Agnosia

Prólogo


—Ino, estoy hablándote.

La rubia salió de su ensimismamiento como si hubiese estado en un sueño profundo con los ojos abiertos. Cuando miró a Sai frente a ella con su hijo en brazos, llorando con las mejillas rojas, todo el sonido que había estado dormido cobró volumen.

Ino se levantó de su asiento tras la caja registradora de la Florería para atender a Inojin que estaría llorando inconsolablemente hacía minutos. El infante carraspeó infeliz al verle la cara a su madre y siguió gimoteando como si estuviera enfadado con ella.

—¿Estás bien? —cuestionó Sai quitándose el pergamino de la espalda y la bandana de la cabeza. Habría llegado a la Aldea hacía poco y pasado directo a la Florería donde sabía estaba Ino, cuidando de Inojin durante su postnatal—. Podía oír a Inojin llorar desde afuera —dijo algo confuso—. Quizás debería quedarme unos días en casa…

Ino lo interrumpió.

—Estamos bien —repuso ella, incapaz de recordar cuánto tiempo estuvo en su lapsus—, sólo me quedé dormida —se excusó—. Pero ya me desperté.

Sai no dijo nada pero se quedó mirándola con los labios apretados. Ino le sonrió en tanto pudo calmar un poco a su primogénito y arrugó la nariz.

—Acabas de llegar —repuso Ino—, ¿tomaste a Inojin sin desinfectarte las manos? ¡Es muy pequeño aún!

—Lo lamento —dijo Sai al mirarse las manos plagadas de gérmenes invisibles para sus ojos—. No pude evitar tomarlo cuando lo oí llorar.

Una punzada de culpabilidad hizo que Ino se abrazara más fuerte de su hijo.

—Ya hice la cena —dijo Ino tras una pausa—, ve a lavarte mientras la caliento, ¿sí?

Ino se llevó a Inojin a la puerta para ponerle llave y voltear el cartel de «abierto» a «cerrado». Sai recogió sus cosas y el chupete de Inojin que había tirado dentro de la cuna que le tenían en la Florería cuando había llorado sin consuelo, y los siguió hacia la puerta que conectaba la tienda con la casa. En el trayecto miró el vaivén de su cabello rubio y Sai se encogió de hombros, se sentía perturbado por algo que no podía ver fácilmente. Era normal que una mujer con un recién nacido no durmiera tanto y aunque él intentara acompañarla en el proceso, cada tanto tenía que salir a cumplir misiones y cuando volvía, la notaba más ida de lo que estaba cuando partía.

Intentó que su ducha fuera rápida aunque tenía que quitarse días de suciedad y se restregó con fuerza la piel de las manos, brazos y cara, todas zonas con las que Inojin tenía más contacto con él. Jamás había pensado que tener un hijo fuera un pasatiempo tan divertido, Sai quería estar junto a Inojin el mayor tiempo posible y cualquier cosa que hiciera le parecía fascinante, aunque se tratara simplemente de hacer burbujas de saliva.

—Hola, papá —dijo Ino con una voz de niña pequeña en tanto lo vio cruzar la puerta y le movió las manos a Inojin como si lo estuviera saludando—. Por qué no vienes y me cargas mientras mamá va a ver la comida —sugirió y él recogió a Inojin de los brazos de su esposa con una sonrisa leve. Sin embargo, el bebé no disfrutó del cambio de brazos y gimoteó un poco—. Qué bueno que volviste, cariño —le dijo Ino con su propia voz, revolviendo el caldo humeante sobre la cocina—, ya me estaba sintiendo sola.

—Estuve solamente tres días fuera.

—Y se sintieron como eones.

Sai rio tomando asiento mientras dejaba que Inojin se agarrara de sus dedos y succionara uno buscando comida. El pálido se sonrió atrayendo la mirada de Ino que no dejaba de sorprenderse con el enamoramiento de su esposo con su pequeño hijo de meses.

—¡La cena está lista! —canturreó ella mientras traía el plato para Sai y se lo intercambió por el bebé. Sai no comenzó a comer enseguida hasta que Ino estuvo instalada frente a él, se descubrió el pecho y comenzara a alimentar a Inojin. Simplemente se los quedó mirando interactuar—. ¿Está bien? —Ino recientemente había agarrado la costumbre de cocinar porque nunca se le había dado bien pero ahora que tenía tanto tiempo libre se las ingeniaba para aprender algo que no matara a Sai de una indigestión.

—Perfecto.

—¿Estás tratando de hacerme sentir bien?

—No, en lo absoluto.

—No te creo —rebatió Ino con una risa. Con Inojin y los gastos extras, Ino ya no contaba con la comida comprada como salvavidas—. Si está malo no tienes por qué comértelo.

—Entonces me dormiría con el estómago vacío.

—¡Sabía que estabas mintiéndome! —exclamó ella—. Estás poniéndote bueno en eso —dijo mirándolo de reojo—, eso es peligroso. —Sai levantó las cejas, confundido, y la florista se puso a reír—. Bueno, no tanto. Quizás cuando tengamos cincuenta años logres engañarme.

