¡Hola, hola, gente de Internet! Espero que se encuentren super bien. Yo soy DN164 y ya soy algo así como una veterana del sitio. Para quienes no me conozcan tengo varios Fics en el apartado de Hora de Aventura. Y he decidido que me encantaría pasarme también por el Fandom de Pucca, un fandom que hasta hace unos meses de verdad lo creía mas que muerto. No fue hasta que el comic "What is yours is mine" lo que encendió de nuevo a los fans a esta inborrable serie.
La verdad me encantó porque Pucca siempre fue una de mis series favoritas y fue una de las razones por las cuales empecé a escribir. Si, los primeros Fanfics que tenía en hojas y sin subir son de este marvilloso programa, del cual siempre supe que se le podía sacar mucho jugo; por la historia, los personajes y demás.
Es por eso que me he tomado la libertad de transcribir una historia que ya tenía, pero que en realidad no es mía. Les explico: Cuando leía los fanfics de Pucca, me encontré con uno que la verdad no me acuerdo de su nombre ni de la autora. Solo sé que era uno muy muy bueno, y con el paso del tiempo me dedique a recuperar algunas líneas y apartados principales que este tenía, aunque claro, ya en ese hay partes modificadas, completamente de mi autoría. No se de quien sea el fic, tiene muchos años en realidad. Pero debo decir y dejar claro que la historia original es de ella. Yo solo ya la transforme y traté de recuperarla. Espero llegarle un poco. Se me hacía una pena que pasara desapercibida. Y si esta autora desconocida llega a leer esto... Fuiste una de las razones por las cuales empecé a escribir :´3 y espero no te moleste... Si es así, bueno, puedes contactarme. O si alguien la conoce o puede contactar con ella, no dude en avisarme tambien.
Y a ustedes chicos. Este es un proyecto super chiquito. De hecho ya tengo escritos varios capítulos como dije. Pero espero les guste de verdad. Es mientras estoy de vacaciones jajaja. Les mando un saludo enorme y espero les guste.
Sin mas que decir, ¡Disfrútenlo! :D
NADIE SABE LO QUE TIENE HASTA QUE…
La lista de las diez razones.
"Baby, your world is gonna chew me up and spit me out alive"
-Victoria Justice
Era un día soleado en Sooga, una pequeña, pero colorida aldea en una diminuta isla que se encontraba nada más ni nada menos que un hermoso valle, rodeado de cerros llenos de vegetación, algunas cascadas, riachuelos y cascadas.
Cualquiera que visitara esa aldea podía decir a primera instancia que era un lugar tranquilo e ideal para vivir; Tranquilo por el día, y colorido por la noche, lleno de las luces de lamparas de cantona del lugar y las estrellas del reluciente y limpio cielo que siempre se situaba arriba de la cabeza de sus habitantes… Pero la realidad era que ese pequeño lugar era sacudido por la impotencia de la pareja más explosiva de todas…
Y el sonido de una motocicleta rugir como ese día era el más claro ejemplo de ello.
La poca gente del lugar solo se hacía un lado cuando veía una rara, pero a la vez algo cotidiana persecución de todos los días, después de todo llevaban ya seis años con aquello. Y la paz de la aldea se venía abajo cuando, en efecto, esos dos, ahora adolescentes, por cierto, corrían como perros y gatos, como siempre lo habían hecho, desde el día que se había conocido.
Uno de ellos era un joven bien respetado por toda Sooga, y su nombre era Garu, el ninja con más alto rango en toda la aldea. Honorable, y, a sus diecisiete años, un muchacho muy apuesto y fortalecido luego de años de increíble condición físico. Sin mencionar que era defensor del pueblo, y luego de haber recuperado su honor perdido por su familia antes de su nacimiento se podría decir que era una de las figuras más valientes e inquebrantables de ese sitio… A nada le temía… nada excepto a la adolescente que iba detrás de él.
La joven que iba encima de la motocicleta roja cereza y que lo perseguía a toda velocidad era también una de las más querías del pueblo, al igual que su familia. Sobrina de los tres mejores cocineros de Sooga, camarera y repartidora de su restaurante familiar y amiga de casi todos ahí, Pucca era la única que le podía poner los pelos de punta a Garu. Una hermosa pelinegra, de piel de porcelana, mejillas sonrojadas y ojos pequeños, pero únicos y especiales había cambiado al igual que él a lo largo de los años, comenzando por ya no tener el cabello recogido en sus dos graciosos chongos… Ya lo llevaba suelto a sus dieciséis años.
