Hola, chicos! Tanto tiempo! Aquí está la bella continuación de "Eternidad", espero que sea de su agrado, pero ya estamos perdiendo tiempo en esto xD
Como es una secuela de "Eternidad", haremos un breve resumen de los hechos del fic anterior!
COMENCEMOS!
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Anteriormente…
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Yugi… Yugi había perdido.
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—… Por alguna razón, el faraón ya no puede volver al rompecabezas del milenio, sin embargo le pertenece. Creo que al ser destinado quedarse en esta época y mundo… Se le ha otorgado el cuerpo humano.
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—… Dime, Yugi. ¿Acaso no querían que me quedara?
— ¡N-No es eso!
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— Nunca quise… Desear tan ingratamente a que te quedaras…
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— ¿Desde cuándo lo estás?
— ¿Qué cosa?
— Enamorada de Atem, claro.
…
— Desde que me salvó.
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— ¡Atem!... ¿Qué sientes por Anzu?
Atem lo miró.
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— "Estoy enamorado."
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—… Cuando estés preparado…
— Cuando lo esté… Prometo que contestaré todas tus preguntas.
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—… Yo… Me aceptaron en la Academia en Broadway… Me iré la próxima semana a América.
— ¡¿QUÉ?!
— Es por eso que… Debemos encontrar al enemigo pronto… Y salvar a Atem.
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—… Anzu… Lo sientes, ¿verdad? ¿Lo escuchas…? El sonido de la prueba de que estoy vivo.
—… Sí… Lo oigo…
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— ¿Estás deprimido?
— No. — Se giró a verlos con una sonrisa confiada. — No es un adiós de todos modos.
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—… Ya llegué.
— Bienvenida a casa, Anzu…
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Capítulo 1: Mazaki.
Tres años después…
De ágil y rápido movimiento, realizó un par de piruetas para esquivar a sus desquiciadas fans. Aunque claro, hacer eso provocó chillidos de admiración por lo que había hecho. Claro, lo había aprendido con el paso de los años para huir de esas brujas.
— ¡Mutoooo-samaaaaaa!
— ¡Muto-sempaaaiiiiiiii!
— ¡Te regalo mi brassier! ¡Si no lo quieres… ¿Puedes aunque sea autografiarlo?!
¡Por Ra! ¡Que alguien lo salvara!
Llevaba así unos cuantos años. Era el mejor duelista del mundo y su chica era la reina del baile, aunque claro, hacía un año había comenzado a interesarse en la música de tal forma que la chica quiso cantar.
Sí, su novia, Mazaki Anzu, también se había vuelto cantante. Hacía tan solo unos años, se había conocido la relación de ellos, pues por más que trataron de hacerla secreta, no faltó el fan psicópata que les asecharía.
Pero nada pasó a problemas mayores.
Además, todos estaban en su sana convivencia. Jonouchi seguía con Mai, aunque de vez en cuando sus peleas eran tan estúpidas que no había nadie quien les aguantara. Atem ya no se sorprendía de ver al rubio en su casa después de una discusión con Mai, siempre hacía eso. La rubia lo echaba, y al día siguiente, el tricolor y su amigo debían pensar una forma de quitarle el enojo a Mai, ayudados por Anzu, quien era su mejor amiga.
Con Honda y Shizuka, las cosas andaban un poco misteriosas, no llamaban mucho y eso les causaba bastante curiosidad. Anzu creía que estaban bien, así que no le veía el problema. Eran solo un par de enamorados.
Yugi trabajaba en la tienda de su abuelo, y era ayudado a veces por Rebecca, pero como la blonda era menor, debía seguir con sus estudios. El menor de los Muto comprendía perfectamente, así que no tenía quejas ni complicaciones. Le gustaba estudiar con su novia.
En cuanto a Kaiba…
Atem hizo una mueca mientras seguía corriendo.
Después que Anzu decidiera volverse cantante, Kaiba había estado visitándola a menudo, eso, no fue desapercibido para NINGUNO. Mai le molestaba, diciéndole que se le sumaba un rival difícil; Jonouchi de vez en cuando le tentaba a arrancarle la cabeza al castaño; Yugi lo calmaba, que Anzu no cambiaría sus sentimientos de un día para otro; Honda se sumaba a la opinión de Yugi, al igual que Rebecca y Shizuka.
Pero es que…
¡No podía evitarlo!
Se había acostumbrado a vivir como una persona normal en ese tiempo, por lo tanto él había cambiado mucho.
Y bueno, más que cambiar… Era mucho más honesto y más abierto con las personas.
Y no faltaba el que le recordaba cómo era antes. Admitía que era un poco frívolo, ¡pero vamos! Debían entenderlo, ¿no?
