Capítulo 1
La batería de la vagoneta botaba humo negro y apestoso, Sakura había intentado arrancar nuevamente en vano una y otra vez. Agitada, tomó lo que pudo y huyó.
Llevaba horas caminando apresurada por la carretera, ya se había cansado de correr y la mochila que bien podría contener plomo no ayudaba.
Contaba sus pasos, perdió la cuenta muchas veces, siempre volvía a empezar. Evitando a toda costa rememorar las atrocidades que vivió hace tan poco.
Nada, no había nada.
La carretera estaba vacía, pero iba apresurada como si supiera a donde ir. Estaba cansada y adolorida.
Se quedaba sin aliento y se aferraba a la navaja que sostenía, la que le había dado su padre, no podría devolvérsela.
Empezó a llover, el viento soplaba, no tenía donde refugiarse, solo seguía caminando esperando llegar a algún lado. La parte buena era que podía lavarse la sangre seca de sus manos y su rostro.
Pensar que hace sólo unas semanas ella disfrutaba de sus vacaciones cuando vio por primera vez esas noticias raras, todo fue una locura desde entonces. Sucedió muy rápido, el caos, las bombas incendiarias, los resguardos militares que cayeron uno a uno. Solo le quedaba su familia.
Mientras estuvo con ellos creyó que todo iría bien, que tarde o temprano acabaría. Después de todo estaban con los militares, hombres armados hasta los dientes, los más preparados. Los enemigos sólo eran descerebrados andantes, eso se solucionaría pronto... ¡Estúpida! La realidad la golpeo tan rápida e inesperadamente.
Ella atestiguo todo. Un pequeño fallo en la seguridad, destruyó todas sus ilusiones.
Ametralladoras, rifles, tanques disparando sin cesar. Busco a su hermana con su padre entre el alboroto, llegaron tarde.
Un soldado convertido le arranco un pedazo de cuello, murió casi instantáneamente, la pelirosa se quedó petrificada, dejo de escuchar todo el ruido a su alrededor, todo se detuvo, en ese preciso momento vio la realidad.
Era el fin.
Su padre enloquecido por el dolor se abalanzo contra esa cosa, aparecieron otros, ella vio como arrancaban pedazo a pedazo, como la sangre brotaba, como su progenitor intentaba alcanzar su hermana. Aun cuando su madre apareció intentado hacerla reaccionar, ella no salía de su trance. La señora Haruno la defendió y resulto mordida en el proceso. Nunca se perdonaría el haberse quedado ahí como una idiota.
Escaparon en una vagoneta blindada de la armada. Ambas salieron de la ciudad en silencio, ella conducía y nadie decía nada.
Durmieron y avanzaron en ese vehículo sin saber exactamente adonde ir por días, una mañana su madre desapareció. La encontró con un disparo en la cabeza, se había suicidado para evitar ser un peligro.
Esa pizca de esperanza se fue con su madre.
Sakura sacudió su cabeza alejando esos recuerdos, distrajo su mente cantando debilmente cualquier cancion que se le ocurriera. Pensó en esa que su mamá le canto desde la cuna.
You are my sunshine, my only sunshine, you make me happy... -Respiro ondo evitando llorar – You make me happy when skies are gray, please don't take my sunshine away
Ni cantando ni con nada podía evitar recordar todo lo ocurrido. Los recuerdos la destruían.
Durmió en la carretera esas noches, temblaba de frío pero el cansancio la obligaba a parar, despertaba y continuaba caminando.
En algunos momentos juraba escuchar la voz de su padre aconsejándola, quitando el dolor que sentía la mataría pronto, él fue su mejor amigo. A veces después de quedarse con la mente en blanco, buscaba a su madre con la mirada. Soñaba con su hermana, cuando despertaba pasaba unos minutos sin saber que era real y que era un sueño.
Estaba perdiendo la cabeza y lo sabía, ya no le quedaba nada, no entendía porque no se mataba y ya, antes de que otros le dieran una muerte más lenta, más dolorosa. Cobarde. Ella no tenía nada porque vivir, así que sólo seguía su instinto, como cualquier animalito. Era solo un reflejo.
