~DISTURBIA~


Hola, a ti que estás a punto de leer este fic, bienvenido :)

Antes de empezar, debo advertirte algunas cosas importantes:

Aquí encontrarás contenido ELSANNA, por lo que si te disgustan los escritos basados en parejas del mismo sexo será mejor que te abstengas, ya que no deseo incomodarte de ninguna manera.

También debes saber que este fic contiene drama, acompañado de romance y misterio. En él se tratarán temas un poco fuertes, por lo que es probable que la categoría suba a M cuando menos te lo esperes.

Se desarrolla en la época actual y está basado en un contexto más real, por lo que los castillos y carruajes de princesas no los verás tanto como en Frozen. Tal vez se mencionen una que otra vez, pero esto no es un cuento de hadas.

Elsa no tendrá poderes de hielo, pero conservará su esencia al igual que Anna. La esencia de ellas procuro no cambiarla, así que en eso puedes estar tranquilo.

Creo que con eso termino mi ronda de advertencias, si a pesar de ellas decides continuar pues magnifico, que disfrutes la lectura ;)

LOS PERSONAJES DE FROZEN NO ME PERTENECEN, ESTOS SON PROPIEDAD DE DISNEY.


Capítulo 1. "Aguamarina"


El despertador sonó sacándola bruscamente de su mundo de sueños, ese lugar perfecto lleno de fantasías que la hacia sentirse en medio de las nubes, como si caminara en un fino manto de plumas y un dulce aroma de exquisita tranquilidad la embriagara por completo. Un hermoso paraíso en el que podía ser ella misma y comportarse como la chica que había querido ser, donde podía encontrar a montones eso que tanto añoraba y necesitaba, un sentimiento que a sus 16 años era prácticamente desconocido y al que los más afortunados llamaban felicidad.

Con mucha desdicha regresó a su indeseada realidad, quería dejar de sentir lo que sentía, quería resignarse de una vez por todas y aceptar que esa era la vida que le había tocado vivir, o más bien, quería olvidarse de todo lo que la rodeaba, sumergirse en su mundo de fantasías y convertirse en la reina poderosa que allí solía ser, para así congelar con sus manos todo aquello que la hacia sufrir.

Pero por mas que lo intentaba no podía, los días pasaban dolorosamente y parecía que nunca iba a acostumbrarse a ser lo que era, lo cual solo aumentaba su tortura hundiéndola mas en ese frío invierno que cada día la congelaba un poco más.

Como si los pies le pesaran se paró de la cama y su silueta quedó marcada en el endurecido colchón que noche tras noche destrozaba su espalda. En un acto de reflejo se sobó suavemente ante el intenso dolor que ese movimiento le hizo sentir, pero inmediatamente hizo uso de la única medicina que tenía a su alcance, forzar a su cerebro para que se olvidara de él, después de todo, un dolor de espalda no era nada comparado con tantos otros que ya había tenido que soportar.

Tomó su toalla, abrió la puerta de la habitación lo suficiente como para poder ver a través de ella y empezó a buscar como águila el rastro de "la bestia", ese monstruo aterrador causante de todos sus traumas y pesadillas. Permaneció así por varios segundos hasta convencerse de que tenía luz verde para salir, luego se dirigió con paso rápido hasta el deprimente baño de la casa y le puso seguro a la puerta. En ese instante sintió como le regresaba el alma al cuerpo, estar encerrada era sin lugar a dudas lo único que la hacia sentirse protegida.

Abrió la llave de la regadera, se quitó la pijama que llevaba y soltó su trenza dejando que la larga cabellera rubia le cubriera la espalda, luego se metió de lleno en el agua helada sintiendo como su piel se erizaba ante el frío, pero sobre todo sintió el ardor en cada uno de los golpes que se esparcían por su delgado cuerpo, esos que constantemente le recordaban aquellas manos crueles que los provocaban.

