Disclaimer. Ninguno de los personajes me pertenecen. Los utilizo sin fines de lucro.
Había pasado un par de semanas desde que el incidente de los misiles ocurrieron. Desde aquel entonces, Chariot (ahora dando clases de astrología mágica sin ocultar su identidad) recapacitaba acerca de los eventos anteriores.
Y pensar que eso no hubiera sido posible gracias a su alumna preferida.
Con una sonrisa, observaba cómo ella prestaba atención. No solo eso, cada vez que ella explicaba o hablaba, notaba que la miraba con un inmenso brillo. De por sí, era lógico: ella era la maga quien Akko adoraba desde su niñez.
Tras la clase y habiendo cumplido sus deberes como profesora, Chariot se internó en su habitación. El día era agotador, más siendo una bruja joven a comparación de las demás. Así que, aprovechando la soledad, se quitó su vestido de bruja quedando en un conjunto violeta oscuro.
Se disponía a cambiarse cuando golpearon a su puerta. Eso provocó que Chariot diera un salto y corriera casi de inmediato.
—¡Y-ya va! —Comentó tropezándose con su escritorio.
Cuando abrió la puerta, sintió cierta sorpresa al ver su visitante. Era, nada más ni nada menos que Akko.
—¡Profesora! —La saludó apenas vio su rostro.
—Akko ¿Por qué no pasas? —Le ofreció mientras abría por completo la puerta. —Disculpa el desastre.
El cuarto de la profesora era, dentro de todo, ordenado. Sacando el hecho de que poseía un par de libros desparramados, tenía cierto orden.
—¿Deseas un poco de té? —Preguntó con una suave sonrisa tras haber cerrado la puerta detrás de ella.
Notando las reacciones de Akko, podía deducir que ya estaba asimilando que ella era Chariot y no Úrsula. Parecía más hiperactiva, incluso se le podía ver que su energía estaba a tope. Y esa misma vibra era sumamente contagiosa.
Ya no era secreto que la alumna preferida de Chariot era la más terrible. Aún si las demás la veían como alguien inferior, había algo en ella que provocaba mucho cariño. Incluso cuando restauraron los flujos mágicos, no podía estar más agradecida con Akko: no solo cumplió su sueño frustrado, sino también ayudó a restaurar los flujos de energía mágica.
—¡Sí! —Respondió Akko con entusiasmo.
Sonriendo cálidamente, comenzó a preparar el té sin darse cuenta de que cierta mirada estaba posada en ella todo el rato.
Apenas terminó el té, llevó el juego completo hacia donde estaba sentada su pupila preferida. Tras servirle y asegurarse de que ella esté a gusto, decide preguntar.
—Señorita Kagari ¿Se puede saber a qué has venido a verme?
Luego de tomar un sorbo, ella responde —Quería hablar contigo, profesora Úrsu- digo, Chariot. —Con un tono más confiado, decide en agregar —Además quiero pasar más tiempo contigo. ¡Esto parece un sueño! ¡Shanny Chariot es mi profesora y mentora! ¡Jamás podría pedir algo mejor!
Y a partir de ahí, Akko empezó a divagar y a monologar acerca de su adoración hacia ella. Chariot se sentía cohibida; aún con los daños que ella había hecho, Akko la seguía adorando y defendiendo a capa y espada. Incluso en algunos momentos, la mayor debía contener un par de lágrimas de la emoción al ver que su alumna preferida mostraba tal afecto hacia ella.
Tras el discurso de Akko acerca de cuánto la quería y de sus experiencias como fan, tocaron el tópico que trajo a la joven bruja: entrenamiento de magia. Era bien sabido que su progreso como maga era más lento que el de las demás brujas, pero eso no le impedía que se esforzara al máximo. Es por ese motivo que quería que ella, Chariot du Nord, la ayudara con clases extra. Ante esa petición, la ya retirada Shinny Chariot aceptó con gusto.
Tras pasar una tarde amena, charlando de todo un poco y respondiendo preguntas de su fan, Chariot la acompañó hacia la salida. Pero, por su torpeza, resbaló y casi se cayó al piso.
—¡Chariot! —Sorpresivamente, Akko actuó con precisión y se puso delante de su profesora para evitar que se lastime.
El resultado, simple: Chariot terminó cayendo al piso pero, debajo de ella, estaba el cuerpo de Akko para amortiguar cualquier golpe. Ante eso, la profesora se levantó de inmediato y se disculpó varias veces.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! —La vergüenza que sentía era grande, y de inmediato ayudó a levantar a la joven bruja —¿Te encuentras bien? ¿No te he lastimado?
Pero Akko no respondió. Pudo notar que su rostro era de sorpresa, su mirada estaba dirigida a la nada y su respiración era irregular.
—¿Akko? —Preguntó, ahora poniéndose de rodillas ante Atsuko.
Tras unos segundos, ella parpadeó y notó el nerviosismo en la joven bruja. Y de inmediato se paró, para empezar a balbucear.
—¡Y-ya me tengo que ir! ¡Hasta mañana! —Y como si fuese una escoba mágica en apuros, salió corriendo de la habitación de Chariot.
La maestra de Astrología mágica quedó estupefacta. No solo no sabía qué pasaba, sino que la culpa empezaba a apoderarse de ella.
"Hablaré con ella mañana y compensaré mi error" y con ese pensamiento, se alistó para relajarse antes de ir a dormir.
N. A.: Inicio un tanto breve. Espero hayan disfrutado de la lectura. Hasta pronto. :]
