sam-ely-ember: De verdad quería poner un título en español, lo intenté de muchas formas y por muchos días pero me temo que fue imposible, este título simplemente parece ajustarse a mi propósito con la historia. Historia bastante confusa, por cierto.

Es la primera vez que escribo para Jimmy Neutron (fandom que me tiene bastante agitada por estos días, se apoderó de mí con creces) y me disculpo si los personajes en ocasiones se ven un tanto OOC, pero en eso radica también la diversión con esto.

Espero de todo corazón que les guste, me he esforzado bastante y para aquellos que no me conocen, respondo reviews un 99.99% de las veces, si tienen dudas –sobre lo que sea- siéntanse libres de ponerlas en un review. Por cierto, la historia está bastante avanzada, así que las actualizaciones –espero- serán constantes.

Un abrazo y gracias por pasarse a leer.


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"El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad."

(Víctor Hugo)

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-Preámbulo-

Era difícil no sentirse incómoda con la estúpida conversación que los sujetos sostenían en ese aclamado programa de televisión, lo estaba viendo por recomendación de una amiga pero ciertamente tendría que discutirle al respecto, ¿qué clase de idiota podía confundir un sistema de transmisión de audio 3.0 con uno de 5.2 canales?, me sentí ofendida en muchos sentidos, no solo por mi carrera sino porque era una completa falta de respeto a cualquier cerebro medianamente desarrollado.

Para ser honesta últimamente me sentía más ajena al mundo de lo normal, bien era cierto que intentaba realizar actividades que me ayudaran a encajar pero conforme fui creciendo, tuve que dejar de lado muchísimas cosas, probablemente una de las que más me dolió fue abandonar las artes marciales, aún sabía cosas pero sin tiempo de practicar a conciencia era difícil continuar en línea.

Acabó el estúpido programa y me sentí agradecida de poder apagar mi televisor sin que hubiese explotado, abrí el portátil que yacía junto a mí en la cama e intenté terminar la tarea inconclusa de Matemáticas, esas funciones gráficas me estaban dando problemas y en un par de minutos ya estaba indispuesta de nuevo, enojada.

Estaba a punto de rendirme cuando algo llamó mi atención: una gran luz amarilla inundó la calle y opacó por completo el par de diminutas estrellas que generalmente se ven desde mi cama. Me levanté y caminé hasta la ventana, la luz provenía de la casa de enfrente.

Un escalofrío me recorrió de arriba abajo.

La residencia Neutron estaba más concurrida de lo habitual. En el último par de años difícilmente podías verlos usar su auto o permanecer fuera de su casa como solían hacer en los días de sol en mi infancia, incluso contrataron a alguien para que podara el jardín periódicamente, y el hecho de que un par de autos mal estacionados iluminaran todo a su alrededor solo podía significar una cosa: había regresado.

Me estremecí internamente, y apenas notándolo, mi cuerpo se contrajo de forma automática. Ese escozor que hacía años había desaparecido regresó con fuerza en mi estómago y apreté las manos en puños como respuesta auto programada. Hace mucho no había sentido odio. Fruncí el ceño intentando encontrar a la persona que despertaba ese sentimiento en mí, no encontré a alguien que encajara en las características que recordaba.

Eso era porque no era quien yo recordaba y no lo noté hasta que sus ojos azules impactaron en mi rostro. En escasos segundos encontré su rostro carente de expresión, no había ese brillo petulante en su sonrisa o la frente nublada de arrugas por un abrupto encuentro, no había nada. Alguien le pasó el brazo por los hombros y lo condujo dentro de la casa. Sostuvo la mirada en mí hasta que pasó el porche y la puerta se cerró. Mi ceño no había cambiado de posición y sentí que las uñas me herían las palmas de las manos gracias a la presión. Aspiré hondo intentando recordar las ya casi olvidadas sesiones de Tai Chi y apaciguar mi contrariado espíritu.

Funcionó. Dejé de sentir odio pero aún sentía frustración. Me sentí de nuevo la chica envidiosa de 10 años que sostenía una guerra cazada de año y medio con el chico nuevo en la ciudad, el niño genio, ese sujeto que había logrado superarla en lo que se había mostrado perfecta e invencible, un insoportable y temible rival que tornó sus días rosas en grises: James Isaac Neutron.

Ese nombre logró que me chirrearan los dientes, lo había usado completo una sola vez en el pasado y recordarlo no era grato. Me senté de nuevo en la cama y abracé mis piernas apoyando el rostro en las rodillas. ¿Qué había cambiado en los últimos 5 años para que él regresara a la ciudad? Probablemente jamás lo sabría, Neutron no compartía sus cosas conmigo, su némesis de toda la vida.

Necesitaba apoyo moral.

Lo malo era que Libby estaba de viaje en Inglaterra con sus padres y Brintey había perdido su quinto celular en 3 meses haciendo que su mamá le prohibiera tener otro en un buen tiempo. ¿Con quién compartir una incertidumbre que tiene raíces en la infancia? Era difícil pensar en algún compañero de Universidad que quisiera hablar al respecto. Tendría que sofocar la frustración por mí misma.

Regresé a la tarea de Matemáticas, materia que a mi parecer debería llamarse "Cálculo aplicado" pues no había una cosa ajena al cálculo que se tocara en el salón. La curva de la función aún presentaba problemas y me enojé mucho cuando no logré que tomara la forma adecuada. Probablemente averiaría el mouse si seguía oprimiéndolo con tal fuerza pero lo menos que quería era tener espacio para pensar. Terminé la tarea y el reloj marcaba las tres de la mañana. Un nuevo suspiro brotó de mí, esta vez uno de decepción, tenía pocas horas para dormir y un intrincado examen de estadística a primera hora; acomodé todo en su sitio, vestí la pijama y dormí.

Pero sus inexpresivos ojos azules continuaron atormentando mi conciencia.