En la carretera se podían encontrar pequeñas comunidades y por fin divisó una. Estaba cubierta de niebla, resultaba tétrico. Su estómago rugió recordándole que no comió en días, en su mochila sólo tenía armas y un mapa. Todo estaba silencioso, era una zona segura, los
Entró a una pequeña casa de adobe, nada. Parece que los que vivían ahí se largaron con sus alimentos. Habían alrededor de 30 casas, algo encontraría.
De repente escucho un llanto, uno de bebé.
El sonido provenía de una casa muy deteriorada.
Tenía miedo pero el instinto le ganó, la casa estaba vacía, al parecer el bebé estaba en el sótano.
"¿Acaso esta sólo? ¿Porque nadie calma su llanto?"
Atravesó la sala de la casa, siguiendo el sonido, entro a la cocina. Había sangre por doquier pero eso no llamó su atención - Estas semanas los días se tiñeron de rojo, estaba acostumbrándose - ¡Latas! Las despensas parecían llenas. ¡Por fin comida!
Siguió tan concentrada en su hallazgo que no noto lo que estaba tras ella.
Alguien gruñia. Reconoció ese sonido de inmediato - Cómo el de un animal pero ella sabía lo que era - Que estúpida fue... Cuando exploraba el viejo poblado pensó que estaba vacío, que no había nada, esas cosas eran ruidosas.
"Por favor no... ¡No!"
Estaba paralizada, no movió un músculo.
La criatura gruñio más molesta y desesperada, Sakura esperaba su destino.
El llanto del bebé, el gruñido, estaba aturdida.
Su padre, su madre y su hermana eran los valientes, los que la sacaron de la ciudad y se la llevaron al campamento militar.
Ellos nunca se paralizaron, ella era diferente.
Esperaba no sufrir demasiado... De todas formas no tenía nada porque vivir.
Quizas pasaron segundos que ella sintió como horas. El gruñido resonaba en su cabeza.
¿Porque nada la tocaba o mordía?
Giro lentamente.
Ahí estaba una niña. O eso parecía a primera vista. El cabello dorado enmarañado, las ropas sucias, y esos ojos... Los característicos de esos mounstros, grises.
Trataba de alcanzarla, la cosa mostraba sus dientes con furia.
Estaba encadenada.
Por un momento pensó que era una simple niña, retrocedió rápidamente. Pudo empezar a llorar, pero ya no le quedaban lágrimas.
"¿Porque una niña?"
Este mundo no perdona, toma todo lo que está a su alcance.
El llanto del bebé la saco de sus pensamientos, bajo por las escaleras.
Busco el interruptor de luz y al iluminar el lugar vio al pequeño bulto envuelto en telas azules.
No paraba de llorar, si seguía así moriría de inanición.
Sostuvo al bebé y la vio detenidamente, era hermosa.
De ojos verdes, idénticos a los de ella, cabello dorado cual rayos de sol y tez blanca, casi nieve. Era una bebé preciosa.
De inmediato algo se encendió en ella.
Un motivo para vivir.
Sentía que ya no tenía nada y que solo sobrevivía por reflejo, pero no. Un rayo de esperanza apareció.
La bebé que en un momento se tranquilizó en sus brazos volvió a llorar.
Busco desesperada comida, leche, pañales.
Sabía que quien sea que abandono al bebé, dejó también sus cosas.
En los siguientes días sintió que su suerte había empezado a cambiar, encontró comida, bebidas, ropa, muchas cosas esculcando las casas.
¡Incluso una camioneta!
Sin llaves, afortunadamente ella sabía encenderla manipulando los cables.
Un truco que le enseño su padre no mucho tiempo atrás. Su madre lo había acusado de ser un delincuente. Que no era necesario saber trucos así. "Nunca se sabe querida..." dijo él, claro su padre le enseño a escondidas luego de eso.
No sabia el nombre de la pequeña, ella la nombro "Sarada" como su hermana mayor.
Pensar en ella la hacia recordar su infancia, todo era tan simple en ese entonces.
