Capítulo I

Comenzaba el amanecer. El sol se asomaba tímidamente por las colinas bajas del este, poco a poco salía de su escondite para alumbrar completamente a ese valle, y su luz llego a los ojos chocolates de una joven miko que se encontraba sentada en una roca con sus manos sosteniendo su rostro que contemplaba tan hermoso fenómeno natural.

Un suave suspiro escapo de los labios de la muchacha expresando así su estado de paz, cerró los ojos por un momento para poder escuchar mejor el cantar de las aves que recién comenzaban a desperezarse y a salir de sus nidos en busca de alimento. Sintió como se acercaba un ave y cuando escucho su hermoso canto tan cerca de ella, abrió los ojos para encontrarse con un pequeño azulejo posado en una rama que estaba a unos metros por encima de ella. Miro con ternura aquel pajarillo de color zafiro y sonrió al ver que este no se había espantado de su presencia sino que estaba ahí cantando para ella.

Todo el momento se vio interrumpido cuando un escucho un fuerte y seco golpe a unos kilómetros a su izquierda, el pequeño pajarito voló asustado y Kagome no pudo evitar sobresaltarse ante tan escandaloso ruido. Se levantó inmediatamente y se dirigió a la fuente de aquel alboroto.

Inuyasha había despertado temprano y al no ver a Kagome en el campamento junto a los demás decidió ir a buscarla, percibió su aroma a unos pocos pasos de haberse alejado de sus aun dormidos amigos. Pensó en ir a verla pero lo analizo mejor y quiso practicar un poco más con colmillo de acero, al fin que de todas maneras la vería mas tarde y si acaso ella se metía en problemas él no tardaría en saberlo y correría a su rescate. Se alejó un poco más para evitar que el ruido despertara a Sango, Miroku, Kirara o Shippo, sabía bien que estaban agotados pues los últimos días se encontraban yendo de un lugar a otro en busca de señales de Naraku, y se habían topado con demás demonios en el camino. Sin duda ellos luchaban bien pero eran humanos y Shippo apenas un pequeño zorrito por eso debía tener consideración y darles tiempo de recuperarse. A Inuyasha no le afectaba tanto ese ritmo de vida, puesto que al ser mitad bestia le daba mayor resistencia que cualquier humano común.

Estando a varios kilómetros alejado del campamento pero aun estando alerta del bienestar de la azabache. Cerro los ojos respirando profundamente el aire puro del valle, sintiendo la brisa fresca de la mañana sobre su sereno rostro y como las hebras platinadas de su cabello bailaban al ritmo de esta, sus sentidos se agudizaron sus lindas orejitas blancas se movían ante el menor sonido cercano y su nariz se arrugo ante el fétido olor de un demonio cercano, frunció el ceño en señal de molestia "¿ porque molestas tan temprano?" pensó y gruño al sentir como aquella maligna presencia se acercaba cada vez más rápido hacia él. Se tranquilizó al saber que todos los demás estaban a salvo, pues aquel maligno ser no escaparía con vida de allí. "no pareces tan fuerte, acabare contigo en un abrir y cerrar de ojos" abrió los ojos y sonrió complacido al notar que el demonio se encontraba enfrente de él.

Era un ser horrible, tenía un aspecto similar al de un dragón ancestral solo que este tenía unos asquerosos tentáculos y serpientes que salían de su cuerpo como extremidades, su ojos eran rojos de color sangre y siseaba con su larga y delgada lengua, moviéndola de lado a lado como si se estuviera deleitando al probar algo delicioso. Probablemente pensaría que aquel hibrido se convertiría en su desayuno, pero se relamió antes de tiempo pues cuando tomo impulso para atacar y se encontraba en carrera hacia Inuyasha, este ya había desenfundado a colmillo de acero y con un movimiento de aquella singular espada acabo con la existencia del grotesco ser.