—Eso es demasiado tiempo —repuso él y sus ojos se posaron en Inojin—. ¿Cuántos tendría él cuando tengamos cincuenta?

—Unos treinta y tantos —dijo Ino—, pero no pensemos en eso, ¿quieres? Creo que ya me salió una arruga en la frente. —Ino se tocó el entrecejo para liberar tensión. Sai se sonrió, las líneas de expresión que ella mencionaba eran casi invisibles para él.

«Ino.»

Las pupilas de la rubia se perdieron por unos breves instantes y pareció que se desvanecería, pero tan rápido como pasó el atisbo de desmayo desapareció. Sai, sin embargo, se precipitó hacia su esposa para sujetarla por los brazos y su hijo se puso a llorar en el pecho de su madre cuando sintió la sacudida violenta que le habían dado. Ino lo miró con los ojos desorbitados, como si no hubiera pasado absolutamente nada.

—¿Cariño…? —preguntó ella batiendo las pestañas rubias. Tras un segundo de titubeos de parte de Sai, Ino volcó toda su atención en el bebé que ya no quería su leche ni mimos, sólo quería desencadenar su enojo.

—Estabas por desmayarte…

—No es cierto, sólo tuve un escalofrío —dijo Ino y frunció el ceño cuando Inojin se puso a llorar con más fuerza.

—Es mejor que te vayas a recostar, Ino —respondió él, grave—. Hablo enserio.

La rubia no supo cómo reaccionar y se levantó del asiento siendo auxiliada por Sai. Ino murmuró otra vez lo bien que se encontraba para que la dejara caminar sola, que no necesitaba que la sujetara de la cintura y que simplemente estaba cansada. Sai no creyó ninguna palabra pero jamás vio en ella un atisbo de mentira. Todo lo que reflejaba Ino era la pura verdad.

«Qué es lo que hay en tu mente»

Ino se detuvo y miró a Sai con los ojos cruzados por la confusión.

—¿Qué fue lo que dijiste?

Sai frunció los labios.

—No he dicho nada.

—Ah —murmuró ella, volviendo a caminar—, debí haberlo imaginado…


—No vine a ver a Ino, ¿verdad? —preguntó Sakura y Sai sonrió a ojos cerrados. La del pelo rosa suspiró, desviando la mirada a Inojin que gateaba a duras penas en el suelo cerca de ellos—. ¿Qué le ocurre?

—No lo sé.

Sakura no comprendió.

—Sólo sé que algo anda mal con ella —continuó algo titubeante—, hay veces que no parece estar aquí. Como si no estuviera en su cuerpo…

—¿Te refieres a su técnica?

—No, es diferente —aseguró él aunque tenía claro que su descripción era bastante similar—. No sé cómo explicarlo...

Estaban en la banca fuera de la Florería y por la calle frente a ellos circulaban una que otra persona que se aventuraba al calor de esa tarde. La rubia apareció a lo lejos y sacudió una mano para hacerse notar. Sai se irguió sobre el asiento y aclarándose la garganta, acordó con Sakura que dejaran su conversación ahí sin decir una palabra.

Ino se les acercó tomando a Inojin en el camino y alzándolos en sus brazos. Sakura acarició un pie del niño en cuando su amiga estuvo a su lado. Fueron escuetas en el saludo.

—¿Dónde está Sarada?

En casa con mi mamá —explicó ella con una sonrisa—. Tenía que hacer unas compras —dijo después—, y pensé que podría conseguir unas flores para Sarada, —Ino sonrió.

La rubia le entregó el bebé a Sai para entrar en la Florería y la campanita de la puerta cantó una melodía aguda y acuática. Sakura miró la puerta unos momentos antes de dar su veredicto con una mirada conciliadora y una caricia al niño de piel de leche y celeste en los ojos.

—Estoy segura que no es nada —le dijo en un susurro y entró a la tienda en silencio.

Sai miró hacia su hijo que murmuraba una tontería con el puño metido en la boca. Sin poder evitarlo se puso a sonreír levemente y se forzó a creer en las palabras de su compañera de equipo.


Nota de la Autora: Hola! He aquí mi nueva tontería. Hace tiempo que quería escribir una historia de trama más bien seria en este fandom porque estoy media aburrida de las comedias jaja necesitaba seriedad en mi vida. Este será un drama y creo que no debería embarcarme en algo así porque ya soy mala actualizando y ésta será una historia más difícil de escribir. Pero no tengo por qué tener mil capítulos listos antes de publicar, ¿no?

Agnosia: f. med. Incapacidad para reconocer e identificar las informaciones que llegan a través de los sentidos, especialmente la vista.

Espero que les guste, me inspiré en la nueva serie de HBO Westworld, amo el soundtrack, la trama rara y a Dolores *muere*

Besos, RP.