No pudo evitar esa lágrima que instantáneamente rodó por su mejilla, la cual salió como por acto reflejo sin que ella le hubiese dado permiso de escapar. Hace mucho tiempo que se había prometido dejar de llorar porque ya estaba cansada de hacerlo, no quería seguir derramando sus lágrimas en vano, no quería seguir mostrando debilidad, ella había decidido ser una persona fuerte porque de no serlo sería su final.

Era tan sólo una adolecente, pero las circunstancias la habían hecho madurar más rápido de lo normal. El crecer sin una madre y ser criada por un padre vicioso y violento la convirtieron en lo que hoy era, una muchachita maltratada que se hallaba presa en su desdichada vida.

Esa era Elsa Blair, la chica de cabellera platinada y ojos tristes, la que por dentro gritaba pero por fuera se mostraba fuerte e inquebrantable, no tenía amigos porque todos le temían, había aprendido a ser violenta pero no por placer sino para defenderse de aquellos que pretendían pisotearla.

Sabía defenderse del resto del mundo, pero no de Azael Blair, su padre. Ese hombre fortachón de 1.90 de estatura al que muchos temían pero nadie se atrevía a enfrentar. Era horriblemente tosco y agresivo, parecía que no había pisca de piedad en su interior y si alguien tenía la osadía de desafiarlo pagaría duramente las consecuencias, no importaba si se trataba de la mismísima reina de Inglaterra o de su propia sangre, aquel o aquella que lo hiciera conocería irremediablemente todo el peso de su ira. Esto Elsa lo sabía perfectamente y es por ello que había decido apodarlo La bestia.

La platinada trataba de evitarlo en todo cuanto podía, pero vivir en la misma casa que él lo hacia sumamente complicado. Intentó escapar una vez, pero lo único que consiguió fue que la bestia la encontrara y le propinara una paliza que le dejó varios huesos fracturados y moretones horribles por doquier. Fue desde ese día que se acobardó y decidió dejar de desafiarlo, mentalizándose en que a partir de ese momento solo intentaría una cosa... soportar, soportar y soportar.

No tenía familiares que conociera ni nadie que le ayudara a salir de ese infierno. Azael la había mantenido alejada de todo aquel que intentara protegerla o demostrarle un poco de cariño, así lo hizo con su maestra de kínder y con la enfermera de hospital que una vez quiso denunciarlo. Ambas mujeres sintieron afecto por la pequeña rubia y esto les costó más de lo que alguna vez hubiesen imaginado.

Elsa nunca más supo de ellas, fue sacada del kínder sin que volviera a ver a su maestra y lo mismo ocurrió en el hospital donde nunca más volvió a ver a su querida enfermera. Esas fueron las dos únicas veces en que estuvo cerca de una figura maternal, esa que tanta falta le había hecho a lo largo de su vida.

Una fotografía era lo único que conservaba de su madre, la había encontrado en un pequeño cofre escondido en el ático de la casa y desde ese entonces la guardaba como su mayor tesoro. En la imagen se veía a una mujer joven increíblemente hermosa, de la cual la niña había heredado su cabellera rubia platinada y sus ojos azul profundo. La joven madre cargaba en sus brazos a una bebé y la miraba con notable dulzura mientras le sonreía. Cuando la vio por primera vez, Elsa no sabía quién era la mujer ni la niña que sostenía, pero al leer el reverso de la foto toda su duda se disipó, ya que allí se encontraban escritas con puño y letra unas palabras que llenaron su corazón de infinita emoción.

"Pequeña Elsa, en cuanto te vi supe que eras el regalo más hermoso de mi vida.

Te amo con toda mi alma.

Tu madre, Leonor."

Y desde ese entonces la platinada sintió quitarse un gran peso de encima, fue ese día en el que supo que no había sido un error en este mundo, que si estaba aquí era porque una vez alguien la había amado con toda su alma y ese alguien era su madre. Deseaba tanto que esa enfermedad nunca se la hubiese arrebatado, haberla disfrutado un poco más, haber tenido así sea un solo recuerdo de ella en su memoria, pero desafortunadamente todo eso le fue negado y esas letras eran lo único que ahora le quedaba de su inmenso amor, lo único que hoy día le daba las pocas fuerzas para continuar.

