Holiz :3
Soul Eater no me pertenece, la historia es de su mangaka. De ser así, Soul y Maka se hubieran besado, Chrona seria hombre y Patty tendría una jirafa de mascota. Yo solo juego con los personajes y creo escenarios―posiblemente también personajes―.
Bien, mi primera historia de soul eater * u*
ojala les guste y... ¡nos leemos abajo!
Advertencia: Este fic contiene palabras para mayores como por ejemplo ''Mierd... put...''. Se recomienda discreción.
Me and My Broken Heart
Capítulo uno: Soul Eater
Soul.
―¡Suficiente!―grité con la maleta en la mano, arrastrándola hacia la enorme puerta que parece echa de oro. Dudo que no lo sea.
Chuck, un amigo que trabajaba en esa casa limpiando y haciendo las comidas, estaba parado en la puerta, con cara un tanto triste, y un paraguas en la mano. Me lo entregó y me dedicó una sonrisa. Seguramente ya había imaginado que sería, para mí, estar lo más lejos de ellos.
―¡No te iras a ningún lado!―un brazo me agarra por detrás. Mi padre me sostiene fuertemente al punto de que me duela―¡¿Luego de todo lo que te dimos, así piensas agradecernos?!―transformo mi brazo rápidamente arma, cortando un poco la palma de la mano de mi padre.
―Valla mierda lo que me dieron―la cara de mi padre se tensa, frunciendo las cejas.
De un momento a otro, la palma de su mano se encontraba en alto, dispuesto a dejarme parte del rostro roja. Pero el dolor nunca apareció; mi hermano, Wes, sostenía de la muñeca a mi padre, impidiendo que mi rostro, posiblemente, se deformara por su severa fuerza.
―No, padre―le soltó y giró el rostro. Su expresión enojada me observaba―. No hay por qué rebajarse a su nivel―dio la vuelta, ahora dirigiendo sus palabras a mí―. No esperes volver, Soul―notaba tristeza en su tono de voz, a diferencia de su rostro.
Abrí el paraguas que Chuck me había entregado hace unos minutos, apreté fuertemente la maleta y me encaminé hasta la motocicleta. Llovía. Las gotas comenzaron a empaparme, al dejar el paraguas a un lado y comenzar a darle patadas al motor. Necesitaba un pequeño arreglo.
Comencé el viaje. A pesar de no tener nada más que un folleto hacia Death City, y un mapa hacia la escuela para Técnicos y Armas―como yo―, nada evitaría que llegara. Ir a la estúpida escuela llamada Shibusen no es una escusa para largarme de esa tonta casa llena de locos amantes de las cosas costosas y finas, algo poco cool.
No fue hasta un par de horas después, al llegar a la Ciudad, cuando comencé a sentirme culpable al hablarle de tal forma a mi padre.
Luego de que mi madre, Anastasia, muriera, toda responsabilidad había caído sobre los hombros de mi padre. Él ahora no sólo tenía que mantener las multimillonarias riquezas de la familia, sino que tenía que comenzar el trabajo de ama de casa ocupándose de ambos hijos. Aunque ahora su trabajo era más fácil con una sola boca que alimentar, ¿No?
Y sin importar eso, yo decidí salir permanentemente de esa familia adinerada y llena de lujos. Aunque claro, tenía mis propias rasones.
El semáforo cambió del amarillo al verde, haciendo que tuviera que arrancar el motor. No encendió.
Maldije por lo bajo, aún mojándome, encaminando la maldita motocicleta hasta el cordón de la esquina. Las nubes parecían no querer irse, sino el contrario. La noche aparecía, y las grisáceas nubes tapaban la luna sonriente―quien, según yo, tiene cara maniática―. Maldito fue el día en que no la envié al mecánico por flojo. Ese día fue muy poco cool de mi parte.
―Hey idiota―escuché decir a alguien a mi espalda―, el de la motocicleta rota―me giré y vi a un chico, obviamente también mojado a más no poder, tenía el cabello celeste o verde agua, un color realmente cool.
―¿Hmm?―murmuré (aunque claro que pareció una pregunta), mirándolo de cerca. Con esa pinta del cabello mojado parecía una persona de admirar por ser tan cool, tal vez más que yo...
―¡Tu dios, Black Star, te esta hablando, simple mortal!―o tal vez otro loco, posiblemente fumado...―¿Problemas con este intento de moto?―...o tal vez un futuro gran amigo.
Asentí. Él sonrió.
―¡Pues es tu día de suerte!―lo miré extrañado, volviendo a la conclusión de que realmente había fumado algo... algo muy fuerte.
―¿Qué?
Sonrió nuevamente.
―¡Sígueme!―entonces se largó a correr hacia la esquina, haciéndome señas para que lo siguiera.
Tomo la moto y la arrastré por las mojadas calles de Death City.
Seguí a Black Star hasta una de las tantas esquinas, donde dobló y se metió en un agujero de una pared―posiblemente de lo que alguna vez fue un inmenso hotel de cinco estrellas. Paso la moto por el limitado hueco. Todo esta oscuro.
―¿Black Star?―pregunté a la nada, con la esperanza de que alguien hubiera respondido.