Y si bien un cambio que tenías en común era que, una vez restaurado el honor de Garu ambos habían roto su voto de silencio, es decir, que ambos ya hablaban luego de años de no haberlo hecho, desde su infancia, aún seguían siendo como agua y aceite.
Aunque desde luego toda la aldea lo sabía… Mar tarde que temprano, ambos acabarían juntos…
"¡Demonios! ¿Qué esto nunca va a parar?", pensó Garu, mientras corría como alma que llevaba al diablo. Era muy veloz, considerando que huía de una desquiciada chica con las hormonas alborotadas sobre una veloz motocicleta.
"Cada vez es más difícil…", pensó Pucca, mientras le pisaba más a fondo a la motocicleta. Ambos corrían cerca del centro de la aldea, evadiendo a los pueblerinos a toda velocidad, y como era de esperarse, la pelinegra comenzó a pisarle los talones al ninja, quien también apretó a la velocidad pese a una gota de sudor que se empezaba a asomar en su sien.
Aunque ya era conocimiento de todos ahí que esa pareja al final terminaría unida, tal vez era el propio ninja el que no se había hecho a la idea, de ahí al inicio de tantas persecuciones desde que la conocía.
Ambos estaban tan inmersos en sus pensamientos y en su afán de atrapar y escapar que todo paso muy rápido, como siempre. Garu vio la oportunidad de su vida cuando una enorme casa se le atravesó… Sin pensarlo demasiado y sabiendo que Pucca no podría seguirlo por la motocicleta, saltó sin pensarlo dos veces al primer techo de la enorme pagoda, y salto al segundo y al tercero, hasta quedar en la cima.
Pucca frenó en seco la motocicleta, antes de que se pudiese ir de bruces contra la pared de la estructura, y fastidiada miró hacia arriba, donde se encontraba en ninja de pie y ambos intercambiaron miradas fatigadas luego de la persecución. Ella pudo haber dejado la moto y subir tal como él lo había hecho y así seguir la persecución a pie, y por un momento Garu pensó que lo haría… Por eso se quedó ahí estático…
Pero por alguna razón… Ella no lo hizo.
El ninja sin más y viendo que esta vez la loca chica había tirado la toalla, se fue hacia el otro lado de la pagoda para bajarla y desapareció, triunfante, ante los ojos de Pucca, quien suspiró cansada.
-Se fue…- murmuró, cansada de esa situación- … Como siempre-
Se frotó la cara con cansancio y llegó a una conclusión luego de unos segundos de leve meditación… Ya no quiso seguir a Garu porque no valdría la pena. El mismo circulo vicioso se repetiría; ella perseguía, el huía… Y en la mejor de las situaciones, la cosa podía terminar de dos maneras… O ella acababa por babearle toda la cara contra su voluntad…O él se escapaba sin más, para que luego ella lo volviera a encontrar.
Vio algo en los ojos del ninja aun cuando este estuviese arriba del ultimo nivel de la construcción, y ella se sintió igual… Ambos ya estaban cansados.
-¡Hola, Pucca!- una voz femenina y super familiar la despejó de sus pensamientos y sonrió de oreja a oreja cuando vio quien era la que la saludaba.
-¡Ching! ¡Hola! - le saludó efusivamente, mientras sacudía el brazo. Ching le devolvió el gesto y corrió a ella, seguida por Gowng.
A sus dieciséis años, Ching se había vuelto también una hermosa señorita… que podía romperle un hueso con toda la facilidad del mundo a alguien. Cambió igual o más que Pucca, pues ya no llevaba esas trencitas más, sino que, también su cabello negro y levemente recortado de forma igual le caía en los hombros, seguía usando morado claro, pero ya no llevaba más a Gowng en su cabeza… La gallina había crecido tanto que era imposible tenerla más sobre ella, por ello la gorda Gowng tenía que seguir a su amada dueña a pie.
