Polos opuestos.
En toda la variedad de cosas que hay en este mundo, una de las más interesantes son los polos opuestos.
En las relaciones humanas se ha percibido con claridad este acontecimiento que, por despiste, muchos sólo asocian a las ciencias. Sí, las cargas eléctricas irremediablemente se atraen con la misma, o mayor, intensidad que un protón y un electrón dentro de un átomo.
Puede pasar mucho tiempo antes de que se reconozcan, la carga positiva espera paciente en el núcleo por su opuesto como una mujer o un hombre hace sentado en una plaza esperando por su otra mitad o media naranja. Nadie lo premedita, nadie puede siquiera anticiparlo. Pero cuando el residente de la envoltura salta los orbitales necesarios hasta alcanzar el núcleo, la atracción es inminente. Tal y como él sentía al mirarle. Estaba seguro, aquella persona era su día, su blanco, su calor, su luz, su protón; todo lo contrario a si mismo, la noche, el negro, el frío, la oscuridad, el electrón.
Sí. Él era el electrón. Había vagando tanto después de ese momento, igual que la despreciable carga negativa de orbital a orbital. Pero, él había llegado finalmente al núcleo, a su hogar, a él.
- Bienvenido –le recibió con una sonrisa- Teme
- Usuratonkachi… -respondió sereno y tranquilo. Los polos opuesto habían terminado por encontrarse y consolidarse… al fin.
N/A: Ahora sí, primer drabble. Esto surgió mientras escuchaba el disco Frogstomp de Silverchair. ¿Motivos? Creo que el tema Shade me inspiró lo suficiente. En fin, espero que sea de vuestro agrado.
¡Saludos!
Lumina Mithrandir.