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— ¡Ah! ¡Muto-san! ¿Cómo ha estado?
Atem le sonrió a la manager de Anzu. Era muy joven. Sus cabellos eran platinados y brillantes, casi rozando a ser blancos. Tenía unos bonitos ojos azules y una bella sonrisa.
— Ya basta de formalidades, Kisara. Y estoy bien, gracias. — La chica se sonrojó.
—… Es que… Usted es muy famoso, no sé cómo tratarle…
— Kisara. — Le miró mal, para luego sonreírle. — Somos amigos desde que llegaste a la vida de Anzu, tranquila.
—… Se lo agradezco mucho. — Le sonrió, aún muerta de la vergüenza.
Ella era Kisara Hayama. Desde que la castaña había decidido ser cantante, la peliblanco fue como un milagro que llegó cuando necesitó manager. Tenían la misma edad, pero tenía bastante talento. Así se hicieron grandes amigas.
—… Umm… Tengo una pequeña consulta.
— ¿Qué es?
— ¿De casualidad… sabe si Kaiba-san vendrá?
El de ojos violetas se la quedó mirando varios segundos en silencio, sorprendido por la pregunta. Pero el ató enseguida los cabos. Sonrió.
Así que era por eso…
— No lo sé, Kisara. Pero algo me dice que sí.
—… ¿Usted cree?
— Claro. — Posó una mano sobre la cabeza de la joven, quien se sonrojó.
— Bien. Adelante y mucha suerte.
Atem se rió y se alejó para dirigirse al escenario, de donde se oía la voz de su novia.
— Tch. Es muy perspicaz.
Kisara se volteó rápidamente al ver a Seto Kaiba entrando con el ceño fruncido y una enorme mueca formada en sus labios. La de ojos azules no comprendía el por qué de su mal humor.
—… Bienvenido, Kaiba-san.
— Ya te dije que nada de formalismos.
— Cla-Claro, Seto. — Murmuró muy bajito.
El castaño no pudo evitar suspirar. Con la ayuda de Mazaki Anzu, pudo ser muy sutil mucho tiempo, pero Atem no era estúpido, una sola mirada daba a entender todo.
Sabía su secreto.
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— ¡Está encendido, Muto-san!
Él asintió y le agradeció por activarle el sonido al micrófono.
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Cierta castaña de unos hermosos ojos azules había terminado de cantar recientemente y recibía un potente y caluroso aplauso de sus fans, acompañado de unos gritos y exclamaciones levemente extrañas, haciéndola sonrojar un poco.
— ¡Muchas gracias a todos! ¡Nos ve…-!
— ¡Hey!
Se giró abruptamente para mirar con sorpresa a su flamante novio subiendo al escenario con una gran sonrisa en su rostro. La castaña se sonrojó, aún no se acostumbraba a las ENORMES sorpresas que su novio les daba. Y el aparecer cuando su concierto estaba llegando a su fin…
Nunca se lo esperó, si era honesta.
La pobre tenía la boca abierta de la sorpresa cuando el tricolor había terminado de acercarse a ella para quedar frente a frente. Atem se rió y utilizó su otra mano para cerrar su boca con cuidado. El rojo de su rostro se intensificó, avergonzándose aún más.
— ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡ES MUTO! ¡ATEM MUTOOOO! ¡ESTE ES EL MEJOR CONCIERTO DEL MUNDO!
— ¿No se ven lindos?
— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAWWWWWW
— Bah, estoy segura que soy mejor en la cama.
Anzu y Atem comenzaron a reírse, nerviosos de los comentarios obcenos y extraños de sus fans. Había una gran parte que apoyaba la relación y se enloquecían con solo verlos juntos. Y por otro lado, algunos sentían envidia por Anzu o por el faraón debido a sus correspondientes reputaciones. Los demás… Pues… Simplemente los idolatraban como si no hubiese un maldito mañana.
— Vine a verte. — Decidió hablarle. La castaña se recompuso y le sonrió.
— Gracias. No lo esperaba. La próxima vez tendrás que cantar conmigo en el escenario. — Bromeó, aunque el convertirse en cantante, el solo imaginar que podía escribir una canción con su novio le hacía suspirar como a una adolescente.
— No lo sé. — Se rio. — No tengo buenas cuerdas bocales.
— Ajá. — Sonrió con diversión.
— ¡BÉSENSE!
— ¡SÍ! ¡BÉSENSE DE UNA PUÑETERA VEZ! ¡¿QUÉ ESPERAN?!
— ¡JA! ¡¿BESARSE?! ¡VIÓLENSE AQUÍ MISMO!
