Nota: Los personajes y escenarios de Como entrenar a tu dragon citados a continuacion no me pertenecen, le pertenecen a DreamWorks T.T, yo solo los tomo prestados para escribir esta historia.
Nota 2: Esta historia iria despues del final de la pelicula pero sin tener en cuenta la escena final cuando Hipo se despierta.
Hola, soy nuevo y esta es la primera historia que escribo, por lo que se que no estara muy bien, pero espero ir mejorando. Cualquier critica, opinion, sugerencia, amenaza, receta de cocina o lo que sea, reviews.
Capitulo 1
-¡Ahh!-no pudo evitar gritar mientras se agarraba la pierna; esta era la tercera vez que se despertaba esta noche por culpa de esa maldita herida.
Ya habían pasado 5 días desde que se despertó en su casa después de matar al gigantesco dragón Muerte Roja para descubrir que no había salido ileso precisamente. Después de que el dragón explotara, no tuvo tiempo de escapar y se vio envuelto en dicha explosión, y por culpa de aquello ahora tenía una prótesis donde antes estaba su pierna izquierda, justo por debajo de la rodilla; pero el joven vikingo no se quejaba, si no hubiera sido por la ayuda de su fiel amigo y compañero Desdentao, un dragón de la especie Furia Nocturna, habría muerto sin lugar a dudas.
En ese momento, el joven vikingo llamado Hipo sintió un leve golpe en su hombro, era su querido dragón que lo miraba con cara de preocupación, seguramente debido al pequeño grito que dio el joven, el cual debió despertarlo.
-Tranquilo grandullón, estoy bien- intento tranquilizarlo el muchacho mientras le acariciaba el hocico.
El dragón se tranquilizó un poco ante las palabras de su jinete, pero todavía se le notaba algo preocupado.
Hipo, el cual no aguantaba más el dolor, estiro la mano hacia una pequeña mesa situada al lado de su cama, de la cual cogió un pequeño papel doblado que contenía unos polvos, que vertió en un vaso que también se encontraba en la mesa. Esos polvos eran una medicina que le habían dado los curanderos del pueblo, y aunque sabían a rayos, eran la única razón por la cual el joven no se retorcía de dolor durante todo el día.
Aunque los curanderos le dijeron que no hiciera esfuerzos, una vez hizo efecto el medicamento y harto de estar todo el día en la cama, Hipo, que ya se encontraba sentado en el borde de la cama, se propuso intentar andar. Se apoyó en su pierna derecha para levantarse, y con todo el coraje que pudo reunir el joven, dio un paso hacia delante.
En el momento en que la parte metálica de su prótesis, que estaba unida a un bloque de madera por un resorte (para darle algo de amortiguación) y este bloque a su vez estaba unido a lo que quedaba de su pierna, el joven Hipo sintió un terrible pinchazo por debajo de la rodilla, seguido de un terrible dolor que no tardo en expandirse por todo su cuerpo.
En ese momento, Desdentao, que lo había estado observando de cerca, lo agarro por el cuello de su camiseta justo antes de que el joven vikingo se estampara de boca contra el suelo. 'Otra vez será' pensó el vikingo mientras admitía que hoy no sería el día en el que volvería a andar normalmente.
-Desdentao, ¿qué tal si damos un paseo?- le pregunto Hipo una vez este lo devolvió a la cama.
El dragón, al oír la pregunta, lo miro con una cara de enfado mezclado con preocupación, como diciéndole '¿con lo mal que estas quieres seguir intentando andar?'.
Hipo, que entendió perfectamente al dragón, le dijo con una leve sonrisa y una cara suplicante: -Vamos Desdentao, por favor, necesito salir de aquí un rato, llevo días encerrado; además, si voy montado encima de ti no habrá ningún problema, ¿no?- mientras decía esto se iba poniendo su chaleco.
El Furia Nocturna soltó un bufido de resignación mientras le acercaba la silla de montar a hipo para que se la colocara, aunque por dentro el dragón estaba bastante contento por poder salir un rato con su joven jinete. Después de que el joven le colocara la silla con alguna dificultad, ya que al no poder ponerse de pie lo tuvo que hacer desde la cama, y llenara las alforjas de la silla con algunas cosas, Desdentao lo ayudo a subirse.
