Disclaimer: Estos personajes no son míos sino de J. K. Rowling, Warner Bros
y no sé quien más; no gano dinero con ellos así que no me demanden, por
favor.
TRAS EL VELO
Por Elanor Black
Capitulo 1. La prueba de Snape.
Los días de verano se sucedían lentamente y de nuevo Harry Potter estaba pendiente a lo que pudiesen decir las noticias muggles que indicase que Voldemort había movido pieza. Por más que rebuscaba en los periódicos atrasados que la gente tiraba a las papeleras, no lograba encontrar nada que pudiese ser un indicio de que algo extraño hubiese pasado para el mundo muggle.
Respecto a El Profeta, la cosa cambiaba notablemente. Era obvio que la versión resultaba muy distinta, y no dejaban de aparecer artículos que informaban sobre diversos sortilegios de protección que podían ser útiles, pero claro, debido a las restricciones para la magia en menores de edad, él no podía practicar con ninguno de ellos, aunque de hecho, algunos parecían bastante complejos y difíciles de realizar, o requerían gran numero de ingredientes en la realización de algunas pociones. Tampoco dejaban de aparecer artículos en los que la gente decía haber visto a Quien ustedes saben, merodeando por su barrio, aunque a Harry no dejaba de resultarle inverosímil, que Voldemort se presentase en veinticinco lugares distintos a la misma hora.
Una suave brisa movió las cortinas de su ventana, y una pequeña lechuza entró volando como un misil en miniatura, cuyo objetivo fuese la cabeza del chico, que extendió el brazo ágilmente para atraparla antes de que diese en su blanco.
-Hola pig, ¿me traes alguna noticia interesante?, eso espero, porque tu querido amo me tiene un poco abandonado, supongo que aún no se ha recuperado del último shock que le produjo el último romance de Ginny – Dijo Harry sonriendo a la pequeña lechuza.
Debo estar muy mal para estar hablando con las lechuzas, pensó Harry. Y con mucho cuidado desató el mensaje que el ave llevaba atado a su pata. Acercándose a la jaula de Hedwig, le dio una golosinas lechucil, para disgusto de su mascota, que parecía no llevarse demasiado bien con Pidwidgeon.
Se sentó sobre la cama y comenzó a leer el mensaje de Ron que decía:
Hola Harry, espero que estés bien, mamá dice que pronto nos veremos, quizás después de tu cumpleaños, pero no hay nada seguro. Hermione me ha escrito como veinte veces preguntando si habían llegado ya las notas de los TIMOS, pero aún no sé nada. Hay mucho movimiento, pero no nos dicen nada. Mamá sigue enfadada con los gemelos, y aun no sabe de donde sacaron los fondos para la tienda, por lo que los vigila muy de cerca. Te escribo pronto. Saludos.
Ron.
Harry de pronto cambió su expresión, Ron estaría en el cuartel general, la casa de Sirius.
Aún no terminaba de hacerse a la idea de perderlo. No quería rendirse, su padrino no podía haber muerto, sólo había desaparecido tras el velo, tenía que rescatarlo, debía haber alguna forma.
La tarde caía sobre Privet Drive, y Harry sintió como dolía su cicatriz, estaba muy cansado, y el calor le producía una gran somnolencia. Sus tíos habían salido acompañados por su primo, que este año, había batido el record de boxeo, y de talla permitida, ni el peso ballena sería suficiente a estas alturas.
La tranquilidad reinaba en la casa, y el tráfico era nulo en la calle. El silencio era absoluto.
Harry intentó ojear el último artículo de El Profeta sobre hechizos para la defensa contra las artes oscuras, pero el sueño acabó venciéndole y el periódico se resbaló de entre sus manos cayendo suavemente al suelo.
...............................................
