-Así que era cierto que Shirohige tenía una hija, después de todo. – dijo Marco mirando cómo su capitán y "padre" recibía a una joven en la cubierta del barco.
- Nosotros también somos sus hijos, no lo olvides. – le reprendió a su lado un joven moreno, Portgas D. Ace. No tenía ni idea de por qué pero no le hacía nada de gracia que hubiera una mujer a bordo. No tenía nada en contra de ellas, pero no creía buena idea meter a una chiquilla en un barco repleto de hombres de dudosa reputación que no tenían nada que perder. Además, no podía negarlo… le daba miedo que su padre les dejara en un segundo plano y, de algún modo, les sustituyera por su hija de sangre.
-La sangre no importa, Ace. Para mí siempre seréis mis hijos.- le había dicho Shirohige en una ocasión. El sabía bien eso, tenía dos hermanos, Luffy y Sabo, con los que no compartía lazo alguno de sangre, pero cuyo vínculo era superior a ningún otro.
- ¿No sientes ni un poquito de curiosidad, Ace? ¿Por su aspecto, por saber si es tan arrogante como el viejo, por sus posibles habilidades…?
-¿Habilidades? – cortó Ace, con una risa- Se ha pasado toda su vida en la misma isla, ¿qué habilidades debería tener? Es más, ¿cómo va a contar con habilidades? Ni que encontrar una Akuma No Mi fuera tan sencillo, Marco…
-No lo sé, pero mira tu hermano, Luffy. Era bien joven cuando se comió la gomu gomu no mi.
-Mi hermano es diferente- sentenció Ace.- Él no es un niño mimado que lo ha tenido todo en esta vida… - dijo con cierto desdén.
-¿Y ella sí? – preguntó Marco, incrédulo del juicio de su nakama. – Cuando quieras, ya me dirás qué tienes tan en contra de una persona a la que ni conoces, Ace. Pero, si quieres mi opinión, deberías intentar confiar un poco más en los demás.
-Lo siento pero no, no quiero tu opinión.- contestó Ace secamente.
- Bueno, de todas formas me voy ya, me apetece algo de sake. – Marco terminó la conversación mientras se dirigía a la cocina.
-Ya, como tú digas… - respondió Ace malhumorado. Contempló a su "hermana" desde la lejanía. No era muy alta, pero tampoco se podría decir de ella que era bajita. Tenía el cabello moreno como el suyo largo hasta pasada la cintura y su sonrisa ocupaba toda la cara. Parecía felíz. Ace se sorprendió a sí mismo sonriendo, también. Cambió bruscamente el gesto cuando se percató y continuó observándola. No parecía muy fuerte, era de complexión más o menos delgada y daba la impresión de ser muy niña. Creía que Padre me dijo que tenía 20 años… Podría decirse que era guapa, aunque desde la lejanía no podría haberlo jurado. Además, a él tampoco le importaba mucho si una persona era guapa o fea. Sólo importaba si podía vencerle o no. Tras llevar un rato divagando decidió que lo mejor sería acompañar a Marco a tomar algo de sake. Ya investigaría a la desconocida mañana.
Entró en la cocina y vio a Marco dando buena cuenta de su sake. Tomó una jarra y se sentó junto a él. Estuvieron pensativos un rato. El silencio nunca era incómodo entre ellos pero Marco no tardó en romperlo:
-Venga, Ace. Tampoco es tan malo. El viejo está enfermo, es normal que su hija quiera venir a cuidarlo.
-¿Y para eso tiene que meterse en un barco lleno de indeseables? – farfulló Ace.
- A Padre no lo vas a sacar de aquí, ya lo sabes… Además con él aquí no le va a pasar nada. Y nosotros también la cuidaremos.
- Yo no soy la niñera de nadie, Marco. – espetó Ace.
-Entonces, ¿por qué te preocupa tanto su seguridad? – inquirió Marco, levantando una ceja.
