Beginnings

Se sentía cálido. Brazos lo rodeaban y sostenían protectoramente. La tierna caricia sobre su cabello era relajante y al mismo tiempo, lentamente le estaba trayendo del sopor en el que se encontraba.

Se sentía a salvo y no quería que esa sensación terminara. No recordaba la última vez que se sintió así. Instintiva y lánguidamente dejo que sus propios brazos envolvieran la figura debajo suyo permitiéndose esconder el rostro.

-¿Estás despierto? – vino el suave murmullo, justo sobre su oído. Conocía esa voz, era fácil reconocerla y sin embargo… el afecto oculto tras ella le era desconocido. Lo sería para cualquiera que conociera al maldecido por el gato.

Lentamente sus parpados se abrieron, tuvo que pestañear un par de veces pues sus ojos se sentían ardientes y pesados. Probablemente por el sentido llanto que no pudo contener tras hablar con Yuki y recibir, una vez más, su rechazo.

Sin embargo esta vez había sido diferente, la seriedad y el congojo en la voz del ratón, dejándole claro que nunca correspondería sus sentimientos, fueron más que suficiente para destrozar cualquier vaga esperanza que aun guardara por él. El conocer de sus propios labios su interés en Toohru y sus intenciones de acercarse a ella estaban de más, pero fueron efectivamente el golpe de gracia que su corazón necesitó para terminar de quebrantarse.

Lo que siguió después vagamente lo recordaba.

Se encontró con Kyo, si fue por casualidad o por su propia iniciativa, no estaba seguro. Sólo recordaba el intenso dolor y la angustiosa furia; reñir con el pelinaranja era el resultado más obvio.

Sí, había peleado con Kyo, pero el gato no sólo se movió con maestría esquivando sus ataques también fue demasiado perceptivo… en su particular manera de ser.

-¿Por qué le das tanta importancia a esa maldita rata? ¡Él es el estúpido que no te aprecia!

Esas palabras hicieron hervir su sangre, y trató de callarlo al intentar golpearlo una vez más, pero Kyo efectivamente lo evadió y en lugar de devolver el ataque, un par de fuertes brazos lo rodearon y lo atrajeron al mayor, deteniéndolo contra su pecho en un seguro abrazo.

-Él es que el que pierde, no tú Haru… -el susurro fue casi imperceptible y fue todo lo que Haru necesitó para romper en llanto, aferrarse al felino y desahogarse en sus brazos.

En algún momento debió quedarse dormido.

-¿Dónde estamos? –murmuró aun ocultando su rostro en el pecho del gato. Kyo no contestó de inmediato, paseó sus dedos a través del sedoso cabello blanco de Haru un par de veces antes de hablar con una voz calma.

-En la escuela. Está por iniciar el último periodo de clases.

-Oh.

Permanecieron en silencio luego de eso y permanecieron en exactamente la misma posición, Haru parcialmente recostado en Kyo y éste acariciando su cabello; hasta que el timbre que a lo lejos se escuchó, les hizo saber que el día de escuela por fin concluía. Fue sólo hasta ese momento que ambos, con lentitud se separaron y sin pronunciar palabra se encaminaron escaleras abajo para recuperar sus respectivas mochilas y partir.

Parecía un acuerdo mutuo el encontrarse en la salida de la escuela y el caminar juntos a casa. Lo mismo que el silencio que los acompañó durante el recorrido. No necesitaban palabras, ni aclarar lo sucedido y preguntar que pasaría mañana. La presencia del otro era lo que necesitaban.

Era el principio entre ellos y ambos estaban dispuestos a continuar.