¿Cómo era posible?

Llevaba horas preguntándose lo mismo, no le importaba que ya era tan tarde y que tendría escuela mañana, sólo podía hacerse la misma pregunta una y otra vez.

¿Cómo era posible?

¿Cómo era posible sentir algo tan especial hacia alguien con quien casi no jugaba?

¿Cómo era posible que prefiriera salir a jugar con ella en vez de hacer sus divertidas esferas de arena?

¿Cómo era posible lo feliz que se sentía al verla emocionarse por cosas tan triviales?

¿Cómo era posible sentir tanta tristeza como la que sintió cuando salió de la guardería?

¿Cómo era posible para alguien tan pequeño, sentirse tan solo, abandonado y dolido al ver que ella ya no estaba?

¿Cómo era posible que mostrará los "síntomas" de la "maldición" a tan temprana edad?

Sí. "Maldición" para ella lo que sentía era nada menos que eso. Una estúpida maldición que algún demonio enemigo le había lanzado para distraerla de su objetivo, el cual, obviamente, era llevar a la humanidad a su perdición. ¡Esa maldición jamás funcionaria! No importaba que tan divertida, linda y perfecta viera a Hanamaru, ¡ella no cedería ante la maldición! ¡JAMÁS!

Ni siquiera por el latir desenfrenado de su corazón cuando estaba cerca de ella.

Tampoco por los nervios que le provocaba el quedarse sola con ella.

Ni mucho menos los sonrojos que quemaban su cara cada vez que le sonreía o al rozar accidentalmente su mano cuando estaban en el autobús o algún otro lugar.

¡Jamás! ¡Jamás! ¡JAMÁS!

O eso creía.

Había algo que odiaba sentir, ese sentimiento de dolor y rabia dentro de ella cada vez que...

...Veía a Ruby demasiado cerca de Hanamaru...

Lamentablemente esa sensación se presentaba demasiadas veces en ella. ¡Y lo odiaba! en verdad que lo odiaba.

—"Bueno, Ruby es la mejor amiga de Zuramaru, es obvio que estaría cerca de ella..."—Susurró para sí misma.—

¡Pero aún así! Por culpa de la estúpida maldición ella no quiere que Ruby se le acerce ni a un metro de distancia, ¡Ruby ni nadie más! Ruby no debería de abrazar a Hanamaru. No debería de hablarle, ni siquiera mirarla.

—"¡Ella no tiene el derecho! ¡Zuramaru es mía! ¿Cómo se atreve a estar a más de un metro de distancia de ella? ¡y encima abrazarla, por lucifer!"—Yoshiko gritaba sin importarle que hubiera gente durmiendo.—

Y es que, el simple hecho de pensar en eso la enojaba.

Y mucho.

—"¡AGHHH! Tal vez debería de pintarle un pentagrama en la frente a Zuramaru, o poner un cartel en su espalda que diga que es mía y de nadie más, ¡tal vez así deje de abrazarla y hablarle tanto!"—

E incluso al pensar eso había algo que la molestaba...

...algo que pasaba todo el día taladrando su cabeza.

—"Zuramaru...ella...¿se sentirá igual? o es sólo una maldición unilateral..."—Al decir eso pudo sentir un pinchazo en su corazón y como las lágrimas se formaban en sus ojos.

"Esto es sólo una estúpida maldición, ya pasará. ¡No dejes que te afecte, después de todo eres la magnífica Fallen Angel Yohane!"

Se repetía a diario en su cabeza.

"Es sólo una maldición sin sentido."

Pero aún así...

"No tiene nada de poder sobre mi, soy la magnifica Yohane después de todo."

...el sólo pensar que lo que llamaba "maldición" sólo lo sufría ella y Hanamaru no sentía nada de eso...

"Todo estará bien."

...hacía que le entraran unas inmensas e incontrolables ganas de llorar.

"¡Ella no me importa en lo absoluto!"

Exactamente como lo estaba haciendo ahora.

"¡Ella es mía!"

Le dolía.

"Sólo sonríe para ."

Y mucho.

"...Sólo...ámame...a ..."

Últimamente pensar demasiado y llorar a mares se ha hecho costumbre en lo que alguna vez fue la magnífica e intocable Yohane.