DISCLAIMER: Los derechos pertenecen a E. L. James pero la trama es mía.
Alerta: Contenido explícitamente sexual.
Capítulo 1
Abro los ojos sobresaltada de repente. El sol ya se cuela por las ventanas de la habitación. Christian está detrás de mí, me tiene abrazada por la cintura, con las piernas enroscadas en las mías y con su cabeza en mi cuello. Tengo mucho calor, pero no me voy a mover porque no quiero despertarle. Últimamente duerme muy poco, y ahora que lo pienso bien, yo tampoco duermo demasiado.
Una sonrisa aparece en mi rostro en pensar en lo feliz que soy. Tengo a mi lado a un hombre maravilloso al que amo con locura y él me ama a mí. Mi cincuenta sombras. Hace dos semanas que le di el Sí, dos semanas en que soy la prometida de Christian Grey, la futura señora Grey. En menos de dos semanas estaremos oficialmente casados. Tengo mucha suerte de tener a gente que nos ayude con todos los preparativos, sobre todo Mia, que está entusiasmada con la idea de que vayamos a ser cuñadas.
–Buenos días, Ana –me susurra Christian en mi oído con su particular despertador rozándome los glúteos.
Me doy la vuelta para quedar frente a él, le sonrío y le doy un besito en la nariz.
–Buenos días, señor Grey. ¿Ha dormido bien?
–Contigo siempre duermo de maravilla, nena –me dice adormilado–. Hoy es viernes, y si recuerda, señorita Steele, tenemos todo el día libre –dice con su sonrisa traviesa, esa que tanto me gusta.
–¿Y qué tiene pensado hacer hoy, señor Grey? –le pregunto con voz inocente.
–Había pensado en pasarme todo el día haciéndole el amor a mi prometida –me contesta juntando posesivamente sus labios con los míos.
–¡Vaya! –exclamo sentándome en la cama–. Entonces… ¿no vamos a salir de la cama? –pregunto como una niña pequeña que quiere un helado.
–Ni de la cama…–susurra dándome pequeños besos en la nariz–, ni del sofá… –ahora me da un beso en la comisura de los labios–, ni de la bañera… –ahora baja a mi cuello rumbo a mis pechos, los cueles acaba de abarcar con sus manos–, ni del suelo… ni del cuarto de juegos… ¿le parece bien, futura señora Grey?
Y dicho eso se mete mi pezón en su boca, mordisqueándolo y succionándolo de manera que no puedo evitar arquear la espalda de placer. No puedo ni abrir la boca para contestar, soy solo sensaciones, placer y éxtasis. Noto que una mano abandona mi pecho y desciende por mi vientre hasta encontrarse con mi sexo.
–Me encanta que estés desnuda, Anastasia –me susurra abandonando mis pechos por completo mientras me acaricia mis pliegues más íntimos, y lentamente me penetra con un dedo–. Estás tan húmeda.
Su dedo empieza a moverse, dentro, fuera, dentro,… y siento que un sinfín de sensaciones me recorren la columna vertebral. Aprisiona mis labios con los suyos mientras noto que un segundo dedo entra en mi interior, haciéndome retorcer de placer, agarrando las sábanas con los puños cerrados mientras él me proporciona un placer inimaginable. En un abrir y cerrar de ojos, noto que se mueve y entierra su cara entre mis piernas, moviendo la lengua por mi clítoris y luego penetrándome con la lengua mientras estimula mi clítoris con el pulgar.
A los pocos instantes llego a un orgasmo que me deja inmóvil y jadeando. En cuanto recupero la cordura tras unos segundos, empujo a Christian para que quede recostado en la cama. Él me mira sorprendido, con los ojos muy abiertos pero con una sonrisa tímida, una sonrisa exclusivamente para mí.
–¿Qué piensa hacer conmigo ahora, señorita Steele? –me pregunta alzando ambas cejas.
–Pienso hacer enloquecer de placer a mi prometido, señor Grey –le digo sonriéndole.
Lo agarro por las muñecas, poniéndole los brazos a ambos lados de la cabeza, dándome un exquisito acceso a su cuello. Le doy unos besos en el cuello, luego voy hasta su boca y lo beso apasionadamente. Noto mi sabor en su boca, y lo encuentro terriblemente erótico.
–Te quiero –no puedo evitar decírselo.
Él aún pone ésa cara de inseguridad e incertidumbre tan típica de él. Estoy segura que algún día se dará cuenta de que le estoy diciendo la verdad, que le quiero con toda mi alma.
Voy bajando, besándole la barbilla, bajando hasta su pecho. Cuando llego al pecho, noto que se pone tenso, aun no se siente cómodo con esto. Levanto la cabeza y le miro a los ojos.
–No pares –me susurra librándose de mi agarre y cogiéndome la cara entre sus manos–. Quiero que lo hagas, lo necesito.
