Bien, damas y caballeros, no pretendo que este pequeño proyecto sea demasiado largo, pero sí que me gustaría experimentar un poco. Espero que les guste y como siempre, la inspiración llegó de la forma menos creible, por que he de admitirlo, salvo quizá el nuevo manga y uno que otro guiño, fueron los responsables de esta obra. ¡Espero lo disfruten!


No Regrets.

-1-

Elegía.


De la noche a la mañana, la vida perfecta del Conde Uchiha Sasuke se vio manchada por un escándalo mayor. Incluso Uzumaki Naruto, su amigo más cercano, se sintió completamente humillado por las habladurías del pueblo y cómo su compañero y mejor amigo, no se molestaba en negarlo. Era una grosería y por demás una bastante desagradable. No había sido hasta que finalmente, cuando el sol estaba cayendo y la culpable de dicho testimonia fue llevada a un estrado para juzgarse que todo se aclaró cuando, efectivamente, el Conde emergió para defender a su supuesta agraviante.

¿Qué si qué había con todo esto en particular? ¿Qué si cómo era posible que todos hubiesen actuado por demás sorprendidos ante las palabras del Conde? Bueno, era sumamente sencillo y la noticia no era para menos agradable en aquella burocrática sociedad: Una esclava cualquiera, sin nombre, sin voto, sin ninguna posesión y sin reconocimiento alguno, había sido expuesta con una peligrosa confesión; estaba esperando un hijo del Conde Uchiha y, por si fuera poco, era cierto.

Se conocieron de la forma habitual respectivamente de sus clases sociales. No fue más que un encuentro, que terminaría de forma fugaz y sin ninguna clase de hazaña mayor. Ella tan sólo tenía ocho años aquel día, él dieciséis. La pequeña era grácil y un tanto frágil, de aspecto inofensivo para cualquiera, llamaba la atención sobre cualquier cosa por su corto, pero igualmente hermoso cabello rosado. Sasuke, por otro lado, era un joven apuesto a dicha edad, serio, como ningún otro, o al menos eso creía Sakura, pero tan cálido con sus seres queridos, en especial con su hermano, que prácticamente se podía hablar de él como si tuviera dos caras.

Sus caminos, aunque cercanos, nunca estuvieron destinados a estar unidos; y ciertamente era algo que no les importaba en lo más mínimo. Sakura se conformaba con la vida que le había tocado vivir y Sasuke jamás fue algo más allá que el Amo Sasuke. Desde luego, para una niña de tan corta edad el fijarse en la masculinidad del Uchiha no era algo que fuese importante, más bien su vida giraba en torno a sus ocupaciones como sierva de la casa Uchiha; por no decir formalmente esclava.

Fueron pocas las veces que interactuaron, pero aquellas ocasiones no tuvieron nada de especial. Salvo una que otra reprimenda por parte de Sasuke sobre sus torpes piecitos a la hora de servir la cena o pasarle algo, pero nada más. Sí, entre ellos no había nada de especial, nada… hasta este día.

Un día que muchos olvidaron, una canción del alma y una estela de sangre que jamás se borraría de la mente de muchos.

La Tragedia Uchiha.

Quién y cómo lo hizo seguiría siendo una pregunta sin respuesta. Una noche, de luna llena para ser preciso, la casa de la familia ardió en grandes llamas rojas, mientras los gritos y la sangre se esparcían como esporas en el viento. Sin saber cómo una chispa liberó un imponente y majestuoso fuego que se esparció por toda la mansión en cuestión de minutos. Pocos sobrevivieron a la tragedia, la mayoría sirvientes, algunos animales y sólo un Uchiha… el último.

Sasuke fue rescatado por un joven capataz que casualmente tuvo la suerte de encontrarlo medio muerto pese a las terribles quemaduras que había sufrido. Su espalda jamás recuperaría su forma tersa y blanca, pero a cambio de eso la vida pudo ser conservada.

Sí, sólo el menor del matrimonio pudo salvarse, Lord Fugaku y Lady Mikoto ardieron ese día junto a su hijo mayor y Capitán de la guardia real, que casualmente descansaba tras un imperioso año de labores.

Sin nada más que una herida peligrosa y el corazón destrozado por la pérdida de su familia, quien le salvó de morir sin nada más que su soledad y depresión, fue su mejor amigo y compañero, Naruto. El chico había motivado a su padre a aceptarlo en su familia para que pudiera curarse y recuperar su fortuna. Tras varios años de recuperación, educación y favores prestados por sus imponentes virtudes, Sasuke fue conmemorado como Conde por la corona real y se le otorgó poder en diversas tierras y una mansión, que pronto haría que el apellido Uchiha renaciera de las frías cenizas.

