Bueno, nuevamente andamos por aqui con un nuevo proyecto, espero que les guste...
Esta dedicado a todas mis hermanas del club Slytherin Semper Perversis... hermanas, una vez mas reivindicando a los Sly... besos
Disclaimer: Nada es mio, solo la historia, la chica... lo demas es de JK... lástima...
Vivan los Sly!
Enjoy!
SORPRESAS DEL DESTINO
El silencio era interrumpido únicamente por el sonido desesperante del tic tac del antiguo reloj que se encontraba ubicado en la esquina más alejada de aquélla habitación.
Observé a mi alrededor fascinada cómo los muebles hacían una perfecta combinación entre la elegancia y la sencillez.
Nunca en toda mi vida había estado rodeada de tanto lujo, cada mueble, adorno, retrato reunido ahí en esa habitación apestaba a dinero y poder. Como si cada cosa que estuviera colocada ahí fuera capaz de gritar el grado de importancia en el mundo de sus dueños.
Frente a mí se llevaba a cabo el cataclismo de una vida. No la mía en realidad, pues yo había vivido prácticamente en la miseria toda mi existencia, sin conocer quien era yo ni que hacía en el mundo. Hasta que alguien recordó que yo existía y mi vida dio un giro de 360 grados.
El silencio fue interrumpido por una voz grave. La voz de alguien a quien el mundo se le cae en pedazos, de quien acaba de saber que lo que siempre había sido certidumbre en su vida no lo era más. Un sonido bajo, como un siseo, donde la suavidad de sus palabras calaban más hondo que si fueran dichas a gritos.
-Eso no puede ser posible… mi padre no… nunca…-
-Pero lo es, joven Nott, es tan cierto como que aquí la tiene frente a usted, tan cierto como que de sus venas corre la misma sangre que por las suyas-
El joven castaño me miró, sus ojos azules penetraban los míos con insistencia, como si quisiera introducirse en mi mente y conocer mis secretos. Traté de sostener la mirada, mientras sentía la intromisión en mi cerebro.
Legeremancia, típico. No podía quedarse con la curiosidad.
Uno a uno mis recuerdos fueron pasando frente a mis ojos, cada uno de ellos, más doloroso que el anterior. Sentí el regusto amargo de la hiel en mi boca, mientras mis ojos me picaban por el esfuerzo que hacía por no llorar.
"¿Satisfecho?" pensé, mientras el se sonrojaba de vergüenza.
Después de algunos segundos, la conexión se perdió, mientras una pequeña mueca se extendía por mi rostro, al observar la cara de confusión y sorpresa que el muchacho frente a mí mostraba en esos momentos. Hacía mucho tiempo que esos recuerdos no me quitaban el sueño, pero mostrarlos a alguien desconocido siempre me había afectado en demasía, pues sentía mi intimidad ultrajada y eso, para alguien como yo, acostumbrada a tener que ocultar sus pensamientos y sentimientos como modo de protección, era bastante doloroso.
Su atención se centró nuevamente en el abogado que nos miraba a ambos de hito en hito. Claramente sus pensamientos eran expresados en su rostro, y él pensaba que éramos la familia más dispareja del mundo.
Hermanos.
Nunca creí posible que alguien como yo tuviera familia, no desde que caí en aquel orfanato, donde a base de golpes y reprimendas tuve que ganarme el pan que me llevaba a la boca. Claro que no dure mucho tiempo ahí, pues yo sentía que afuera de ese lugar tan deprimente se encontraba algo bueno para mí. Aunque nunca pensé que fuera algo asi de bueno.
La vida que había llevado después de huir del orfanato no había sido nada fácil. Una niña sola de diez años no era lo suficientemente madura para recorrer las calles de Londres Muggle sin protección. Lo único que me había salvado de perecer eran mis genes mágicos, los que me había otorgado aquel ser despreciable que había lastimado a mi madre y nos había abandonado. Mi padre.
Observé fijamente al chico frente a mí. Ciertamente podríamos pasar por casi idénticos, si no fuera por las diferencias que cruelmente nos separaban. Su cabello era castaño, como el mío. Sus ojos, azules como el mar, mientras los míos eran de un azul eléctrico como el cielo en una mañana soleada. Su piel era tan pálida como la leche, la mía debía ser igual, pero la mugre que la cubría hacía mucho que había dejado atrás su blancura.
Éramos pues idénticos, eran mis genes, mi hermano.
El mismo quien ahora frente a mí debatía defendiendo su derecho, despreciándome y relegándome a la ignominia, como el estorbo que era en su vida, una vida que tenía ya perfectamente calculada y trazada y en la que yo, la bastarda de la familia, no estaba contemplada.
