Disclaimer: Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, desgraciadamente mi nombre no es Masami Kurumada. Sólo me pertenece la historia y trama de esta.


Capítulo 1. ¿Prisioneros o subyugados?


La guerra entre Esparta y Troya se había desatado.

El canto hacia el campo bélico resonaba en los oídos de cada guerrero que se había enlistado para ir en contra de los romanos. La princesa Helena se encontraba en el territorio enemigo y debían recuperarla, aún si eso constataba que la batalla fuese inminente.

Varios espartanos, de las edades que pasaban los quince años viajaban en tropas que conformarían en la actualidad pequeños escuadrones, no más de cien personas por cuadrilla. Todos ellos con el honor y el orgullo a flor de piel, causándoles ira y enemistad en los sentimientos al pensar en el rapto de la princesa de Esparta.

Uno de los comandantes de una de las cuadrillas, era Saga Archí (se pronuncia Arjí). Un muchacho de no más de veintitrés años, al cual se le había asignado un escuadrón por ser uno de los que poseían mayor edad. Él aceptó, de sobremanera el puesto y se sentía honrado de haber tenido semejante oportunidad en la guerra.

Y estaba de más decir que el puesto le quedaba como espada en mano, era uno de los mejores estrategas y por eso su escuadrón le seguía al pie las órdenes que daba, para ejecutar con limpieza los planes que tenían y ganar terreno en la guerra.

Tenían apenas armamentos para combatir cuerpo a cuerpo, pero él sabía cómo aprovechar la naturaleza que se encontraba a los alrededores y utilizarla como camuflaje, y realizar emboscadas silenciosas y fantasmas.

Las provisiones con las que se hacían en cada pueblo cuando descansaban eran más que suficientes.

Pero la cuadrilla de Saga no había sido enviada a ir al campo de batalla, sino a algo mucho más complicado y difícil. Lo cuál era la captura de prisioneros de guerra.

A pesar de que eso implicaría que esperasen demasiado tiempo a ver si es que encontraban algún pequeño indicio de que una parte del ejercito fuese separada. También debían verificar que ellos tuviesen menos fuerza física que ellos, y llevarlos a la ciudad de la justicia, la cual les daría lo que ellos no harían: compasión por sus vidas.

Tres semanas es lo que llevaban cuando es que pudieron capturar a unos cuantos chicos, de al menos trece años mantenían sus edades, y lo máximo que tenían era la edad de Saga.

Los amigos de Saga, Aioros y Shura habían sido los que habían logrado la hazaña de capturar dieciséis chicos del ejército troyano.

Muchos de ellos se mostraban hostiles, demasiado maduros para su edad, pero eso no le causaba demasiados problemas a la hora de regresar.

Ellos, los chicos de la cuadrilla, habían sido nacidos y entrenados en la Pólis bélica de Grecia, pero esta le había pedido permiso a Athenas de ser la jueza de los prisioneros que obtuviesen.

Los troyanos no eran tan maltratados como Saga supuso que haría en un principio. Era un guerrero obstinado y un estratega inteligente, pero a pesar de ser entrenado en las artes de la guerra había crecido conociendo la justicia y por eso no cometería actos inhumanos hacia aquellos que ahora, no eran llamados "enemigos", sino esclavos.

La única diferencia que había entre ellos y su cuadrilla debían ser los gruesos grilletes que habían puesto en sus cuellos y los ropajes, pues en lo demás no había casi nada diferente. A ellos se les daba casi las mismas raciones que en un principio ellos obtenían y no se les encerraba como se pensaba en primer lugar.

Aioros, en conjunto con Saga eran los únicos que hablaban con los prisioneros. Tampoco había que decir que fuesen amables con ellos, pues siempre se mostraban serios frente a ellos. Había tres o cuatro troyanos que no hablaban en lo que raya absoluto.

Eso no le extrañaba a Saga, pues la captura era algo más deshonrante que la derrota, y debía de ser demasiado duro para ellos aceptar que serían humillados y degradados más allá de ser esclavos, eso estaba asegurado.

Pero había uno que les llamaba demasiado la atención a Aioros y a Shura. Ese, como otros varios, no abría la boca, de hecho, apenas y pellizcaba la comida; se mostraba reticente a aceptar que ahora era un prisionero y que iría con ellos cueste lo que cueste.

Estos se lo habían mencionado a él, y como jefe de la cuadrilla tenía que hacer algo, pues era uno de los prisioneros que ahora estaban a su cuidado. No era un enemigo más, ahora era, por así decirlo, de su propiedad y debían cuidar de que no sufriesen daños.

-¿Están seguros? – Le preguntó al castaño y al pelinegro. Ambos asintieron con la cabeza.

-Según nos han informado sus demás compañeros, se llama Mu Telikós, pero hay algo en él que no es como los otros prisioneros – le informó Aioros.

