Bien, este es el primer fic que escribo de Tekken, ya hacía falta que escribiera algo para mi colección de fics. Y porque el mundo necesita más Tekken fandom. Y ya que estamos acá, hago publicidad cochina de una comunidad de Tekken español en LiveJournal. Por si quieren, si les nace… ¡Únanse!
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Disclaimer: ningún personaje me pertenece, todo es de Namco y su genialosa idea de crear una familia disfuncional.
Resumen: Jin entra en coma por… no lo diré, lean la historia. Entre su sueño del coma tiene una vivencia peculiar donde se ve así mismo en un mundo paralelo donde todo, extrañamente es paz y felicidad. Lleva una vida normal, con papá, mamá, abuelo, bisabuelo, primos, tíos, etc. Lo que le provoca una duda de si es un sueño, está muerto o que es lo que está pasando.
Esto es puro Crack con mucho IC eso espero. Amo escribir Crack e IC es tan… IC ^_^
En Coma
Todo comenzó en la habitación de un hospital. No recuerda nada, algunas voces lejanas llegan a su mente. No comprende palabras. Imagina cosas. Las ideas se consumen. Quiere recuperar el tiempo. Olvido algo en la mesa de noche. Tantas cosas se arremolinan en su mente. Su respiración sube y baja. El corazón y la presión se estabilizaron. Y el sonido del cardiograma tiene a todos en la sala suspendidos en un coma, igual que Jin.
Se escuchan pasos en el corredor. La enfermera echa un vistazo a la habitación con curiosidad. Desde que llegó el paciente, ha pasado mucha gente por el hospital. Ve a Ling Xioyu dormir con los brazos en la cama y su cabeza recargada en ellos. En la silla Howarang mira la noche por la ventana. Julia se quedó dormida en el sofá con un libro en la mano. Azuka mira a la enfermera.
— ¿Todo bien muchachos?—pregunta. Azuka asiente con una sonrisa y la mujer de blanco continua su recorrido.
— Con esta ya son tres noches. Las esperanzas se pierden. Tengo miedo— dice Azuka al pelirrojo.
El muchacho no responde. Mira la cama del paciente. Se ve tan calmado. No parece que este lejos de esté mundo, sólo duerme. Incluso se ve tan indefenso, como un niño. Nota que sus parpados empiezan a moverse al igual que sus labios. De un salto camina hasta donde está. Ve sus manos que impacientes tratan de tocar algo. Los parpados buscan, miran.
— Es un proceso. Cuando los pacientes están en coma suelen hacer eso— señala Julia. Esta despierta a causa del ruido del coreano.
Con la explicación desaparecieron las esperanzas. Tal vez lo mejor sea esperar como dijo Lei. Regresar al mundo y seguir con sus vidas. Azuka lo dijo esa tarde que Jin entró al hospital: Este debe ser su destino.
El destino y Jin no se llevan del todo bien. De sobra saben que todo puede pasar.
El cardiograma sigue emitiendo sonidos. La brisa nocturna entra por la ventana. Julia vuelve a leer. Howarang admira algo en la noche que no sabe que es. Azuka espera paciente, espera de pie sin dejar de mirar a su desdichado primo. Se pregunta qué es lo que piensa, que pasa por su cabeza. Le dolerá algo. Recordará. ¿Cuándo despierte sabrá lo que ocurrió? ¿Despertará? ¿Tiene miedo? Se sienta a un costado de Julia y cuestiona.
— ¿Te has preguntado qué pasaría ahora en este presente si nada de lo pasado hubiera sucedido?
— Muchas veces, aunque en realidad no sé bien como sería esté presente. Puede que nunca nos hubiéramos conocido.
Así termina otra noche, y las siguientes dos semanas y los próximos dos meses. Todo se va consumiendo y Jin quiere gritarles que ha visto, ha sentido esa realidad ajena al presente. Y tiene mucho más miedo que nunca.
