Disclaimer:Ningún personaje es mío, todo pertenece a J.K Rowling y no pretendo (ni podría) ganar dinero con esto.

N/A: Homenaje a todas y cada una de las personas que perecieron en la Segunda Guerra, desde Cedric Diggory hasta el último de ellos. Porque lo merecen.


In Memoriam (I)

(Cedric Diggory)

Sí, ese chico era Cedric. Aquel de cabello oscuro y ojos grises, de piel pálida y cuerpo atlético. El que te sonreía al pasar por los pasillos, y jamás dijo ser mejor que tú. Hufflepuff de corazón, que sonreía y animaba, cuyos abrazos tantas desearon y tan pocas tomaron.

Los tejones aún recuerdan aquel día, hace ya tanto tiempo, cuando llegó a Hogwarts, aún siendo pequeño y asustado, aún temblando ante la visión del Sombrero Seleccionador, cuando las palabras de su padre aún resonaban en su mente, y sus alabanzas a los colores de su corazón. Cuando aún temía no ser tejón, sin saber que acabaría siendo el mejor. Cuando tímido y acobardado aguardó su turno, sin saber que algún día se cubriría de gloria.

Cedric triunfó, aunque muchos quieran negarlo. No fue el más rico, ni el más adorado. Pero sin duda, fue el héroe de Hufflepuff. ¿Ah, que no me crees?

Tenía doce años, las calificaciones más altas, y una escoba escondida bajo la cama. Tal vez fue ése día cuando todo comenzó a cambiar para él, aunque no sé decirlo realmente. Aquel día, estando en su dormitorio, al mirar por la ventana, allí estaban: el equipo de quidditch. Hacían pruebas, su buscador se había marchado el año anterior. Él tomó su escoba, se llenó de valor y corrió hacia el campo.

Y aquel día, se convirtió en buscador. Sin haberlo pensado nunca seriamente, sólo… ¿fue un impulso? Él jamás lo supo, pero semanas más tarde, voló, sintió aquel aire en el rostro mientras tomaba la snitch entre sus manos en aquel primer partido. Se convirtió en héroe por un día, fue libre. Y así se dio cuenta de que era feliz. De que probablemente había sido la mejor elección de su vida. Quidditch. Ese deporte que durante tan escaso tiempo disfrutaría, pero que tan feliz le haría.

Prefecto. El siguiente paso. Un honor para los Diggory, un placer para él. Tal vez nunca llegase a comprender por qué le escogieron a él. Siempre creyó ser menos de lo que era. Había quién se preguntaba si alguna vez se miraba al espejo, si alguna vez se había visto jugar al quidditch o si consultaba sus notas a final de año. Las chicas suspiraban por él, incluso las slytherins no podían apartar la mirada. Y sin embargo Cedric fue siempre… Cedric. Simplemente él.

Pero algo cambió su vida. Algo que él pensó que sería la oportunidad de probarse, de saber cuánto podía dar, y hasta dónde llegaría. Un torneo con siglos de historia, y que acarrearía honor a su hogar. No lo dudó. Ni la mirada altiva de Delacour, esa muchacha francesa, ni la aparente superioridad de aquel búlgaro lograron convencerle de echarse atrás. Él quiso ser Campeón de Hogwarts…

…y lo fue.

Todos recordarían años más tarde sus hazañas. Cómo logró salir vivo de su encuentro con el dragón, después de sufrir la quemadura. Cómo salió el primero de aquel lago helado, llevándola a ella a cuestas, sin demasiado esfuerzo aparentemente. Todos recordarían que le apoyaron, y estuvieron con él. Y que él les dio algo a cambio: entrega, valor, patriotismo absoluto con los tejones.

Pero no sería eso lo que él recordaría. En absoluto. Él recordaría a aquella muchacha de cabello negro y rasgos asiáticos que logró conquistarle. No supo cuándo, ni cómo, pero llegó a su corazón. Recordaba sus besos, al atardecer junto al lago. Dulces y anhelantes… Cálidos. ¿Qué importaba el resto teniéndola a ella? No, no se rendiría, quería vencer el Torneo, pero más deseaba tenerla con él. Y la tuvo. Entre sus brazos, susurrándole palabras al oído, besando sus labios húmedos. Hasta el final.

Porque hubo un final.

Tal vez no fuera justo, ni siquiera era necesario. Él no tenía por qué morir en una guerra que no era suya. Él no tenía por qué dar su vida. Y, sin embargo, la dio. Cayó muerto, ante los ojos del otro campeón de Hogwarts.

Esperanzas, ilusiones, amores y sueños perdidos. Un final que nunca debió ser. Sólo porque un día, alguien decidió que era un estorbo. Sólo porque estuvo en el momento equivocado en el lugar erróneo. Quizás porque el destino ya lo había marcado.

Hoy, la guerra terminó, pero no, ésas heridas nunca sanarán.

In Memorian of Cedric Diggory, the real Hogwarts' Champion.


Nota final: Cedric, aquel muchacho que cayó el primero. No sé los demás, fueron mis primeras lágrimas con los libros de Harry Potter, y tal vez por eso, sea ese Hufflepuff el que me conquistó y no otro. Lo dedico a todos aquellos fans de Cedric y sobre todo, a Charlone, que leyó este fic primero, y que me dio un buen consejo.