-Te he estado buscando…- dijo Ching cuando llegó a donde ella- Quería pedirte si un poco más tarde nos podrías llevar a papá y a mí la cena… Ya sabes, lo de siempre- sonrió ella. Pucca solo le pudo asentir con un gesto igual, pero más desanimado.
- Y con descuento especial…- respondió, mientras le daba la vuelta con su propio cuerpo a la motocicleta. Pese a que no había sido una mala contestación, a Ching no le pasó desapercibido el humor de su amiga.
-¿Estás bien, Pucca? Parece que te agarre en un momento… ya sabes… Algo "depre"- comento Ching, haciendo las comillas con sus dedos. Ella solo sonrió entre dientes… A lo largo de los años la suspicacia de su amiga eran de las cosas que más le agradaban de ella.
-No tanto como para cortarme las venas, Ching… Pero tengo que admitir que no ha sido un día del todo bueno- respondió y se encogió de hombros.
-Adivinaré… Su nombre empieza con "G" y termina en "ARU"- dijo Ching, cruzándose de brazos. Pucca no pudo evitar soltar una risita y apoyó los brazos en el manillar de la motocicleta.
-Bueno… Cinco años entre persecuciones, acoso y besos forzados…Ya sabes…, Empiezan a pesar- dijo ella, luego de eso se reincorporó rápidamente y sacudió la cabeza- Debería de volverme más como Ring Ring, con su largo cabello siempre peinado, ropa super llamativa y ese asqueroso perfume ingles que se puede oler a kilómetros alrededor de ella- rio, a lo que Ching también rio entre dientes.
-No Pucca, Garu jamás notaría el cambio, es más, te apuesto a que apenas y sabe diferenciar entre una falda y un par de pantalones- bromeó ella. Pucca rio ante la falta de actualización y toda la masculinidad de su… em, enamorado. Si bien Ching había exagerado con la broma, sabía a la perfección que poco le importaba lo que no tuviese que ver con artes marciales y comida.
Aunque, en su defensa, cada que Ring Ring estaba cerca de Garu este sí que la miraba. Tampoco es que fuese muy fácil quitarle los ojos a la peli azul, pero no podía dejar de sentir un pinchazo al recordar que ella había logrado captar más segundos de la atención del ninja que ella misma con todo y todo en cinco años.
-Como sea… Tarde o temprano dejara de engañarse a sí mismo- dijo Ching, encogiéndose de hombros. Aunque eran palabras que Pucca siempre había querido que se hicieran realidad no le tomaron por sorpresa, Ching se las repetía cada que podía… Pero lo que ella sabía era que su amiga no estaba para nada en la posición para juzgar al ninja. Por lo que ella sonrió de manera picara y enarcó una ceja.
-¿Ah si?- dijo de manera soncarrona y miró mejor a su amiga- Entonces… ¿Cómo va todo con Dada?-
La pregunta tomó por sorpresa a Ching, quien amplió los ojos y miró algo desconcertada a su amiga. Parpadeó un par de veces y sonrió falsamente, tratando de convencer a Pucca con una reacción despreocupada… Pero en realidad no supo si quería sonar sincera para la pelinegra… O para ella misma.
-Va todo bien, ya sabes... Él y yo conectamos de una manera tan… tan…- dijo, buscando una palabra sumamente concisa para argumentar más su mentira. Pucca sonrió y enarcó una ceja, esperando a que su amiga continuara luego de algunos balbuceos…- …interesante- dijo Ching, al final.
-Oh, claro…- sonrió Pucca con sarcasmo, como si de verdad se lo hubiese creído.
-Aunque hoy… Nos cruzamos con Abyo en el pueblo, y no vas a creer lo que pasó; se puso tan rojo de ira que incluso tu moto de vería pálida a su lado. Después de eso se fue corriendo y no lo he visto de nuevo. En parte también te estaba buscando para platicártelo-confesó.
Pucca fue esta vez la que rodó los ojos. Resulta que no hacía muchas semanas, Ching se había cansado también de la cierta indiferencia de Abyo, por lo que dieron terminada su "relación", que era igual o más complicada que la que ella tenía con Garu. Y lo pensaba así porque, ahora que uno podía ver hacia atrás, el mejor amigo de Garu no había sido un completo caballero con Ching tampoco.
