– ¡Están atacando las puertas noroeste y norte!–
– ¡Manden a los 7, ahora!–
– ¡Los 7 ahora están defendiendo las puertas laterales y se han divido para defender la muralla sur!–
– ¡Maldición!–
De un limpio movimiento se deshizo de su oponente, llenando del más intenso rojo carmesí la hoja filosa y blanca de su espada. Con un suave y certero movimiento enfundo su arma y corrió con todas las fuerzas que aun residían en sus piernas.
A cada paso que daba sus pies y músculos ardían como las mismas llamas del infierno. No se permitió quitar la vista del frente, sus oídos eran inundados por los sonidos de las espadas chocando contra las armaduras de los enemigos o sus aliados, sus ojos ardían por el humo del fuego.
"–Solo muerte les espera después del amanecer–"
Llego a la imponente puerta del Norte y miro, con angustia, como la mayoría de los cuerpos esparcidos en el campo eran los de su gente. Con una furia naciente de lo más profundo de su cuerpo desenvaino la espada y corrió de nuevo hacia el enemigo. ¡Nadie se metía con su gente y se quedaba impune!
– ¡Deténgase, son demasiados para usted!–
No escucho otras palabras más que las se repetían sin cesar en su cabeza, la ira es un pésimo consejero, pero en esos momentos de desesperanza y profundo dolor, sus palabras eran las más dulces y sabias que sus maduros oídos hubiesen escuchado antes.
"Fortunam et felicitatem vobis ut vos et custodiet a casus"
– ¡Necesitamos más gente por el norte!–
– ¡Entradas este, oeste, noroeste y la entrada por el río limpias!–
– ¡Maldición, muévanse que necesitan refuerzos en el norte!–
– ¡La gente ya ha sido evacuada, los guerreros caídos están siendo atendidos!–
– ¡Señor, no tenemos mas guerreros con la fuerza necesaria!–
– ¡Mierda!–
Escucho los amargos gritos del comandante y un subordinado, sabia que había muchos heridos, demasiados muertos, pero tenía la seguridad de que sus doctores ayudarían a los que mas pudieran y los que habían muerto, aún contaban con una esperanza, unas gotas de faelnirv en sus heridas y unas cuantas mas que bebieran volverían a la vida.
"Sidera tueri"
Eran muchos, demasiados para la poca fuerza que aun habitaba en su alma, la fatiga comenzaba a hacer mecha en su maltratado cuerpo, pero no se rendiría, aun podía dar lo máximo de sus energías.
Clavo la espada en el frío suelo para después sacarla con fuerza libre de sangre fresca, ahora solo era la lúgubre imagen de una espada digna de una guerra tan encarnecida como la que se libraba en ese, antes, campo coloreado de un suave verde. Miro con todo el odio que se le tenía permitido sentir a las personas que osaban irrumpir en su apacible hogar, y sin mediar en nada mas, la última batalla del día estaba por librarse.
Una sola persona, armada únicamente de su espada, un par de dagas y un odio interminable, contra un temible ejercito de, por lo menos, 100 personas, mejor armadas y mas frescos que una mañana soleada tras una terrible tormenta…y aun así, a pesar de llevar una clara desventaja, se dirigió con todo lo que tenía hacia sus enemigos.
Y todo se volvió más carmesí para aquella gran ciudad y el agrio olor a muerte inundo las narices de las personas entristecidas al ver su utopía convertida en cenizas.
"– ¿Deseas la fuerza para proteger a tu gente?–"
–Deseo la fuerza para vengar a los caídos, anhelo ver un río hecho por la sangre de los enemigos de mi gente. –
"– ¿Qué darías por el bien de tu pueblo?–"
–Mi poder, mi vida, mi cuerpo y mi sangre. –
"–Acepto el trato–"
–Por el bien de mi familia, mi pueblo y mis amigos…acepto. –
La gente estaba a salvo, los médicos estaban atendiendo a los heridos, y quienes seguían los pasos de la muerte se les estaba entregando el mágico elixir.