No era la primera vez que visitaba aquellas mazmorras, pero sí la primera vez que era convocado de aquella forma tan extraña, ¿habría sido descubierto al fin?, el día más temido parecía haber llegado, pero no podía ser, había tomado muchas precauciones para que aquello no sucediese, no ahora, de hecho nunca estaría preparado para morir y abandonar todo lo que había construido durante aquellos años. No podía dejar de pensar en la mirada de ella, y el miedo que reflejaban sus pupilas... pero debía borrar todo aquello de su mente, no podía permitir que el señor oscuro leyera sus sentimientos como un libro abierto, aquello sería su fin, y el fin de todos aquellos a los que amaba, el Señor oscuro no se conformaría con su simple muerte, si era descubierto, acabaría también con su familia.
-Has tardado mucho Snape, el Señor Oscuro no esta nada contento contigo- lo paró un mortifago bastante corpulento.
-No pude venir antes, estaba con el viejo cuando
-No es a mí a quien debes contar tus mentiras,- le corto el mortifago- sabemos que nos has estado ocultando cosas, pero el Lord Oscuro no perderá el tiempo más contigo, creo que esta vez no se tragará tus mentiras.- el motifago que guardaba la puerta de la sala principal parecía hacer una mueca de placer previendo lo que esperaba a Severus Snape. Nunca le había tenido confianza al espía de su Señor, era demasiado arrogante creyéndose que era alguien, con ese aire de superioridad que emanaba del profesor de Hogwards.
En ese momento se abrió la puerta que daba acceso a la sala principal, era una habitación bastante amplia, sin ventanas, iluminada por el fuego de las antorchas que ardían colgadas de la pared de piedra. Había un pequeño grupo de mortifagos congregados, al pie de una escalera que subían hasta un rellano donde estaba el Señor Oscuro sentado, observándole fijamente.
Era necesario que mantuviese la calma, ese era un momento clave del que dependían demasiadas cosas, más de las que debieran.
.............................................................
En otro lugar, muy lejos de allí un muchacho de pelo negro y ojos verdes, dormía aunque no demasiado apaciblemente, y presenciaba como Snape entraba en una mazmorra.
-Y bien Snape, hemos sabido que nos has ocultado ciertos puntos. Qué tienes que decir en tu defensa, y no contestes con patrañas, no estoy para jueguecitos.- los ojos inyectados en sangre de lord Voldemort no dejaban de fijarse en el sujeto que acababa de llegar y hacía una reverencia.
-Mi Señor no sé a que os referís, os he presentado puntualmente los informes de lo que ocurre en torno a Dumbledore y su grupacho de seguidores, os he sido fiel y sigo siéndolo.- contestó Snape mirándolo a los ojos.
-No puedes mentirme estúpido, cómo te atreves.- Las pupilas inyectadas en sangre reflejaban una mirada de odio profundo – has intentado burlarte de nosotros, y este será tu fin. Cruccio.
...............................................................
En aquel momento un fuerte dolor hizo despertar a Harry, su cicatriz ardía, provocándole un fuerte dolor de cabeza. No podía ser, había visto a Snape ante Voldemort.
En cierta forma no podía dejar de sentir un cierto placer insano porque Snape estaba recibiendo su merecido, por su culpa su padrino ya no estaba, Snape podía haberle ayudado, podía haber intervenido para salvar a Sirius, pero era un rencoroso, y siempre se había burlado de su padrino, tenía su merecido, y si Voldemort acaba con él, pues, pues, bueno.
Harry Potter no podía evitar sentir un profundo rencor por su profesor de Pociones, pero no podía tapar la luz del sol con un dedo, aunque lo intentase. Harry sabía que Snape también tenía sus motivos para odiar a Sirius, y a pesar de todo, fue gracias él que la orden del Fénix pudo llegar cuando él y sus amigos se habían metido en la boca del lobo, gracias a su estupidez sin límites. Si había un culpable ese era él, y no importaba como quisiese pintarlo Dumbledore, fue su culpa, debía haber practicado Oclumancia, y de hecho debía haber seguido haciéndolo, y así ahora no tendría grabada en su mente la cara de dolor de Snape al recibir el impacto de la maldición.
