MakaxSoul
Tabla Ilusoria
1. Palabras prestadas 2. Paso a paso 3. Manos frías 4. En la radio 5. Perdón
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Ohkubo Atsushi ©
N/a: Debido a que estoy hiper-super-mega-feliz porque he sacado un maravillo 10 en mi examen de Marketing del Turismo (YAI!), vengo a daros ahora la lata a vosotros :D Bueno, por eso, y porque ya me enganché de otra tablita de drabbles. ¡A ver qué os parece!
1. Palabras prestadas
El viento soplaba con fuerza en el bosque, haciendo que las ramas de los árboles se curvaran de tal forma que parecían que se iban a romper en cualquier momento. En el suelo, los remolinos de hojas secas y caídas se movían de un lado a otro de forma traviesa y con rapidez.
Todo parecía apuntar a que aquel era uno de esos días en los que lo mejor que se podía hacer era quedarse dentro de casa y no pensar en pasear por la calle. Pero allí estaba Maka, soportando los embistes del viento que movía sus coletas con fuerza y que hacía que su gabardina se levantara continuamente.
Pero eso poco le importaba, estaba concentrada en conseguir su primera resonancia del alma con Soul, pero seguía teniendo tan poco éxito como en sus anteriores intentos. A pesar de llevar ya más de cuatro meses juntos, ella y su compañero no era capaces de sincronizarse y realizarla bien. Maka sabía que era algo normal, que los técnicos y las armas necesitaban de un tiempo para poder adaptarse al alma del otro, y que eso podía llevar varios meses. Y también sabía que ninguno de sus compañeros de clase lo había conseguido por el momento, ni siquiera ese bocazas de Black Star que alardeaba siempre tanto de que era supermegafuerte y de que superaría a los dioses cualquier día de esos. Pero a pesar de eso, ella no se rendía, quería demostrar que podía conseguirlo en mucho menos tiempo y que podía ser tan buena técnico como su madre. Aunque por el momento, sus planes no estaban yendo como quería.
Llevaba en ese bosque horas y no había conseguido ningún progreso, solo oír las quejas de Soul que hacían que quisiera retorcerle el cuello por pesado. Tenía suerte de que estuviera convertido en guadaña y que lo único que pudiera hacer fuera tirarle al suelo enfadada. Pero siempre, tras cada rabieta, volvía a coger el arma con las manos para prepararse de nuevo para una resonancia que sabía que estaba destinada al fracaso.
Siempre había pensado al principio que Soul iba a ser su compañero perfecto, pero en momentos como ese lo dudaba mucho. Pensándolo bien, no habían dejado de picarse el uno al otro desde que las clases habían empezado y no parecían la pareja más acertada a ojos externos. Si no era capaces de hacer una resonancia, ¿qué posibilidades tenían de mejorar? Por mucho que ella sobresaliera en sus estudios teóricos, no significaba que no quisiera entrar en acción. Al contrario, quería pisar terreno lo antes posible y ver de lo que podía ser capaz.
El profesor Sid ya se lo había dicho a toda la clase, nada de misiones hasta que no consiguieran realizar una resonancia decente. Y por eso Maka estaba allí, no pensaba volver al apartamento hasta ver cumplido su propósito. Pero estaba empezando a perder la esperanza de progresar algo ese día.
- Ey, Maka. ¿No crees que deberíamos descansar? –comentó Soul.
- ¿Crees que no estamos hechos el uno para el otro? –preguntó Maka mirando hacia la hoja de la guadaña y obviando la pregunta de su compañero.
- ¿Qué? –Soul estaba perdido. ¿Qué mosca le había picado a su compañera ese día? Estaba de lo más rara -. No lo dirás por lo de la tontería de la resonancia, ¿verdad?
Maka entornó los ojos.
- ¡No es ninguna tontería! –gritó molesta -. ¿Por qué parece que nunca te importa nada, Soul?
El arma no supo qué contestar. No era verdad que nunca le importara nada, solo es que no le gustaba demostrarlo. Eso era todo, nada más y nada menos. ¿Es que hacía falta ser tan abierto con esas cosas? Él prefería guardárselas, así nadie le podría hacer daño. Además, no le gustaba, por ejemplo, que medio mundo supiera que Maka si le importaba o que él también quería tanto como ella destacar entre los demás. Mientras que ella quería convertirse en una técnico sobresaliente, él también quería convertirse en la Death Scythe más cool de todas las que había tenido Shinigami-sama.
