Que conste, que no intento ofender a nadie. Que conste, que ya se que os molesta que tenga 6 fics abiertos a la vez -con este-. xDDDD Y ya se que a algunos no les va a gustar este punto de vista.
Transcurre durante 2008, -raro eh?-, y es desde un punto de vista muy particular. No sé si gustara, pero, si gusta, lo seguiré. Aunque dudo que guste xDD
Disclaimer: No me pertenecen ni Sweeney, ni Lovett, ni nada, solo la idea y la imaginacion que tanto he empleado. Aunque, si fuera mia la peli, tal vez tuviera otro final ;-)
Introducción
Me parece, que lo primero es decir, que NO SOY una chica normal. Ni siquiera sé qué soy. Pero, supongo, tendré que presentarme.
No busco agradaros, no quiero agradaros y no intentaré agradaros. Me da igual si pensáis que soy una loca, o una diosa.
Buenos días, tarde o noches, lo que sea. Me llamo Galatea Atenea Aliena Lovett. ¿Un nombre largo? Sí, bastante. ¿Qué parece una rima? También. Y, qué, además, ¿Me apellido Lovett? Pues, sí. Pero no suelo usar mi tercer nombre. Mis amigos me llaman Gale, bueno, si los tuviera. Y, seguramente, te preguntas, ¿Qué demonios hago yo hablando conmigo misma en medio del parque de la Universidad a la que estoy a punto de internarme? ¿Qué hago yo, hablando con alguien como si de un fantasma se tratara? Pues eso, que no soy normal. A decir verdad, nada normal. Tengo 18 años, y estoy a punto de estudiar Medicina, aunque, en mi verdadera época, la mayoría de edad eran pasados los 21, y antes tenías que casarte, un rollazo, si lo piensas bien.
No, no soy una "descendiente". No, no soy ninguna OC, o también llamadas Other Character. No, que va, yo soy la misma Sra. Lovett, eso sí, con otro cuerpo, otra vida y en otro tiempo.
Bienvenidos a mi mente.
De vuelta a los Estudios
Oh… por fin podía salir de casa e irme. ¡Por fin! ¡Cuánto hacía que no veía mis añoradas calles! ¡Cuánto hacía que no me sentía en mi lugar! Pero, por fin y al final, volvía a mi hogar, a Londres, a ser una parte de quien en realidad era. Pero, después de la visita, tuve que irme a Washington…
Venía a una buenísima universidad de medicina o eso había leído en el tan innovador internet, que hasta el mismísimo Sweeney Todd se hubiese impresionado al visionar tal invento, así que en realidad, había estado de "paso" por Londres. Para desgracia mía, mi alma había elegido ir a posarse en un cuerpo español. Mejor dicho, en el útero de una española. Y, para colmo, era exactamente igual a mi "otra yo" del pasado. Y no, no tenía ni el pelo rizado, ni rojizo. Mi pelo era ondulado casi liso, largo, marrón chocolate oscuro, igual que mis ojos –que al parecer es lo único que coincide con la realidad-, y solía llevar atado el pelo en una media coleta, con la melena al aire, estilo renacentista.
No podía creerme la cantidad de majaderías que leía a diario en una tal web llamada Fanfiction (sin ofender, lo juro, tan solo es la opinión de la protagonista). Que si me suicido, que si Todd me mata, que si el Juez no se qué… Aunque, admitirlo debo, la mayoría de las escritoras, porque eso son, escritoras –salvo un escritor que hay-, escribían muy bien para los tiempos que rondan. Aunque, a decir verdad, los ingleses y americanos me han decepcionado. ¡Cuánto machismo! La mayoría de los ingleses escriben siempre ToddxOC. ¿Y yo qué? ¡Cuánto me alegro de que los españoles también me respeten! Qué alegría, cuando leo LovettxOC. ¡Y es peor aún cuando leo ToddxTurpin! La primera vez casi me desmallo.
¿Qué cómo lo descubrí? Oh, muy fácil. No sabes lo divertido que es vivir 16 años en completa ignorancia, con tus problemas de adolescente, chicos y estudios, y, de repente, ver un montado de cartón, con dos actores bastante conocidos y el título "Sweeney Todd". Quedarse pegada hasta entrar a ver la película que en realidad vas a ver, para después estar 3 meses dando la chapa y poder ir a verla. Aquél día cambió mi vida.
Sí, descubrí todo gracias a la película. Recuerdos, imágenes, todo tipo de cosas, llegaban a llenar mi mente en los peores momentos. Me distancié de mis amigas. ¿Quién las quiere? ¿Para qué las necesito si estoy muerta? Es decir, estoy ocupando, actualmente, el cuerpo de otra alma. Me atrevería a decir, que incluso ilegalmente. No podía soportar pensar que tal vez había obligado a otra persona a irse de su cuerpo. Me sentía un monstruo, y desde que había visto mi historia, más aún.