Y alguien en quien no pensaba hace tanto apareció de nuevo en sus recuerdos. Su mejor amigo en la niñez.
Se habría sorprendido de saber lo cerca que estaba Sasuke Uchiha en esos momentos.
201...
202...
203...
204 días.
Sasuke no perdía la cuenta desde que el mundo se fue a la mierda. Marco otro día en su calendario.
¿Servía de algo? Claro que no. Dibujar, buscar pilas para su MP3, releer sus libros de medicina quizás tampoco tenía sentido.
El era el único que no dejaba viejos hábitos.
Siempre se necesita un doctor. Sus padres tuvieron razón al recomendarle esa carrera.
Se había graduado el año pasado con honores y muchas propuestas de trabajo. Aunque el siempre quiso ser policía, ahora sabía que tomo la opción correcta.
Sabía manejar armas, defensa personal, era suficiente.
Miro a su alrededor, ahí estaban en su casa de verano. La que solia visitar con Itachi y sus padres en vacaciones.
A las afueras de la ciudad.
Cuando huyó de la ciudad se dirigió allá solo, pero se topo con ciertos inconvenientes.
El idiota de Lee tenía la culpa de todo. Cuando se encontraron en la carretera saturada de autos, tuvo que llevárselo.
Luego Rock tuvo enormes gestos de generosidad invitando personas a "Un lugar seguro" "Una hermosa casa de verano espaciosa y lujosa"
Sólo había un problema. ¡Era su casa de verano espaciosa y lujosa! ¡Suya! ¡Todas las toallas y prendas tienen el logo de la familia Uchiha! ¡Pero claro! El idiota invito a desconocidos, muy sospechosos por cierto.
Un hombre que es callado, un amante de los animales... ¡Hasta que! Sin motivos aparentes sale a buscar zombies y los despedaza uno a uno con esa sonrisa sádica.
Bien, puede ir a matarlos, más seguridad ¿Porque no? Pero ese sadismo le hacía pensar que era un asesino en serie.
Luego estaba Kakashi, el viejo que leía porno a todas horas, frente a todo el mundo. Ahora seguro estaría paseándo desvergonzado con su librito. ¿Podría ser un violador o algo así? ¿Cómo saberlo?
No sabia nada de esa bola de inadaptados.
Exceptuando a Karin, a ella la conocía desde hace mucho y era su novia desde el año pasado.
Por supuesto Karin estaba con Lee en esa carretera, son primos. Primos terceros pero cercanos.
La voz de Suigetsu lo saco de sus pensamientos. Lo ignoro olímpicamente, se subió al coche. Su Mercedes Benz.
Esos idiotas invadieron su casa como una plaga, usaban todo y tragaban como cerdos - En especial el marrano de Choji... Chuji, o como se llame - Pero tenían muy claro que SU auto sólo lo tocaba él.
Arrancó y alcanzó a ver por el retrovisor a un emputado Suigetsu.
No pudo evitar curvar media sonrisa mientras lo veía intentando alcanzarlo.
"No, no, hoy no"
Siempre que ese tipo lo buscaba era para que solucione sus pendejadas.
La cañería averiada, la ropa de Karin quemada por la plancha, la cocina incendiandose, el gordo ahogándose... Ya estaba harto.
En el fondo sabía que debía sentirse afortunado, el mundo se fue al demonio y ahí estaba él... En una casi mansión lujosa, con su novia, su amigo -No podia decir "mejor amigo" no se llevaba tan bien con nadie- Y ese pintoresco grupito
Tenían un almacén de comida que aún tardaría en acabarse. Uno del grupo es agronomo, un tal Zetsu, ya había empezado a plantar y hacer planes para el futuro -Era de los que más contribuía al bien común, por no decir el único. Solo el suministro de agua era preocupante.
Sin embargo el no podría sentirse más desgraciado. O eso pensaba.
Ni el optimismo que irradiaba Lee, ni el sexo con Karin, ni nada de lo que hiciera el resto.
Nada lo hacía feliz, todo había cambiado. Esos sólo eran momentos de fingidas risas y casi monotono placer.