Ya que la cama se encontraba en el primer piso, decisión que tomo su padre Estoico previendo que su hijo tardaría bastante en poder subir las escaleras, el dragón solo tuvo que dar un par de pasos hasta llegar a la puerta. Antes de salir, cogió la muleta que le había hecho su amigo y mentor en la herrería, Bocón. La puerta no era muy grande, pero el ágil dragón pudo pasar sin mucha dificultad.
Fuera aún era de noche, debían de faltar algo más de 2 horas para el amanecer, por lo que la aldea estaba totalmente vacía. Los pocos guardias que había estaban situados en los pequeños y altos islotes que rodeaban la isla vigilando por si algún enemigo se acercaba, en la aldea también debería haber unos cuantos de ellos, pero como no los vio pensó que seguramente estarían durmiendo en algún rincón despreocupados gracias al cese de su antigua guerra contra los dragones.
La aldea estaba algo cambiada, los vikingos habían construido un par de establos enormes con varias plantas donde los dragones podrían pasar la noche, y en el suelo, en el centro de la plaza, se encontraba una de las antiguas antorcha que usaban para iluminar la aldea durante los ataques nocturnos, solo que ahora esta se encontraba repleta de pescado y se usaba como comedero para dragones.
Pero no todo era perfecto, se podían apreciar varias marcas de quemaduras y arañazos por todos los edificios de la aldea, y según le había contado Estoico a su hijo, los dragones habían arrasado 2 campos de cultivo y se habían comido a 4 ovejas y más de una docena de gallinas. Y esto no era todo, debido a que él era el único que sabía cómo controlar a un dragón, su casa siempre estaba llena de gente del pueblo preguntando que podían hacer para evitar los daños. Se pasaba el día rodeado de los vikingos que hasta hace poco lo repudiaban, los que le llamaban Hipo el inútil o la vergüenza de Estoico, y por culpa de esto llevaba días sin poder descansar o ver a sus amigos.
'¿Amigos?', se sorprendió Hipo por llamarlos así. El pequeño grupo de jóvenes a los que se refería por "amigos" eran los jóvenes que participaron con él en la lucha contra el Muerte Roja. Este grupo era el que más se metía con él antes de que todo esto ocurriera. Aunque el vikingo no les tenia rencor, no obstante eran los únicos que le escucharon y le ayudaron para ir a rescatar a Desdentao, pero no podía evitar pensar que solo le hablaban y lo respetaban por lo que les enseño sobre los dragones, y no por considerarlo de verdad su amigo.
Mientras Hipo seguía perdido en sus pensamientos, Desdentao se dirigía hacia el puerto sin que este se diera cuenta. El joven no se dio cuenta de a donde lo llevaba su amigo hasta que empezaron a bajar por la cuesta que se dirigía al embarcadero.
-Ey amigo, ¿a dónde me llevas?, si lo que buscas es comida en la plaza tienes todo el pescado que quieras- dijo Hipo, a lo que Desdentao respondió agitando la cabeza de izquierda a derecha en señal de negación.
Hipo iba a seguir preguntando porque el dragón lo trajo allí cuando de repente vio el paisaje que antes ocultaban las casas, una enorme luna llena flotando en un mar de estrellas que se reflejaba en un océano tan tranquilo que parecía un espejo.
Cuando llegaron a la playa, Desdentao se tumbó en la arena y los dos se quedaron admirando el paisaje por un rato, disfrutando de una tranquilidad que no sentían desde antes de todo lo ocurrido, cuando Estoico descubrió a Desdentao por primera al ir a salvarlo del Pesadilla Monstruosa.
Pasados 2 minutos el dragón atrajo la atención de su jinete y le señalo hacia el final del embarcadero más cercano. En ese momento Hipo descubrió porque el dragón lo había traído hasta allí, al final de ese embarcadero, sentada en el borde, estaba la vikinga de sus sueños, su rubia melena resplandecía bajo la luz de la luna, sus ojos brillaban mientras miraba pensativa el paisaje.
-¿Por qué me has traído hasta aquí?- pregunto Hipo en voz baja sin apartar la vista de la joven mientras se empezaba a sonrojar.