Le dedico una pequeña sonrisa antes de continuar allí donde lo había dejado. No tarda mucho en relajarse, y noto que empieza a disfrutar de la sensación. Mientras estoy por encima de sus marcados abdominales, desciendo mi mano hasta llegar a su tremenda erección. La agarro con la mano y empiezo a masajearlo mientras voy dejando un reguero de besos hasta que llego a mi meta. Agarrando con la mano la base de su pene, me lo meto en la boca y lo acaricio con la lengua. Me cubro los dientes con la boca y empiezo a meterme más su miembro en mi boca, deleitándome de su sabor, saboreando cada parte de su sexo.
Noto que su respiración se acelera, clava los dedos y los talones en la cama. Veo de reojo que cierra los ojos y abre mucho la boca.
–Voy a correrme, nena –jadea como puede.
Veo que se estremece mientras grita mi nombre y alcanza el orgasmo. Se vierte en mi boca, y saboreo hasta la última gota de ese elixir. Cuando me saco su miembro de la boca, lo limpio con la lengua. Cuando termino, Christian me coge de las axilas y me sienta encima de él. Noto su pene rozando mi sexo mientras nuestras bocas se juntas, nuestras lenguas danzan y mezclamos nuestros sabores.
–Me encanta notar mi sabor en tu boca –jadea un instante en que separa su boca de la mía.
Entonces me agarra de las caderas, me eleva un poco y después me baja. Noto como me llena completamente, lo noto entero dentro de mí.
Quita sus manos de mis caderas y las pone a su lado, permitiéndome tomar medianamente las riendas.
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–No entiendo cómo aguanta tanto, señor Grey –le digo mientras tiro la toalla al suelo y me pongo mis braguitas.
–Sólo contigo, nena, sólo contigo –dice mientras se abrocha el botón de su pantalón y coge una camiseta negra para ponerse.
Me pongo un sujetador a juego con las braguitas, un conjunto de color morado con muchos encajes.
–Eso no te va a durar demasiado puesto –dice con una sonrisa cual niño piensa hacer una travesura.
Pongo los ojos en blanco y me rio a carcajadas. Ay cincuenta, cincuenta…
Salimos de la habitación y vamos a la cocina, donde la señora Jones se encuentra preparándonos el desayuno. En cuanto nos ve, una sonrisa aparece en su rostro.
–Buenos días señor Grey, buenos días Ana.
–Buenos días Gail –saluda Christian mientras retira dos taburetes para que nos sentemos.
–Buenos días, señora Jones –la saludo sentándome en el taburete.
En breves instantes, me sirve una taza de té para mí y una de café para Christian. Unos instantes más tarde nos sirve la comida.
–Les dejo desayunar tranquilos, cuando acaben me llaman –dice Gail mirándonos fijamente con una sonrisa–. Que aproveche.
–Gracias.
La señora Jones desaparece de la cocina y Christian y yo desayunamos para reponer la energía gastada ayer por la noche, de madrugada y hace tan sólo una hora.
–¿Sigues teniendo energía para hacerle el amor a tu prometida durante todo el día? –le pregunté sorbiendo un poco de té.
Él me mira fijamente con los ojos entrecerrados.
–Si me das unos instantes puede que sí, pero ahora necesito reponer fuerzas, Ana, me has dejado agotado –dijo empezando a reír a carcajadas.
–¡Oye! ¡Ni que te estuviera exigiendo que me hicieras el amor ahora mismo! –dije uniéndome a sus carcajadas–. Además, Mia dijo que vendría dentro de un rato para ver a su querido hermanito y a su queridísima futura cuñada –dije aleteando exageradamente las pestañas.
–Vaya con la enana… -dijo Christian guiñándome un ojo.
No tardamos mucho en ver aparecer a Taylor por la puerta anunciando que la señorita Grey había llegado.
–¡Ana! –gritó al verme.
Por su actitud y la manera de abrazarme, parecía que no me había visto en al menos cuarenta años. Se abalanzó sobre mí y me dio un fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla.
–¿Y a tu hermanito no los saludas? –dijo Christian haciéndose el enojado apareciendo a nuestro lado.
–¡Christian! –gritó Mia abalanzándose sobre su hermano.
Se veía tan acogedor abrazando a su hermanita pequeña y llenándola de besos.
–¡Se me han ocurrido unas ideas geniales! –exclamó Mia obligándonos a sentarnos en el sofá.
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Una hora más tarde, Mia ya se había marchado, y Christian y yo estábamos en el salón planeando una salida a un sitio secreto que Christian no me quería decir. Eran más o menos las diez de la mañana cuando escuchemos un grito proveniente de la despensa.
Christian y yo nos miramos, y nos levantamos de un salto. Christian iba primero, e íbamos corriendo para ver qué había pasado.
Abrimos la puerta y en cuanto entremos vimos a la señora Jones tendida en el suelo con un montón de productos esparcidos por el suelo.
¡Hola! Esto va a ser un fic cortito. Este es un capítulo introductorio, la "acción" vendrá en el siguiente capítulo. ¿Qué les ha parecido? ¿Les ha interesado aunque sea un poquito? Advierto que va a haber mucho Lemmon ;D
¡Espero sus comentarios! ^^
Besos,
Christina Becker.