Mamá tiene muchas ganas de correr en el parque. El recuerdo es tan vivo que duda si es real o es el sueño metafísico del coma. Mamá tiene una bicicleta. Es domingo. Jin tiene seis años. Esa escena la recuerda perfectamente, pero… en ella no estaba su padre, ni siquiera sabía que tenía uno. Mamá sube a la bicicleta y papá a otra. Jin los mira alejarse en el parque mientras trata de avanzar con sus patines de cuatro ruedas. Mamá está riendo, sonríe. Papá también o es una mueca. La tarde en el parque es tan irónica. Jin se ve así mismo. Tratando de avanzar con los patines. Observa su infancia desconocida. Todo lo mira pero nadie lo puede mirar a él.
Mamá y papá regresan de su viaje en bicicleta. De regreso a casa. Papá compra helado. Nunca había visto esa expresión en su padre, nunca había querido verlo. El pequeño Jin está feliz. Camina en medio de sus padres y come helado. Esa escena la recuerda, pero no estaba Kazuya en él.
— ¿Qué está pasando? ¿Es un sueño? pero… ¿por qué sueño esto?—la tarde es cálida, los sonidos nítidos. No se siente como un sueño. Empieza a temer.
— Vamos a casa del abuelo—oyó decir a su padre. Subieron en las bicicletas y el pequeño Jin iba con su padre tras el volante.
Los ve alejarse, Jin no se mueve, sus piernas se entumecieron. Trató de avanzar pero en vez de eso, un remolino comenzó a absorberlo. Gritó, todo empezó a dar vueltas, las imágenes se deformaron. Minutos después todo comenzó a tomar forma de nuevo. Observaba sillas, mesas, puertas. La casa del abuelo. En medio de la sala analizó la habitación con detenimiento. Caminó un poco, fue a la chimenea. Hay fotos, recuerdos, dibujos. Mientras avanzaba no reconoció nada de lo que vio, todo está cambiado, incluso hay más luz. Tres cuadros le muestran las bodas de sus abuelos y a su madre vestida de blanco. Despacio se acercó a los retratos y observó con sorpresa la imagen de una familia. Familia que desconoce aunque él sea parte de ella.
El abuelo cargándolo a los tres años de edad. Su primer cumpleaños. El bisabuelo con Jin en el zoológico. Una fotografía grande donde están probablemente toda la familia Mishima. No reconoce a nadie. Algunas ya son viejas, de la juventud del abuelo y el bisabuelo. En una creyó verse a los cuatro años pero era Kazuya. Trató de tocar un retrato donde está su madre cargándolo cuando era un bebe, pero no pudo, su dedo traspaso el metal.
— ¿Estaré muerto?— la duda lo agobió.
— No, eso es muy pesado para una cena, prepara algo ligero. El niño no puede comer eso. Has verduras con pollo, algo simple ya te dije. —Heichachi entró a la sala, daba órdenes a la cocinera e informaba que ya no demoraría su hijo con su esposa y nieto en llegar.
Jin lo tuvo frente de él. Pues el abuelo observaba las fotografías con una expresión desconocida. ¿Qué demonios era esa pesadilla? Pensó Jin al ver sonreír a su abuelo. Tantas veces lo vio de cerca, lo tuvo tan cerca y nunca había visto sus ojos fijamente. Suspiró al acariciar la foto de una mujer.
— Si estuvieras aquí… serías muy feliz de ver a tu hijo—Heihachi cerró los ojos. El timbre sonó y enseguida un pequeño Jin entró a la casa corriendo.
— ¡Abuelo, abuelo! Ya aprendí a andar con mis patines—el niño estaba feliz de verlo. Lo abrazó y besó en la frente cuando este se agachó para saludarlo. Acarició su cabeza y sonrió diciendo:
— Muy pronto podrás manejar una motocicleta.
Kazuya y Jun caminaron a la sala. La charla comenzó. Se hablaba de la empresa, de la casa en venta, de unas próximas vacaciones, de la escuela elemental que cursaría pronto el niño. De la salud de Jimpachi. Las noticias de Lee que sigue en Inglaterra. Sin embargo, Jin no puso atención. No dejaba de observarse así mismo.