Ya habían pasado diez años desde el indiferente y todo mundo conocía a Sasuke, no sólo por su título, sino por su particular forma de ser y su estoicismo. Tras la pérdida de su familia Sasuke había cambiado su forma de vida, ahora era un hombre serio, callado y calculador, a quien poco le importaba la vida de los demás si con ellos era capaz de conservar el poder, o al menos eso se rumoraba. Tampoco se le conocían otros gustos que no fuera el vino, la soledad y… un gusto singular por los tomates.

El conde se había convertido en un misterioso personaje, que retratado por un pasado caótico y triste, había renacido como un imponente león que tras salvar la vida de uno de los allegados al rey y amasar una importante fortuna económica y comercial, vagabundeaba en silencio por su mansión, siendo la fascinación de varias jovencitas y poetas, quienes hablaban de él como si fuera un demonio o un hombre sabio en el cuerpo de un solitario.

De hecho, ni la mayoría de sus sirvientes lo conocían del todo, salvo sus amistades más cercanas, en este caso Naruto, lo cierto era que Sasuke escondía muchos enigmas.

Ese día, para variar, Sasuke desfiló por la casa muy temprano. Se dirigía a su estudio en total silencio y tras pedirle al cocinero, quien por cierto también solía madrugar, una taza de té y un desayuno ligero, se dirigió a su estudio en donde se encerró el resto del día. Lo demás giraba con o sin Sasuke en la casa, pero ese día, justo después de comer en la gran mesa, sin compañía de nadie más que de su mayordomo, quien por cierto tan sólo lo observó comer y no lo acompañó, Uchiha se levantó lentamente y se dirigió a la ventana más cercana, apreció aquella fresca tarde de primavera y sin nada más tomó su capa negra y caminó directo a la salida.

—¿Mi señor? – el mayordomo le miró sorprendido y antes de que cruzase el arco de la habitación, Sasuke le miró por encima del hombro y dijo de forma escueta.

—Preparen el coche, iré al pueblo. – entonces partió a paso firme.

Tal y como ordenó en menos de diez minutos el coche y los caballos ya estaban esperándole en la entrada de la mansión. Subió en silencio y de forma taciturna sólo indicó al conductor que avanzara. Al llegar al pueblo los curiosos no tardaron en agolparse para ver el choche del conde pasar por la calle principal. Sasuke no prestó atención a nada en particular, salvo una cosa que llamó su atención. A unas cuantas casas del parque, un hombre maltrataba de forma violenta a una joven. Le daba de bofetadas hasta tumbarla al suelo y, sin importarle si la gente le miraba de forma reprobatoria o no, sometía a la chica con un lenguaje vulgar y punzante.

Lo que más sorprendió a Sasuke no fue la escena en sí, sino que la chica, sin decir una sola palabra se limitaba a verlo de frente sin ninguna clase de miedo o remordimiento.

—¡No me mires incordió! – el hombre le pateó el rostro y la chica terminó por desplomarse con un gran moretón en su mejilla, iba a tocarse para disminuir el dolor cuando volvieron a golpearla en el estómago y dejarla sin aliento.

—No deberías golpearla así, la gente dirá cosas. – le aconsejó otro hombre.

—¡No me importa! – la tomó del cabello, un hermoso cabello rosado. —¡Si tienes tiempo para regalar mis productos y desperdiciar tu tiempo con los clientes coqueteando, seguro no te importará que cobre lo que me debes! – la chica, contrario a lo que parecía, no dijo nada. —¡Eres una maldita! – la soltó. —¡Ni siquiera puedes hablar, me das asco! – iba a abofetearla de nuevo pero el coche negro de Sasuke se paró en seco frente a ellos. Aquello llamó sus atenciones y detuvieron su disputa para ver al imponente Conde bajar lentamente hasta posarse al lado de la maltrecha joven. Todo quedó suspendido en un sepulcral silencio.

—Conde Uchiha. – lo reconoció el hombre de hacía rato.

—¿Puedo saber… por qué la golpea tanto? – no era como si fuera a defenderla, sino como si se tratara de una genuina curiosidad.

—Estoy disciplinándola. Ella vive de los bienes de mi casa y por tanto…

—¿Es tu empleada?

—¿Empleada? – el hombre dijo eso como si fuera una burla. —No, mi señor, es mi esclava, mi sierva, trabaja para mí y me sirve como ayudante… pero una pésima ayudante.

—¿Ayudante en qué? – insistió Sasuke, totalmente serio.