Debería avisar a alguien de lo que estaba pasando con Snape, pero a vía lechuza tardarían mucho en saberlo, además de no ser un medio seguro. Sí, había llegado el momento de utilizar el objeto que le dio Lupin, era muy doloroso, si se hubiese dado cuenta cuando pasó lo de su padrino...
Harry se acerco al baúl donde guardaba un pequeño paquete que le dio Lupin cuando se despidieron en la estación, al terminar las clases, él ya sabia lo que era. Al desenvolver el pequeño objeto se encontró frente a su reflejo. Tenía en las manos un pequeño espejo, con un sencillo marco de madera.
-Lupin – dijo en voz no demasiado alta, no quería despertar a los Dursleys. Pero al ver que no ocurría nada, volvió a llamar – Lupin, ¿Estás ahí?
-Hola Harry – apareció la cara algo demacrada del profesor Lupin - ¿Cómo estás? ¿Ocurre Algo?
Harry no sabía como empezar, después de todo, él no debía tener esas visiones.
-En realidad sí, err, resulta que mientras dormia he visto algo, hum, bueno era la mazmorra de Voldemort, y estaba torturando a Snape- soltó Harry.
-Ya veo, bueno hablaré con Dumbledore, Harry. El sabrá que hacer, aunque ya sabes que deberías practicar oclumancia-contestó la cara contrariada del que fuera uno de los mejores amigos de sus padres.
-Lupin espera, ¿sabes cuando podré largarme de aquí?, - A Harry el Verano en casa de sus tíos se le estaba haciendo igual de pesado que otros años, aunque sus tíos parecían darle menos la lata desde que lo recogieron en la estación al final del curso, y sospechaba que las amenazas de Ojoloco Moody tenían algo que vez en la actitud de sus tíos.
-Bueno creo que pronto tendrás buenas noticias en ese sentido, aunque no puedo concretar nada – fue la respuesta de Lupin – Tengo que marcharme ya Harry, pero mantendremos el contacto. Hasta pronto.
El reflejo del espejo volvía a ser el de un chico con cara triste, y una cicatriz en la frente.
El dolor en la frente seguía siendo bastante fuerte, parece que el viejo Snape seguía siendo torturado, aunque ahora parecía haber parado. Harry esperaba que la cosa no fuera a mayores, en el fondo, no le deseaba ese destino a su profesor más odiado.
..............................................................
-Sabemos que te has unido a una de ellos, sangre de su sangre, que dirás en tu defensa, ¿No estarás cambiando tus lealtades?- El Señor Oscuro hizo una mueca de profundo desprecio mientras observaba a aquel individuo.- Cruccio.
El dolor que estaba sintiendo Snape estaba consumiéndolo, notaba como la sangre que corría por sus venas ardía y quemaba cada célula de su cuerpo, ¿iba a morir así? ¿Qué podía hacer? La muerte en realidad no parecía tan mala opción... aquel dolor. De pronto cesó.
-Mi Señor- debía medir bien sus palabras, ¿cómo demonios lo sabía? Y lo más importante, ¿qué sabia?- Después de saberse que era vuestro servidor, debía encontrar un modo de hacerme aceptar por Dumbledore, demostrarle que había cambiado, y esa estúpida mujer era mi mejor opción, así podía seguir de cerca al viejo, y veis que eso os ha resultado de gran interés. Ella es sólo una excusa para ganarme la confianza del viejo, no significa nada para mí, sabéis que siempre os he sido fiel.
-Y por qué nos la ocultaste maldito mentiroso, por qué la escondías. Con los años has perdidos facultades, Snape, ¿esperas que crea eso? Cruccio.
De pronto cesó, alguien había entrado en la sala corriendo y estaba hablando con Él.
