Disclaimer: Ni los personajes ni la dramática historia de amor me pertenecen. Créditos a JK.
Este fic participa en el reto temático de julio "Familia Riddle" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
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La precaria luz de las velas danzó al contraste de la gélida brisa invernal que llegaba por la ventana. En aquella habitación, adornada pobremente con una única cama desvencijada y una mesita llena de toallas sanguinolentas, una mujer se deshacía en gemidos lastimeros.
—Un poco más, querida, ya casi está —le animó la patrona.
La mujer se retorció y lanzó un último grito desgarrado. Entonces otro sonido parecido, pero mucho más enérgico, se alzó. Un bebé, un niño que entre pataleos y lloros luchaba por respirar.
—Es un niño, ¡un niño precioso! —celebró la señora, enseñándoselo.
Pero la mujer parecía tener la mirada en otro lugar. Sus ojos, cansados y vidriosos, no atendían al recién nacido.
— ¿Cómo se llama, hermano?
Sonrió, recordando su misma voz unos años más joven. Unos años más viva. En su mente apareció el gesto asqueado de su hermano.
—Un muggle, ¿acaso importa?
Oh, pero a ella sí le importaba. Aquel hombre tan apuesto, con ese porte firme. Tan regio.
—Un muggle que jamás te tenderá una mísera mirada, desgraciada. No pierdas el tiempo.
Tenía que haberlo aceptado, ahora lo sabía. Tenía que haber dejado de fantasear con algo inalcanzable… Y no tenía que haber hecho real algo inalcanzable.
Entonces otra voz arrolló su memoria.
— ¡Monstruo! ¡Perra mal nacida! ¡¿Qué me has hecho, bruja?!
Frunció el ceño. Algo tenía que haber cambiado después de tanto tiempo. Todas las palabras de amor que firmó a su nombre, las caricias, los besos apasionados. No podían ser sólo fruto de la poción, no podía creerlo.
—Pero, querida, ¿acaso no quiere cogerle en brazos? —propuso la tenaz voz de la Señora Colin, colocándole el berreante bebé entre sus brazos.
Por primera vez lo veía. Piel pálida, como la suya. Con las facciones angulosas heredadas de su abuelo. Y entonces lo vio. Esos ojos, del color que toma el papel al quemarse. De un marrón que roza casi el negro.
Como los de él.
Los mismos ojos que la amaron. Los mismos que la odiaron con la misma fuerza.
— ¿Cómo lo llamarás?
—Tom… Como su padre —murmuró—. Sorvolo como el mío y… Y con el apellido Riddle. Para que nadie olvide la sangre que lleva en sus venas.
La matrona frunció el ceño, sorprendida.
Merope sonrió, ignorándola.
—Y espero que, cuando crezca, sea como su padre.
La Señora Colin le dio la espalda, ocupando su atención en recoger la habitación.
—Iré a por más agua. En seguida vuelvo —informó.
Jamás pensó que había tardado tanto, jamás imaginó lo que encontraría al volver. Porque ya le extrañaba el llanto inconsolable del bebé. Y aún más le sorprendió el gesto de paz en la cara de Merope Riddle.
Pues aunque su corazón no volvió a latir; habría podido jurar que sonreía.
