Sacrificio.

No podía respirar, me sofocaba con aquel saco que usaron para taparme la cara; mis muñecas se lastimaban debido a las sogas. Todo mi cuerpo estaba congelado, y era de esperarse, me habían dejado totalmente expuesta en aquel frío ambiente. No podía ver, pero escuchaba muy bien el tan extraño idioma con el que rezaban las personas que me rodeaban, escuchaba los pasos lentos que daban a mí alrededor.

Estaba asustada, claro que lo estaba.

Dos personas sujetaban fuertemente mis brazos, una a cada lado de mi cuerpo. Sabía que tenía que hacerle caso a ese mal presentimiento que tuve cuando venía del trabajo y me topé con una pelinegra y una pelirroja, las cuales llevaban atuendos extraños con cruces invertidas. Al principio pensaba que ellas venían de algún concierto de metal o rock, que hacían muy a menudo por la zona donde yo trabajo.

Me golpeé mentalmente al ser tan imbécil y bruta como para creer semejantes tonterías. Pero bueno, a penas las había visto, me quedé en shock debido a sus fríos y misteriosos ojos que daban un terror inexplicable; y más cuando con una voz de inframundo susurraron mi nombre.

De repente, todos callaron y empezaron a cantar con una voz suave y casi "angelical", alabando a un anti dios. — "¡Belial, Behemoth, Beelzebub, Asmodeus, Satanás, Lucifer!"

Una voz predominaba en todo este sitio, y podía jurar y sospechar por mi experiencia en los numerosos viajes que había tenido, que ese idioma podría ser el ruso y que venía de una chica. —"Que nuestro sacrificio observe el ritual dirigido a nuestro señor todopoderoso. "—Había exigido aquella mujer rusa. Me sacaron el saco que me mantenía ciega de forma brusca. Gemí al sentir dolor en mis ojos, producto de las horas que tenía sin ver nada. Traté de recobrar la visión, mientras que seguían cantando de una forma que me ponía los pelos de punta.

Lo primero que observé fue a una persona delante de mí, su cara estaba pintada con la imagen de una calavera, sus largos cabellos dorados caían por sus hombros, usaba una especie de sombrero oscuro y se notaba que era el líder de esta demoniaca secta. Poseía una túnica negra con detalles carmesí, cruces invertidas de color dorado, un collar con el símbolo ankha; observé un bastón negro con un extraño símbolo de una cabeza de cabra, hecha de plata, imaginaba.

Dirigí mi vista a sus ojos, aquellos ojos color azul oscuro que me provocaron ganas de gritar y desespero, se sentía el viento congelado y gélido de tan solo observarlos por una fracción de segundos. Se acercó a mí, mientras recitaba unas palabras en ruso. Por desespero, observé a mí alrededor, había muchas personas, todas con túnicas tapando sus rostros, sosteniendo velas negras... Velas negras con una llama verde.

Una mano congelado sostuvo la mía y rápidamente la miré a la cara; abrí fuertemente los ojos, mientras ella portaba una sonrisa de superioridad, una sonrisa terrorífica. Llevó mi mano a su rostro y la besó, de fondo todavía se escuchaban los rezos. — "Hoy te haré mía" —Sonrió en el dorso de mi mano, mientras penetraba su mirada en la mía. —"¿No es así, Non-chan?"—Sostuvo algunos mechones de mi largo cabello purpura.

Una corriente eléctrica recorrió toda mi columna vertebral, empecé a recordar los veranos que pasé en casa de mis abuelos en mi infancia; y allí caí en cuenta que ya conocía a esta persona. —"Yo pensé que tú estabas… "—Tartamudeé. Yo misma había visto como mi padre le disparó a toda su familia en medio de una reunión entre sectas.

Ella negó con la cabeza. —"Die, my Little Darling."—Y sentí el frio filo de un cuchillo.