Estaba tan débil, cada parte de su cuerpo gemía de dolor, pero él debía mantener su mente fuerte, no podía descubrirlo, para su alivio no parecía saberlo todo, aquello era lo que lo mantenía con vida y con fuerzas.
De nuevo, el Lord Oscuro se volvió hacia él.
-¿Donde está ella?, ¿Por qué no vive contigo?, ¿Donde la ocultas? – inquirió secamente el Señor oscuro.
-Está en España, es profesora en un colegio de allí, así no tengo que soportarla constantemente.- Debía parecer franco, y no mostrar reticencias o estaría definitivamente perdido.
-Creo que la escondes de mí, ¿acaso temías que lo supiera?- una retorcida mueca, que parecía una sonrisa se reflejaba en el rostro del mago más temido por la comunidad mágica de la época.
-Mi señor...-Snape estaba desesperado, tenía que conseguir convencerlo de algún modo.
-No creo tus palabras.- Voldemort se levanto de su sillón con la varita alzada apuntando hacia Severus Snape-
-La traeré si es eso lo que deseas, no la oculto de ti, sólo evitaba su irritante presencia pero si tú lo ordenas haré que vuelva a Inglaterra, puedo convencerla fácilmente.
-Silencio miserable - lo interrumpió Voldemort, quien parecía meditar - no creo en tus palabras pero hemos tenido suficientes bajas, y tu servicio nos es útil. Estarás a prueba. Si descubro cualquier cosa sospechosa lamentarás el día en que naciste, y ella también lo lamentará. La traerás como dices, no nos la ocultarás más, veremos si en verdad te importa o no.
-Gracias mi Señor- Snape hizo una reverencia y se marchó lentamente, de aquella maldita sala sin volver la vista atrás.
-Parece que has escapado de nuevo ¿no?- Era Bellatrix Lestrange la que se interpuso en su camino.-No creas que te has librado, te vigilaré de cerca.
Severus la miró fríamente, y se marchó de allí sin contestarle, aún le dolía cada parte de su cuerpo pero debía salir de allí, no podía derrumbarse todavía.
Un escalofrío recorrió su espalda, no estaba seguro de que esa fuese la mejor solución, estaba poniéndola en peligro, y no sólo a ella, también estaban los chicos, pero si no la traía, Voldemort los encontraría y acabaría con ellos, no tendría compasión, y los destrozaría.
Acabaría con ellos ante sus narices, y terminaría enterándose de la existencia de sus hijos. No podría esperar compasión, Removería cielo y tierra para completar su venganza, serviría como advertencia a los demás. No tenía escapatoria, al menos a ella tendría que traerla, pero no querría separarse de sus hijos, era tan tozuda.
Mejor debería haberse matado antes de aparecer ante el Señor oscuro, ahora todos estarían en peligro por su culpa.
En cierto modo, sabía que tarde o temprano, podría haber ocurrido y por ello habían tomado ciertas precauciones.
El hecho de que estuviese casado no era muy conocido, excepto por Dumbledore, y unas pocas personas más, y la existencia de sus hijos era aún más secreta. Él siempre supo que, de conocerse, hubiesen estado en constante peligro, ya que Voldemort volvería, y no quería para ellos esa vida. Pero desde otra perspectiva no era mala idea que todos fuesen a Hogwards, ahí estarían más a salvo que en cualquier otro lugar de la tierra, siempre y cuando no se supiese su relación. Además estarían más cerca de él. Los echaba terriblemente de menos durante el curso escolar, y ahora con todo lo sucedido tenía aún menos tiempo para poder estar con ellos. Él los protegería con su vida por encima de todo lo demás. Estaba decidido. Todos vendrían a Inglaterra.
____________________________
Fin del capítulo uno.
En el próximo, sabremos algo más sobre la familia de Snape, y las notas de los TIMOS.