–Tus heridas son peores de lo que pensé ¿En donde demonios tenias la cabeza para lanzarte así contra todo un ejercito?–
– ¡Bah! No fue nada, total ¿Sigo con vida no es así?–
– ¿Cómo lograste salir de ahí? Es decir, tenías todas las de perder–
–No lo se, recuerdo estar peleando y de pronto la obscuridad me rodeo, una voz me pregunto lo que deseaba, y después me encontraba en medio de un campo lleno de cadáveres como si fuesen flores emergiendo de la tierra–
– ¿Una voz?–
–Si, fue extraño…– Una explosión dejo sin concluir la frase haciendo que ambas personas cayeran de bruces al piso. – ¿Qué demonios?–
– ¿Siguen los ataques?–
– ¡Quiero a los mas fuertes Kairya protegiendo la cueva! ¡Los guerreros que aún puedan seguir en pie vengan conmigo!–
–Espera, los guerreros están fatalmente heridos, además, los 7 aun no regresan–
– ¿Qué? ¿Por qué no me lo habías dicho antes?
– ¡No he tenido la oportunidad!–
–Maldita sea…iré yo entonces– No espero una respuesta, simplemente se alejo de la cueva.
– ¡Espera, tus heridas aun están frescas!– Miro con temor como su general se alejaba sin hacer caso a sus advertencias. Bufo con molestia mientras dirigía sus pensamientos a palabras para nada amables y razones tontas del por que iba a una muerte mas que segura.
"El fénix que domina la vida y la muerte en aletear, quetzal de ámbar al alba, pavo real purpura al atardecer, muere al comprender y renace de sus cenizas para aprender, su canto magno porta la llama dorada de la vida…"
– ¡Fulgura!– Su cuerpo pesaba mas por cada paso que daba, pero no se rendiría tan pronto, su pueblo contaba con que los defendería hasta que el último aliento de vida abandonara su joven cuerpo. Sus oídos zumbaban con fuerza después del último hechizo que salió de sus labios, mientras sus ojos ardían a causa del humo que el fuego ocasionaba. Con su espada daba cortes certeros en los cuerpos de sus enemigos mientras que la mayoría caía sin vida por los alrededores.
– ¡Mors!– Eso era un suicidio y lo sabia, pero no se podía permitir el perder a alguien con quien ha vivido durante toda su vida. La magia cobra lo justo por el hechizo recién usado y comienza a agotarse con mayor rapidez, pero no se rendiría tan fácilmente, lucharía con todas sus fuerzas.
Los dioses estaban de su parte, ya que de un momento a otro, una suave lluvia comenzó a caer en sus cabezas, limpiando todo rastro de fuego o sangre del campo, o bien, de sus ropas.
"El basilisco, cuyas gemas refulgen como soles perdidos, reptil señorial de 6 patas y corona de anchos cuernos, en virtud de su conciencia como constructor del mundo transforma lo que mira en roca, guardando momentos"
–E–esos…fueron…todos…–Se dejo caer al piso, todo por fin había terminado.
Con la fuerza de 2 personas domadoras de magia tan poderosas como lo eran, no les fue tan difícil librarse de un ejército de 100 hombres mejor armados y alimentados. Pero tampoco fue tan fácil, con sus cuerpos cubiertos de heridas, el hambre embargando sus estómagos y el cansancio de la batalla de 3 días seguidos, fue realmente un milagro el salir con vida de esa pequeña, pero significativa batalla.
– ¡Por los dioses, es la última vez que permito que me lleves entre las patas con tus temerarias ideas!–
–Vamos que no fue tan malo, por lo menos tuviste algo de acción–
– ¡Suficiente acción tengo con curar heridos en la cueva!–
–Por fin, Vethanaë esta libre– miro el cielo nublado y dejo que las gotas de lluvia se llevasen consigo las preocupaciones y tensiones que hasta ese momento llevaba acumuladas a lo largo de esos días de guerra.
–Eso es algo bueno, pero es una pena que tantas vidas se perdieran–
–Es cierto, pero por conseguir la libertad de mí pueblo daré mi sangre y mi cuerpo–
–Todos sabemos de lo que eres capaz por Vethanaë–
Se quedaron en silencio después de esas palabras, la lluvia caía con gracia y suavidad en el campo de batalla, los 2 pares de ojos viajaron por sobre el campo inundado por destrucción. La nostalgia les golpeo con fuerza al imaginar ese mismo lugar que antes fuera adornado por una gran variedad de matices de colores claros y olores exquisitos. La sangre opacaba, la antes, hermosa visión de frescura que se respiraba y se dejaron embargar por el murmullo del viento y los suaves cantos que la lluvia les dedicaba para tratar de curar sus heridas.