Las voces se elevaban a momentos, mientras trataba con desesperación de evitar que entraran a mi cabeza, no quería saber lo que ese chico pensaba de mi, ni quería que sus palabras me hicieran mas daño que el que ya llevaba por dentro. Aunque tenía una extraña sensación en mi pecho, pero no entendía de qué se trataba, y definitivamente no quería que fuera por el rechazo del que era objeto.
-¿Pero como pudo mi padre hacer algo así?-
Alcé mi cabeza, mientras ignoraba el doloroso tirón en mi nuca, su insinuación me había calado hondo, a pesar de los esfuerzos por evitarlo, me alcé en toda la altura que me proporcionaba mi 1.75, el corazón golpeteaba contra mis costillas con furia, mientras sentía la magia vibrar a mí alrededor.
Era lo que había estado esperando, la señal que me dijera que nunca sería bienvenida en su mundo, la señal que esperaba para salir corriendo de ahí sin volver la vista atrás. Tal vez yo no fuera tan refinada como él, o no fuera de una sangre tan limpia como el, pero yo tenía algo que él no tenía: libertad.
Libertad de hacer con mi vida lo que yo quisiera.
Me dí la vuelta mientras caminaba hacia la salida rápidamente, pero una enorme y pálida mano impidió que siguiera avanzando. Una corriente eléctrica me sacudió de arriba a abajo, pues su magia había reconocido la mía, mientras él retiraba la mano asombrado, ya que las reticencias que sentía hacia mí seguramente habían quedado de lado al comprobar que nuestra magia era compatible.
Éramos hermanos.
-¿A dónde se supone que vas?- me dijo con la mandíbula tan apretada que creí que sus dientes estallarían.
-Me voy, yo sé distinguir cuando no me quieren en algún lugar, solamente te estoy ahorrando la molestia- dije con el mismo tono que él.
-Mira- suspiró mientras se pellizcaba el puente de la nariz- esta no es una situación común, así que te pido que te comportes, no se a lo que estés acostumbrada, pero aquí las cosas son muy diferentes, si te vas a quedar aquí, conmigo, tienes que aprender como son las cosas, a comportarte como lo que eres.-
Me quedé observándolo con la boca abierta.
¿Me estaba aceptando?
Me estaba dejando vivir con él, ser parte de su familia, de todo esto. No lo podía creer, era más de lo que muchas personas habían hecho por mí en mucho tiempo. Un amago de sonrisa escapó de mis labios, pero inmediatamente fue acallado por él.
-No me malinterpretes, eres de mi familia, pero eso no significa que te acepte. No te conozco, no se como eres, ni que sea lo que quieras de la vida, para tú vida. Legalmente tendremos los mismos derechos, pues compartimos el mismo tutor, nuestra abuela Litha, y aparte de ella, soy el único familiar vivo que tienes, pero eso no significa que esta situación me agrade, ni que tú tengas que agradarme. Compartimos genes, es todo, pero fuera de ahí no nos conocemos, será necesario mucho tiempo para que aprendamos a sobrellevarnos-dijo mientras miraba al abogado fijamente.
"Aprenderás con el tiempo lo que es ser un Nott, en toda la extensión de la palabra, pues si bien hay cosas buenas, las cuales son mínimas, pues las cosas malas son más que ellas. Por lo pronto un elfo te llevará hasta las habitaciones para adecentarte, mientras tanto yo hablaré con el señor Carter y esperaremos a que llegue nuestra abuela, ¿correcto?"-
Moví mi cabeza afirmativamente mientras con un "plop" aparecía un elfo domestico, el cual me hizo una reverencia bastante exagerada, lo que me hizo reír, callándome en el acto al ver la mirada severa que me dirigía el chico a mi costado, me percaté entonces de que no sabía ni su nombre ni siquiera como debía llamarlo, asi que con el descaro que siempre me había caracterizado durante todos esos años, le pregunté sin más.
-¿Y como se supone que debo llamarte?, ¿chico?, ¿hermano?... porque sabes, a mi me da igual…-
-Me llamo Theodore Nott-
-¡Ah! Theo…-sonreí.
-Theodore por favor, si eres tan amable…- dijo mirándome con la ceja enarcada.
Imité el gesto y sonreí diciendo –Claro Theo… y tu puedes llamarme Lyla… Lyla Nott-
Se quedó observándome mientras yo seguía al elfo hacia el piso superior, en busca de una habitación, para lo del baño, pero sobre todo, en busca de una suave y calientita cama.
Mientras tanto en el despacho…
-¿Entonces me va a decir como sucedieron las cosas?- dijo el chico castaño al hombre mayor que se encontraba frente a el.