Nota de la autora: Hola, este es mi primer fic, así que no lo juzguen demasiado mal. Espero que les haya gustado. Y por favor dejen reviews para saber que tal les pareció. Hasta pronto.
TRAS EL VELO
Por Elanor Black
Capitulo 1. La prueba de Snape.
Los días de verano se sucedían lentamente y de nuevo Harry Potter estaba pendiente a lo que pudiesen decir las noticias muggles que indicase que Voldemort había movido pieza. Por más que rebuscaba en los periódicos atrasados que la gente tiraba a las papeleras, no lograba encontrar nada que pudiese ser un indicio de que algo extraño hubiese pasado para el mundo muggle.
Respecto a El Profeta, la cosa cambiaba notablemente. Era obvio que la versión resultaba muy distinta, y no dejaban de aparecer artículos que informaban sobre diversos sortilegios de protección que podían ser útiles, pero claro, debido a las restricciones para la magia en menores de edad, él no podía practicar con ninguno de ellos, aunque de hecho, algunos parecían bastante complejos y difíciles de realizar, o requerían gran numero de ingredientes en la realización de algunas pociones. Tampoco dejaban de aparecer artículos en los que la gente decía haber visto a Quien ustedes saben, merodeando por su barrio, aunque a Harry no dejaba de resultarle inverosímil, que Voldemort se presentase en veinticinco lugares distintos a la misma hora.
Una suave brisa movió las cortinas de su ventana, y una pequeña lechuza entró volando como un misil en miniatura, cuyo objetivo fuese la cabeza del chico, que extendió el brazo ágilmente para atraparla antes de que diese en su blanco.
-Hola pig, ¿me traes alguna noticia interesante?, eso espero, porque tu querido amo me tiene un poco abandonado, supongo que aún no se ha recuperado del último shock que le produjo el último romance de Ginny – Dijo Harry sonriendo a la pequeña lechuza.
Debo estar muy mal para estar hablando con las lechuzas, pensó Harry. Y con mucho cuidado desató el mensaje que el ave llevaba atado a su pata. Acercándose a la jaula de Hedwig, le dio una golosinas lechucil, para disgusto de su mascota, que parecía no llevarse demasiado bien con Pidwidgeon.
Se sentó sobre la cama y comenzó a leer el mensaje de Ron que decía:
Hola Harry, espero que estés bien, mamá dice que pronto nos veremos, quizás después de tu cumpleaños, pero no hay nada seguro. Hermione me ha escrito como veinte veces preguntando si habían llegado ya las notas de los TIMOS, pero aún no sé nada. Hay mucho movimiento, pero no nos dicen nada. Mamá sigue enfadada con los gemelos, y aun no sabe de donde sacaron los fondos para la tienda, por lo que los vigila muy de cerca. Te escribo pronto. Saludos.
Ron.
Harry de pronto cambió su expresión, Ron estaría en el cuartel general, la casa de Sirius.
Aún no terminaba de hacerse a la idea de perderlo. No quería rendirse, su padrino no podía haber muerto, sólo había desaparecido tras el velo, tenía que rescatarlo, debía haber alguna forma.
La tarde caía sobre Privet Drive, y Harry sintió como dolía su cicatriz, estaba muy cansado, y el calor le producía una gran somnolencia. Sus tíos habían salido acompañados por su primo, que este año, había batido el record de boxeo, y de talla permitida, ni el peso ballena sería suficiente a estas alturas.
La tranquilidad reinaba en la casa, y el tráfico era nulo en la calle. El silencio era absoluto.
Harry intentó ojear el último artículo de El Profeta sobre hechizos para la defensa contra las artes oscuras, pero el sueño acabó venciéndole y el periódico se resbaló de entre sus manos cayendo suavemente al suelo.