No creía que fuera capaz de mostrar tanto afecto y menos a su abuelo a quien parecía querer mucho, no se apartaba de él. Aunque al oír el nombre de Jimpachi, corrió por las escaleras tras la advertencia de su madre de no incomodarlo. Jin ignoró al niño. Ahora si quería escuchar lo que tuvieran que decir los adultos.
Aunque de nuevo, volvió a ser arrastrado por el pequeño Jin. Tal parecía que no podía estar lejos de él y todo lo qué el viviera tendría que verlo Jin. Así que fue arrastrado por una fuerza invisible, subió las escaleras. Se alejó de sus padres y entró en una habitación soleada. Había una cama, una silla mecedora con Jimpachi cerca a la terraza. Tenía una cobija en sus piernas.
— Mi muchachito… ¿cómo estás? Has crecido tanto. Dame un beso, eso… ¿te has portado bien? Me dijo tu abuelo Heihachi que pronto irás a la escuela. Quiero que seas el mejor de la clase. Claro que sí… ese es mi niño—el niño respondía a todo con una sonrisa y un sí tan inocente que causaba ternura hasta el propio Jin.
— Abuelito, ¿sigues enfermo?—Jin se estaba ahogando con la delicadeza del niño. Era tan normal que se daba pena. Su consuelo era que nadie lo veía. Hubiera sido la burla de su prima y Howarang.
— No hijo, no estoy enfermo, sólo cansado—tocio un poco.
— ¿Cansado de qué? ¿Trabajaste mucho?
— Sí mi niño… trabaje mucho
— Te prometo que cuando yo sea grande ya no vas a tener que trabajar. Promesa—Jin acercó su dedo meñique al del abuelo.
Jin sintió pena por el niño. Aunque Jin le dijera que su abuelo un día de estos morirá, el niño no le creería, no por ingenuo, sino porque no conoce la muerte. No como Jin. Ese pequeño es feliz, es comprensible, es amado y sobre todo es normal.
La noche llegó. Después de la cena familiar que para Jin fue extraña. Se marcharon a casa. Para su sorpresa, es la misma casa donde creció, en medio del bosque, con animales, una granja. Aunque dentro había cosas que no recordaba, como la tecnología de papá. Al entrar a casa el pequeño recibió órdenes de mamá de lavarse los dientes e ir a la cama. Eran las nueve de la noche. Kazuya se puso el pijama y bebió un vaso de leche. Jin hizo lo mismo y fue a supervisar que Jin hiciera todo bien. Al final lo cobijo y espero a que durmiera. Esa parte Jin la recuerda claramente. Mamá da un beso en la frente, da las buenas noches y se marcha a su habitación. A veces dormían juntos, pero este no era el caso. Vio a sus padres desaparecer tras la puerta de su habitación. Mamá estaba feliz en los brazos de su esposo.
Toda la noche Jin la paso observando su habitación, tampoco había cambios, a excepción por los juguetes caros y la ropa. Miró un libro que hablaba sobre las próximas clases. Pronto asistiría. No tenía ganas de dormir, seguía preguntándose qué pasaba. Luego de tanto pensar, el sueño lo venció y quedo dormido en la misma cama donde durmió hace muchos años.
Por la mañana, mamá preparó el desayuno. Papá no estaba, tampoco su auto. Al menos era una buena señal, no vería su cara por mucho rato, estaba trabajando.
— Buenos días amor. ¿Dormiste bien? Siéntate, en seguida te doy tu desayuno.
Ver a su madre de nuevo lo conmovió tanto. De espaldas preparaba un jugo y sacaba pan de una bolsa. Quiso abrazarla, estrecharla en sus brazos como antes. Quería oler su cabello, decirle que la quería tanto. Volver a decir la palabra:
— Mamá ya quiero ir a la escuela. Así tendré amigos con quien jugar ya que no tengo un hermano.
— Sí, yo también quiero eso.
— ¿Un hermano? Pero creí que el tío era tu hermano.