Podía empezar con los montones de chicas que siempre traía a su lado y que hacían que su amiga ardiera en celos, el desdén y el poco interés puesto en el noviazgo y su…mucho amor que tenía así mismo, por no decir que se trataba de completa arrogancia, al borde del narcisismo.
Si bien la ruptura había estado en boca de todos y habían sido semanas difíciles también para sus amigos, la ruleta dio un giro de ciento ochenta grados cuando Dada invitó a salir a Ching y, lo peor, la aceptación de la chica. La gente podía decir lo que quisiera… Pero a Pucca no la engañaba y tampoco Dada lo hacía.
Las únicas razones por las que ellos salían eran los celos. Dar celos a Abyo y, en el caso de Dada, picarle un poco la costilla a su amor platónico; Ring Ring. Y aunque salían juntos, ninguno se engañaba tampoco. Era como un acuerdo bajo el agua que tenían.
-¿Sabes?- dijo Ching, entristeciendo también la mirada- A veces pienso en todas las cosas malas que Abyo me hizo y me alegra el ya no estar con él-
Pucca desvaneció su sonrisa pícara y se entristeció por su amiga sin poder evitarlo.
"No te engañes, Ching.", pensó.
-Sé… lo difícil que ha de ser para ti. A veces también pienso en todo lo que Garu me ha hecho, su indiferencia y todo o demás… Y me hace preguntarme si de verdad vale la pena todo ese cariño que le tengo- dijo Pucca con tristeza.
-Si te hace sentir mejor, pienso que Garu es un tonto. No se da cuenta de todo lo que tiene- dijo Ching con una mueca- Como Abyo… Solo basto una lista de cosas que le hacía que me herían para darme cuenta de que quizás no lo necesitaba en mi vida…-
-Si, bueno… quizás debas…- comenzó a decir Pucca, cuando de repente se calló cuando una increíble idea se le vino a la cabeza, abriendo los ojos de par en par- ¡Eso es! ¡Ching, eres una genio!- dijo eufórica y sacudiendo a su amiga levemente de los hombros. Gowng y ella intercambiaron una mirada nerviosa y sorprendida por la reacción de ella.
-¿Qué… Que dije ahora..?- preguntó Ching, algo nerviosa.
-¡Dios! ¡Deberían darte un Nobel!- dijo, aun más entusiasmada. La soltó sin más, y arrancó nuevamente la motocicleta, haciendo retroceder a Ching, sin entender ni una pizca de lo que estaba pasando.
-¿Qué cosa…?- preguntó Ching, desconcertada.
-¡Te hablo más al rato y no te preocupes por la cena, te la llevaré a tu casa sin falta!- exclamó, mientras la moto se alejaba a toda velocidad de donde estaban- ¡Nos vemos!-
-A…dios…- se despidió Ching, sin entender ni una sola palabra ni la reacción de Pucca. Miró como se alejaba su amiga y solo deseó que no le hubiese dado una pauta para una mala idea. Después de todo, Pucca podía ser la persona más impulsiva que conocía.
En realidad, Pucca no sabía si la idea era buena o mala, pero después de todo era una idea y no perdía nada con intentarla. Después de todo, si no lo hacía puede que se quedase estancada sin ninguna opción.
Sin hacer ni una parada, ni distraerse, viajó hasta el Chin-duda a toda velocidad. Estacionó la moto en su lugar debido y entró al restaurante. No le sorprendió ver que el restaurante estaba lleno de gente que llegaba hambrienta, después de todo ya era la hora de la comida. Pudo haber saludado a sus tíos o avisarles que ya estaba en casa, pero sabía que eso implicaría ayudar, y aunque no se habría negado… Su plan requería de un poquito más de importancia.
Fue así como, entre la multitud de gente se escabulló hasta las escaleras, y de ahí voló a su cuarto, sin ser vista notablemente. Se sintió aliviada cuando entró y cerró la puerta de su habitación, dejando el casco que utilizaba para la motocicleta en un lugar, para luego abrir la enorme ventana, respirando al fin brisa fresca.
Se volteó a mirar su habitación y entonces volvió al mismo pensamiento justo antes de que Ching hubiese llegado. Tenía dieciséis y su habitación, al igual que ella había cambiado; pasó de ser la habitación de una niña a la de una señorita, a excepción por dos cosas; el enorme peluche de panda que le había regalado su madre y los posters y fotografías de Garu que inundaban los burós y las paredes.