La pareja se sonrojó y decidieron despedirse e irse rápidamente. Claro, no fue muy fácil.
No cuando tienes miles de personas en un solo lugar. Con no una, no dos, sino con TRES celebridades mundiales.
Porque sí, Seto Kaiba también corría peligro.
Y ahora podíamos ver a estos cuatro, porque Kaiba llevaba de la mano a la linda manager de Anzu, corriendo como si la vida les dependiese de ello.
— ¡¿Por qué demonios me metí en esto?! — Maldijo por quinta vez el castaño.
— Nadie te manda a escabullirte a ver a tu novia. — Le contraatacó el tricolor mientras seguían corriendo de la gran masa de gente.
Kaiba se sonrojó, del coraje y de la vergüenza. Kisara sonrió un poco, feliz de ver esa faceta nueva en su novio. Anzu solo trataba de contener la risotada que estaba a punto de escapar de sus labios. Debía ahorrar aire para resistir en la carrera mortal que realizaban.
— Muy bien, nos separamos aquí. — Dijo Seto, llamando la atención de la pareja de reyes.
En el cielo se divisó un helicóptero que descendía a una altura prudente, mientras se lanzaban una escalera de cuerda. Kaiba la alcanzó y agarró a la peliblanco de la cintura y comenzaron a subir.
La pareja de reyes observó perpleja la escena. ¡¿Los estaban abandonando?!
— ¡Miren! ¡Ahí van los reyes!
Los dos brincaron de la sorpresa y siguieron corriendo con un solo pensamiento en mente.
— "¡ME LAS PAGARÁS, KAIBA!"
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Suspiraron aliviados al integrarse al centro comercial. Cada uno se fue al respectivo baño, de damas y varones, para cambiarse de ropas. Atem se colocó una camisa blanca con una chaqueta negra, arremangándose un poco las mangas hasta sus codos. Se colocó unos jeans oscuros y unos zapatos negros. Luego de unos minutos, salió Anzu con un vestido simple de color lavanda y unas sandalias blancas.
Sonrió con melancolía al verla atarse su cabello ahora largo en una coleta alta.
Ya no parecían ser los de antes, ¿verdad?
No. No lo parecían.
Pero lo seguían siendo.
—… ¿Estás nervioso?
Atem siguió observándola a los ojos largos segundos, hasta que terminó por tomar su mano.
—… Un poco. — Comenzó a sudar.
— ¡Vamos! Solo son mis padres. Les caerás bien. Al fin están de vuelta y quieren conocerte.
Sí. Hacía unos días, los señores Mazaki al fin habían cesado con sus viajes, dándole una gran felicidad a la castaña. Y claro, como han oído de la televisión, querían conocer al famoso Atem Muto en carne y hueso, no en una pantalla. La castaña tuvo que inventarles que Yugi siempre tuvo un hermano, pero nunca se hablaba de él porque nunca estaba en casa, y que hacía tan solo unos años había aparecido.
Por supuesto, su madre quiso saber detalles, cómo y cuándo se conocieron la primera vez, qué sintió, cuándo comenzó a enamorarse, bla bla bla. Anzu le contó la verdad a medias, le había dicho que había aparecido la vez que estuvo en peligro cuando trabajó en ese restaurante de comida rápida y que le pareció muy varonil y valiente el haberla salvado.
Por otro lado, su padre le preguntaba si su relación iba a un camino sano, sin relaciones antes de matrimonio…-
Se sonrojó ante el recuerdo.
Jamás le diría eso a Atem.
Además…
Ella y Atem no tenían planeado casarse, es más, fue una especie de acuerdo silencioso entre ellos. Y no odiaban la unión, pero sentían que después de pasar tantas cosas, sentir de todo, pasar por todo, para finalmente ser felices con ese anillo que el faraón le había regalado, les había sido suficiente. Sin estar casados, ya estuvieron en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, claro, no de forma tan literal en el último término; y ni siquiera la muerte los separó.
Lo hizo un tiempo, pero ya no.
Anzu sonrió al estar ya en frente de su antigua casa. Sintió la mano de Atem apretar la suya. Estaba tenso.
— Tranquilos. No muerden.
— Honestamente temo ser yo quien los muerda. — Se rio. — No soy muy amable.
La castaña hizo una mueca. Si alguien le preguntara si Atem era el novio perfecto, no sabría afirmarlo. Tenían sus peleas de vez en cuando, pero eran leves, eran simples desacuerdos que terminaban con sonrisas y carcajadas. Le gustaba la sobreprotección que él le ofrecía, si los fans se les acercaba, él chico la salvaba por los pelos o se ofrecía él mismo como carnada para dejar a la pobre castaña en paz.