-Cada que se le pregunta algo, responde en lo que parece ser el idioma que viene de más allá de oriente, más allá de los dominios de Grecia inclusive – agregó Shura con sus manos preparando las espadas que se le habían sido bendecidas por la representante de Athena en la tierra.

Saga se quedó en silencio, pensando en el posible idioma que hablase Mu Telikós, aunque primero tendría que intentar hacer que soltara palabra alguna.

-¿Y los demás prisioneros saben el lugar de origen que tiene? – objetó. Los otros dos lo miraron confundido por lo que agregó – según me dicen es muy probable que no venga de los territorios troyanos, menos más al oeste de las montañas del Agapeón. Por lo que su lugar de origen debe ser del este.

Aioros y Shura le observaron como si tuviera dos cabezas en donde debería de tener una, este solo se encogió de hombros y caminó en el espacio que había entre ellos dos, dejándolos plasmados por más decir.

-Artemisa se lució esta noche, ¿no les parece? – Mencionó cambiando abruptamente de tema, ambos cerraron la boca y su rostro volvió a ser serio. Saga sonrió, caminó hacia su tienda y se volvió para decir – que pasen buena noche.

-Buena noche – le dijeron al unísono.

Cerró la cortina y se giró, en su cama estaba recostado un bulto, y uno que respiraba. Fastidiado, se acercó de forma silenciosa y le dijo:

-Kanon, te he dicho que tu cama es la de la orilla.

El bulto gimió y se cubrió más de lo que lo había hecho. Saga sonrió de forma socarrona y lo empujo, el otro opuso resistencia. Saga puso sus manos en ambas caderas, como si hubiese hecho mucho esfuerzo para quitarlo de su cama.

-Vaya que tú no maduras eh – le dijo volteándose – con veintitrés años y todo un niño…

-Lo dice el que se comió las moras que me regaló la pueblerina esa – vaya, tal parece que el bulto no estaba dormido. No al menos del todo, Saga se estaba muriendo de la risa por dentro, se acercó y empujó con uno de sus brazos a su hermano, el cual se hizo a un lado de forma voluntaria para dejarle espacio y en la cama y quedarse hablando por un rato, como lo hacían desde siempre.

-Esas moras sabían maravillosas – contradijo – además, no me las comí todas. Hubo varias que te dejé…

-Y esas eran las más pequeñas – replicó Kanon haciendo un puchero, Saga le dio un ligero golpe.

-No sé por qué dicen que yo soy más fuerte que tú – mencionó haciendo una pequeña lucha con su hermano, este le seguía el juego y combatía como si de verdad utilizara fuerza.

-Eso es porque eres mayor que yo – le respondió mirando al vacío, moviendo apenas las manos pero haciendo casi nada de esfuerzo.

-¿Recuerdas cuando nuestra madre nos decía que éramos afortunados de ser nacidos en Esparta y no en cualquier parte más allá de los terrenos de Grecia? – Preguntó, dejando aquel juego que tanto le gustaba cuando era pequeño sin soltar las manos de su hermano – Hay algunos territorios en los que sacrifican a uno de ellos, pero tal parece que en la Pólis bélica los trataban como si hubiesen sido enviados de los dioses.

-Sí. Lo recuerdo – susurró Kanon, parecía que sus fuerzas le abandonaron con esa frase y se había vuelto algo reticente a seguir jugando con las manos de su hermano – pero a pesar de eso, seguías siendo el favorito de ambos.

-Ahora tienes casi el mismo poder sobre los chicos como yo – intentó animarle moviendo las manos, esperando que continuaran jugando y así el otro no se pusiera triste – si das una orden, por más descabellada que sea, ellos no podrían desobedecerte. Y tienes los mismos conocimientos que yo en la estrategia, de hechos tienes más fuerza física que yo. De no ser por ti, no hubiésemos ganado y hecho varias emboscadas…

-Gracias por darme crédito Saga, pero no lo merezco – se giró sobre la cama, se levantó y se fue a la contigua – espero que pases buena noche.

Saga se levantó de la propia, pues no sentía ni una pizca de sueño y creyó que lo mejor que podía hacer era ayudar con las guardias.

Abrió la cortina de la tiendo y vio a Aioros caminar con su arco tan típico.

-¿Necesitas ayuda? – susurró acercándose. Por reflejo el otro había apuntado a su nariz pero cuando vio quien era bajo la guardia y destensó el arco.

-No es necesaria pero si quieres puedes ir a verificar al norte del campamento, Shura está cuidando el oeste y yo iba a realizar la guardia solo pero ahora me acompañan tú y Shura.

-De acuerdo – regresó dentro de su tiendo y vio como Kanon estaba de nuevo en su cama, sonrió y tomó su espada para caminar a donde estaba Aioros.

-Te recomiendo que también tomes un arco por si las dudas – Saga hizo un truco con la espada, la giró alrededor de su muñeca e hizo varios contrapesos.

-Me valgo bien con la espada y lo sabes – mencionó girándose y dándole la espalda a Aioros – de todas maneras, en la parte norte están los prisioneros, ¿no?