Suspiró cansinamente y no supo si en realidad estaba sufriendo de un ataque de madurez… O si simplemente le estaba cayendo la conciencia de que andar detrás de Garu como hasta ese momento lo había hecho no la estaba llevando a ninguna parte… O quizás ambas.
¿Pero qué opción le quedaba? ¿Olvidar a Garu? Parte de su plan era ese, pero sentía algo de miedo por ello. No era la primera vez que lo había intentado, y la primera vez que lo hizo casi le cuesta la vida a la que estaba acostumbrada y que amaba.
Inconscientemente cerró los ojos y el recuerdo de aquella vez le azotó como abejas molestas en su cabeza:
(Flashback)
Se hallaba en aeropuerto de Samedi, y estaba decidida a irse a Hong Kong con su madre. Dejaría a sus amigos, a sus tíos y su maravillosa vida en Sooga con tal de olvidarse de que alguna vez se enamoró de Garu. Pasó unas semanas después, luego de que el ninja recuperó su honor, de que rompió su voto de silencio, dedicándose así a solo a hacerle nombre a su familia y a su legado.
De alguna manera pensó que, parte de la actitud arisca del ninja hacia ella se debía a la presión en la que estaba por alcanzar su meta, pero en cuanto Garu logró lo que por años había buscado y su actitud no cambió, y por el contrario, se portaba aún más distante y grosero, supo que nunca la iba a amar de la manera en que ella lo hacía.
Por ello se había escapado de Sooga. Para encontrar una vida lejos de él y darse una oportunidad. Sin embargo, una adolescente de catorce años no podía decidir del todo bien eso. Las hormonas adolescentes y ya la impetuosa actitud de ella hacían parecer aquello más un berrinche que la búsqueda de una nueva oportunidad.
Fue así como, con los ojos hinchados por las lágrimas y la maleta a su lado estaba a punto de comprar un boleto en la ventanilla del aeropuerto rumbo a Hong Kong, cuando sintió un tirón en el brazo que le puso los pies bien puestos sobre la tierra.
-¡Pucca!- su voz, a la cual apenas se estaba adaptando, hizo que su corazón diera un vuelco que le sacó el aire. Y no pudo evitar sentirse intimidada cuando vio esos profundo ojos negros que tanto adoraba.
-¿Garu? ¿Qué haces aquí? - aunque sonó sorprendida, no pudo evitar sonar también un poco alegre. Había visto demasiadas películas románticas como para ilusionarse; el chico detiene a la chica antes de que se vaya para declararle todo su amor y pedirle que se quede. Por un instante pensó que así sería… Pero la verdad fue todo lo contrario.
-¿Cómo que "que hago aquí"?- le reprendió él con severidad y sin ninguna pista de cariño en su tono de voz- ¡Vine por ti, niña boba! ¡Tus tíos están al borde de un colapso nervioso porque no te encuentran! –
Ella amplió los ojos y no supo que le hizo sentir peor en ese momento; el hecho de la hostilidad con la que Garu se dirigía a ella, el hecho de que sus tíos estuviese sufriendo por su culpa o el hecho de que él la había detenido no por amor, sino por el deber y el respeto que le tenía a sus tíos, más no a ella. Ella no le importaba en lo más mínimo.
Molesta y bastante triste, se zafó de su agarré y dio un paso nuevamente hacia la ventanilla, donde la cajera los veía algo intrigada, así como la gente formada atrás de ella.
-¡Diles que estoy bien!- se limitó a decir y se giró nuevamente a la cajera. Espero que Garu le hiciera caso, pero antes de que pudiese pedir su boleto, Garu volvió a tirar de su brazo, obligándola a girarse.
-¡Pucca… yo….!- exclamó, en un intento desesperado por hacerla entrar en razón. Ella lo miró al borde las lágrimas.
-¿Qué?- explotó ella, esperando en vano que esta vez le pidiera que se quedara por él. Por el cariño que le tenía… Y aunque vio que en los ojos del ninja había un brillo extraño mientras miraba los de ella… Su respuesta fue otra, luego de un cansino suspiro por parte de él.
