Disclaimer: Los personajes no son míos son de la maravillosa Sthepenie Meyer, la historia es producto de mi imaginación.

Regreso al inicio de la historia, simplemente buscando darles una historia mejor.

Capitulo beteado por Caelius y Katlyn Cullen de Betas Fanfiction, Gracias.

No olviden escuchar Happily Never after -BackstreetBoys.


LOVE IS

La vida le estaba haciendo una mala jugada, porque lo que juro que no le pasaría a ella, le estaba sucediendo ahora. Lo estaba abandonando; y si tan solo fuera por las mismas razones que sus padres, ellos se habían amado, pero Renée necesitaba ver el mundo y vivir, En cambio ella le había dado todo y él ¿qué le dio? mentiras, engaños, promesas que jamás cumplió, palabras que podían llevarla al cielo o al infierno, actos que siempre terminaban rompiéndole el corazón. No, ella no podía mas, ella se merecía algo mejor.

Bella tomó aire lentamente, bajó su rostro y notó que se encontraba tocando: el sencillo anillo que tenía en el dedo anular de su mano izquierda. Suavemente se quitó el anillo del dedo y lo dejó caer al suelo, tomó su maleta y salió por la puerta sin mirar atrás, decidida a encontrar y a construirse una vida mejor.

El taxi la estaba esperando, subió en el, indicando al taxista su destino. Bella deseaba estar muy lejos cuando él regresara, quería que sintiera, si es que sentía algo por ella, lo que ella sufría cada vez que se marchaba.

Una semana antes, ella le había advertido.

Recordaba cada palabra de ese día.

-Me voy mañana a California, regresaré en una semana…. Y no me vengas con esas cosas de que si va Victoria conmigo, de una vez te aviso que si, ella va conmigo- decía él mientras guardaba en una pequeña bolsa sus artículos de aseo.

Bella lo miró tranquilamente, dejó de armar la maleta que él se llevaría y con una voz serena, la voz de una mujer decidida y sin rabia, pero con mucha tristeza y nostalgia, le dijo:

-Bien, porque ya no puedo estar junto a ti. Todo lo que haces es dañarme, mentirme. Estoy harta de oírte, de creerte, de verte partir y recoger los pedazos, sólo para que vuelvas a romperlos después. No más. Cuando regreses ya no estaré aquí.- Sus ojos estaban cristalinos, no quería llorar de nuevo por él.

Él no le prestó atención a sus palabras, estaba concentrado en cerrar su maleta. Levantó el rostro y con una actitud indiferente, le respondió:

-Si querida lo que tú digas, pero mejor en vez de decir tanta estupidez, piensa en que vas hacer para recibirme cuando vuelva.- tomó su maleta y se marchó, sin un beso o muestra de cariño. Como siempre la dejaba ahí, parada en la mitad de la nada.

Eso la había hecho decidirse y ya no había marcha atrás. La voz del taxista la trajo a la realidad. Bajó del taxi que estaba estacionado a las puertas del aeropuerto. Tomó sus maletas y se dirigió a la zona de registro para comprar su boleto.

Bella tomó el primer vuelo que encontró. Su objetivo era alejarse lo más posible de Florida y de él. Por un momento empezaba a creer que todo podía ser mejor. Agarró su pase de abordar, su vuelo saldría en menos de media hora, un vuelo directo a Seattle.

Durante el vuelo Bella realizó una lista de cosas por hacer. Gracias a Dios que le hizo caso a su padre y se casó por bienes separados, así que lo poco que había logrado tener en estos años era solo suyo,y ella esperaba poder salir adelante. Miró su reloj que marcaba las doce del medio día y se dijo así misma: Bien Bella al bajar del avión primero vamos por un café y un periódico.

El vuelo llegó sin contratiempos a Seattle. Después de una escala para recoger sus maletas de la banda de equipaje y un par de minutos en la cola del Starbucks, finalmente encontró el lugar donde resguardar sus maletas. El día parecía sonreírle porque ahí mismo compró el periódico, cumpliendo así con lo primero de su lista.

Con el periódico bajo el brazo y sus maletas guardadas provisionalmente en un locker del aeropuerto, fue al siguiente punto de su lista, un apartamento, y con eso en mente ella se encaminó al centro de la ciudad.