-¡Vieeento Coortanteee!- dijo al mismo tiempo que de su espada se desprendía una ráfaga de luz amarrilla que envolvió al demonio y acabo pulverizándolo en segundos. Inuyasha se sintió satisfecho, pues ya había entrenado como lo había planeado. De pronto detecto el aroma de Kagome acercándose a él, colmillo de acero volvió a su estado normal y el muchacho la enfundo en su estuche. Se dirigía a encontrarse con la azabache, pensó que tal vez se había percatado de su gran acto heroico y esperaba ser reconocido por tal tarea, sonrió satisfecho al ver en ella una expresión de asombro y un poco de …¿enfado?

-Inu… Yasha…- la muchacha vio en esos ojos dorados del hanyou una pequeña pizca de orgullo- ¡¿Qué rayos piensas que haces InuYasha?!- le reclamo con un tono evidente de enfado, como era que podía estar haciendo tanto alboroto tan temprano, al menos hubiese esperado a que los demás despertaran pero no, el señorito prepotente podía hacer lo que quisiera cuando se le venga en gana. Dio una mirada fulminante al muchacho quien ante esta advertencia solo retrocedió unos pasos con una expresión de temor en su rostro, ahora sería el momento en que escucharía esa palabra tan odiada y temida por él. Quiso correr pero ya era demasiado tarde.

Kagome suspiro calmándose, cerró los ojos por un momento y su expresión era tranquila. Pero Inuyasha sabía que no había que confiarse de esa faceta pues justo después de esto ella pronunciaba el conjuro que hacia al hanyou temblar. Frunció levemente el ceño y aun con los ojos cerrados dijo-¡Abaaaajooooo!- InuYasha sintió un fuerte dolor en su cara que ahora se encontraba enterrada unos centímetros en la tierra al igual que todo su cuerpo, como detestaba aquella palabra que le traía dolor escuchar. Pero eso no fue todo…-¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo!- nuevamente el muchacho se enterró mas en el suelo gruñendo con molestia a la chica que le causaba tal estado. Kagome comenzaba a caminar en dirección al campamento cuando se detuvo y hablo por atrás de su hombro.- y espero que aprendas a no molestar tan temprano-dijo en un tono cortante, para luego suavizar su voz- vamos Inuyasha, no te quedes atrás- su tono era burlón e Inuyasha se molestó pero solo se limitó a gruñirle y decirle-¡ Kagooomee! ¡Niña tonta! No me dejes aquí, ¡espérame!- y se levantó dificultosamente del suelo, sacudiéndose un poco su traje de de pelos de rata de fuego y comenzó a correr para seguirle el paso a la ya adelantada muchacha.

Una vez a su lado, le comento furioso.- ni siquiera sabes que paso ¿y me reclamas por el escándalo que hice?- frunció el ceño y la miro pero Kagome seguía con la vista en el camino y tenía una maliciosa sonrisa en sus labios. No quiso mirarlo, le encantaba cuando se enfadaba y disfrutaría un poco más de su humor ya que le divertía la manera en que el muchacho refunfuñaba. Solo lo vio de reojo y volvió su vista rápidamente al frente.

-no es necesario saber porque hacías tanto ruido aun siendo tan temprano- le dijo la azabache pero no apartaba su vista del camino. Estaban a unos kilómetros más del campamento así que tendría tiempo de calmarlo para cuando lleguen.

-¡por supuesto que es importante! ¿Acaso piensas que me encanta molestar?-dijo el joven hanyou aun enfadado.- pues para tu información… yo solo acabe con la triste existencia de un maligno demonio que me pretendía como desayuno- Inuyasha dejo de mirar a Kagome para optar por una postura indiferente al igual que ella. Puso sus manos dentro de las mangas de su chaqueta roja y camino con los ojos cerrados mostrando desinterés en la presencia de la joven.