-Yo… Tengo que llevarte conmigo. Quieras o no- aunque su voz sonó mucho menos hostil, no era lo que ella esperaba y habría dicho un "no" rotundo de no ser por lo que vio detrás del hombro de Garu.
A unos metros, justo donde acababa la fila en donde las personas estaba esperando impacientes por comprar su boleto de avión vio a Abyo, Shuny y Ching, esta última envuelta en lágrimas. Abyo por su parte veía con curiosidad que era lo que Garu hacía, pero no por ello tenía un rostro menos preocupado, y Shuny se veía terrible… Según se enteró después de ese incidente, ese día ella había tenido una gripe mortal y aun así había ido a buscarla.
Al final la razón de quedarse habían sido sus amigos y sus tíos y luego resurgió la terrible idea de que, con un poco más de esfuerzo, Garu cambiaría de opinión con el tiempo. Si bien era cierto que a él era al único que escucharía de verdad, solo logró asentir, culpable por la terrible decisión que estuvo a nada de tomar. Así que asintió y dejó que el ninja la guiara a casa.
Y así nuevamente la magia de Garu había salvado el día.
(Fin de Flashback)
Sacudió la cabeza luego de ese recuerdo, preguntándose qué había pasado y como habían terminado de esa manera.
Cuando conoció a Garu solo eran unos niños de siete y seis años… Y eran los mejores amigos. Jugaban juntos, incluso practicaban y hacían más cosas que solo perseguirse y tener una lucha día con día. Y de repente, sin más, ella empezó a sentir algo que pasó de ser un amor platónico de niños a uno obsesivo- compulsivo y acosador.
Estúpidas hormonas que se metieron en el camino.
Sin embargo, ese deseo de querer soltar a Garu, por muy difícil que fuera y que experimentó en el aeropuerto de Samedi resurgió, pero esta vez no como un impulso, sino como algo que ella sabía que necesitaba cortar de raíz.
Frunció el ceño y caminó a uno de los posters de la cara de Garu de su pared, lo encaró algo molesta y antes de que se diera cuenta de lo que había hecho, lo arrancó de la pared, dejando solo pegadas dos de las esquinas del poster gracias al pegante, pero no le importó en realidad. Lo único que hizo fue sentarse en su pequeño escritorio, darle la vuelta al poster roto, la cual estaba en blanco y comenzó a escribir con letra grande:
"COSAS QUE ODIO DE GARU"
Ching lo había hecho con Abyo, y aunque no de manera tan literal, puede que le funcionara mejor a ella, porque, aunque su amiga jurara que no le importaba más, ella sabía que se engañaba… Pero Pucca era más consciente y lo que quería era olvidar al ninja sin mentirse a sí misma.
Miró la hoja en blanco y mordió un poco el bolígrafo, pensando en que podía escribir para despegarse a Garu de una vez por todas. Pero ¿Cómo?... ¿Cómo buscarle los defectos a la persona que más amaba? Se sorprendió a su misma pensando en todo lo que le gustaba de Garu, desde su apariencia física, hasta el honor y todos los complicados valores que conformaban al ninja.
Se frotó la cara, harta de ser tan patética… Y con ese pensamiento pudo comenzar la lista. Con el foco prendido, escribió:
1. Me hace llorar.
Y vaya que era cierto. No podía contar las noches y también los días en que lloró toda una cascada por él. Inclusive una vez le ayudó a Santa a darle luz a su restaurante, proporcionándole energía hidráulica. Todo porque esa vez pensó que Garu salía con Ring Ring…
Ring Ring…
2. Aunque diga que no, le gusta Ring Ring.
Y como ya lo había pensado, Ring Ring había logrado conseguir más miradas de Garu que de ella. Tampoco es que nadie en el pueblo pudiese no verla… Siempre llevaba minifaldas rosas y botas. Inclusive Abyo y una que otra vez, alguno de sus tíos se dedicaba a soltar algún cumplido acerca de su apariencia… Pero solo de ello. Todos sabían que Ring Ring era de cuidado.
Pero como era de esperarse, Garu era un hombre después de todo, así que cuando la peli azul se dedicaba a caminar frente a él, moviendo su parado trasero y con sus piernas descubiertas, el ninja si que le dedicaba una que otra mirada, hasta que sacudía la cabeza, repitiéndose que ver así a una mujer no era honorable. Claro que también Abyo contribuía con algunos piropos.