Desde que se separo de su familia. Siempre llevaba la foto, esa en la que estaban Fugaku su padre, Mikoto su madre y el hombre al que más admiro en toda su vida... Su hermano mayor Itachi Uchiha.
¿Cómo estarían ellos? ¿Algún día vendrían a buscarlo?
Sasuke sabía que no. Cuando todo ocurrió ellos estaban en un tour por Europa. Sasuke empezaba a trabajar en un hospital y decidió quedarse.
El error más grande de su vida.
Lo último que supo de ellos fue que estaban atrapados en un aeropuerto de Noruega. Una última llamada y eso fue todo. No sabia si estaban vivos o muertos.
Jamás lo sabría.
Hace tiempo ya se resigno y acepto la realidad, el mundo no volvería a ser el de antes, un cambio perpetuo. La humanidad terminaría de extinguirse un día quizás no tan lejano.
Término de bajar la colina - Su casa se encontraba en la cima de esta - Una vez en la carretera sólo condujo con un rumbo fijo
No era estúpido, no se alejaría mucho, solo quería explorar un camino que antes le dio curiosidad.
Se sorprendió al ver una de esas cosas. Solo había conducido unos minutos...
Cuando el gigantón tenía sus ataques conducían por horas hasta encontrarlo.
Esas cosas se estaban acercando cada vez más. Se les acabo la comida en la ciudad.
Estaba ocupado observando a la criatura que no vio cuando colisionó contra otro zombie - Las llantas rechinaron mientras el intentaba recuperar el control - El cadáver estaba pegado a la ventana frontal, tapandole toda la vista del panorama.
Freno en seco.
La cosa rodo hasta el suelo, el arrancó de nuevo y lo atropello.
Mierda...
Tendría que lavar la sangre y los restos de carne putrefacta al volver, la ventana tenía una rajadura. Eso ya no tenía remedio.
Tomó el camino que tanta curiosidad le había dado antes y manejo unos cuantos minutos.
Llegó a una pequeña comunidad, no habían muchas casas. La neblina no le dejaba observar bien pero parecía desolada. No había nadie ahí.
Lo del avance cada vez más cercano, a su casa de los cadáveres lo preocupo de repente. Aun no estaba listo para dejar ese lugar ¿A donde ir de todas formas?
Ese Sai... Escucho que era arquitecto, quizás podrían empezar un proyecto para la construcción de un muro, algo debía ocurrirseles.
La invasión de esas cosas era inminente, para cuando pasará debían estar preparados.
La neblina cada vez ofuscaba más su vista, era un mal día para salir a conducir.
Se dispuso a volver cuando vio un grupo de personas... ¿U otras cosas? Estaban a unos metros pero la neblina no dejaba ver nada claro.
Abrió un poco la ventanilla y casi de inmediato una mano blanca intento meterse. Escucho fuertes gruñidos, de diferentes direcciones, estaban por doquier.
Mientras miraba al grupo en la niebla - De los cuales provenía una parte de los gruñidos - No vio que tres cadáveres reanimados lo rodeaban.
La neblina era muy espesa pero cálculo que al menos diez de esas cosas lo tenían acorralado.
Movían su auto y golpeaban las ventanas, trataban de alcanzarlo con sus mordidas y esa mano pálida aún intentaba aventurarse dentro del coche.
Se maldijo interiormente por estar tan despistado este día.
Arrancaba e intentaba avanzar pero apenas aceleró de golpe casi se fue de cara contra la ventana.
Estaba claro que uno o dos de esos cadáveres se atascaron en las ruedas.
Con un libro empujó a la mano que lo seguía fastidiando y por fin cerró la ventanilla, ahora estaba más silencioso.
Debía pensar en algo y rápido.
Casi se vuelve sordo cuando escucho fuertes disparos. Uno a uno, los cadáveres que se pegaron como chicle a sus ventanas caían.
Paso un rato de total silencio cuando de repente apareció un rostro por la ventanilla.
Aun con la neblina distinguió su sonrisa.
La persona decía algo, pero el ambiente cerrado de su auto evitaba que oyera con claridad.
"¿Te perdiste imbécil?" Creyó escuchar.