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No era la primera vez que visitaba aquellas mazmorras, pero sí la primera vez que era convocado de aquella forma tan extraña, ¿habría sido descubierto al fin?, el día más temido parecía haber llegado, pero no podía ser, había tomado muchas precauciones para que aquello no sucediese, no ahora, de hecho nunca estaría preparado para morir y abandonar todo lo que había construido durante aquellos años. No podía dejar de pensar en la mirada de ella, y el miedo que reflejaban sus pupilas... pero debía borrar todo aquello de su mente, no podía permitir que el señor oscuro leyera sus sentimientos como un libro abierto, aquello sería su fin, y el fin de todos aquellos a los que amaba, el Señor oscuro no se conformaría con su simple muerte, si era descubierto, acabaría también con su familia.
-Has tardado mucho Snape, el Señor Oscuro no esta nada contento contigo- lo paró un mortifago bastante corpulento.
-No pude venir antes, estaba con el viejo cuando
-No es a mí a quien debes contar tus mentiras,- le corto el mortifago- sabemos que nos has estado ocultando cosas, pero el Lord Oscuro no perderá el tiempo más contigo, creo que esta vez no se tragará tus mentiras.- el motifago que guardaba la puerta de la sala principal parecía hacer una mueca de placer previendo lo que esperaba a Severus Snape. Nunca le había tenido confianza al espía de su Señor, era demasiado arrogante creyéndose que era alguien, con ese aire de superioridad que emanaba del profesor de Hogwards.
En ese momento se abrió la puerta que daba acceso a la sala principal, era una habitación bastante amplia, sin ventanas, iluminada por el fuego de las antorchas que ardían colgadas de la pared de piedra. Había un pequeño grupo de mortifagos congregados, al pie de una escalera que subían hasta un rellano donde estaba el Señor Oscuro sentado, observándole fijamente.
Era necesario que mantuviese la calma, ese era un momento clave del que dependían demasiadas cosas, más de las que debieran.
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En otro lugar, muy lejos de allí un muchacho de pelo negro y ojos verdes, dormía aunque no demasiado apaciblemente, y presenciaba como Snape entraba en una mazmorra.
-Y bien Snape, hemos sabido que nos has ocultado ciertos puntos. Qué tienes que decir en tu defensa, y no contestes con patrañas, no estoy para jueguecitos.- los ojos inyectados en sangre de lord Voldemort no dejaban de fijarse en el sujeto que acababa de llegar y hacía una reverencia.
-Mi Señor no sé a que os referís, os he presentado puntualmente los informes de lo que ocurre en torno a Dumbledore y su grupacho de seguidores, os he sido fiel y sigo siéndolo.- contestó Snape mirándolo a los ojos.
-No puedes mentirme estúpido, cómo te atreves.- Las pupilas inyectadas en sangre reflejaban una mirada de odio profundo – has intentado burlarte de nosotros, y este será tu fin. Cruccio.
...............................................................
En aquel momento un fuerte dolor hizo despertar a Harry, su cicatriz ardía, provocándole un fuerte dolor de cabeza. No podía ser, había visto a Snape ante Voldemort.
En cierta forma no podía dejar de sentir un cierto placer insano porque Snape estaba recibiendo su merecido, por su culpa su padrino ya no estaba, Snape podía haberle ayudado, podía haber intervenido para salvar a Sirius, pero era un rencoroso, y siempre se había burlado de su padrino, tenía su merecido, y si Voldemort acaba con él, pues, pues, bueno.
Harry Potter no podía evitar sentir un profundo rencor por su profesor de Pociones, pero no podía tapar la luz del sol con un dedo, aunque lo intentase. Harry sabía que Snape también tenía sus motivos para odiar a Sirius, y a pesar de todo, fue gracias él que la orden del Fénix pudo llegar cuando él y sus amigos se habían metido en la boca del lobo, gracias a su estupidez sin límites. Si había un culpable ese era él, y no importaba como quisiese pintarlo Dumbledore, fue su culpa, debía haber practicado Oclumancia, y de hecho debía haber seguido haciéndolo, y así ahora no tendría grabada en su mente la cara de dolor de Snape al recibir el impacto de la maldición.