-Desgraciadamente la historia es muy desagradable, como sabrás tu padre era mortífago para cuando tu apenas venías al mundo, cuando tu madre murió, después del parto, tu padre se encerró en su mundo de poder y destrucción, siguiendo con más ímpetu a ya-sabes-quien, tu apenas tenías unos meses cuando él fue mandado a destruir y matar a los habitantes de una aldea muggle llamada Chestershire, sucedió lo de siempre, muggles muertos por doquier, sangre, ya sabes, lo que nadie supo es que ese día tu padre conoció a una joven que le recordaba mucho a tu madre y la secuestró. A simple vista parecía una muggle más, pero la chica era una squib, por eso vivía entre muggles y no se había asustado cuando vio a los magos haciendo hechizos-
"La tuvo cautiva durante poco mas de tres meses, en una cabaña a las afueras de Ottery St Catchpole. Sin que nadie se percatara de ello, iba a visitarla con regularidad, y cada vez que aparecía, la tomaba a la fuerza. Durante esos tres meses en los que ella estuvo secuestrada, ella quedo embarazada, y tu padre al darse cuenta de ello, no pudo matarla y simplemente la dejó cerca de donde vivía anteriormente para que alguien pudiera reconocerla y la ayudara, borrándole la memoria en el proceso. Lo que tu padre nunca supo es que el día que él la capturó, toda la familia de ella murió en aquella masacre."
"Estuvo amparada con algunos amigos, pero cuando el momento del parto llegó, ella murió sin conocer a su hija, y sin poder avisarle a nadie para que se quedara con ella. Una amiga de ella fue quien dio a la niña a un orfanato, pues no podía hacerse cargo, y en su registro quedo el dato de la historia de su madre. La niña fue a parar de un orfanato a otro, hasta que finalmente se escapó a los diez años y anduvo vagando hasta que tu padre supo de su existencia y desde un principio me ordenó que la buscara y después de un tiempo, por fin la encontré."
"Por eso sé toda la historia, que como podrás darte cuenta no ha sido nada bonita. Ella a sufrido mucho, y de verdad necesita que ustedes la hagan sentir en familia"-
Theodore se quedó observándolo un poco más, mientras cavilaba sobre todas esas cosas que el abogado acababa de decirle. La historia en si era bastante cruel, y conociendo a su padre, estaba seguro que era real. La hiel en su boca le confirmaba lo que su estómago le decía a gritos, la historia era tan horrible que le estaba produciendo arcadas.
Siempre pensó que su padre era cruel y despiadado, pero nunca había constatado las asquerosidades que su mente pervertida podría hacer. Pobre chiquilla, el hombre frente a sí tenía toda la razón, ella necesitaría de ellos para ser una buena persona, aunque al lado de alguien tan retorcido como él, no creía que llegara a serlo. Él era igual de oscuro y perverso que su padre y aunque nunca en su vida hubiera hecho lo que el hizo, posiblemente hubiera hecho algunas cosas igual de obscenas.
Tal vez lo mejor sería que ella se fuera con su abuela lejos, a donde la maldad de los varones Nott no pudiera contaminarla. Mientras el pensaba en estas cosas, la puerta se abrió de improviso, dejando entrar a una impresionante mujer, a quien los años no le habían restado ese aura de autoridad y distinción que se encontraba instalado sobre su persona.
Ahí, frente a él, estaba la mujer más importante en su vida, aunque no era la única, pero si a la que sabía le importaba más que nada en el mundo. Su andar lento y pausado no se desmerecía por los embates de la edad, pues seguía siendo elegante y distinguido como en el pasado. Sus cabellos castaños, ahora salpicados de hebras plateadas, le conferían un aire de majestuosidad digno de una reina. En su rostro, sus ojos azules brillaban con deleite al reconocer al que hasta hacía poco era su único nieto, su orgullo, su pequeño Theo, quien le sacaba dos cabezas de altura, pero ella se empeñaba en mimarlo como si aún fuera un crío.
Las arrugas surcaban su rostro, quien en su juventud debió ser bellísimo, pero que aún conservaba la hermosura que la habría caracterizado durante tanto tiempo. Se acercó a él extendiendo sus brazos, atrapándolo en un abrazo apretado, donde el muchacho se zambulló para evitar aunque fuera unos instantes la catástrofe que conmocionaba su vida en estos momentos. Con su padre en Azkaban y una hermana que no sabía que tenía y ahora recién encontrada...
-Abuela…-
-Lo sé querido, ya estoy aquí…- dijo separándose tiernamente de él, tomándolo de la mano para guiarlo hasta los cómodos sofás de la habitación- y bien Patrick- dijo mirando fijamente al abogado- cuéntame todo-
Bueno, por hoy nos quedamos aqui...
gracias mil por leer...