–Ahora debemos regresar al pueblo entero a la ciudad–
–No será fácil, pero supongo que tenemos que ser pacientes–
–Sera demasiado el tiempo, muchos soldados están heridos de gravedad, las mujeres se moverán lentamente al igual que los niños. –
–Esas personas nos harán movernos con fuerza, son la energía que hacen falta– Cerro los ojos con alegría mientras permitía que el día muriera lentamente y el astro rey permitiera a su reina tomar su lugar en el manto astral.
"El fénix es el heraldo del Sol. Es un quetzal con plumas de fuego, ámbar del alba, purpura del atardecer, bermejo de los volcanes y carmesí de los incendios; todas las llamas son suyas."
No hubo más problemas con el ejército enemigo, los soldados heridos durante la batalla se encontraban en reposo en mejores condiciones. Los doctores agotaron sus fuerzas al usar la magia para sanar heridas de los cuerpos mallugados y heridas superficiales de la gente ajena a los asuntos de ë se tomaría 3 días para recuperar fuerzas y volver a su amada ciudad. Varios hombres fueron enviados a revisar el estado actual de los edificios y casas.
–Mañana es el ultimo día de nuestra estancia en esta cueva ¡Disfruten mientras puedan, que regresando a nuestra ciudad reconstruiremos lo destruido! ¡Agradezcamos a los dioses que seguimos en pie! ¡Bailar y disfrutar de esta, nuestra ultima noche fuera de los muros de Vethanaë!–
– ¡Sidera cura Vethanaë!–
"El basilisco es el senescal de las entrañas de la Tierra. Un ancho lagarto de 6 patas y una corona de cuernos alrededor de la cabeza que utiliza a modo de radar en la oscuridad del submundo"
La gente se movía lo más rápido que podía, sabían que no podía confiarse en el paisaje tranquilo que se levantaba frente a ellos, para evitar que los niños o adultos mayores se separaran del grupo, algunos hombres desfilaban a cada lado de la enorme fila.
–Todo va muy tranquilo–
–Después de la guerra la tierra exige paz ¿Qué no es eso lo que siempre aseguraba tu padre?–
–Mi padre era sabio, pero también era muy confiado– La amargura cubrió su voz a la mención de su progenitor.
Un buen rey que gobernó con mano de hierro y un corazón noble a su gente, desgraciadamente cayó en una trampa tendida por quien fuera, en esos momentos su consejero, además de su supuesto mejor amigo.
–Fue un excelente rey a pesar de todo–
–Si, lo fue–
"–Es hora de comenzar el juego–"
– ¿Has dicho algo?–
–No ¿Por…?–
Una densa niebla cubrió su cuerpo, gritos de susto inundaron sus oídos, su cuerpo comenzó a pesarle mas de lo que llego ha hacerlo durante las batallas. Una voz ajena a sus recuerdos sobresalió de entre todas las demás
"–El juego…ha comenzado–"
– ¡Espera! ¿De que demonios hablas?– Saco su espada de su funda. Comenzó a dar estocadas inciertas a un enemigo invisible, no encontraba un cuerpo solido en el que encajar su espada.
– ¡Vates!– La voz de su pueblo rugiendo le alentó a seguir luchando. No se rendiría tan fácilmente.
– ¡Espera!–
– ¡No te acerques!–
La sombra de 3 personas acercándose a donde se encontraba le alerto que debía salir de ahí antes de involucrar a más gente.
Distinguió la forma de un hombre joven junto a la de un niño pequeño, sabia a la perfección quienes eran, lucho con mas fuerza para alejar esa extraña niebla y evitar que ellos se acercaran mas. ¡No podía permitir que, precisamente, ellos corrieran peligro!
– ¡Aléjense, Koga, Shippo!–
No fue capaz de distinguir en que momento la tercera sombra y se posiciono detrás de su cuerpo.
– ¿Qué demonios es esto?–
– ¡Sal de aquí ahora mismo!–
No hubo más palabras que el pueblo de Vethanaë pudiese distinguir de esa extraña neblina que cubría ambos cuerpos jóvenes. Sin embargo fueron espectadores de como dicha niebla desaparecía, llevándose consigo a sus prisioneros.