-¿Qué pretendes? – preguntó Aioros, dejando su guardia por un momento para verlo de forma incrédula.

-Me dijeron que tengo que hablar con ese tal Mu Telikós – respondió Saga encogiéndose de hombros – eso es lo que pretendo hacer.

Caminó hacía el área mencionada sin darle tiempo a Aioros de replicar a su pretensión. Cuando hubo llegado al área se metió en la tienda en la que estaban tres o cuatro de ellos.

Según le habían dicho era uno que parecía tener la belleza otorgada por la misma Afrodita, pues tenía cierto encanto y gracilidad que los otros no tenían en absoluto. Por lo que Saga supuso sería fácil encontrarle e intentar hablar con él, o al menos hacerle saber que no era tan malo como había pretendido ser cuando había aceptado la misión.

Pero lo que lo hizo encontrarlo fue la penetrante mirada que le dirigía una sombra. Sus ojos color primavera le asesinaban con la mirada y unos brazos de porcelana cubrían unas piernas largas y delgadas, la boca fruncida, como si el recién llegado hubiese interrumpido sus pensamientos.

Se giró y le dio la espalda al recién llegado, dejando que el suelo a sus pies fuese rodeado por hebras de cabellos lilas.

-Líkai zheli* –murmuró molesto el chico trazando algo en el piso que se hallaba y Saga no pudo sino hacer los ojos cuadrados. Los demás le habían advertido, el chico literalmente no quería hablar la lengua troyana, ya sea por no querer ser entendido o quizá por algo más.

No había entendido nada pero se acercó, intentando no asustar al chico que ahora no le prestaba atención, pero seguía tenso, ya que se le notaba en los hombros.

-Estoy seguro de que no me entendiste – dijo el menor, por primera vez en un idioma que Saga alcanzaba a comprender – por lo que dudo mucho que hables Chino. Quiero estar solo, ya tengo suficiente con ser un prisionero.

Saga se sorprendió por la audacia de las palabras que había en la voz del menor, apenas y aparentaba unos quince años a lo mucho pero le dijeron que tenía diecisiete años. Su sorpresa se esfumó ya que tenía que demostrarle al otro que le debía respeto.

-Lamento decirte que debo seguir un protocolo, y para tu mala suerte debo asegurarme de que comas. No soy yo el que impuso aquella táctica pero debe funcionar, ya que los otros prisioneros no están tan mal como tú.

-¡Déjame solo! – Exclamó volteando hacia el mayor y apretado los puños en su contra, Saga los detuvo con facilidad, dado que el estado anímico de Mu era verdaderamente inestable y no tenía lugar ni energías de donde sacar las fuerzas.

-No lo haré – replicó apretando los puños del otro logrando sacarle una mueca de dolor – necesito saber qué es lo que te impide aceptar el futuro. Tu vida ya no es más la de ser parte de aquel reino, ahora eres un prisionero que nos han mandado a capturar y no puedes hacer nada en contra de eso. Si las moiras ya tejieron tu destino no puedes hacer nada para evitarlo, ya sea bueno o malo, debes aceptarlo.

La furia amenazaba por salir de los ojos de Mu, sus labios temblaban por la ira y de la fuerza con la que se los mordía pues la presión que el otro ejercía contra sus manos comenzaba a lastimarle. Pero guardó silencio, como llevaba haciéndolo desde hace más de dos semanas en las que había estado en manos de aquel escuadrón.

-¡¿No vas a decir nada?! – ese chico simplemente miró hacia uno de los costados, a un bulto que se encontraba dormido, su rostro estaba inexpresivo y parecía no escuchar las réplicas del mayor Inclusive parecía ignorar el dolor que pasaban sus manos – siempre te escondes en el silencio, ¿no es así?

Tragó saliva. Saga dejó de apretar con fuerza sus manos y se giró para salir de la tienda.

-Mañana yo mismo revisaré que te comas lo que sea que te traigan. Y si no lo comes te lo haré comer por la mala. Tengo mucha paciencia pero hay pocas veces que salgo de mis casillas.

Cuando estuvo afuera, Mu escupió y observó lo rojas que se encontraban sus manos, hizo un movimiento y escuchó como tronaron varios huesos. Las movió en círculos y parecían cascabeles.

Estúpido líder del escuadrón que lo secuestró. Y eso que él había sido forzado a entrar en aquella estúpida guerra, de la cual ya sabía quién saldría victorioso.


Notas-que-se-me-había-olvidado-poner:

1) El nombre de Saga se escribe Archí y se pronuncia Arjí y significa "Comienzo" contrariamente a Telikós que significa "Final"

Ironías que he puesto debido a que necesitaba que sus apellidos tuvieran un significado contrario.

*: Significa "Vete de aquí" tengo el Headcanon de que Mu ahí fue nacido en China pero que se mudo a Grecia so, es por eso que sabe hablar chino.