¿Cómo se llamaba la actrizucha esa que me interpretaba en la película? ¡Ah, sí! ¡Helena Bonham no se qué! (sin ofender) No se parecía en nada a mí. Ni siquiera en las expresiones. Pero él… el tal Johnny Depp… Aquél que me había robado suspiros desde Sleepy Hollow, más tarde con Piratas del Caribe… era tan… clavado a él. Había pensado que incluso podría ser el mismo. Estuve tentada a ir a buscarle, mi familia tenía dinero, y, a pesar de ser española, mis profesores y profesoras de inglés siempre me habían alagado por mi acento y mi inteligencia. Y mis padres me habían puesto nombre de Diosa griega. A veces me daban ganas de matarlos.
¿Y esos moños que llevaba Lovett? ¡Por favor, qué horror! A Angela Lansbury le quedaban graciosos, sí, ¡pero yo jamás me pondría eso! ¡Ni loca! ¡Antes muerta! Y además, ¿Qué es eso de que tantos nombres tengo? Shirley, Eleanor, Margery… ¡Y una docena de no sé cuantos más! Y, para colmo, solo habían acertado dos.
¿Qué qué hacía yo antes de venir a este… mundo? Pues muy fácil, dormir, en mi cama. Solo recuerdo irme a la cama. Y es que ya tenía la mayoría de mi vida ordenada con recuerdos muy vívidos.
Investigué a mi familia. Y atónita, descubrí que en realidad, yo sí era descendiente mía. Resulta, que Toby, al parecer, sí era hijo mío –una historia complicada que explicaré más adelante-, y sus hijos, los hijos de sus hijos, etc. Habían ido avanzando a través de la historia hasta ser yo la última del eslabón, a través de una cadena de hombres, el apellido se había mantenido, pero yo era la última, y no tenía hermanos.
El chirrido de una sirena me sacó de mis pensamientos.
-¡Mierda! –solté, guardando mi MP4 en la bolsa y corriendo-. ¡El primer día y ya llego tarde a clase!
Tras un montón de palabrotas maldiciendo todo lo que es santo, encontré mi clase; la 216 A. Entré corriendo, mientras el profesor me miraba con mala cara.
-Lo siento –dije mientras buscaba un sitio entre las gradas-.
-¿Galatea Atenea Aliena Lovett? –preguntó, mientras yo ya lo odiaba por pronunciar mi nombre entero-.
-Sí, señor, soy yo.
-Aquí pone que has sido expulsada diez veces de los mejores institutos españoles que hay, y otras cuantas de institutos franceses. ¿Solías llegar tarde allí?
-No, profesor.
-Bien, entonces –y se volvió a la pizarra-. Soy el profesor Buller –lo escribió en la pizarra-. Conmigo vais a dar la materia de psicología –desconecté en ese momento. Ya sabía lo que venía a continuación-.
Sí, tal y cómo ha dicho el condenado profesor fui expulsada 10 veces de los mejores bla bla bla. Desde que descubrí mi… procedencia… había pasado de ser, la niña buena e inocente, callada en clase, a la que tenía los huevos bien puestos. Empecé a vestir de negro, aquél que me insultaba o se metía conmigo, acababa en el hospital.
Me acuerdo de aquella vez cuando le pedí a un chico, muy tímidamente, si quería ser mi novio. Tenía una gran sonrisa y un rubor rojo cubriéndome las mejillas. El chico me dijo que no. 3 días después de ver la película, me vino a preguntar si quería ser su novia. Yo ya estaba totalmente enterada de mi historia y había cambiado radicalmente. Los psiquiatras nunca supieron que fue lo que le dije y/o contesté, y nunca se explicaron porqué tenía un trauma, 5 ataques de ansiedad y un bajón de tensión cada vez que me veía. Esa fue la 1º que me expulsaron, en 3º de la E.S.O.
-¡Galatea! –bramó alguien-.
-Ummm, ¿qué? –dije, despertando de m ensoñación. Miré a mi alrededor y vi a todos mirándome, con los libros sacados y 3 folios con notas de la pizarra. Me sonrojé-. Estaba escuchando –el profesor apuntó algo en el cuaderno-.
Después de la clase, salí en busca de la siguiente.
-¡Eh! ¡Oye! ¿Tú eres Galatea, verdad? –me llamó una voz a mi espalda. Me di la vuelta para observarle con desprecio, pero cuando vi su cara, cambié de opinión. Era exacto a ÉL. Bueno, al otro ÉL. Tenía el pelo marrón brillante, con melena. Sus ojos eran pardos, y me miraban como se mira a una buena amiga, a pesar de que no me conocía de nada-. ¡Eh! ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
-¿Eh? ¡Sí, sí! Soy yo.
-Vaya, parece que tienes tendencias a quedarte en Babia.