Abyo…
3. Le hace mucho caso al estúpido de Abyo…
Oh si. Detrás de cada estupidez que llegaba a hacer Garu, Abyo era el autor intelectual. Parte de los problemas de los que a veces incluso a ella le había tocado sacarlo se debía a ello. Ahpra que lo pensaba, y aunque eran situaciones diferentes, su historia con Garu no era muy diferente a la de Ching y Abyo.
Si, Abyo era su amigo. Si, lo quería y también a su padre… Pero tenía que reconocer que en ningún momento Abyo le había alentado un poco para que Garu se acercara a ella, cosa que Pucca siempre hacia con Ching. Pensó que así eran los chicos… Pero mira que le rabiaba cada que Abyo le presentaba una chica nueva a Garu.
No podía culpar a Ching por su esfuerzo de, por no decir dejarlo, darle una ligera lección.
4. Simplemente me controla como se le da su gana.
No, Garu no era un chico abusivo. Pero sí que la manipulaba de manera inconsciente. Cada que se metía en problemas con Tobe, cada que era herido en combate, cada que necesitaba una que otra promoción en el Chin-duda… Pucca estaba ahí. Claro, a veces le daba las gracias, pero en realidad no era que le importara demasiado las cosas que ella hacía por él. Y aunque no le pidiera mucho de ellas, sabía que ella estaría ahí para él de cualquier manera… Claro que eso le fastidiaba.
Suspiró cansinamente y al final escribió la peor de todas:
5. Me hace amarlo cada día más.
Por alguna razón, la indiferencia y su ceño fruncido siempre que la miraba le hacían quererlo demasiado y desbordarse de amor por él. La conexión que ella sentía era como una corriente que simplemente le invadía todo el cuerpo cada que lo veía. Y también porque lo conocía mejor que algunos desde la infancia; debajo de esa mirada decidida y seria, se hallaba un joven inteligente y también bastante sensible.
Rendida, supo que las cosas que amaba de Garu también deberían servirle para deshacerse de ese cariño en vano hacia él. Fue así como, debajo de esa lista, inició una nueva.
"COSAS QUE AMO DE GARU"
1. Aunque este pasado de moda, me encanta como se peina.
2. Ese traje de ninja le queda taaaaaaaan bien.
3. Aunque no le guste que lo abrace, me gusta hacerlo. Me siento segura.
4. Esos ojos son serios, pero inocentes.
5. Aunque no le gusta que lo bese, lo hago porque es como dejar todo el mundo de lado.
Sacudió la cabeza y suspiró. Eso no era una buena idea en realidad… Funcionaba mejor cuando le veía las cosas malas a su inestable relación. Resignada, tacho de cabo a rabo la segunda lista y aventó el plumín con el que escribía, dejándose caer en el respaldo de la silla.
"Garu… ¿Por qué no me quieres?", pensó y supo que si sus sentimientos fuesen correspondidos todo sería más fácil. Incluso puede que Abyo aprendiese un poco de él y su relación con Ching no se hubiese acabado.
Pero en el fondo, sabía que no podía culpar a Garu. Besarlo a la fuerza, perseguirlo, acosarlo en todo su tiempo libre… Si, bueno… Nadie en su santo juicio se sentiría completamente cómodo con alguien si así era su relación. Como fuera, ella también se había equivocado en absolutamente todo. En cómo había hecho las cosas y como las había desviado.
Giró su silla, permitiéndose ver toda la habitación y el pensamiento anterior resonó con más fuerza. ¿Posters y fotografías por toda la habitación? ¿Qué era eso? ¿Un espacio de investigación del FBI cuando se busca a un presunto culpable? Si, en efecto, era patético.
Se levantó y comenzó a arrancar todos los posters de las paredes, grandes o pequeños, uno por uno… Así, en pocos minutos el bote de la basura de Pucca estaba lleno de bolas de papel, unas más grandes que otras. Recogió también todas las fotos de Garu y se detuvo a mirarlas… ¡Santo Cielo! En todas Garu salía con rostro impasible, de miedo, sorprendido y no de la buena manera… Miles de caras terrible y ni una sonrisa en ellas.