Kagome se sorprendió al escuchar la justificación de él muchacho ¿por qué ella no se había percatado de aquella presencia? Mas dejo de preocuparse puesto que ya no importaba, Inuyasha se había encargado de aquella criatura. Y cuando vio la postura que tomaba el peliplata reprimió una risita, era divertido ver como aquel muchacho actuaba orgulloso.- Mph, está bien pero hubieses sido un poco más silencioso. No eres el único en este bosque y los chicos aún se encontraban dormidos, pudiste haberles causado un paro cardiaco por el tremendo escándalo. Señalo la chica mostrando su razón para haberse enfadado.

Ambos discutieron un poco más hasta que llegaron al campamento en donde Sango, Miroku, Kirara y Shippo ya se encontraban despiertos y activos. Sango fue con Kirara a recorrer el lugar en busca de sus dos amigo pero se había tranquilizado cuando escucho la voz de Kagome decir "Abajo" tantas veces que decidió mejor esperarlos con los chicos. Miroku había ido a buscar al de comer y encontró algunas frutas frescas que servían lo bastante como para satisfacer el apetito de todo el grupo, al menos por lo que transcurriría de la mañana. Shippo había acomodado todas las cosas de Kagome en su gran mochila amarilla, había guardado los sacos de dormir y algunas mantas que habían utilizado la noche anterior. Ya estaban preparados para partir de nuevo cuando lo decidieran Inuyasha y Kagome.

-Buenos días, señorita Kagome.- dijo el monje con una amable sonrisa y un saludo de mano.

-Buenos días para usted, su excelencia- respondió la joven azabache con una dulce sonrisa y se dirigió hacia Sango que llevaba a Shippo en su hombro y a una tierna Kirara en sus brazos.-Buenos días Sango ¿Cómo has dormido?- pregunto haciendo referencia a la posible molesta presencia del monje con sus malos hábitos de su mano "maldita". Sango comprendió la indirecta de su amiga y solo se limitó a sonreír en agradecimiento por su preocupación y además por diversión al ver el tenue sonrojo en las mejillas del pervertido monje que se percató de que hablaban de él.

-todo ha estado tranquilo, Kagome- dijo Shippo que salto a los brazos de la miko y comenzó a abrazarla.- ¿dónde has estado?- dijo el curioso zorrito que ahora se mecía en los delicados brazos de la joven.

-me había despertado temprano y decidí dar un paseo para no despertarlos y además debía tomar aire fresco- dijo Kagome y termino con una sonrisa, Sango se contuvo de preguntar por lo ocurrido en el bosque, pues ya tendría tiempo para platicar sobre aquello. Ahora debían desayunar para partir pronto de allí en busca de más pistas para encontrar al desagradable Naraku.

-Vamos Kagome, desayunemos y así podremos partir cuanto antes- dijo la exterminadora tomando a su amiga del brazo suavemente para caminar juntas.

Mientras tanto Inuyasha se había quedado platicando con el monje Miroku, quien ya lo tenía fastidiado por sus estúpidas y pervertidas supersticiones acerca de la llegada de él y Kagome tan temprano.

-con que así, picaron- dijo el joven de ojos azules mostrando malicia en su mirada, a lo que Inuyasha solo miro con desdén y se puso serio.- oh, vamos querido amigo. No tienes por qué molestarte, de hecho eso es algo muy normal entre dos personas que se atraen y más aun cuando se atraen tanto como tú y la señorita Kagome-

-¡¿Qué estupideces piensas, Monje pervertido?!- dijo Inuyasha cansado de las malas interpretaciones de su amigo.- no todos tenemos la mente sucia como tú- dijo con enfado el peliplata y tomo postura de ofendido.

- vamos, Inuyasha solo era una pequeña bromita. No te lo tomes a pecho.- dijo el monje percatándose de que su comentario había incomodado al joven hanyou.- ¡hey muchachas! Espérennos por favor…- grito el ojiazul notando que las chicas ya se encontraban bastante adelantadas. Inuyasha solo siguió el apresurado paso del monje y pronto se encontraron con sus compañeras.