se elevaban para entregarme al abismo de la desesperación. Me sacudí cuando mi orgasmo estalló y gemí fuerte mientras me recostaba en su pecho.

—Demonios.
Dije mientras respiraba agitada.

Edward se puso a reír en tono bajo y acarició mi espalda.
— ¿Qué te ocurre?
Preguntó.

— No puedo creer que sigas así.
Respondí apoyando mi frente en su pétreo pecho.

Estaba casi frustrada de no poder satisfacer a ese vampiro, pero ¿Qué sabía yo de ellos? A lo mejor y ellos no sentían placer ni tenían orgasmos.

— Te equivocas — Respondió Edward girando para quedar sobre mí — Sentimos placer, pero somos capaces de disfrutarlo por más tiempo.

Sentí que la sangre se agolpaba en mis mejillas y lo mire molesta.
— Deja de leer mi mente — Dije — Es de muy mala educación.

Él afirmó y me besó para luego dibujar un camino que llevó su boca hasta mis caderas. Sentí alivió cuando su cuerpo dejó a mi cuerpo descansar un momento. Él se entretuvo lamiendo y mordiendo juguetonamente mi piel mientras yo lo acariciaba.

Se acomodó a mi lado y me atrajo a su cuerpo, comenzó a mordisquear mis hombros y sus manos llevaban mis caderas hacia atrás para frotarme con su cuerpo excitado. Cerré los ojos mientras la neblina del deseo me inundaba otra vez.

La pierna de Edward se hizo espacio entre las mías y sentí como su cuerpo entraba en él mío. Apoye mi mejilla en el sofá y apoye mis palmas para sostenerme. Él se comenzó a mecer mientras sostenía mis caderas para ir aumentando de a poco la fuerza de sus embates.

Cielos, esto era más que una muestra de placer ¡Era todo un despliegue!

¡Que estúpida había sido su ex al desperdiciar a tan buen amante!

Hasta que Edward lleno de deseo me giró y me hizo suya desesperadamente. Gemí, grité y jadeé llena de deseo mientras él se mecía sobre mí, hasta que su cuerpo tembló. Lo miré y él sonreía, se movió lentamente y yo cerré los ojos mientras me reía cansada.

Edward me llevó hasta la cima de la perdición e inundó mi vientre del frío más placentero. Luego descanse entre sus brazos hasta casi el amanecer, y durante esos momentos nos besamos y exploramos nuestros cuerpos con suaves caricias.

Emmett me dejó en casa cuando el sol comenzaba a clarear la tierra, su sonrisa destacó sus hoyuelos en su brillante piel.

— Bueno.— Dijo — Parece que lo pasaste muy bien con mi hermano ¿Verdad?

— Si – Respondí – Es un chico bastante agradable y es muy interesante conversar con él.

—Me imagino — Se burló él - ¿Aquellas mordidas y morados en tu piel son las respuestas a tus interesantes preguntas?

Resoplé y lo mire gruñendo.
— Hazle un favor a la humanidad Emmett y muérete.

— Imposible — Respondió él Ya estoy muerto.

Le hice un gesto desagradable y él se desternilló de la risa, las ruedas de su auto rechinaron en la esquina y desapareció mientras yo entraba al edificio.

Antes de caer a la cama me miré la piel, Emmett tenía razón, tenía algunos morados y seguramente las mordidas se me verían de lo mas simpáticas en la tarde.

¿Qué dirán mis amigas cuando me vean?

— Que se vayan al Infierno.
Gruñí como respuesta mientras me tapaba la cabeza con un cojín y me dormía.

¿Al infierno?

¿Qué cómico no?


Mil gracias por comentar hermosas.

Besos