Esto la entristeció. ¿De verdad se había portado tan mal que a él le repugnaba?
Guardó todas las fotos enmarcada o no en un cajón que casi nunca abría y notó que ahora su habitación lucía más vacía. Los muros pelones le hicieron pensar que quizás tendría que comprar posters de otro tipo de cosas o incluso pensó en cuadros… Más tarde le diría a Shuny si ella podía donarle alguno de los que había hecho.
Sin embargo, su habitación no era lo único que se sentía vacía, sino también ella.
Le despabiló nuevamente el sonar de su celular sobre su cama. Lo tomó y sonrió levemente cuando vio de quien se trataba; Ching. Deslizó su dedo por la pantalla y contestó:
-Hola, Ching…- saludó.
-¡Pucca! ¿Estás bien? Me quedé algo preocupada luego de que te fuiste- oyó a Ching del otro lado del celular. Ella sonrió y tomó el poster en donde había escrito las listas.
- Si… tranquila… Estoy bien… Solo estaba pensando en que quizás…- empezó a decir, pero luego se detuvo. ¿Decirle a Ching estaría bien? No era porque no confiara en ella, después de todo era su mejor amiga. Era más bien porque si se lo contaba estaría afirmando lo que quería… Y no sabía si de verdad quería olvidar a Garu.
-Que quizás…¿Qué?- dijo Ching, invitándola a seguir. Pucca suspiró contra el celular y supo que, más de querer olvidarlo, ya era necesario.
-Que quizás es hora de olvidar a Garu…- confesó al fin. Le puso nerviosa un leve silencio que se hizo entre ella y Ching, por lo que continuó- Y seguí tu consejo de hacer una lista de todas las cosas malas que me ha hecho para ser más fácil el dejarlo…-
Nuevamente se hizo más silencio del otro lado de la línea, y esta vez a Pucca le empezó a preocupar. Hasta que su amiga volvió a hablar…
-¿Tu tratando de olvidar a Garu?... Creo que prefiero verte en estado "depre" a tratar de hacerlo- dijo Ching.
-Pues te funcionó a ti… Y si así fue, debería de hacerlo igual conmigo… Y más si lo estoy haciendo de manera tan… Literal…- dijo Pucca, sacudiendo el poster con la lista, el cual era el último que tenía en un estado más respetable.
-Tu…¿Tu de verdad crees que ya olvide a Abyo?- preguntó Ching, con cierto nerviosismo en su voz. A Pucca le sorprendió un poco la reacción de su amiga, por lo que frunció el ceño.
-Pues… Si. Es él el que debe darse cuenta de que ya te perdió… ¿No es así? – inquirió Pucca, y por un momento casi deja de lado el asunto de Garu para escuchar los verdaderos sentimientos de su mejor amiga. Le alegró un poco cuando oyó un suspiro resignado del otro lado.
-Sabes que no puedo mentirte, Pucca…Aun me encanta Abyo- dijo finalmente Ching. La pelinegra rio un poco ante la confesión de Ching, pero le alegraba por completo el que fuese completamente sincera con ella misma- Pero… Pero si crees que lo de la lista te funcionara a ti… Pues adelante…- dijo, tratando de que su cambio de opinión no afectara a Pucca, aunque claro, sabía que eso no sería así. Ambas sabían lo que sentían de verdad.
-Ay, amiga…- suspiró Pucca, mientras se dejaba caer bocarriba en su cama- ¿Qué vamos a hacer con esos dos?- sonrió y levantó a la altura de sus ojos el poster de Garu en donde estaba su rostro… Y luego lo giró a la parte donde había escrito.
-¿Qué quieres decir?- preguntó Ching, también con cierta tristeza, pero también intriga. Pucca sonrió aún más melancólica y respondió:
-¿Quieres escuchar la lista?
¡Hasta aqui, mis queridos lectores! Bien, los que ya me conozcan saben que no soy mucho de estas historias jaja. Me enfoco más en fantasía e incluso Cincia Ficción. Pero esta bien salir de la zona de confort por un rato.
Espero les haya gustado. Y ahora si este fic lo actualizaré mas a menudo ya que, bueno, solo tengo dos semanas jajaja. Espero que esten bien. Les mando un fuerte abrazo y nos estamos leyendo.
Bye :D