Jun rió. La mañana pasó aprendiendo a sumar, restar. Antes no era así, tenía que quedarse sólo por un rato porque mamá trabajaba en el día. Ahora comprendía porque ese niño Jin era tan feliz. Lo tenía todo. El ciclo natural de la vida corría a su alrededor con perfección. Papá trabaja, mamá lo cuidaba y él sólo disfruta de ese cariño.
Por la tarde regresó Kazuya. Se dejó caer en el sofá luego de ponerse ropa cómoda, prendió el televisor y se perdió en un programa deportivo. Sí así era todos los días, la monotonía no le venía mal. Bebía una soda, descansaba. ¿De qué? Se preguntó Jin. Es el jefe de una enorme empresa, no tiene porque ser tan complicado. Él lo vivió una vez y sólo se puede cansar de dar órdenes a los demás.
Jun estaba a su lado mientras Jin jugaba con carritos y una autopista en la sala.
— Lee regresó—dijo Kazuya al terminar el programa—se le metió en la cabeza la idea de abrir una sucursal allá, quiere invertir en computadoras y no sé qué más. Papá le dio autorización.
— Eso es bueno, ¿no?
— ¿Sabes porque se fue a Londres?— Jun negó— fue a buscar a Nina. Quiere hacer todo eso no por beneficio de la compañía, sino por el suyo.
— Bueno, no le veo nada de malo—Al escuchar el nombre de Lee y Nina, Jin dejó de ver al niño para escucharlos. Poco a poco la situación se tornaba interesante y tenía curiosidad por saber que pasaba en la pesadilla— es natural que también quiera hacer su vida. Tu hermano no es muy analítico, piensa sólo en él.
— Sí, el problema es que no se lo dice a papá y creo, no sé… Nina esta embarazada.
— ¡En serio!—Jun exclamó, el pequeño Jin la miró extrañado— perdón… ¿embarazada?
— Creo, si no le dice a mi padre habrá problemas. Cuando se enoja…
Jin rió con sarcasmo. ¿Desde cuándo a Kazuya Mishima le importa lo que pase con su familia? Jun le dio un beso a su esposo luego de decir: no pasará nada, hablaré con Lee y Nina si es necesario.
Hay estaba la respuesta. Su madre es quien había cambiado todo. Tal vez eso es lo que le hizo falta tanto tiempo a esa familia, una mujer, no cualquier mujer, una mujer como su madre.
— Jin tendrá otro primo. Azuka es muy pequeña para jugar con él y es niña. Si Nina tiene un niño…— Jun se emocionó y abrazó fuerte a Kazuya del cuello y no lo escuchó cuando se quejo— soy muy feliz.
La afirmación dio vueltas en la cabeza de Jin. Todo comenzó a detenerse. Aquella palabra seguía con eco. El pequeño Jin abrazó a sus padres. Un remolino volvió a absorberlo mientras la voz de su madre: soy muy feliz. Seguía en su cabeza.
Ya amaneció. El hospital tiene mucha actividad, así como la habitación de Jin Kazama. Julia cambia las flores. Howarang ya no está. Xiaoyu discute con Azuka.
—No me iré, no quiero descansar, quiero verlo cuando despierte, quiero ser lo primero que vea— Ling no parecía querer seguir las indicaciones del hospital.
— Deja de ser infantil. Todos tenemos que irnos. De ahora en adelante nos turnaremos uno por noche y uno por día. No puedes estar aquí todo el tiempo en el hospital— Azuka intentaba hacerla entrar en razón hasta que Julia salva el día.
— Te prometo que cuando despierte, quien sea que este sino estás tú, te llamaremos enseguida para que vengas.
Muy a su pesar, la china acepta el trato y la habitación queda sola. Todos se marchan a descansar. La primera noche en turno le tocó a Howarang, quien decidió descansar para estar en vela toda la noche.
Cualquier cosa, queja, comentario etc. Favor de hacerlo llegar con mucho amor. Este es el primer cap, todo depende… todo depende si subo el segundo o se queda consumado y escribo por placer.
Gracias por leer y el tiempo.
