Recordaba mis tiempos de niña, como todo una chiquilla siempre esperaba un príncipe o un rey de algún reino lejano, era lógico que en el siglo XXI nunca pasase eso, pero al igual que toda niña, las ilusiones se acaban, el hecho de encontrar a alguien que sea un caballero no existía, los jóvenes de ahora siempre eran de mirarse así mismos, además que en dicha sociedad, muy pocas mujeres eran como yo, deseando un hombre de esa manera, por ende, los hombres jamás se comportaban así, como en los dramas coreanos que se ponían muy de moda en mi país.

Ya es momento de ir a la escuela – mi madre me despertaba para ir a la escuela.

Ya voy – me levante apurada a cambiarme

Nozomi se te hace tarde – gritaba de nuevo mi madre.

Ya, ya voy - comencé a correr, me fui a la escuela sin desayunar y a mi pequeña chihuahua y mis 2 gatos les di de comer antes de irme, siendo mi primer día llegando tarde a la escuela.

Estaba nerviosa eso era seguro, pero poco importaba ese hecho, no conocía a nadie, pero ante ello entre, sin querer hablar, sin querer entablar una amistad, solo deseaba estudiar, terminar una carrera para mantenerme, esa era mi manera de pensar.

Un día más de clases, regresaba a casa como siempre, día tras día la misma rutina, hacer la tarea, distraerme un poco, estudiar, alimentar a mis mascotas, que poco a poco llegaron a mi vida, lo recordaba como si fuera ayer, a mis 15 años había llegado Choqui, una chihuahua muy cariñosa de color café, me ayudaba mucho en mis delirios de soledad, sobre todo el sentirme observada durante un tiempo, aunque seguía sintiendo una mirada clavada en mí, Choqui estaba ahí para defenderme o eso mismo sentía yo, a los pocos meses llego una gatita, le puse Neki, como no me dejaban tener gatos dentro de la casa, ella vivía en el patio, le compre una casita para ella sola, mientras tanto Choqui vivía dentro de casa, extraña rareza entre dos animales que parecen enemigos mortales, ellas dos se llevaban de maravilla, tal vez podría ser porque el tamaño era muy parecido, pero aquello me hizo feliz, al poco tiempo encontré un gatito, estaba completamente lastimado, delgado al punto de morirse, era pequeño a diferencia de Neki, pero al igual que ella, ambos estaban en un punto crítico, lo lleve a casa y lo cure de su enfermedad debido a sus heridas, aquel gatito estaba bajo el nombre de chobu, en mis noches de nostalgia, cuando lo mejor era ver el cielo estrellado, el respirar el aire fresco un momento, salía afuera con ellos, a pesar de sentirme observada, me sentía protegida a su lado, me sentía tranquila.

El tiempo paso, con ello Chobu creció sano y Neki había engordado un poco a como estaba antes, mis padres al principio me habían regañado, pero con el trabajo de medio tiempo, pude comprarle una casita a Chobu para que se refugiara en ella, las noches frescas eran las mejores para salir, junto con ellos, mis 2 hermosos hijos, de esa manera los miraba, ahora el tiempo no era suficiente para estar con los 3, la universidad era pesada, pero poco importaba.

Mi vida podía ser completamente tranquila, no importaba las cosas que pasaban alrededor mientras tuviera el cariño de mis 3 Choqui, Neki y Chobu.

A veces frente al espejo me ponía a pensar "¿Qué pasaría si me dejaba crecer más el cabello?" el hecho de tenerlo corto hasta el cuello y recto, tal vez un cambio sería mejor, pero por alguna razón me lo terminaba cortando debido al calor, siempre lo mantenía poco arriba de los hombros, un cambio podía ser adecuado, pero yo no deseaba cambiar nada, mi fleco recto que podía pasar de moda, mi estatura era pequeña y mi piel blanca, lo único que me gustaban era el extraño color de ojos que tenía, un color café rojizo, casi guinda, eran de tamaño proporcional a mi redonda cara y rasgados, muchos decían que debido a mi cara, lo mejor era dejarme crecer el cabello, mi cuerpo era normal, ni muy voluptuoso ni muy delgado, el arreglarme para la universidad me daba pereza, mi pensar era " yo solo voy a estudiar" esa era mi razón de seguir yendo a la escuela, la única y así seguiría.

Después de tantas tareas, nos dieron una semana de descanso debido a días festivos, eso me era suficiente, esos días podía salir con mis mascotas a quienes apreciaba como mis hijos, dormir hasta tarde como lo hacía últimamente, pero con la facilidad de que ahora dormía más, dos días pasaron cuando todo era perfecto, dos días de descanso permanente.

Espero estés bien Chobu – le mira extrañada debido a su mirada depresiva – Neki ¿Qué pasa? - mi gatita tenía la mirada perdida, Choqui había dejado de ser la misma, ya no quería jugar, aquello me daba mala espina.

Sabía bien que el sentirme observada siempre era porque tenía que ver con algo psicológico, yo no creía en fantasmas ni espíritus pero el ver a si mis queridos hijos, era sentir que el mismo satanás estaba aquí, pero aquello no podía ser cierto, ya que dichas creencias no podían existir, sabía que había una religión que hablaba de ello, había leído sobre eso.

¿Rosas? – el olor a rosas se expandió por aquel pequeño patio, estaba completamente sola – pero en casa no hay rosas – reafirme aquello, aunque ese olor exquisito me embriagaba, el escalofrió era presente, la piel por inercia se me erizaba.

Nozomi ya llegamos - hablo mi madre junto con mi padre, el aroma desapareció y con ello aquel escalofrió.

El día paso, la tranquilidad había llegado, pero la mirada de mis "hijos" seguía de la misma manera, melancólica, llena de resignación y perdida, pensaba que si ellos pudieran hablar, me dirían lo que estaba pasando, el por qué estaban así, pero ante ello, al no poder hacerlo, no había respuesta a mis preguntas.

Por las noches al estar viendo una película en la computadora, siempre me sentía observada, pero esta vez ese sentir era un poco diferente, se sentía más cerca, como si fuera a tocarme, como si estuviera a escasos centímetros de mí, tan penetrante como si deseara traspasar mi alma, esto me estaba dando miedo, apague la computadora, me acosté a dormir y de esa manera dejar de pensar en ello.

Un sueño pesado, era raro en mí, regresando aquellos sentires del cuerpo pesado, pero esta vez sentía que alguien estaba encima de mí, no abría los ojos por miedo a terminar viendo lo peor de mis pesadillas, "era un sueño más, ya pasara" pensé cerrando los ojos fuertemente, al sentir que aquella opresión mientras se desvanecía el pesar, me sentí aliviada, pero un susurro me despertó ante mi transe, ante mi estabilidad, mi posibilidad de seguir descansando "Es hora de venir Nozomi, he venido por ti" aquella voz masculina, me despertó por completo, al sentir una mano en mi rostro y abrir los ojos de tope para encontrarme sola en mi cuarto ante la luz del sol en pleno día.