Atención: El siguiente relato es de mi creación, pero los personajes son de J. K. Rowling (solo aquellos que no reconozcan me pertenecen) Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Espero lo disfrutes
La tarde era cálida, brillaba el solo y todo apuntaba a que sería un día glorioso y perfecto para todos en Londres.
Incluso un joven de 16 años, ojos verdes y cabello color azabache, era capaz de ver eso.
Harry Potter, era un mago, joven y prometedor, que se había enfrentado en varias ocasiones al mago tenebroso más poderoso de la historia: Lord Voldemort.
Había finalizado ya su 5° año en la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería junto a sus dos mejores amigos, Ronald Weasley y Hermione Granger. Un año, que después de la muerte de Cedric Diggory, había sido bastante tranquilo. Inusualmente tranquilo en el mundo mágico, porque el mundo muggle, lucía igual que antes.
Harry se encontraba descansando en el patio de la casa de sus tíos en Privet Drive. Algo poco común en él, ya que siempre aparecía Dudley, su primo para arruinarlo todo.
Pero no ese día, dentro de poco Harry se iría a terminar sus vacaciones de verano en la Madriguera, hogar de la numerosa y alegra familia Weasley.
Y mientras nuestro héroe, soñaba despierto con sus futuros días de verano lejos de los Dursley y en cierta jovencita de largo cabello castaño rojizo y ojos azules, la paz se veía interrumpida entro lugar lejos de él.
Las mazmorras del castillo de Hogwarts eran frías, ahora que todos los estudiantes se encontraban de vacaciones, todo era silencio total. Bueno casi total…
-¿Por qué no puedo asistir a Hogwarts, Minerva?- gemía una chica de corto y ondulado cabello rubio, adornado con varios mechones en color rosa, y expresivos ojos verdes. Era delgada y de rasgos finos. Y pesar de su delicado aspecto, era terca como ella sola.
-Pero querida, tú ya vas a Hogwarts- fue la respuesta de la vieja mujer.
La chica hizo un mohín y miro exasperada a la profesora que caminaba rápidamente por los pasillos con la ojiverde pisándole sus talones. Aunque la chica mas parecía que iba brincando de un lado a otro del ancho corredor. Su demanda era la misma cada año, pero siempre le era rechazada por su condición. Pero este año lo lograría, después de todo a sus 16 años, ya era casi toda una mujer.
-No me refería a eso, de verdad quiero ir a Hogwarts con los demás estudiantes- suplicó la joven mirando a la profesora con ojos de ternura, muy similares a los de los cachorros.
-Ya hemos hablado de eso Tea, no insistas- finalizo la educadora- después de todo esa decisión no me compete a mi
-Prometo portarme bien Minerva, por favor…
-El día en que usted se porte bien Parkergold, ese día de seguro los trols serán capaces de ser seres civilizados- dijo una voz a sus espaldas con un tono lento y odioso
La chica volteo a ver quien la había nombrado, aunque conocía perfecto ese timbre de voz. En su cara se dibujo una cara de disgusto mezclada con una enigmática sonrisa. Ahora si estaba segura, lograría ingresar a Hogwarts al curso ordinario así fuera ultimo que hiciera en su corta vida.
-Severus, siempre tan amable- dijo ella en un tono sarcástico- Si yo quiero entrar a Hogwarts lo hare. Ya estoy grande y sé que mi padre dará su consentimiento.
Diciendo esta la chica salió corriendo dejando tras de sí (muy detrás de sí) a los dos instructores. McGonagall dio un suspiro y Snape respingo la nariz, ahora nadie podía detener a esa joven de lograr sus propósitos y menos si era dichos propósitos eran comunicados al director Albus Dumbledore, quien se desvivía prácticamente por tener a esa joven feliz y libre de toda preocupación que pudiera afectarla.
La joven corrió por los pasillos con toda la velocidad que podían brindarle sus delgadas y bien torneadas piernas. Pasaba volando al lado de los ventanales sin prestar atención con lo que la rodeaba.
McGonagall y Snape se iban a arrepentir de haber dudado de sus capacidades.
Con la respiración agitada por fin pudo llegar a la puerta de la oficina del director del colegio, Albus Dumbledore, y arreglando un poco su desaliñada vestimenta y acomodando con las manos su cabello se acerco a la entrada y con voz clara y fuerte pronuncio la contraseña: "strudel de manzana".
La gárgola que custodiaba la entrada se giro para darle paso a la joven que entro y tan pronto la hizo la entrada se cerro y comenzó a dar de vueltas con todo y la chica que comenzó a marearse un poco.
Con la cabeza dándole vueltas y un nudo el estomago, la rubia entro en la oficina, pero ahora su seguridad se había desvanecido por el temor de que el directivo le negara la entrada a Hogwarts en el curso normal. Otra vez
-Tea, has llegado. Te esperaba- dijo el anciano maestro cuando vio a la niña y le indico una de las sillas para que tomara asiento- se a que vienes, y se cuanto anhelas esto. Solo te dire una cosa…
La voz de Dumbledore, siempre amable y divertida ahora tenía un tono serio que hizo que la rubia cerrara sus ojos con fuerza esperando la negativa a su deseo.
-Compartirás la habitación con los premios anuales de este año y tendrás un servicio de niñera, como se que lo llamaras, conformado por mis estudiantes de mayor confianza y que cuidaran de ti. Dile a Minerva que te acompañe al callejón Diagon a comprar tus útiles para tu 6° año es el curso normal…y bienvenida a Hogwarts
Tea, tardo unos segundos en digerir la información para luego comenzar a brincar y saltar por todo el despacho
-Iré a Hogwarts, Iré a Hogwarts- canturreaba ella por todos lados una y otra vez
Mientras el director la mira feliz, ella solo pensaba que de ahora en lo adelante todo sería perfecto. Era claro que la adivinación no era uno de sus dotes
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