Varias veces tuvo que buscarlo al hospital.
Y no solamente por el excesivo acoso, sino también por las leves peleas en las que se metía con algunos fans de ella que no eran precisamente admiradores amables.
A veces era feliz con su protección, y otras veces se sentía muy pequeñita y frágil, saboreando la culpa en su boca. No estaba a gusto con ello, pero terminaba calmándose cuando les propinaba unas buenas cachetadas a las admiradoras de Atem.
Porque sí.
Algunas eran muy… ¿Cómo decirlo para ser sutil?
No lo sabía.
Pero una vez una chicas se le habían abalanzado para manosearlo en frente de SUS NARICES. Y eso no se lo permitía a nadie.
¡ERA SU NOVIO!
Nadie tenía autoridad sobre él, solo ella.
Por eso se había puesto en el campo de batalla de su vida en esa ocasión.
Pero bueno, eran anécdotas que ambos preferían olvidar, les causaba más vergüenza que gracia. Aunque claro, sus amigos seguían recordándoles momentos embarazosos.
Ellos solo tendían a morderse la lengua para no matarlos a insultos.
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Abrió con la llave que su madre le había dado. Al entrar y quitarse las sandalias, notó el olor a café recién hecho y algo dulce.
Sonrió.
— ¡Mamá! ¡Ya llegué! — Alzó la voz, provocando un respingo en su novio.
De la cocina, salió una mujer mayor. Tenía el cabello negro y los ojos azules más oscuros que los de su hija. Era como tener a Anzu de frente en el futuro, solo que con el cabello y ojos más oscuros. La mujer les sonrió a ambos.
— Bienvenida a casa, hija. — Fijó sus orbes zafiros en el chico. — Mucho gusto, Muto-san. Soy Mazaki Asako. — Ella se inclinó en señal de respeto. Atem la imitó.
— Un gusto, Mazaki-san. — Parecía bastante calmado, pero Anzu se sintió mal por él. Estaba blanco como un papel.
— Bien, pasen, pasen. He terminado de hacer galletas para que las coman con café. — Los invitó a pasar a la sala de estar.
Allí, estaba un hombre de cabellos castaños de ojos como los de su hija, profundamente azules como el mar, pero opacados por unas gafas que ocupaba para leer el periódico. Al oír los pasos, apartó el papel de su vista y dirigió sus orbes hacia su criatura.
Sonrió.
— Mi pequeñita. Bienvenida a casa. — Se acercó a ella y la abrazó. Anzu sonrió y correspondió el gesto. Estaba tan feliz, al fin sus padres dejarían de viajar para estar con ella. Se separó lentamente de ella para mirar al tricolor.
Lo analizó de arriba hacia abajo. Formó una mueca en su rostro, por más que tratara de encontrarle algún defecto, le era imposible. Terminó por sonreír, rendido.
— Tú debes ser el lúcido novio de mi pequeña. — El tricolor hizo una mueca y se sonrojó, incómodo. El hombre se rio. — Soy Mazaki Akito. — Extendió su mano.
Atem se relajó y le sonrió.
— Un placer.
— Confío en que no le harás daño a mi muchacha. Después de todo llevan años saliendo.
— No se preocupe. Anzu está en buenas manos.
— Pues claro, es tu reina, ¿no? — Se rio.
El faraón no pudo evitar reírse con el padre de Anzu.
Si tan solo supiera…
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En la casa de los Muto, en la antigua habitación del joven faraón, yacían los artículos del milenio en un orden específico. Repentinamente, el rompecabezas comenzó a palpitar suavemente, como si tuviera vida.
Dentro del artículo con forma de pirámide invertida, yacía un espíritu. Curiosamente, tenía las mismas facciones que Atem Muto.
Esta alma yacía dormida en el suelo, en alguna parte del laberinto retorcido de ese rompecabezas. Claro, eso fue hasta que el artículo había comenzado a vibrar, provocando un movimiento en el chico.
Lentamente, abrió sus ojos rojos como la sangre.
Continuará…
BIENVENIDOS A LA SECUELA! INSISTO XD! Para los que se quedaron con ganas saber qué pasó después del final de "Eternidad", aquí está.
Y LOS SORPRENDÍ CON UN SUAVE PERO TIERNO BLUESHIPPING! No pude resistirlo XD Kaiba se lo merecía, tengo a todos emparejados y bueno… Estaba Seto. JAJAJA
En fin, espero que les haya gustado.
Como saben, los primeros capítulos siempre me son cortos porque así es mi mecanismo.
Este fic constará de 20 capítulos aproximadamente, se centrará más en la relación de nuestra pareja, sus sentimientos estarán a prueba!
NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA!
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