-Suele pasarme –contesté-.
-Me llamo Tomy –me tendió la mano para estrechármela-. Edward Barner. Encantado de conocerte.
¡Casi! ¡Una letra diferente en el apellido y me hubiese enamorado de él! Era una exclamación afirmativa sarcástica. No supe cómo reaccionar.
-Lo mismo digo –contesté, devolviéndole el encuentro de manos-. Me llamo Galatea Atenea –suspiré- Aliena Lovett.
-Vaya, parece que no te gusta tu nombre, ¿eh?
-No, no me gusta un pijo. Mis amigos solían llamarme Gale, o Nell, pero ahora no los tengo, así que… Tampoco me interesa tenerlos –pareció ofenderle-. No te ofendas. Las personas cambian de opinión –sonrió-.
-¿Qué estudias?
-Tenía intención de acabar la carrera de medicina.
-¡Anda! Yo estoy haciendo Psicología. Y, dime, ¿de verdad eres española?
-Sí –le miré de mal humor-. ¿Eso importa?
-¡No! ¡Claro que no! –era más alto que yo, y eso que yo medía casi unos 1,75, el mediría unos 1,78-. Es que todo el mundo se ha quedado un poco… asombrado. No es normal ver a españoles en esta universidad.
-Lo sé. Bueno, yo tengo clase de… ¡Biología! ¡Adiós! –y me largué pitando, por muy parecido que fuese a Benjamin, no era él. Y es que desde que sé quién soy, salí de mis nubes y volví al mundo. Es como si hubiese tenido una gran amnesia y, de repente, lo recordase todo-.
Entré en Biología y la clase empezó. Tal y cómo había predicho mentalmente, empezó con el repaso de la lista de alumnos, y después los criterios. No dimos nada nuevo.
Y lo siento si parezco una listilla, pero yo había estado dando clases particulares de todas las materias que daría ese año por si tenía "problemas" con el inglés. Mis padres creían que era superdotada, me hicieron un test y di negativo, por un par de puntos.
La mañana pasó rápido, gracias a Dios, y ya salía de la Universidad cuando me llamaron.
-¡Gale! –mierda, ¿para qué le diría nada?-. ¡Espera! ¿Dónde vas?
-Pues pensaba ir a fumarme unos porros al garito de crack que hay cerca de aquí, pero… ¡Que es broma! –me corregí al ver su cara de total asombro-.
-No debería bromear con eso, y menos aquí –me arrastró del brazo hasta un lugar apartado-. ¿Sabes que dentro de poco empiezan las Novatadas? Yo me libro por enchufe, pero tu no. No digas cosas que no quieres que te hagan, aunque sean broma.
-Mira, Edward, yo no tengo miedo de nada ni de nadie. Ni siquiera de la muerte. No me dan miedo un par de niñatos que…
-Vale, lo que tu digas, yo te he avisado. Ahora, ¿vienes a comer? –genial, ya me sonreía igual que Benjamin-.
-Ag… está bien.
Fuimos a un bar-restaurante cerca de allí, y además tenía un pequeño escenario para cantar.
Nos sentamos en una de las cabinas, las cuales me recordaban un montón a las mías de la calle Fleet, cuando aún… Nah, mejor no sumergirse en recuerdos tristes.
-¿Gale? ¡Tierra llamando a Gale! ¡Tierra llamando a Gale! ¡Responda, por favor!
-Sí, sí, estoy aquí –contesté aún distraída-.
-¿Qué hacías?
-Pensar…
-¿En qué?
-Cosas complicadas.
-¿Qué van a tomar? –preguntó la camarera-.
-Una hamburguesa completa –pidió él.
-Yo tomaré… -pensé en una cosa y sonreí-. Una empanada de carne y una Coca-Cola.
-¡Y yo un Kas de Naranja! –pidió Edward-.
-Muy bien, enseguida se lo traigo. Por cierto, si quieren pagar solo la mitad, pueden subir a cantar al escenario. Si ganan el karaoke, es gratis. Los karaokes son por la noche –y se fue-.
-¡Sube a cantar! –me instó Ed-.
-¡No! –chillé, alarmada-. ¡No pienso subir! ¿Estás mal? ¡Bastante que te permito acercarte a mí como si fueses un amigo!
-No entiendo.
-Edward, hace dos años –dije tranquila y susurrando-, que rehúso de tener amigos. No los quiero, y no los necesito. Considérate afortunado.
-Pues no lo entiendo. Pareces maja, y no eres mala persona, aunque quieras parecerlo. Por tus expresiones faciales y tus continuas… distracciones, supongo que tienes algo que esconder, o que no quieres que se sepa, lo cual respeto.
-¿Sabes? Tienes madera de loquero –y tomé un sorbo de mi Coca-Cola, que por cierto, ya habían traído.