Hipo llevaba tiempo queriendo ver a la joven vikinga, y al parecer, Desdentao lo había notado. La rubia estuvo a su lado todo el tiempo hasta que se despertó después de su gran pelea contra el Muerte Roja. Hipo estaba encantado de que la primera persona que vio al despertar fuera ella, y para sorpresa de nuestro joven vikingo, la vikinga salto encima de él cuándo noto que este despertó con lágrimas de alegría en sus ojos. El joven se sorprendió mucho, ya que esa fue la primera vez que vio a la ruda y valiente vikinga soltar una lágrima. Pero antes de que Hipo pudiera decir algo, su padre Estoico entro en la casa acompañado de su gran amigo Bocón y esta se separó rápidamente. Después de eso, la joven se despidió y se fue corriendo; y no la había visto desde entonces.
El dragón empezó a andar hacia el final del embarcadero, mientras Hipo le tiraba de la oreja y le decía que parara, pero Desdentao seguía andando, con una sonrisa divertida en su rostro, al Furia Nocturna le hacía gracia como su jinete se avergonzaba cuando la joven estaba cerca.
-Para ya, volvamos a casa- susurraba Hipo cuando ya iban por cerca de la mitad del embarcadero –como no pares mañana no te daré más pescado.-
-¡Quien anda hay!- grito la vikinga levantando su hacha, que se acababa de dar cuenta de la presencia del par de individuos que estaba peleando.
-¡Tranquila Astrid, soy yo, Hipo!- grito el muchacho asustado al ver a la vikinga blandiendo su fiel hacha –Guarda el hacha por favor.-
-¡Hipo!, ¿qué haces aquí?- se sorprendió -y ¿se puede saber porque no estas descansando en casa?, tu herida no se ha curado todavía- dijo Astrid recuperándose del susto que le dieron Hipo y Desdentao, el cual no admitiría nunca.
-Desdentao y yo hemos salido a despejarnos un poco, no podía dormir, ¿y tú que haces aquí?- pregunto el joven.
-Lo mismo supongo, también me costaba conciliar el sueño- dijo la vikinga algo más tranquila, llevaba desde que se fue corriendo de la casa de Hipo queriendo hablar con él. Estuvo muy preocupada por Hipo durante los días posteriores a la pelea, sin saber si despertaría o no. – ¿Y qué tal has estado estos días?- pregunto intentando romper la tensión que se estaba formando.
-No me puedo quejar, sigo vivo- dijo Hipo con una sonrisa mientras se bajaba de Desdentao.
-Espera, te ayudo- dijo la vikinga mientras sostenía al joven del brazo para que no se callera y le alargaba su muleta.
Una vez sentados en el borde del embarcadero la vikinga le dio un puñetazo en su hombro, aunque no con la fuerza que acostumbraba, preocupada por la salud del chico.
-¡Auh!, ¿por qué me pegas?- dijo el vikingo mientras se frotaba el hombro.
-Eso es por no responderme- justo después de decir eso le volvió a pegar en el mismo sitio –y eso por tenerme preocupada- .
-Vale, vale, te responderé a lo que quieras, pero no me pegues más que todavía me estoy recuperando, ¿qué me habías preguntado?- dijo Hipo mientras se frotaba el hombro adolorido.
-Que qué tal has estado estos días, ¿cómo están tus heridas?- volvió a preguntar Astrid más seria y con un ápice de preocupación.
-Bueno, la pierna no me molesta mucho gracias a las medicinas que me dieron los curanderos, aunque me cuesta mucho dormir por las noches- respondió Hipo sinceramente, sabiendo que no podía engañar a la vikinga.
-Ammm, ¿Y qué haces durante el día, siempre tienes muchas visitas, no?- pregunto Astrid, la cual siempre que intentaba ir a ver al vikingo se encontraba con su casa abarrotada de gente. Aunque en el fondo estaba feliz porque los habitantes del pueblo ya no despreciaban al muchacho.
-Sí, me paso el día respondiendo a las preguntas de los aldeanos sobre como calmar a los dragones, como evitar que quemen cosas, que se coman los cultivos o el ganado, etc., me paso el día dando clase- dijo Hipo con un tono en el que se notaba que estaba harto.
-¿No estas contento?, por fin toda la aldea te respeta, ¿no era eso lo que querías?- pregunto la vikinga algo confundida.