—En… En lo que sea que haga falta en casa, señor. – de repente se sentía muy incómodo.

—Entonces… si es tu esclava, supongo que es tan indispensable como cualquier otro esclavo. – en realidad nadie entendía a lo que quería llegar.

—Su-Supongo que no. – el hombre le miró intrigado. —¿A qué quiere llegar señor?

—Todo esclavo tiene un precio. – fue al punto. —Es una joven callada y sumida, me sirve. ¿Cuánto quieres por ella? – aquella dejó perplejo al posadero, el hombre que la tenía como "empleada".

—¿Habla enserio? – dijo incrédulo. —Es una tonta, siempre anda tropezándose con sus pies, tira al suelo todo lo que tiene en las manos, regala y roba bienes, ¿Por qué le interesaría?

—Ya lo he dicho, ¿Vas vendérmela o no? – Sasuke le miró con el ceño fruncido, fugazmente desvió su vista a la de ella. Sus ojos negros se encontraron con los jades de ella, los cuales, le miraban con absoluta exclamación.

—Pues… - entonces lo pensó, realmente lo pensó. —Bien, veinte monedas de plata. – titubeó, pero al ver que Sasuke desenfundaba un pequeño saco con las monedas y se las entregaba sin ninguna clase de ceremonia, una sonrisa surcó su rostro. —Bien, quien diría que me traerías alguna suerte, niña. – entonces tomó el dinero y retrocedió. —Toda suya.

Sasuke la miró nuevamente y ella a él.

—De pie. – dijo con firmeza. Al principio la chica no obedeció y el posadero, quien acababa de tomar su dinero y lo contaba presuroso se rio por ello.

—Es estúpida mi señor, creo que no entiende muchas palabras. Ella no… - se calló de repente cuando la vio ponerse de pie con dificultad, como si le doliera moverse; y cómo no, tras la terrible tunda que le habían dado.

—Sube. – le indicó el hombre con la mirada la puerta del coche.

—¿No pensará montarla en su carruaje, o sí señor? – dijo el posadero.

—He terminado de hacer tratos contigo, ahora cállate. – esta vez ni lo miró, le dio la espalda y contempló cómo la chica subía con cierta dificultad hasta sentarse en un rincón.

—Bien. – bufó molesto el posadero. —Pero no aceptaré devoluciones si se arrepiente. – era claro que le temía a Sasuke, pero aun así temía que también el monarca fuese a regresarle a alguien tan inútil.

—¿Arrepentirme? – Sasuke acababa de poner un pie en el carro y le regresó la mirada más fría que pudo dar. A juzgar por cómo pasaba saliva supo que había concedido intimidarlo. —Yo jamás me arrepiento. – sin nada más subió no sin antes indicarle a su chofer que emprendiera el camino a la mansión.

Se acomodó en el asiento contrario a donde la chica se había acurrucado. La observó unos momentos y suspiró. Tenía todo el cuerpo lleno de marchas, tenía tierra y hollín en el rostro, la ropa y el cabello, además de las marcas violáceas que recién se pintaban en su mejilla. La mujer sintió la mirada insistente del hombre sobre ella y se encogió un poco más, así como desvió la mirada. Sasuke le veía fijamente, taladrándola casi llegando a ser doloroso.

Pero nadie dijo nada. Uchiha miró por la ventanilla y dejó que la brisa le acariciara el rostro. La esclava, por otro lado, se relajó y ya un poco más tranquila se permitió respirar profundamente. Su cuerpo temblaba ligeramente, dado que sentía miedo, pero al ver que el Conde no la había golpeado, al menos en ese momento, decidió relajarse un poco para que su corazón no doliera dada la velocidad con la que palpitaba. El disparo de adrenalina que había tenido anteriormente, por la cual había sido capaz de resistir los golpes bajó en una curva descendente y eso, sumado a la tensión emocional e incertidumbre, las cuales la tenían mentalmente agotada, desaparecieron momentáneamente, fue ahí que, sin darse cuenta cerró sus ojos y decidió rezar mudamente.

Sasuke la miró, se había quedado dormida; y pese a que en su rostro no se visualizaba ninguna clase de emociones, en su mente muchas preguntas surcaban intranquilas, pero, había una que no dejaba de nadar sin mermarse en lo más mínimo, sumada además, a una extraña sensación de nostalgia.

¿Nos conocemos?

Continuará…

Un Sasuke serio y una Sakura callada, que aunque nos cueste creerlo tiene su por qué. Quiza le di muchos spoilers, pero espero que la historia les haya gustado, espero sus comentarios.

¿Merece un comentario?

Yume no Kaze.