Debería avisar a alguien de lo que estaba pasando con Snape, pero a vía lechuza tardarían mucho en saberlo, además de no ser un medio seguro. Sí, había llegado el momento de utilizar el objeto que le dio Lupin, era muy doloroso, si se hubiese dado cuenta cuando pasó lo de su padrino...
Harry se acerco al baúl donde guardaba un pequeño paquete que le dio Lupin cuando se despidieron en la estación, al terminar las clases, él ya sabia lo que era. Al desenvolver el pequeño objeto se encontró frente a su reflejo. Tenía en las manos un pequeño espejo, con un sencillo marco de madera.
-Lupin – dijo en voz no demasiado alta, no quería despertar a los Dursleys. Pero al ver que no ocurría nada, volvió a llamar – Lupin, ¿Estás ahí?
-Hola Harry – apareció la cara algo demacrada del profesor Lupin - ¿Cómo estás? ¿Ocurre Algo?
Harry no sabía como empezar, después de todo, él no debía tener esas visiones.
-En realidad sí, err, resulta que mientras dormia he visto algo, hum, bueno era la mazmorra de Voldemort, y estaba torturando a Snape- soltó Harry.
-Ya veo, bueno hablaré con Dumbledore, Harry. El sabrá que hacer, aunque ya sabes que deberías practicar oclumancia-contestó la cara contrariada del que fuera uno de los mejores amigos de sus padres.
-Lupin espera, ¿sabes cuando podré largarme de aquí?, - A Harry el Verano en casa de sus tíos se le estaba haciendo igual de pesado que otros años, aunque sus tíos parecían darle menos la lata desde que lo recogieron en la estación al final del curso, y sospechaba que las amenazas de Ojoloco Moody tenían algo que vez en la actitud de sus tíos.
-Bueno creo que pronto tendrás buenas noticias en ese sentido, aunque no puedo concretar nada – fue la respuesta de Lupin – Tengo que marcharme ya Harry, pero mantendremos el contacto. Hasta pronto.
El reflejo del espejo volvía a ser el de un chico con cara triste, y una cicatriz en la frente.
El dolor en la frente seguía siendo bastante fuerte, parece que el viejo Snape seguía siendo torturado, aunque ahora parecía haber parado. Harry esperaba que la cosa no fuera a mayores, en el fondo, no le deseaba ese destino a su profesor más odiado.
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-Sabemos que te has unido a una de ellos, sangre de su sangre, que dirás en tu defensa, ¿No estarás cambiando tus lealtades?- El Señor Oscuro hizo una mueca de profundo desprecio mientras observaba a aquel individuo.- Cruccio.
El dolor que estaba sintiendo Snape estaba consumiéndolo, notaba como la sangre que corría por sus venas ardía y quemaba cada célula de su cuerpo, ¿iba a morir así? ¿Qué podía hacer? La muerte en realidad no parecía tan mala opción... aquel dolor. De pronto cesó.
-Mi Señor- debía medir bien sus palabras, ¿cómo demonios lo sabía? Y lo más importante, ¿qué sabia?- Después de saberse que era vuestro servidor, debía encontrar un modo de hacerme aceptar por Dumbledore, demostrarle que había cambiado, y esa estúpida mujer era mi mejor opción, así podía seguir de cerca al viejo, y veis que eso os ha resultado de gran interés. Ella es sólo una excusa para ganarme la confianza del viejo, no significa nada para mí, sabéis que siempre os he sido fiel.
-Y por qué nos la ocultaste maldito mentiroso, por qué la escondías. Con los años has perdidos facultades, Snape, ¿esperas que crea eso? Cruccio.
De pronto cesó, alguien había entrado en la sala corriendo y estaba hablando con Él.
Estaba tan débil, cada parte de su cuerpo gemía de dolor, pero él debía mantener su mente fuerte, no podía descubrirlo, para su alivio no parecía saberlo todo, aquello era lo que lo mantenía con vida y con fuerzas.