-Sí, bueno, eso pensaba, pero es que noto como todos solo me respetan porque puedo ayudarlos con los dragones- dijo Hipo algo apenado -Me parece un poco hipócrita que toda la gente que me daba de lado ahora me tratan como si fuéramos amigos de toda la vida- dijo soltando por fin lo que le estaba dando vueltas por la cabeza desde que se despertó. 'Siempre me evitaban, pero como ahora les sirvo para algo todos son amables' pensó.
Después de la explicación de Hipo los dos se quedaron en silencio, '¿por qué no dice nada?, ¿se habrá enfadado por lo que he dicho de la gente de la aldea?' pensó el joven mientras miraba hacia la vikinga con la que estaba hablando. En cuanto la vio supo que había metido la pata, la joven estaba mirando hacia sus pies, con cara triste y arrepentida. Hipo no sabía qué hacer para arreglarlo, pero antes de que este pudiese hacer nada, Astrid hablo.
-Lo siento,- dijo la joven con voz de arrepentimiento –yo también me metía contigo, supongo que debes odiarme-.
-¿Eh?, n-no lo decía por ti, yo jamás podría odiarte…,- respondió Hipo algo nervioso, empezando a sonrojarse -es más, tú eras una de las pocas personas de la isla que me hablaba para algo más que para insultarme, y la que más me ayudo a proteger a Desdentao- concluyo ya rojo como un tomate.
-Gracias, la verdad es que estaba preocupada porque estuvieras enfadado conmigo-
-Claro que no, jamás podría, si no fuera por ti nunca podría haber salvado a Desden… Ahh- decía Hipo cuando le volvieron los dolores de la pierna.
-¡Hipo!, ¿estás bien?- se preocupó Astrid al oír el grito del vikingo.
-Sí,- respondió Hipo todavía con una mueca de dolor en su cara – ¿me podrías pasar una cantimplora que ahí en la alforja de Desdentao?- a lo que Astrid se apresuró a buscar lo que el joven le pidió; no tuvo que moverse mucho ya que el Furia Nocturna se encontraba recostado justo detrás de ellos.
-¿Qué es esto?- pregunto la vikinga mientras le entregaba la cantimplora.
-Es un brebaje que me dieron los curanderos;- respondió el vikingo después de darle un trago –sabe fatal, pero alivia el dolor…, aunque mejor no te digo de que esta echo…-.
-Falta poco para que amanezca, mejor nos vamos yendo- dijo Hipo algo avergonzado y sin saber que más decir- ¿quieres que te llevemos?-.
Astrid acepto y después de ayudar a Hipo a montar en el dragón, ella también se subió. Cuando Desdentao noto que los dos jóvenes vikingos estaban sobre su espalda emprendió el camino de vuelta a la aldea. Durante el camino, los dos jóvenes siguieron hablando sobre qué tal les iban las cosas a los jinetes y a sus dragones, que según conto Astrid, no iban muy bien, ya que sin los consejos de Hipo se descontrolaban muy a menudo.
Una vez en la puerta de la casa de Hipo, Astrid se bajó de Desdentao para poner rumbo a la suya, que no quedaba muy lejos, pero antes de irse le volvió a dar un puñetazo en el hombro a hipo.
-¡Ahh!, ¿esto se va a convertir en una costumbre?, porque duele, ¿sabes?- protesto el vikingo.
-Eso por escaparte en la noche y no guardar reposo…- le reprocho Astrid, pero acto seguido le dio un dulce beso en la mejilla –y esto… por todo lo demás- terminó de decir la joven con un leve sonrojo por todo su rostro.
-Buenas noches, nos vemos mañana- agrego la vikinga antes de salir disparada para su casa.
-Bu-buenas noches- balbuceo el chico, aun en shock por lo que acababa de pasar.
Una vez dentro, Desdentao se acurruco al lado de la cama de Hipo, como hacia siempre, y no tardo en quedarse dormido; por otra parte, el joven vikingo se quedó tumbado en su cama, recordando el beso que le acababa de dar su adorada Astrid.
Bueno, eso es todo, espero que os haya gustado!
He de decir que la trama que tengo pensada es un poco lenta y larga, pero si a la gente le interesa ire subiendo mas capitulos, si no lo dejare como un one-shot, que tampoco quedaria tan mal.
Y por ultimo, pero no por ello menos importante, quiero darle las gracias a Haibara14, que me ha animado a intentarlo y a subir esto.
Nos leemos!