- Pues yo… no… no lo sé. Quiero ver feliz al viejo, pero temo que nos sustituya por ella. Y también temo que en alguna trifulca o abordaje alguien se fije en ella y… ¿te imaginas cómo se pondría el viejo si la raptasen? Nos haría recorrer el Grand Line de arriba abajo hasta encontrarla. Lo que quiero decir es que su llegada sólo supone problemas. Imagínate la primera tormenta… nos costará más cuidar de ella que controlar el barco…
- Bueno, supongo que en parte tienes algo de razón. Pero recuerda que la primera vez que subiste a este barco tú tampoco eras ningún experto… y mírate ahora.
- Ya, bueno… pero no es lo mismo. Yo soy fuerte.
En ese momento se abrió la puerta de la cocina y apareció uno de sus nakamas para informarles de que Shirohige quería verles. Supusieron que algo relacionado con la recién llegada. Marco asintió, levantándose de su asiento. Ace sólo soltó un bufido por lo bajo, pero Marco, como superior suyo le mandó callar:
- Contrólate, Ace. Si Padre quiere vernos, ahí es donde iremos. Recuerda que le debes todo lo que eres.
- Me lo recuerda cada vez que puede, créeme…- dijo con una leve sonrisa, levantándose junto a Marco y siguiéndole hacia donde se encontraba su capitán.
Cuando Marco y Ace llegaron donde se encontraba Shirohige llamaron quedamente a la puerta. Cuando su padre les hubo dado permiso para entrar, vieron a la hija de éste de pie, a su lado, con una enrome y cálida sonrisa. No era una sonrisa arrogante o altiva, era una sincera sonrisa de bienvenida. Marco la correspondió, pero Ace… era otro cantar. Si esta niña se cree que por sonreír como una idiota la vamos a aceptar como a uno más, ya puede esperar sentada…
-Ace, Marco – los llamó Shirohige- quiero presentaros a vuestra hermana, Yumiko. Ha venido con nosotros para cuidar de mí, liberándoos a vosotros de esa tarea, así que sed corteses con ella. Os he llamado a vosotros, hijos míos, porque sois en los que más confío. Y os la quiero confiar a ella.
- Padre, yo no creo…- titubeó Ace. La sonrisa de Yumiko se volvió un poco triste.
-Silencio, Ace. Yumiko es tan hermana tuya como Marco. Quiero que le enseñéis el barco, que la familiaricéis con todo lo que forma parte de nuestra vida y, sobre todo, que la tratéis como a una más.
-Pero padre, ella es una mujer… -balbuceó Ace.
-¡Y tú un mocoso descarado!- Shirohige miró directamente a los ojos de su hijo.
- Lo siento, padre. – Ace bajó la mirada a sus botas, avergonzado.
-Otoo-sama… - una dulce voz se escuchó en la habitación- entiendo que Ace-sama no quiera hacer de canguro, puedo recorrer el barco yo sola.
-Padre, Ace no tiene hoy un buen día, discúlpale. Yo puedo enseñarle el barco a Yumiko, si os parece bien. – Marco salió al rescate de su hermano.
-De acuerdo, hijo. – Iban a retirarse cuando Shirohige añadió- Ah y una cosa más. Ace, tú te mudarás al cuarto de Marco, con él. Yumiko ocupará tu habitación. No tenemos más camarotes libres y no querréis que la meta con uno de vosotros- La joven temía verdaderamente la respuesta de sus "hermanos".
-No, claro, Padre. No hay ningún problema.- Contestó Ace, un poco más tranquilo.