Se tomó un tiempo dejando que el agua callera sobre ella hasta sentir como poco a poco la temperatura descendía y se ponía cada vez más cálida. Luego del baño regresó sigilosamente a la habitación, se colocó los jeans de costumbre junto con su playera favorita, secó su cabello y se hizo la habitual trenza a medio lado. Después agarró su mochila y salió de allí rumbo a la escuela.

Bajaba las escaleras cuando sintió su estómago crujir, tenía hambre, pero quedarse a preparar algo de desayuno no estaba entre sus planes. No quería que nada la retrasara, lo que quería era salir cuanto antes de esa casa para así sentir un poco de libertad. Pero al llegar a la sala su corazón se sobresaltó bruscamente, solo bastó con ver a la bestia allí sentada para que se olvidara por completo de la necesidad de su estómago y un profundo miedo invadiera su ser.

Los encuentros con su padre casi siempre se tornaban desagradables, así que su sola presencia le ponía los nervios de punta. No entendía que hacia allí sentado, debería estar durmiendo en medio de su borrachera o divagando con las alucinaciones que le provocaban sus metidas de hierba. Era sumamente raro verlo completamente sobrio a esas horas de la mañana, pero lo más raro de todo era que el hombre no estaba solo, era acompañado por una mujer que nunca antes había visto y por una chica un poco más joven que ella. Esta última la observaba tímidamente con sus bellos ojos aguamarina, esa mirada llena de inocencia que como por arte de magia le trasmitió a la rubia un sentimiento de serenidad.

- Vaya, hasta que por fin te dignas a bajar. Por poco subo y te traigo a rastras. - Dijo el hombre de manera tosca dirigiéndose a su hija que hasta el momento se hallaba pérdida en la mirada de la misteriosa pelirroja.

Elsa inmediatamente reaccionó dirigiendo la vista hacia su padre.

- Aún es temprano, no sabía que estabas aquí con estas... personas.

- Tonta, es obvio que no lo sabías, si es por ello que te estamos esperando.

- Pues aquí estoy... ¿Quiénes son ellas?

- Son las nuevas integrantes de esta familia.

- ¿Qué?

- ¿Estás sorda o qué?

- Te escuché pero... ¿Cómo que las nuevas integrantes de esta familia?

- Rachel es ahora mi mujer, ella y su hija Anna vivirán con nosotros convirtiéndose en tu nueva madre y hermana, así que más te vale hacerlas sentir bienvenidas.

La platinada no podía creer lo que escuchaba, por un momento pensó que se trataba de una broma, pero conocía a su padre y sabía que sus palabras de broma no tenían nada. Volvió a mirar a la mujer y a la chica, y en ese momento una frase cruzó por su cabeza haciendo que empezara a sentir una profunda lastima por ellas.

"Bienvenidas al infierno".


Sé lo que están pensando los que ya me conocen, seguramente dirán que no tengo remedio con el drama, pero ¿qué sé le va a hacer?... si cuando se me da por escribir me salen estas cosas. Aparte de que a muchos les encanta. ¿Quien no ha vivido drama en esta vida?... la mayoría ¿verdad?... ok, ok, mejor ya dejo de justificarme :3

La verdad es que hacía mucho tiempo que no escribía y no tenía idea de si volvería a hacerlo, pero últimamente he requerido tener mi mente 100% ocupada, y una muy buena forma de hacerlo es esta, ya saben, "unleash your imagination".

Así que para aquellos que me pedían nueva historia espero que este fic les agrade, que los enganche y los haga sufrir tanto como Mi Amada Cuñada (risa malévola)... Ok no, sólo espero que les guste y se entretengan con él así como yo lo hago escribiéndolo.

Sin más que decir, hasta la próxima. Y gracias por tomarse el tiempo de leerme.