De nuevo, el Lord Oscuro se volvió hacia él.
-¿Donde está ella?, ¿Por qué no vive contigo?, ¿Donde la ocultas? – inquirió secamente el Señor oscuro.
-Está en España, es profesora en un colegio de allí, así no tengo que soportarla constantemente.- Debía parecer franco, y no mostrar reticencias o estaría definitivamente perdido.
-Creo que la escondes de mí, ¿acaso temías que lo supiera?- una retorcida mueca, que parecía una sonrisa se reflejaba en el rostro del mago más temido por la comunidad mágica de la época.
-Mi señor...-Snape estaba desesperado, tenía que conseguir convencerlo de algún modo.
-No creo tus palabras.- Voldemort se levanto de su sillón con la varita alzada apuntando hacia Severus Snape-
-La traeré si es eso lo que deseas, no la oculto de ti, sólo evitaba su irritante presencia pero si tú lo ordenas haré que vuelva a Inglaterra, puedo convencerla fácilmente.
-Silencio miserable - lo interrumpió Voldemort, quien parecía meditar - no creo en tus palabras pero hemos tenido suficientes bajas, y tu servicio nos es útil. Estarás a prueba. Si descubro cualquier cosa sospechosa lamentarás el día en que naciste, y ella también lo lamentará. La traerás como dices, no nos la ocultarás más, veremos si en verdad te importa o no.
-Gracias mi Señor- Snape hizo una reverencia y se marchó lentamente, de aquella maldita sala sin volver la vista atrás.
-Parece que has escapado de nuevo ¿no?- Era Bellatrix Lestrange la que se interpuso en su camino.-No creas que te has librado, te vigilaré de cerca.
Severus la miró fríamente, y se marchó de allí sin contestarle, aún le dolía cada parte de su cuerpo pero debía salir de allí, no podía derrumbarse todavía.
Un escalofrío recorrió su espalda, no estaba seguro de que esa fuese la mejor solución, estaba poniéndola en peligro, y no sólo a ella, también estaban los chicos, pero si no la traía, Voldemort los encontraría y acabaría con ellos, no tendría compasión, y los destrozaría.
Acabaría con ellos ante sus narices, y terminaría enterándose de la existencia de sus hijos. No podría esperar compasión, Removería cielo y tierra para completar su venganza, serviría como advertencia a los demás. No tenía escapatoria, al menos a ella tendría que traerla, pero no querría separarse de sus hijos, era tan tozuda.
Mejor debería haberse matado antes de aparecer ante el Señor oscuro, ahora todos estarían en peligro por su culpa.
En cierto modo, sabía que tarde o temprano, podría haber ocurrido y por ello habían tomado ciertas precauciones.
El hecho de que estuviese casado no era muy conocido, excepto por Dumbledore, y unas pocas personas más, y la existencia de sus hijos era aún más secreta. Él siempre supo que, de conocerse, hubiesen estado en constante peligro, ya que Voldemort volvería, y no quería para ellos esa vida. Pero desde otra perspectiva no era mala idea que todos fuesen a Hogwards, ahí estarían más a salvo que en cualquier otro lugar de la tierra, siempre y cuando no se supiese su relación. Además estarían más cerca de él. Los echaba terriblemente de menos durante el curso escolar, y ahora con todo lo sucedido tenía aún menos tiempo para poder estar con ellos. Él los protegería con su vida por encima de todo lo demás. Estaba decidido. Todos vendrían a Inglaterra.
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Fin del capítulo uno.
En el próximo, sabremos algo más sobre la familia de Snape, y las notas de los TIMOS.
Nota de la autora: Hola, este es mi primer fic, así que no lo juzguen demasiado mal. Espero que les haya gustado. Y por favor dejen reviews para saber que tal les pareció. Hasta pronto.