Cuando salieron de hablar con Shirohige Ace se dirigió directamente hasta el que hacía 2 minutos había sido su cuarto para recoger las cosas principales y llevarlas al de Marco, así Yumiko podría instalarse ya mismo. Marco y Yumiko fueron a recorrer el barco. Marco parecía extrañamente feliz, lo que incomodaba un poco a Ace. Sí, la chica era guapa y agradable, pero ellos eran piratas, no podían permitirse ciertas debilidades. Será blandengue el pajarraco… Llegó a su camarote y cogió una mochila donde metió lo imprescindible para los primeros días, ropa y algunos libros. También toallas y cosas de higiene. Cuando se dirigía hacia la habitación de Marco los vio a los dos apoyados en barandilla del barco, charlando amigablemente. Ace sintió una punzada de lo que identificó como celos. ¿Por qué tenía que estar ella allí? ¿Por qué tenía que reclamar la atención de su nakama y su padre? ¿Por qué no era así también con él? Como si me importase mucho, se autorespondió a esa última pregunta. Decidió que cuando Marco llegase al camarote esa noche intentaría sonsacarle algo de información. Después de todo iba a vivir con ellos, tampoco podía ignorar su existencia.
Cuando no había pasado ni media hora desde que terminó de acomodarse en el cuarto de Marco, éste entró por la puerta, para fastidio de Ace, jodidamente radiante. Sintió que no necesitaría sonsacarle mucho para que Marco escupiera todo lo que había descubierto esa tarde. Efectivamente, en cuanto cerró la puerta, Marco empezó a hablar atropelladamente:
-¡Ace! ¡Ace! ¿Ya estás aquí? Yumiko es una chica encantadora, ya verás te va a caer genial, es divertida, alegre, simpática, sabe un montón sobre el mar…- Ace dejó de escucharle, sólo asentía cada poco tiempo para que Marco sintiera que le escuchaba. Cambió su actitud cuando creyó escuchar a su nakama decir la palabra "preciosa". No me jodas que tú…
-Perdona, Marco, ¿cómo has dicho?
-¿A ti no te lo parece? Tiene unos ojos preciosos…- dijo, con la mirada ausente y una sonrisa bobalicona.
-Marco… ¿no es un poco joven para ti? – inquirió Ace, con una ceja lenvantada.- Imagínate lo que diría Padre si se entera de que tú…
-De que yo nada, Ace. Yo sé dónde está mi lugar. Pero eso no implica que pueda soñar tranquilo.- dijo, con una mohín.
-Pero, ¿no te das cuenta, Marco? – contestó Ace, hablando rápida y entrecortadamente- Imagínate lo que pasaría si el barco se ve en problemas. ¿Dónde estaría tu cabeza? Centrada no, desde luego.
-Ace, no hay nada de malo en enamorarse.
-¿TE HAS ENAMORADO DE ELLA?
-No, no. No lo he hecho. Pero tampoco es tan malo. Puede que en ocasiones el amor de algunos problemas. Pero, ¿qué no lo da? ¿O acaso te hiciste pirata para llevar una vida fácil? No seas tonto Ace… Esto no tiene que ver con ella. Esto tiene que ver con tu jodido miedo a las relaciones. Tú no tienes la culpa de que tu padre fuese quien era. Tu madre tampoco la tenía…
-¿Y POR QUÉ NO SE APARTÓ DE ÉL CUANDO SUPO QUIEN ERA?- gritó Ace, fuera de sí.- LLEVO LA SANGRE DE UN DEMONIO, ¿ACASO NO LO ENTIENDES?
-Lo que no entiendo es qué tiene eso que ver con el amor…
-Que no puedo con un sentimiento que hace que las personas hagan locuras sin pensar en las consecuencias.
-La ira, el odio… cualquier sentimiento puede provocar eso.
-Sí… pero dicen que el amor es el más fuerte de todos. Puedo controlar mi ira. Puedo controlar mi odio. Pero el amor… A ese no hay quien lo controle.- se quedó dubitativo por un segundo para luego levantarse y añadir- Me voy a beber sake.
Ace se dirigía en ese momento a la cocina. Cuando entró y encendió la luz, una figura estaba ahí con él. Ace se quedó en el sitio, fue ella la que rompió el silencio.
-Lo siento, Ace-sama. Tenía sed, espero no haber importunado.- dijo casi con una reverencia.
