Juventud


No era envidia o nostalgia. No se explicaba bien que era pero, cada vez que veía al joven guardián solía sentir una aglomeración de aire en su pecho, y junto con ello, no podía evitar suspirar. En un comienzo pensó que era la nostalgia que le hacía sentir la actitud juvenil de Lambo, pero simplemente lo descarto. Eso era como no estar a gusto consigo mismo..., y claro que el si estaba a gsuto con todo su trabajo.

Le escuchaba de nuevo tararear esa canción pegajosa que cantaba desde pequeño. Venía por el pasillo, y según escuchaba -o no escuchaba bien su modulación- venía comiendo uvas. Muchas de ellas, al mismo tiempo.

Le vio pasar por la puerta de su propia oficina, y no pudo evitar mirar como los pantalones que llevaba marcaban los huesos de sus caderas, bajaban rectos y por detrás se curvaban deliciosamente. Era inevitable; quizás era un viejo pervertido, pero ya era inevitable verlo con esos ojos.

Nunca fue nostalgia, ni nunca fue envidia. Siempre fue deseo, y junto con él, venía el sentimiento culpable por querer hacer con el, cosas que no correspondían a la edad del guardián del trueno.

No pocas veces se pilló caminando atrás de el, y pese a que su relación era mucho más cercana que hace años atrás, no meritaba que uno -el- siguiera al otro -Lambo- con tanta frecuencia. Seguramente Lambo lo confundía con compañerismo y preocupación. Gokudera no tenía ni idea, pero le preocupaba como cada vez se iba acercando más a la vaca; le preocupaba que lo descubriera.

Poco a poco su relación se estrechó, así como su culpa crecía, y no podía evitar compensar a Lambo -incluso si el no sabía que era la victima- de su actuar, estrechando entonces aun más la relación y haciendo crecer en Gokudera la frustración.

¿Que hacer? Quizás Lambo es un chico lo suficientemente maduro par- No, el aún no estaba listo para algo tan adulto.

Gokudera tendría que desistir y comportarse. Evitar a Lambo por su propio bien.


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