- Bien, estoy empezando a pensar que las palabras de mi padre del otro día contenían algo de razón –dijo Maka, mirando hacia otro lado.
- ¿En qué va a tener razón ese viejo pervertido?
- ¡En que no eres mi compañero ideal!
- ¿Eso es lo que te dijo? –Soul hizo un gesto de negación con la cabeza -. No le hagas caso, Maka. Sabes perfectamente que ese tío no estaría contento con ningún compañero que tuvieras a menos de que se tratara de una tía buena.
- Eso no es lo que importa, Soul… -dijo la técnico, casi en un susurro, antes de dejar caer la guadaña al suelo y darle la espalda internándose en el bosque.
Maka caminó alejándose de su compañero, hasta que se dejó caer pesadamente al suelo completamente desmotivada. El viento seguía agitándolo todo y silbando al pasar a través de las ramas de los árboles, como si el tiempo no pasara. Pero ella ya no tenía las fuerzas del principio como para seguir practicando con su compañero. Total, ¿de qué le estaba sirviendo? Seguía en las mismas del principio, salvo que ahora estaba cansada y harta. Y encima su compañero se mostraba tan poco interesado en mejorar. ¿Qué más le faltaba ya? ¿Qué le cayera un árbol encima? Ese día estaba empezando a ser demasiado largo para ella, quería irse a casa, pero al mismo tiempo no quería rendirse. Ella tenía una fuerte voluntad, pero ahora mismo parecía que se había esfumado sin dejar rastro.
Se miró las manos, y empezó a pensar si al fin y al cabo era ella la culpable de que aquello no estuviera saliendo bien. Quizás Soul si estaba esforzándose y le estaba culpando cuando en realidad no hacía nada malo. Quizás su alma tenía algún defecto que hacía que su compañero no pudiera entrar en resonancia con ella. Quizás…
- Quizás estás pensando demasiado.
Maka levantó y giró la cabeza y se encontró con Soul de pie a su lado, mirándola hacia donde estaba ella.
- ¿Uh?
- Deja de comerte tanto el coco –dijo, sentándose a su lado -. Si piensas tanto te volverás una rara.
- Creo que ya lo soy –dijo, desviando la mirada al suelo y arrancando distraída la hierba del suelo con las manos.
Soul sonrió ante su respuesta.
- Nah, no lo eres. Si fuera así ten por seguro que no sería tu compañero ahora mismo –comentó, pasándose los brazos por detrás del cuello y dejándose caer sobre la hierba -. Simplemente eres… diferente.
La técnico imitó a su compañero, tumbándose también en el suelo.
- ¿Diferente en qué sentido? –preguntó, mirándole a la cara.
- En el sentido más cool que puedas encontrar –le respondió, mirándola directamente a los ojos y esbozando una sonrisa despreocupada.
Maka intentó comprender la respuesta del arma, y cuando lo hizo, sonrió sintiéndose más animada. Por otro lado, Soul se alegraba de haber hecho sonreír por fin a su compañera. Le gustaba su sonrisa. Hacía que su cara se le iluminara y se le formaran unos hoyuelos muy graciosos en ambas mejillas de los cuales a veces se había burlado diciendo que la afeaban. Pero solo lo decía para molestarla. Después de todo, la manera en la que fruncía el ceño cada vez que se enfadaba con él también era muy graciosa.
Pasaron un par de minutos tumbados allí en el suelo mientras el viento les alborotaba el pelo al mismo tiempo que el sol empezaba a descender con rapidez anunciando el crepúsculo.
- ¿Crees que un día seremos capaces de hacer la resonancia correctamente? –preguntó Maka, poniéndose de rodillas.
Soul abrió los ojos para mirarla.
- No lo creo. Lo sé. Sé que hoy o quizás mañana, o dentro de unas semanas seremos capaces de ello –dijo, también poniéndose de rodillas -. No importa cuánto tardemos, al final lo conseguiremos –la animó extendiendo una mano.
Maka la estrechó con la suya asintiendo con la cabeza.
- La clave no está en la mente, sino en el corazón –susurró Maka, recordando las palabras de Shinigami-sama en el discurso de bienvenida.
- No en lo pensamos, sino en lo que sentimos –completó Soul, con actitud decisiva.
Lo conseguirían tarde o temprano. Aquello no era una competición, era un paso para comprenderse mejor el uno al otro.
El cuándo… no importaba.