- No te preocupes esto… ¿Moyiko?-dijo él, con cierto rubor. ¿Cómo podía haberme olvidado de su nombre?
-Yumiko.- contestó ella con una radiante sonrisa.
-Eso. No pasa nada, Yumiko, somos hermanos. Este barco es tanto tuyo como mío.- Intentó ser todo lo amable y cortés que pudo.
-Pero… tú no quieres que yo esté aquí, ¿verdad?- dijo ella, apenada.
-No. Preferiría que no estuvieras aquí…
-Pero, Ace-sama… ¿por…?- no pudo terminar la frase, Ace la interrumpió.
-No es culpa tuya. No hay nada malo en ti. Tú haces feliz a Padre y eso es suficiente. Pero… tu estancia aquí podría traer problemas.
-Yo… no querría nunca importunaros, Ace-sama.
-Lo sé… es sólo que yo… bueno no importa. Demonios demasiado oscuros para ti. – dijo en voz baja con una leve y triste sonrisa.
-Me considera alguien débil, ¿verdad, Ace-sama?
-Deja las formalidades, llámame sólo Ace. Me haces sentir mayor…
-No has contestado a mi pregunta… Ace.- dijo ella, recalcando su nombre.
Cuando escuchó su nombre de sus labios, sin formalidades no supo por qué pero se ruborizó. Sin querer aumentó su temperatura y calentó el sake que sostenía en la mano hasta el punto de ser imbebible. Cuando se lo llevó a la boca no pudo evitar escupirlo.
-Maldita mera mera no mi… - dijo Ace.
-¿Mera mera? ¿Eres usuario?- dijo, súbitamente interesada.
-Sí… soy un hombre de fuego. Puño de Fuego Ace. – dijo muy orgulloso.
-¿Se ha calentado mucho el sake?- dijo apenada.
-Sí, me temo que ya no se puede ni beber…- cuando se disponía a tirarlo, ella le retuvo.
-Espera, déjame a mí.- Cogió el vaso con ambas manos, cerró los ojos y al momento se lo devolvió a Ace.
-Aquí tienes, Ace. A temperatura perfecta.- dijo sonriente, contenta por sentirse útil. Ace fue a probar el sake con recelo, pero cuando se lo llevó a los labios se dio cuenta de que, efectivamente, la temperatura era la ideal. Sorprendido, le dijo a Yumiko:
-Pero… ¿cómo has…?
- Hie Hie no Mi- dijo ella, muy sonriente.- Yo también soy usuaria. Bueno, se hace tarde, creo que iré a dormir. Hasta mañana, Ace-sam… Ace.- rectificó con un rubor en el rostro y salió corriendo de la cocina.
-Hasta mañana Yumiko…- murmuró él, distraído.
Cuando volvió a la habitación Marco ya estaba dormido. Para su desgracia, roncaba como si no hubiera un mañana. Genial, Padre. Es sencillamente genial. Se quitó la ropa y se metió en su cama, sólo con la ropa interior. Hie Hie no Mi, ¿eh? Después de todo igual escondes alguna sorpresa… pensó sonriente. Sin poder evitarlo sus palabras volvieron a su cabeza.
Flashback
-Me considera alguien débil, ¿verdad, Ace-sama?
-Deja las formalidades, llámame sólo Ace. Me haces sentir mayor…
-No has contestado a mi pregunta… Ace.
Fin flashback
Recordó con más claridad de la que hubiera querido admitir lo mucho que le había gustado cómo sonaba su nombre en sus labios… Y tú ni siquiera recordabas el suyo… claro que sí, campeón. Se dio la vuelta en la cama y trató de no pensar en ella. Casi estaba a punto de conseguirlo cuando se quedó dormido. Sin embargo, Ace acabaría lamentando ese sueño. Uno puede controlar sus pensamientos cuando está despierto… pero cuando dormimos… mi querido Ace, esa es otra historia.
