Hola, este es un fic Soul x Maka. Es la primera historia larga que me atrevo a subir y espero que les guste.

Por cierto, a los antiguos seguidores de Dhampiro, no me odien pero he decidido resubir la historia. La trama es la misma, y los hechos también. Simplemente decidí cambiar la manera de mi narración así como la forma en la que se van dando las cosas, ya que sentía que las relaciones entre los personajes iban demasiado rápidas y a mi ver se estaba convirtiendo en un fic MALO.

Discúlpenme las molestias, pero creánme que valdrá la pena que haga esto, además de que no solamente planeo editar todos los capítulos, sino que además escribir unos más.

Disclaimer: Ni Soul Eater ni sus personajes me pertenecen, sino al gran Atsushi Okubo. La trama y la historia son completamente mías.

¡A leer!


Prólogo

Algunas cosas te pueden suceder una sola vez en la vida y después jamás vuelves a reencontrar esa satisfacción o miedo vividas en esa experiencia. Es algo que no vuelve, que jamás reaparece. Pero debes de saber es que si sucede una segunda vez ten por seguro que existirá una tercera, hasta que se vuelva innumerable. Porque se convertirá en un ciclo amado... o temido.

Su nombre era Maka Albarn, de cabellera rubia ceniza y mirada jade; con su rostro hermoso dándole fuerza a sus dieciocho años.

Pero ella no era una chica normal. Ni si quiera era humana.

Era una dhampiro, raza nacida de padre vampiro y madre humana, un alma manchada de la sangre de un demonio, una existencia pecadora y especialmente dirigida a combatir a los vampiros: sus creadores... y sus enemigos.

Los dhampiros heredaban las habilidades de sus padres, pero no sus debilidades lo cual era herencia de sus madres. Podían ver la luz del día con total tranquilidad, sin sufrir daño alguno, y aunque los sangre pura también podían sus ojos eran un poco más sensibles a la luz.

Pero eso era desviarse del tema.

Ella disfrutaba asesinando a aquellos que tuvieran el descaro de atacarla, creyéndola una joven con tan mala suerte como para haberse cruzado en el camino de sus enemigos. Pero la oveja se convertía en el depredador y el lobo en la presa. Ironías.

Y aunque tenía permiso de defenderse, no podía intervenir en los asuntos de otros vampiros, aunque estuvieran asesinando humanos. ¿La razón? Las reglas que guiaban a toda su raza a la coexistencia: Vampiros, dhampiros y humanos.

¿Quién era el encargado de elaborar las reglas? ¿Quién daba control a las vidas de todas estas criaturas? Shibusen, quien mantenía el control erradicando a los seres que rompiesen las reglas, que salían del camino estipulado por Shinigami.

Shibusen era una organización constituida por las tres razas inteligentes, con guerreros capacitados para el exterminio de los rebeldes. Pero para tener el permiso de intervenir se necesitaba asistir a la escuela Shibusen, donde estudiaban no solamente técnicas de lucha, sino que también las debilidades y virtudes de estos seres. ¿Y quienes eran los alumnos? Vampiros, dhampiros y humanos demoniácos, humanos con capacidades sobrenaturales capaces de luchar.

Pero a Maka no le interesaba nada de eso, al contrario, le disgustaban esas cosas sobre las normas y reglas que regían su mundo. Ella asesinaba si la atacaban y punto, y se dedicaba a viajar a lado de su mejor y único amigo, Death the kid, un vampiro sangre pura.

O bueno, lo hacía.

Kid era el único hijo de Shinigami, el líder de Shibusen y el director de la Academia Shibusen. El hombre con más poder dentro de la sociedad vampírica. ¿Qué tiene de malo eso entonces?

Shinigami los ha mandado a llamar, los ha ordenado a regresar a su hogar y a tomar responsabilidades como deben. Porque no podían seguir como nómadas vampiros, exponiéndose a ataques de no solamente seres de su misma sociedad, sino que también de licántropos o brujas. Era peligroso ir por ahí luchando, llamando la atención con sus esencias y olores.

Bah, patrañas. A ella sólo le interesaba seguir con su vida, no quería estar en Shibusen, cerca de su empalagoso y odiado padre, quien además, era la mano derecha del padre de su amigo. De ahí que se conociesen.

—Maka.

—¿Hmm?— respondió como pudo la chica, pues estaba totalmente absorta en sus pensamientos, maldiciendo a Shinigami.

De pronto sintió un leve apretón en su mano izquierda y se preguntó cuándo su amigo la había tomado de la mano. No podía creer que estuviera tan perdida.

—No será tan malo volver a casa después de tantos años.— sonrió el joven, con esa mueca tan natural que a ella siempre lograba persuadir o tranquilizar. Y él lo sabía.

—Eso espero Kid, eso espero.


De verdad, espero no causarles molestias a los seguidores fervientes de esta historia, es más, quería agradecerles por siempre leer y dejarme un bonito review, es por ello que decidí no arruinar esta historia a la que le tomé cariño y la edité.

Gracias y discúlpenme!