En lugar de una respuesta, me encontré que todas las luces del lugar repentinamente se encendieron. Brillantes, gastadas, algunas que siquiera funcionaban.
Estábamos en una clase de cocina―enserio, casi tan grande como una casa―. Del otro lado Black Star sonreía de oreja a oreja.
―Mi casa, es tu casa―sonreí y dejé la moto, quien a partir de este momento nombraré Betty (por la marca y al ser la única... con tanta mala suerte en cada gota de aceite), al lado de una pared.
―Esta bien por mí.
―Ya me lo esperaba―se dio media vuelta y arrojó al suelo dos colchones algo gastados―. Un forastero como tú no aguantaría ni un segundo en las calles, y menos con una motocicleta de regalo―sus palabras habían sido un tanto duras sin conocer siquiera mi nombre―, lo digo por experiencia―oh si, claro que olvide la experiencia que no tuve.
―No creo que sea tan malo―me miro de mala gana―, y además no creo que quieran llevarse esta montaña de metal―le di una patada a Betty, quien chocó contra el frío y polvoriento suelo para hacerse pedazos. Las piezas de Betty se desparramaban por todas partes. La rueda trasera se había despegado y ahora recorría el suelo hasta caer rendida al lado de Black Star.
Me quedé en shock por un momento, ¿Con esa moto había recorrido más de cien quilómetros? Pasaron unos minutos de silencio, hasta que la absurda escena salió a flote con la mezcla de risa entre Black Star y yo. ¡Que patético!
―¡Jajajajajaja!―sacó un paquete, algo destrozado―Te lo mereces―lo lanzó hasta mis manos, era un paquete de galletas―. Ahora―apagó la luz y corrió hasta al colchón con una bolsa de papa como manta―, ¡Duerme antes que tu dios se arrepienta se haber sido tan bondadoso!
Asentí entre la oscuridad del lugar, tomando a ciegas una bolsa de papa de una pared cercana. Sentía la respiración y ronquidos de Black Star.
No habían sido las mantas, almohadas y otras fanfarroneadas a las que estaba acostumbrado, pero tenían un cuidado especial. Repito; no eran cosas valiosas, mucho menos lindas y delicadas, pero, por alguna razón, presiento que son útiles para las personas como Black Star, sin hogar, una casa que los reciba, o, simplemente, un techo donde estar.
Ahora yo era una de esas personas necesitadas.
La única diferencia que tenía con el resto era esta: a partir de mañana asistiría al Shibusen, encontraría un Técnico o Técnica que este dispuesto a hacer misiones conmigo, ganaría dinero y me compraría una casa para mí solo...bueno, tal vez invitaría a vivir a Black Star conmigo... tal vez si se bañara, y me prometiera que no fumaría nada fuerte.
Entonces me dormí.
No fue hasta la mañana siguiente, despertándome por los rayos del sol que iluminaban toda la cocina entrando por el pequeño agujero que atravesé la noche anterior, luego de frotarme repetidas veces los ojos, cuando noté la ausencia de Black Star.
Miré un tanto aterrado―otro tanto idiota por haber despertado hace poco―, hasta que una figura pasó por el hueco de la pared.
―Hasta que despiertas―dijo él, sentándose en el suelo y desparramando el par de manzanas que había conseguido―, yo que tú la comería.
Me acerqué enseguida, tomando una manzana. La comí como si no hubiera un mañana, como si no hubiera devorado algo hace días, no, semanas. Aunque estaba seguro de que es un efecto de estar lejos de toda comodidad y sobrante de comida en cada momento.
―Hey, Black...
―Dios supremo Black Star―me corrigió.
―Black Star―volví a repetir―, ¿A que escuela piensas ir?―le había dado un gran mordisco a lo que quedaba de la pobre fruta.
―Hmmm―pensó un rato hasta que al fin contestó―. ¡Entrar al Shibusen y convertirme en el dios más grande en la historia de toda la historia!―¿Por qué rayos no me espere una respuesta semejante a él?
―Entonces iremos juntos―el se sorprendió, pero luego puso una de sus típicas sonrisas.
―¿Cómo te llamas?
―Soul Eater―respondí mecánicamente.
―¿Comedor de almas? ¡Jajajajajaja! ¡Se nota que tus padres no tienen imaginación!―no, y tampoco tienen cerebro.
Reí ante mi comentario.
Hoy sería el día en el que me convertiría, junto a Black Star, en un estudiante oficial en la Escuela para Ármas y Técnicos. Aunque nunca, nunca, nunca de todos los nuncas posibles imaginé que dentro de esa escuela encontraría a Maka Albarn, mi técnica.
Bien... si llegaron hasta aquí...
¡GRACIAS! :D
Agradesco a todos aquellos que leyeron :3
realmente me costo hacer este capitulo... ¡como sea!
Les explicare: sera un capitulo contado desde el punto de vista de soul y el siguiente desde el de maka.
No olviden dejar su hermosisimo review y si este fin llega a tener 3 reviews... ay chicos, antes me pongo como loca y despues subo el cap 2 :333
espero verles en el proximo capitulo ^^
-Luly^^