Durante las próximas tres horas ella vio tres apartamentos, pero no eran lo que ella buscaba y se salían de su presupuesto. La chica de la inmobiliaria le dijo que había uno que posiblemente se ajustase a su presupuesto, pero que no esperase que fuese la maravilla del mundo; efectivamente el apartamento estaba bien ubicado pero era realmente diminuto.

Se podría decir que eran tres piezas, la primera: era la sala que en si misma también era comedor y cocina, la segunda: el baño y la tercera: la recamara con un closet. Bella calculaba que las piezas más grandes no median más de cuatro metros por lado y el baño que decir, agradecía que diera el inodoro en el ancho. Lo bueno era que a pesar de ser pequeño estaba muy bien iluminado, tenía grandes ventanas por las cuales entraba el sol. El piso era de madera y todas las instalaciones eléctricas y de plomería habían sido renovadas recientemente. Otro punto a favor era la vista, y eso hacía que valiera la pena. Ella lo estaba pensando, o tomaba esa pequeñita jaula de paredes blancas y pisos de madera o tendría que irse más lejos.

–Me gustaría hacer un contrato por seis meses y mudarme ahora.- informó Bella.

La chica de la inmobiliaria cedió a la petición de Bella de mudarse ese mismo día, y ella prometió que firmaría todo en la mañana siguiente.

Con llaves en mano, Bella miró su reloj, aun tenía tiempo para comprar algo de comer, una cama e ir por sus maletas al aeropuerto. Al día siguiente tenía otra misión importante.

Luego de varias horas y de recorrer casi toda la ciudad, Bella ingreso a su jaula seguida de los hombres que llevaban su cama, quienes muy amablemente la acomodaron y después de una buena remuneración por sus servicios. Bella vistió su cama y acomodó su ropa. Con una ligera sonrisa se dispuso a prepararse la cena. La cocina era algo que amaba y era su pasión, y él se la había quitado por años.

No podía evitar recordar.

-Cariño, encontré una escuela de gastronomía bastante buena, mañana iré a inscribirme.- decía Bella mientras recogía los platos de la mesa y los llevaba a la cocina.

-¿Para qué quieres ir a clases? Ya sabes cocinar. Mejor busca otra cosa, o mejor quédate en casa y cocíname.- dijo él sentado desde el comedor.

Sus palabras la lastimaron, pero ella hizo una vez más a un lado esos sentimientos, ella solo deseaba complacerle, y no estar de ociosa en casa;

-Por favor cariño, serán solo unas horas tres veces por semana, ni notarás que estoy yendo- decía ella con tono de suplica acercándose a él y tocando su brazo.

- Haz lo que quieras Isabella- dijo él levantándose, y dirigiéndose a la puerta tras tomar sus llaves.

-¿Te vas?- preguntó ella con la mirada triste.

- ¡¿Es obvio no? -Le respondió él en un tono visiblemente enfadado. -Y no me esperes.- Dijo cerrando la puerta detrás de sí.

Unas lágrimas salieron de sus ojos, pero había un matiz de decisión en ellos, estudiaría gastronomía aun cuando tuviera que ir a escondidas.

El olor de la mantequilla la regresó al presente.

Después de su primera cena, se preparó para ir a la cama.

-Bella todo será mejor, tienes que creerlo, estarás mejor sin él. Te mereces algo mejor- Se repetía una y otra vez, mientras se acomodaba en su nueva cama, entre sus sábanas moradas de algodón que siempre quiso tener. Una cama sin recuerdos, sin olores. Bella abrazó la almohada y por primera vez en años, durmió sin todos aquellos sentimientos que la herían y la hicieron infeliz.

La luz entró por la ventana y bañó el rostro de Bella, se estiró lentamente y abrió los ojos. Por un momento se preguntó dónde estaba, al recordar sonrió y se levanto llena de energía y de una felicidad que antes no conocía. Se asomó por la ventana, un día despejado, un cielo azul y un sol brillante. Todo le hacía sentir que sería un buen día.


Un profundo agradecimiento a mi amiga Tere por apoyarme y ayudarme a encontrar el nombre de esta historia.

Que la disfruten.